22
Un beso, uno de amor, lleno de cariño infinito, un beso con alguien que no era yo, las palabras llenas de devoción.
—Siempre fuiste tú....
Esas palabras resonaban en mi mente tan pronto como habían aparecido, regresando en silencio a aquel lugar donde me habían dejado dormido.
¿Acaso no fui lo suficientemente para ella?¿Que es eso que me faltaba para ser amado como lo era Carlos? ¿Era acaso por mi falta de madurez? ¿Por no saber cocinar?
Esas eran cosas que simplemente no comprendía, creí que fui lo suficientemente, creí que podía hacerla feliz, creí por un momento que... Ella me escogería que sería yo a quien amaría.
Con la vista perdida a ningún punto, solamente sentado, como si estuviera soñando vivo, y claro que lo hacía, estaba soñando vivo, estaba soñando con que esas palabras fueran solo para mí, que ese "Siempre fuiste tú" tenía mi nombre, tenía mi caricia, tenía el sabor a vainilla de sus labios en los míos.
—Camilo...—. Escuche la voz de ella acercarse junto a sus pasos —¿Estás bien?.
Un sueño, si todo era un sueño, todo era un absurdo y doloroso sueño ¿No es así? Porque, si era un sueño, no me dolería en el alma tener que fingir que todo está bien, que no hay pena alguna, que mi historia de amor estaba dando su declive frente a la mujer que ame siempre, que no me dolía tener que ver esas sonrisas amorosas y gentiles en el futuro a mi hermano y que en el fondo deseaba que fueran para mí.
—Si—. Respondí levantándome con una sonrisa, sacudiendo la ropa, intentando no cortar el contacto visual.
El rastro sutil de su acto en los labios ajenos, apenas un pequeño pigmento, casi impresentable, apenas un pequeño y sutil rubor en las mejillas de el, y un brillo inigualable lleno de jubiló en los ojos de quién era mi amada.
—Recién despierta y aún tengo sueño—. Agregué rascando mi cabeza como siempre lo hacía al despertar.
—Camilo...—. Susurro de nuevo ella acariciando mis mejillas, con pena, con tristeza.
—¿Estás bien? ¿Te ocurre algo? ¿Te sientes mal?—. Pregunté cómo siempre fue, como siempre hacía, examinando su rostro, buscando alguna herida aún si supiera que jamás sufrió un daño físico.
—Si estoy bien... Quisiera hablar contigo...
No necesitaba preguntar el porque, ya lo sabía, lo sabía mejor que nadie, pero, mi corazón aún no estaba listo para mi despedida, mi corazón aún no estaba listo para la derrota, aún no estaba listo para ser solamente su amigo.
No quería, me rehusaba a escuchar esas palabras dolorosas, aún no estaba listo para escuchar de su propia voz como es que siempre estuvo enamorada que Carlos.
No podía molestarme, no podía enojarme, no tenía el derecho de molestarme por haberme hecho esperar, por ilusionarme con poder tener una oportunidad cuando ella en un inicio no quiso, cuando fuimos nosotros quienes insistimos sabiendo el resultado final.
No podía ser egoísta, pues, de ser el caso contrario Carlos lo habría aceptado, con tristeza y melancolía pero también con felicidad al verme feliz.
—Claro—. Respondí llevando su cabello tras su oreja —Pero... En otro momento, en este momento no puedo porque... Tengo unas tareas pendientes por hacer, si quieres puedo ir a tu casa por la noche y hablamos...
La sonrisa nerviosa, la mirada extraña de Carlos sobre mi, como si sospechara de algo, como si no le convenciera del todo lo que decía con respecto a estar bien.
Me sentía atrapado, me sentía realmente encerrado en mis emociones, quería expresar todo lo que sentía, llorar, ahogarme en mis propias emociones, saliendo, solo podía dedicar eso mientras me retiraba con una sonrisa, como si nada me estuviera pasando, como si mi corazón no estuviera destruido, como si jamas hubiera escuchado a ella decirle a Carlos que siempre estuvo enamorada de el, y era claro, sabia yo también que eso podía pasar, quería prepararme, estaba preparado, o eso creí yo, pero...
Por mas que en ese tiempo hubiera dicho en mi mente que ella pudiera no elegirme, aun con todo y eso me dolía en el alma, creí estar preparado, pero la verdad es que no lo estaba.
