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25

La noche mas brillante, las estrellas mas bellas del firmamento y las flores mas perfectas y con el aroma mas exquisito estarían celosas sin dudar de la forma tan bella en que se miraba, en ese vestido banco, el cabello suelto, esos labios similares a los de unos cerezos y la ternura de su sonrisa.

El sol, las nueves y las aves cantando en ese día, lograban darle ese toque especial, ese toque de ensueños, el sonido de la gente alegre, de los niños riendo, el arcoíris en el cielo dándole aun mas color a todo.

Las rosas rojas y blancas esparcidas por el lugar, todos estaban mas que alegres, entre ellos estaba el señor Juan, que se veía mas que entusiasmado, preparando el pastel mas bonito y grande de todos, mientras que yo me aseguraba de que todo estuviera en calma.

Era un día esperado por muchos, incluso por mi, estaba seguro que, entre todos los posibles presentes, yo era el mas nervioso, mirando ese traje que mirabel había confeccionado para mi, similar al del tío Agustín, con ese mismo porte, y sobre el escritorio  una flor roja, una rosa de gran aroma proveniente de Isabela, especial para mi.

El sonido de las campanas en la lejanía dando la segunda llamada, todo estaba listo, la mirada de aprobación que recibía de mis padres, o algo similar, nunca faltaba que mamá intentara quitarme el cabello de la cara como cada vez que había un evento importante.

La familia estaba mas que complacida, todos se veían elegantes, todos se veían listos para la ocasión, dejado a mis padres junto a mi en la casa mientras los demás se adelantaban a la iglesia, mirándome nerviosos, con una sonrisa tímida ¿Porque me miraban así? yo no era el centro de atención, no tenia porque serlo yo si no mi hermana quien parecía una princesa de cuentos de hadas. Con esos ojos tan brillantes causados por la emoción del gran momento, su gran momento.

—Mírate... estas hermosa—. Dijo mi madre mientras se acercaba a ella besando con ternura su mejilla y pequeñas gotas de lluvia amenazaban con caer.

Mi padre orgulloso la miraba, repitiendo una vez mas lo que ya se sabia, lo hermosa que se encontraba, abrazándola con lagrimas en los ojos preguntando cuando es que había crecido tanto y recibiendo una sonrisa amorosa por parte de Dolores, quien de su ramo dejaba una flor mas junto a la rosa, tomando mi mano en espera a que le dijera algo.

—¿Como me veo?—. Pregunto suavemente.

—Te vez linda—. Respondí devolviendo el gesto en una pequeña sonrisa oculta .

El sentimiento que comenzaba a sentir, una extraña emoción pero al mismo tiempo melancolía, una melancolía ridícula, pues, sabia bien que ella no se iría, ella seguiría viviendo en la misma casa, junto a mi, solo que, ahora esa habitación en la cual podía meterme solo para escucharla hablar ya no estaría solo ella, si no que también estaría ahora Mariano.

Quizá la melancolía que comenzaba a sentir y que se volvía mas grande con forme caminaba de su mano en dirección al templo, bajo la vista de aquellos curiosos y alegres del pueblo se debía a la única y sencilla razón de que o solo seriamos ella y yo, que mi hermana ahora comenzaría una vida familiar, se estaba uniendo a una persona nueva, una persona que estaría con ella todo el tiempo, tendrían hijos, ya no seria del todo solo mi hermana y quizá, solo quizá, ya no tendría el mismo tiempo para mi, y ese poco tiempo e el cual conversábamos por las noches después de terminar con mis tareas o regresando de la casa de ____, que ya no podria hablar con la misma libertad con ella sobre cosas que no poda hablar con Camilo o con mi ahora novia.

Quizá esa era mi melancolía, saber que ella ya no estaría disponible para mi el tiempo y momento en el que la necesitara, pero, eso no quitaba el hecho de que yo para ella si lo estaría.

Con forme nos acercábamos al tembló cada vez se acumulaba mas la gente, en aquel recito el padre esperando junto a aquel hombre que me había arrebatado a mi hermana, haciéndome a un lado, dejando a mis padres caminar solos junto a ella, Camilo es quien, se veía mas emotivo, sin miedo a demostrar que podria llorar en cualquier momento, recibiendo un apapacho de ___ mientras le susurraba cosas al oído con alegría, como si con eso pudiera contener el sentimiento, hasta el momento en que me miro, extendiendo su mano para que la tomara.

