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19

El tiempo estaba sobre nosotros, el reloj marcando ese Tic Tac que se volvía demasiado irritante, o al menos un poco, mientras ayudaba a Julieta a terminar con las labores de la cocina.

Hornear, por primera vez no le pedirían el pan al señor Juan, pidiéndome que a mi que lo realizara, escuchando la anécdota mas absurda que Camilo tenia para esa semana.

Desde hacia un año el tenia una anécdota que contar a ella, a nosotros, siempre en relaciona con algo que, o había provocado el, o había visto mientras se hacia pasar por alguien mas.

—Entonces... —Hablo intentando calmar su risa estruendosa —El botón salio salio volando dándole en la cara al burro, debiste de ver su cara cuando no sabia si ir tras el burro, recoger la mercancía que se estaba comiendo o sujetarse el pantalón, se le vieron los calzones, simplemente fue gracioso.

No para de reír, transformándose en aquel hombre gordo que se quejaba que por culpa del tío Bruno había engordado, cuando el único culpable ahí era el, ¿Como no quería engordar si se la pasaba tragando?

El rostro de ella, mejillas rojas, el rostro tan tenso de tanto tener que reír, haciendo todo lo posible por no tener que aventarle el agua que estaba tomando.

—Cállate ya—. Pedí desesperado, con esa ya era la tercera vez que escuchaba la misma anécdota, la tercera vez que miraba como se transformaba en aquel hombre pero tres veces mas gordo. —Toma, comete esto—. Pedí entregando un plato lleno de arepas solo para el, uno que anteriormente ya había hecho, junto a un par mas en forma de conejo para ella.

—Tu.. ¿Hiciste arepiconejos?—. Pregunto extrañada ____ mirándome con una sonrisa burlesca, mirando detenidamente con esos ojos profundos, con un cierto... no sabia como describirlo, simplemente era algo extraño en su manera en al que tenia al mirarme, observando como es que me sonrojaba, como no podía responder por el nudo que tenia en la garganta. —¿Solo para mi?...

No sabia que pensar, no sabia como tomar ese tono, si era de alguna forma algo burlesco, si era... un tipo de coqueteo, si.. no lo sabia, tampoco quería llenarme la mente de ilusiones falsa.

No sabia si responder, si seguir con ese juego que ella tenia para mi, ese juego que, siempre tenia, o al menos eso es lo que Mirabel decía, y que yo, no tenia mucho de darme cuenta.

—Carlos...—. Esa era Julieta, pidiendo con mi nombre que me pusiera a trabajar, que no me pusiera a procrastinar.

—Ya se, ya se...—. Las miradas bagas que le daba, observando con detenimiento como el cabello que ahora llevaba suelto le caía por la frente, como es que su melena se comenzaba a enmarañar, justo en las puntas e iba en ascenso con forme ese rio de chocolate bajaba mas y mas, justo como cuando la conocí, con ese cabello enmarañado listo para ser peinado, con las marcas de la trenza que momentos atrás le había hecho Camilo cuando ella nos estaba ayudando.

O al menos eso hasta el momento en que mire esos ojos cansados y la obligue a sentarse.

—¡_____!—. Grito Mirabel corriendo a ella, robando una de las arepas que me había esforzado en hacerle la vendita forma de conejo solo para ella.—Oye Carlos... cuando te cases, tu esposa estará feliz... tu seras el amo de cas y le harás de comer a tus hijos, estarán mas que contentos....

Esas palabras... Solo lograron que ella se atragantara con su propia saliva, Camilo se exaltara resbalando de la silla y yo quemándome la mano, mientras mi tía solo nos miraba con un poco de hartazgo.

—Mirabel...—. Dijo ella a su hija entregándome una arepa para evitar que se convirtiera en ampolla y me lastimara.

—¿Que? No dije nada malo.

—¿Porque no van a buscar unas flores?

—¿Donde esta isabela?—. Pregunto esa cuatro ojos acercadose a su madre quien la miraba con una sonrisa.

—Dije buscar....—. Volvió a decir pidiendo con la mirada que se llevara a Camilo y ___ pues al parecer solo me distraían mas de la cuenta.