Vagando por el pueblo, intentado evitarlos, tato a ella como a mi propio hermano, saltándome incluso la comida con tal de no verlo y no afrontar mi realidad, por mas hambre que tuviera, aun no estaba preparado para mi futuro inmediato.
Así fue durante toda la tarde, incluso llegue a transformarme en cualquier persona con tal de no ser encontrado, al menos así fue hasta el anochecer, necesitaba aceptar primero esta realidad antes de poder siquiera poder escuchar las palabras provenientes de ella.
La noche, las estrellas brillaban tristemente, hacia frio, demasiado, mas no sabia si era por el clima o.... ni siquiera podía darle un sentido claro a las cosas, caminando con pesadez hasta mi habitación donde Carlos y Dolores se encontraban haciendo guardia, esperándome.
—Llegas tarde—. Dijo Carlos mirando como abría la puerta —Mamá esta realmente molesta.
—Perdón tenia muchas cosas que hacer, fue un día agotador, si me disculpan quiero dormir...
—¿Y ___?—. Fue turno de Dolores hablar tocado mi hombro para llamar mi atención —Ella te esta esperando...
—Iré mañana por la mañana, ahora solo quiero dormir, no se que están pensando, o quizá si, solo puedo decir que no se preocupen, solo estoy agotado.
No, ninguno de los dos podía creer una sola palabra de lo que estaba diciendo, mirándose el uno al otro pero tampoco sin insistir.
Así paso al menos una semana, evitándolos a toda costa, hablaba con Carlos, tenia que hacerlo, vivimos en la misma casa, en realidad, todos, o al menos casi todos se acercaban a mi, pero... cuando querían sacar a flote el tema de su posible relación yo simplemente huía del lugar, sacando cualquier escusa patética que se me viniera a la mente, la que fuera, no importaba cual, simplemente no quería estar ahí en ese momento, estaba viviendo en negación, quizá Carlos... el lo hubiera tomado de una forma mas madura.
Transformado en alguien mas pude ver como ellos caminaban por el pueblo, sintiéndose tan naturales, no había una muestra de afecto publica mas allá de la normal, no se tomaban de las manos, no había caricias, no había besos, simplemente caminaban juntos, el tan serio como siempre, y ella tan aparentemente alegre.
Pues aunque no lo pareciera ella estaba preocupada, se notaba en la forma en que sus manos jugaban discretamente con el cinturón de su vestido y jugueteaba con sus labios, esos eran los detalles que casi nadie notaba, detalles como que, cuando una comida le gusta demasiado ladea discretamente su cabeza de un lado a otro, que cuando sobre piensa las cosas suele sobar su mentón con un dedo, esas eran las pequeñas cosas a las que pocos le prestaban la atención.
Y en ese momento ella estaba mas que preocupada.
Para el día lunes por la tarde, cuando estaba por anochecer, fuera de la puerta de la casa de ella, pude mirar a la distancia, transformado en un viejo que pasaba, como Carlos acariciaba sus hombros en algo que parecía ser un abrazo, como es que ella se ocultaba en su pecho, aferrándose a las telas de su ropa, temblaba.. ella estaba temblando, mas no sabia el porque, no podía escuchar de que hablaban.
Solo pude ver como es que Carlos la separaba mientras le decía algo con esa expresión inerte, una expresión que... al mirar, al prestar atención a sus ojos podria descifrar mucho, solo en esa mirada se podía ver amor, ternura, preocupación.
Por un segundo... pude ver el rostro de ___, ese rostro lleno de gentileza, los ojos brillantes, cristalinos, mientras dedicaba una sonrisa comprensiva a la par que asentía suavemente.
Un beso, uno suave, uno delicado, uno lleno de amor que provocaba en ambos un color carmesí en sus mejillas, esa mirada genuina, ese amor genuino.
La forma en que ella retiraba el cabello que cubría el rostro de Carlos después de aquel beso, la forma en que el besaba la mano con devoción, nunca lo había visto tan feliz, nunca lo había visto tan expresivo....
El era feliz al lado de la mujer que amaba, mientras yo tenia mi corazón marchito en mis manos, dispuesto a tenerla, a amarla, , regresando el tiempo atrás mientras los miraba, recordando como es que escapo cuando la bese..., como es que... todo lo que hacia por ella no la hacia sonrojar de la misma forma en que ese momento estaba.