—¿Que te ocurre?—. Le pregunte a camilo quien me miraba con una sonrisa nerviosa, secando con la manga del traje que tenia un par de lagrimas que amenazaban con dar aparición, mientras negaba una y otra vez con la cabeza.

—Estoy feliz eso es todo—. Respondió dando camino tras la novia para entrar al templo, adelantando el paso mientras esquivaba a los presentes para adelantarse a tomar su asiento.

La mano suave de ___ sujetando mi rosto, apartando con amor mi cabello para dejar ver mis ojos, mirando con ternura y una sonrisa cálida, acariciando mis mejillas , y siempre que hacia eso, solo podía sentirme feliz ¿Cuanto no había esperado para eso?, cuantas noches no había soñado con ella mirándome de esa forma, tocando mi rostro de esa manera, pronunciando mi nombre con ese tono que me hacia suspirar.

—¿Estas bien Cariño?—. Pregunto dejando sobre mis labios un pequeño beso.

Cariño, era algo que, simplemente no podía procesar aun, que ella, siendo mi mejor amiga desde los cuatro años, después de las altas y bajas finalmente me dijera Cariño, ya no era solamente Carlos, no, ahora, pocas veces la escuchaba llamarme por mi nombre, ahora me llamaba Cariño, me llamaba amor, había ocasiones en las que la palabra amor se le escapaba al dirigirse a mi, y eso la ponía nerviosa, y yo amaba eso, amaba la forma en la que ella me miraba, en la forma en la que acariciaba mi rostro y la forma en la que se dirija a mi.

—Si, estoy bien, tranquila pequeña—. Respondí sujetando sus manos para dar un beso devoto en ellas.

Su mirada encantada sobre mi, asombrada, alegre, mirándome con las mejillas pintadas de color rosa, que hacían juego con el rosa pastel de su vestido, preguntando por la forma en la que me había dirigido a ella, y es que, en ese tiempo que teníamos saliendo, jamas le había hablado de una forma en especial y era por dos motivos la primera, no me gustaba llamar a la gente por apodos, al menos personas que no fueran Camilo, soltando apodos insultaste, la segunda cosa es que, me gusta su nombre, me gusta mucho y no me gustaba perder la oportunidad para poder pronunciarlo.

Sujetando su cintura en un abrazo antes de entrar al templo tomados de la mano, sintiendo su cabeza recargada sobre mi, escuchando uno que otro pequeño susurro de la gente que nos miraba, hablando sobre el estar conmigo y preguntándose que había pasado con Camilo, sin prestar mucha importancia a eso seguimos adelante, hasta las bancas principales. mirando a mi hermana caminar de la mano de mi padre y el comentario de Antonio ami lado mencionando que parecía una princesa de los cuentos que solía interpretar.

Las palabras del padre, los sermones, la mirada de todos concentrada en ellos, en como mi hermana sonreía felizmente mientras dejaba derramar una que otra lagrima, al igual  que lo hacia la chica que me abrazaba del brazo, emotiva por el momento tan feliz, el momento esperado, el hombre de los sueños de Dolores la estaba desposando, y no podía siquiera imaginar lo feliz que se encontraba, mirando el anillo de reojo, ese anillo que le había dado a ___ y que no dejaba ni para dormir, portándolo con alegría, con orgullo, dejando un bezo en su cabellera antes de apartarla un poco de mi y secar sus lagrimas, con la pregunta en mi mente de si ella lloraría igual o incluso mas el día de nuestra boda, en las palabras que me diría en el momento en que diríamos nuestros botos matrimoniales.

Y no solo ella lloraba, si no también camilo lo hacia, con mas libertad, dejando ver las lagrimas que soltaba, volteándome a ver con una pequeña risita de por medio.

—¿Estas llorando en verdad?—. Le pregunte sacando el pañuelo del bolsillo de mi traje para dárselo y que se secara las lagrimas.

—Cállate, no puedes decirme nada, tu también vas a llorar—. Respondió Camilo, tomando el pañuelo para mirarme y después reír, tomando con mi mano una pequeña lagrima, una con la que estaba peleando para que no la miraran, no quería que me vieran llorar, no quería que pensaran que soy débil. —Si lloras no pasa nada, es entendible, es Dolores después de todo—. Dijo ahora con la mirada enfrente, escuchando atento como se juraban amor eterno, como es que ella le daba las palabras mas bonitas que alguna vez  le pudo decir a una persona, y de igual manera Mariano le dedicaba las palabras mas gentiles de todas junto a una canción de amor escrita especialmente para ella, donde decía cuanto le amaba, cuanto la necesitaba y cuanto le cuidaría hasta el final de sus días.