Yo solo era el cuentacuentos, solo soy un medio de entretenimiento para el pueblo, ese era mi trabajo, no tener que cocinar para no se cuantas personas, por mas que quisiera a mi hermana, comenzaba a fastidiarme esa idea, el tiempo que cada vez teníamos junto a ___ era reducido aun mas por tareas sin sentido, aunque tampoco puedo culparla del todo.

—Ya vete, ve a prepararte.

Dijo Julieta tapando el caldo y sacudiendo sus manos en el mandil —Yo me encargo de cuidar el pan, anda vete.

—Gracias—. Respondí quitándome el mandil y salir corriendo en su búsqueda sin tener éxito alguno.

Buscando por todo el pueblo, sin tener ningún éxito, preguntando a todos si la habían visto, mas todos decían que no, en un pueblo tan chico ¿Como se pierden dos personas con la neurona compartida junto a una persona mas? es como si la tierra se los hubiera comido.

Rendido y derrotado regrese a casa, mirando a la abuela fuera de la casa de los Guzmán, una vez mas.

—Príncipe—. La voz aguda de Tania tras de mi fue lo que me detuvo —¿Que haces? ¿Puede Antonio salir a jugar?

¿Porque me lo preguntaba a mi? No es como que si fuera su padre o algo por el estilo.

—No lo se , pregúntale a papá—. Respondí accediendo a su petición de ser cargada, dejando que examinara mi rostro con esas pequeñas manos suaves.

—Eres muy serio.. ¿Sabes sonreír?—. Pregunto tirando de las comisuras de mis labios hasta formar una sonrisa grande —¿Cual de los dos es el novio de la reina?

—¿Novios? Ninguno de los dos somos novios de ella.

—¿Porque no? Yo digo que tu deberías ser el novio de la reina así yo podria casarme con el rey Camilo.

Esa niña, siempre que hablaba con ella no sabia si sorprender,me, asustarme, preguntar que pasaba por su mente o simplemente negarle que viera mas a Camilo, o esa torpeza se le terminaría pegado tarde o temprano, y no quería eso.

—No lo se, ¿No eres muy pequeña para pensar en casarte?

—Tengo ocho años no soy mas una niña, bueno... tengo que ir a casa, se hace tarde.

Agrego bajándose de mis brazos, no sin antes dejar un beso en mi mejilla, mirándola partir sin mirar atrás, en definitiva no entendía a los niños, yo a su edad solo pensaba en jugar, o algo por el estilo, quizá si pensaba en ___ pero no de ese modo, o no que yo me diera cuenta.

Regresando a casa, donde esos tres estaban, hablando sentados fuera de la puerta, ¿De que se reían?.

Entrando con un suspiro de por medio, sacudiendo el cabello de ella y dejando sobre mi hermano un pequeño golpe de reproche., algo que solo provoco e el una risa mas grande, junto a un "Te lo dije" que repetía una y otra vez, apagándose el sonido hasta legar a mi habitación.

Cambiándome de ropa y limpiándome el rostro, apartando el sudor hasta dejarme caer en la cama, estaba agotado, demasiado, mas no lo suficiente como para no comer, intentaba no usar mi don tanto para evitar ese desgaste físico que me traía, pero siempre era inevitable, eso era una de las cosas que en definitiva extrañaba de cuando no teníamos un don, en no tener que usarlo y el no sentirme tan agotado todo el tiempo.

El sonido de la puerta abriéndose lentamente, el chillido, dejando ver un rostro curioso, el rostro canela de ___ y esa cabellera castaña que brillaba bajo la luz de la habitación.

—¿Carlos? ¿Estas molesto?—. Pregunto entrando a la habitación dejándose caer a mi lado —Estábamos en la habitación de Mirabel, no te vi salir, lo lamento.

Su voz, suave, gentil, dulce, encantada a mi lado, extendiéndome la mano para poderme ayudar a levantarme.

—Vi a Tania—. Dije buscando un tema que tratar con ella, tomando el cepillo para acomodar ese cabello enmarañado que, me gusta, pero no podía dejar que estuviera con el el día de hoy, solo por hoy, eso si quería quedarse a cenar, no quería que desentonara, no quería que la abuela la regañara, no ahora que tenia mas confianza para hacerlo. 