Regresando a casa con un suspiro por de medio, encerrándome una vez mas en la habitación, solo un par de minutos pasaron cuando la puerta se escucho,un par de golpes y después silencio.
El rostro de Carlos se asomo con un plato lleno de arepas listas para compartir, sentándose en la cama sin decir nada, solo dejando el plato entre los dos y comer en silencio.
—Ya lo se—. Dije antes de que el pudiera terminar su bocado, ganándome una mirada extraña —¿Es feliz?
La forma en que miraba la arepa, sin saber que responder realmente.
—Si...
—¿Tu eres feliz?—. Volví a preguntar sin muchas ganas de tener esa conversación.
—Si..
No dije nada mas, solo tome una arepa para comer, el silencio incomodo las miradas vagas, toda esa situación era incomoda, ninguno de los dos sabíamos como poder seguir.
—Sabes...—. Dije después de unos minutos sin decir una sola palabra, después de que el silencio incomodo se saliera de control. —Estoy feliz... en verdad estoy feliz, tu eres feliz, ella es feliz, ambos son felices, y yo los amo a los dos, en el momento en que supe que a ti también te gustaba sabia que uno de los terminaría con el corazón roto, y... en verdad estaba dispuesto a renunciar por ella por ti, porque jamas te había visto realmente tan feliz, supe en el primer día que la vimos que seria especial, es decir, eres Carlos Madrial, tu no te acercas a nadie que juegue en el lodo, pero con ella lo hiciste, ahí supe que seria especial, pero jamas imagine que lo fuera tanto, y eso esta bien...
Su rostro cambiaba por uno de preocupación al ver como es que intentaba sonreír mientras controlaba las lagrimas para que no salieran —Esta bien, en verdad, y es por esa misma razón que quiero pedirte que no la dejes ir, aférrate a ella como yo lo abría hecho, amala hasta el final, no pienses en mi, se egoísta, yo no importo, solo importas tú, sean feliz... ¿Recuerdas cuando eramos niños? Aquella promesa que hicimos... de siempre estar juntos, recuerdas la forma en que te molestaste al escuchar a Mirabel decir que se casaría conmigo mientras comías Galletas, bueno, no te arrepientas, no hay nada que te detenga, amala, entrégate a ella como se merece, como yo lo haría, has que se sienta orgullosa de formar parte de tu vida, de que tu formes parte de ella, no mires atrás, no te arrepientas, quiero darte algo...
Dije dando una pausa para levantarme, buscando en el cajón con desesperación, fingiendo una sonrisa mientras el solo me miraba preocupado, triste, mientras reía con lagrimas en los ojos, temblando, aferrando a mi pecho eso que guardaba con tanto recelo, sintiendo como mi pecho dolía al romperse aun mas.
Entregando dos libretas, llenas de escritos, cuentos que desde niño había hecho para poderle interpretar a ella en un futuro justo como lo hacia Carlos, junto a una pequeña caja de color negra, había ahorrado desde que tengo uso de razón, y no fue hasta hace un año que finalmente había completado el dinero para ese anillo que había visto una vez, un anillo con una piedra al centro y dos mas a los lados de color naranja y rojo, justo como su vestido, un anillo que creí poder entregarle yo
—Por favor, acéptalos, y cuando estés listo pídele ser tu esposa—. Hable con el corazón en la mano, chocando los objetos con su pecho, no soportando mas el llanto, dejándolo escapar.
—Camilo, yo no...
—Acéptalos, solo... acéptalos por favor, eso es lo que necesitaba, necesitaba desahogarme, necesitaba expresar el dolor que sentía de una vez por todas.
Necesitaba hacerlo, necesitaba saber que ellos estarían bien, sintiendo como sus brazos me rodeaban una vez mas en un abrazo.
—Perdón...—. Pidió sin soltarme.
—No te disculpes o me harás sentir mal, no te disculpes, tu no tienes la culpa, solo... duerme hoy conmigo... no quiero estar solo...
Aun no podía afrontarlo del todo, pero el proceso ya estaba comenzando, recibiendo un s de su parte, dejando las cosas a un lado, retirando el plato y acomodando la cama para que pudiera acostarme, aferrándose a mi como si fuera un niño, acariciando mi cabello como un padre a su hijo hasta caer dormidos
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