21
La mañana siguiente, el frio, el sol aun no hacia su aparición, la comezón en la piel junto a la humedad de la ropa al dormir en el pasto, en aquel árbol donde nos habíamos conocido, la noche la larga, entre historias infinitas, la decisión de caminar mas allá, hasta ese lugar, frio, eso es lo que podía sentir, mi ruana sobre ella al igual que la de camilo, uno la cubría mientras la otra estaba bajo ella para evitar que el pasto pudiera picar.
Comezón, la piel irritada, esa sensación irritante fue lo que me había despertado, los ronquidos de Camilo junto a ella, aferrándose como si se tratara de un peluche mientras ella dormitaba, cómoda con el calor que mi hermano le proporcionaba, retirándome solo un par de centímetros, era extraño, me sentía como en un mal tercio, donde yo salia sobrando cuando tu amigo sale con su novia.
El quejido de ella, intentando moverse y no poder, Camilo la tenia bien sujeta por la cintura, oliendo el aroma floral de su cabello, era por inercia que el abrazara algo al dormir y que al sentir que eso a lo que se aferraba en sus sueños se movía este lo apretara aun mas, conocía bien esa experiencia, yo llegue a estar en esa situación incomoda mas de una vez. Intentando con cuidado liberarla, con cuidado, observando mas a profundidad ese rostro rojo, siempre se sonrojaba al dormir, era una de esas cosas que me llenaban de extrañeza, que me hacían preguntarme el porque de las cosas y fascinarme, me gustaba verla dormir solo por ese pequeño detalle, me hacia preguntarme por su sueños, que es lo que provocaba ese color en sus mejillas, mas siempre que se le preguntaba ella solo solía decir que lo olvidaba, que no recordaba o se sacaba una historia disparatada que, tiempo después servia para entretener a los niños del pueblo en mi habitación así como a ella.
—Carlos..—. La escuche susurrar entre su sueño al darse la vuelta, estaba realmente dormida, mirándola sentado a su lado.
Mi labio por inercia se apretó, como si con ella pudiera detener la curiosidad, el impulso, sin saber que hacer, me encontraba nervioso, mi corazón de pronto comenzaba a latir tan rápido y tan fuerte que me dolía el pecho y podía sentir como el aire me faltaba, como si hubiera olvidado como respirar solo por un segundo, acariciando su cabello con cuidado de no lastimar, dando paseos pequeños sin tener que tirar de aquellos mechones enmarañados...
El sonido de su voz una vez mas, un poco mas tranquila de donde salia mi nombre una vez mas, aferrándose a mi ruana con una sonrisa de roedor, ¿Que estaría soñando como para reír dormida?.
No me sorprendía que lo hiciera, desde que puedo recordad, de aquella veces en las que dormía con nosotros siempre la escuche hablar dormida, en ocasiones fantaseaba con comida, otras mas con cosas que no podía descifrar, balbuceos, incluso quejidos, mas de una vez la escuche decir el nombre de Camilo mientras se quejaba por alguna travesura, a veces simplemente se reía, pero, esta ocasión, lo que había dicho, simplemente fue un balde de agua fría para mi, no sabia en que sentido tomarlo, no sabia si alegrarme o entristecerme.
Pues mientras seguía mirando al amanecer, acariciando el cabello de la chica que dormía a mi lado, sintiendo mis brazos congelarse y mis dedos entumirse por el frio , cuando por fin creía que mi respiración volvía a la normalidad y la sensación incomoda de mi pecho se comenzaba a calmar, su voz cayo sobre mi, golpeando mi realidad y llevándome de nuevo a un túnel sin fondo, a un subir y bajar de emociones tan grande.
—Carlos... —. Susurro una ultima vez aferrándose a mi ruana—Te amo a ti...
Amor, ella hablaba de amor, no quería ilusionarme, no quería sentirme feliz, no quería ilusionarme, en verdad que no, temía que fuera solo una mentira, que no fuera real, que solo fuera un simple sueño de ella mientras yo estaba comenzando a morir lentamente por ella.
Mas el rostro de Camilo, durmiendo a su lado, remordimiento, pena, no sabia que sentir, no sabia como sentirme, no sabia si sentir pena o felicidad.
Intentar suerte era demasiado, no seria la primera vez, el recuerdo de Camilo riéndose a mi lado al verla dormir y hablar sola, respondiendo a lo que ella decía y consiguiendo una contestación de vez en cuando .
Acercándome a ella con temor de poderla despertar, solo tenia una oportunidad y aun con eso no estaba totalmente claro cuanto de lo que saliera de su boca fuera verdad.
—Soy Carlos... ¿Me amas a mi? ¿Me escoges a mi?