Pues en su propias palabras, ya estaba a nada de volverse una nieta mas de tanto que la veía en su casa, ahora incluso no le alarmaba o le asustaba el verla vagar por la casa como si fuera la suya, o ser la primera en la cocina a altas horas de la mañana haciéndole compañía a la tía Julieta.

—Ella dijo que deberías de ser mi novia...

Sus mejillas se encendieron, el rubor apareciendo en ella me parecía ciertamente adorable, y ese brillo entusiasta en sus ojos que se volvían en unos de asombro.

—Yo bueno... N... no... no creo que sea buena idea....

—¿Porque estas nerviosa?—. Pregunte acercándome a ella, levantándola de la cama para que quedara junto a mi.

—No estoy nerviosa Carlos, es solo que fue muy repentino, sabes a lo que me refiero, tu y yo quedamos en un trato, un trato que tenemos que cumplir...

—Lo se—. Respondí tocando ese mentón suave obligándola a mirarme —Ya pasaron dos años, puedo esperar un poco mas, lo que sea necesario para estar a tu lado, o al menos saber que puedo pertenecerte y tu a mi, solo con algo de suerte.

Agregue tomando esa cintura, mirando aun mas cerca ese rostro bello, ese rostro que bese sin pensarlo, con cuidado, siendo sutil, sintiendo temor de ser rechazado.

Extrayendo el néctar de sus labios cerezas, esa suavidad, esa dulzura, estática, mirándome  solo por unos segundos sin saber que hacer, solamente un roce de labios que, al unir las miradas segundos después se transformo.

Uniendo los labios una vez mas, solo para sentir como es que su mano escalaba por mi pecho hasta el hombro donde lo dejo posar, sintiéndola temblar, sintiendo como ese cuerpo se estremecía en el momento en que  que me aferre mas a ella.

Su mano gentil sobre mi cabellera, sujetando con firmeza, siguiendo el juego, sintiendo el hormigueo sobre mis labios, el jugueteo de la lengua intrusa, solo por un segundo.

El hormigueo de mi estomago, e la sensación que extrañaba, esa mezcla extraña de nervios, temor, delirio, y amor, hasta el momento de tener que mirar de nuevo nuestros rostros.

Ese color carmesí que se volvía mas fuerte con forme sus manos se retiraba de mi y yo la soltaba,

—En verdad... yo.. Te amo... y esperare lo que tenga que esperar, solo... por favor.. no me te molestes por lo que ocurrió no quería, se que no querías pero... o necesitaba, te necesito...

Sus manos, temblorosas, acariciando mis mejillas dejando sobre esta un beso.

—Tranquilo... No paso nada... ¿Esta bien?

Solamente asentí, saliendo de la habitación, o al menos lo intente, quedándome mirando la puerta, estaba seguro que la puerta estaba cerrada, que ella la había cerrado, mas sin embargo solo se quedo como una duda.

Recibiendo las miradas picaras de Mirabel y la sonrisa ¿Nerviosa de Camilo?

—¿Que me ven?—. Pregunte a ambos que no dejaban de seguirme, algo que me hacia sentir incomodo.

—Nada—. Respondió Camilo entrando a la cocina  donde todos nos esperaban, sentados, nerviosos.

La cena paso sin pena y con gloria, demasiada, todos estaban complacidos, las lagrimas de Dolores no se hacían esperar, la emoción a flor de piel, mi amada Dolores, mi hermana, finalmente estaba junto a su lado, finalmente compartiría.

Hasta el anochecer, donde, ambos regresábamos de dejar a ___ en su casa, la idea inicial era que ella durmiera en nuestra casa, mas, dados los acontecimientos sucedidos ella prefirió no quedarse .

Sintiendo un poco de tención en el ambiente, el no hablaba, no gastaba bromas, no decía tontearías, solo caminaba en silencio hasta casa, donde tras su puerta finalmente hable.

—¿Que te pasa animal?

—Nada—. Respondió desganado sin mirarme a los ojos —Solo tengo sueño, sabes... am... ya hay que dormir, mañana sera un día largo.

Un día largo, ¿Es que acaso me vio besarla?

Culpa se llamaba.

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