 Algo que solamente hacia que pensara en las palabras que yo le diría a __ el día en que la viera vestida de blanco, en un bonito vestido de novia, listos para dar un si, una palabra que por si sola no tiene mucho significado, y que es tan común que la decíamos a diario, pero, que en ese día en especial, cambiaria por completo su significado.



....



Luces, música, alegría,  comida por doquier, la forma en que los ahora esposos se miraban, en su primer baile, la forma en la que se complementaban, al mirada complacida de la abuela, mis padres alegres, todos fuera de sus casas festejando con la familia, una celebración de todo el pueblo, Camilo y Mirabel hablando alegremente con un plato atiborrado de comida como solo el podía, llevándose a la boca las arepas que podía, con una mano, dejando todo a un lado para extender la mano a ____ invitándola a bailar.

El siempre era quien la sacaba a bailar, el siempre fue quien la complacía con eso mientras yo solo miraba desde un rincón justo como hacia en ese momento, solo mirando lo feliz que se veía al bailar, y eso me hacia feliz a mi.

—Te lo dije—. Se escucho a mi lado la voz de Isabela.

—¿De que hablas?

—¿Recuerdas cuando casita estaba en construcción y te dije como enamorarla?—. Su sonrisa llena de suficiencia, recargándose sobre mi —Te lo dije el día que llegaste a buscar un consejo, no necesitas hacer nada porque ella te ama, y estaba en lo cierto ¿No es así?

—¿Que es lo que quieres Isabela?—. Esa conversación no estaba llegando a ningún lado y no tenia un sentido para ser.

—Quiero enseñarte a bailar

—¿Porque?—. No era un secreto que yo no supiera bailar, porque no me gustaba, pero también estoy consiente de que es algo que al menos un par de veces en la vida voy a necesitar.

—Porque el día que te cases, no quiero que la dejes sin pies de tantos pisotones —. Respondía mirando como ___ se alejaba de Camilo con un beso en la mejilla para caminar a nosotros —Te dejo —. Y sin decir mas se fue, dejándome solo con ella.

—¿Ocurre algo?—. Le pregunte al ver que se había apartado y llegaba a mi con un gran abrazo, y mejillas ligeramente pintadas.

—Solo te amo, te amo mucho y me hace feliz amarte y que todo mundo sepa que te amo, tanto que podria gritarlo a los cuatro vientos, ¿Y sabes porque? Porque eres hermoso, porque me amas, porque eres perfecto y si lo que quieres son bebés, bebes te daré.

Hablo haciendo que los colores se me subieran y mis manos se aferraran a ella cuando se me trepo en un abrazo, sujetando mis mejillas para plantar en mis labios miles de besos y uno final lleno de pasión y olor a alcohol, aferrándose a mi en un abrazo.

—¿Estas bien?—. Pregunte a lo que ella respondió que si, entre lagrimas, llorando en mi hombro repitiendo que estaba feliz, que amaba finalmente poder decir que me amaba sin miedo, sin temor a nada, y que había esperado muchos años para poderme besar y demostrar cuanto me amaba, provocando que saliera en mi una pequeña risa , levantándola mas para poder sujetarla mejor, una risa de esas que muy difícilmente veías en mi, estrujándola como si fuera un gran oso de felpa, escuchando el llanto que no paraba —Estas muy ebria, ven vamos a que te recuestes.

Dije llevándola a mi habitación sin soltarla, caminando con ella de esa forma hasta la casita, donde para ese momento el llanto había parado y solo quedaba una ___ dormida, con las mejillas rojas y el rastro de lagrimas secas en sus mejillas, acariciando una vez mas, cubriéndola con la sabana, y con una mirada mas a su silueta bajo la luz tenue, recargado en el lumbral de la puerta susurre un te amo antes de volver a la fiesta donde todos me buscaban al igual que a ella, una fiesta que no paro hasta la mañana siguiente, una fiesta en donde cuide a Antonio mientras lo demás se diviertan.

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