Pregunte con miedo, retirando el cabello de su rostro con gentileza, repitiendo la pregunta una vez mas, no supe en que momento había dejado de respirar, solo se que, pude hacerlo hasta escuchar un yo te amo de sus labios.
Besando su mejilla y regresar a mi posición original, sentado, abrazando mis piernas y ocultando mi rostro en ellas, con una sonrisa tan grande que no podía siquiera creer que pudiera ser posible, que en verdad pudiera sonreír de esa forma, llorando, estaba llorando de felicidad, quizá solo eran un par de lagrimas causadas por el sentimiento del momento, pero seguían siendo lagrimas después de todo.
Una mano, una mano suave que tomaba mi hombro, solo después de haber pasado unos cuantos minutos un rostro adormilado y preocupado, con los ojos mas pequeños de todo el mundo, intentando acostumbrarse a la luz.
—¿Estas bien Carlos?—. Pregunto ella —¿Que te ocurre?
El ronquido de Camilo aun estaba presente, cubriéndose con su ruana mientras ella me entregaba la mía agradeciéndome por el detalle.
¿Como poder iniciar con esa conversación? Lo sabia, ella lo había dicho... pero no quería escucharlo de ella dormida, necesitaba estar seguro de que eso que había dicho es lo que sentía, que lo que sentía era genuino y no solo un sueño, un reflejo de algo.
Mordiendo el labio tembloroso para evitar gritarlo, tomando su mano hasta llevarla lo suficientemente lejos para que Camilo no nos escuchara por error, aferrándome a esos hombros pequeños y suaves, recibiendo de su parte una mirada confusa, entrañada, nerviosa, preguntándome que es lo que estaba pasando, el porque de mi comportamiento tan extraño, fuera de lo que yo soy.
Nervioso, tembloroso, intentando hacer que las palabras salieran de mi boca pero no podía, simplemente no salían y eso solo le preocupaba mas a ella.
—¿Tu me amas?—. Pregunte mirándola fijamente.
—Claro que te amo Carlos, eres mi amigo—. Respondió con una sonrisa aferrándose a mis mejillas.
—No, tu... ¿me amas...? ¿A mi...? Necesito saber que eso que dijiste dormida es verdad o solo.. solo fue parte del sueño, necesito saber que a quien realmente amas es a mi... detesto ser impulsivo como Camilo, pero... no puedo esperar mas... es a mi a quien tu amas... Tu... ¿Me amas de la misma forma en que yo te amo a ti?
Pregunte, su mirada baja, al igual que su rostro, su cuerpo temblando asustada, ¿A que temía? ¿A herir mis sentimientos? eso era imposible, yo solo necesitaba saberlo y así podria morir tranquilo, así podria vivir tranquilo al saber que no deje escapar todo ese tiempo ante lo que podía ser la verdad revelada por un descuido.
Los segundos eran eternos, sintiendo como el aire nos envolvía con su gélida caricia, las hojas caer de los arboles, el silencio tortuoso que me apuñalaba el pecho al no tener respuesta, repitiéndome mentalmente lo idiota que me había visto al apresurar así las cosas, al llenarme de ilusión solo por un segundo, de lo tonto que fui al pensar que ella se fijaría en alguien como yo cuando estaba claro que lo que necesitaba era a alguien como Camilo.
Soltando mi agarre como si me quemara, despulpándome una y mil veces por las molestias ocasionadas, sin mirarla a los ojos aun si tenia la frente levantada.
—Vamos, seguramente Camilo ya estará despierto—. Hable señalando con la cabeza a la dirección de donde veníamos, fingiendo que todo estaba bien, y que no me afectaba en lo absoluto que lo había pasado.
De la sonrisa que minutos atrás había mostrado no quedaba nada, solo una torcida y muy discreta sonrisa solo para tranquilizar, dando los primeros pasos sin esperarla, cuando el sonido de sus pasos en el pasto se escucharon, corriendo frente a mi impidiéndome el paso.
—Tranquila no sientas pena, también estaba preparado para esto, no le diera nada a Camilo, sera una sorpresa.
Agregue revolviendo su cabello para segur con el paso, cuando su mano me sujeto de la ruana, deteniéndome una vez mas, las manos temblorosas y cabizbaja.
—Te amo a ti...—. La escuche decir en un susurro, aferrándose con mas fuerza a mi ropa. En ese momento el tiempo se pauso, solo mirando con asombro, sintiendo como mi corazón latía una vez mas —Siempre fuiste tu...
Decir que no me voltee a ella, que no la tome de las mejillas y la bese seria una completa mentira, por primera vez sentía como era besar y no solo ser correspondido, si no cambien amado, amor, no había mas que sentir, mas que amar.
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