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14

—Asi que eso paso...—. Dijo en voz baja Dolores, negando ligeramente, dejando sobre mi frente un pequeño golpe.

La forma en la que ella me miraba, como si le decepcionará un poco pero al mismo tiempo esperara lo que dije. Por un momento creo que se sorprendería pero no, yo necesitaba sacarlo, decirle alguien lo que había ocurrido en todo ese tiempo que estuvimos en casa de ___, y era claro que con la causante de mi comportamiento idiota no lo haría, mucho menos con Carlos, no soy cruel, y Mirabel... podría decirle pero me arriesgaba a que todo el mundo supiera después, y, aunque en ocasiones el rumor de que Dolores no podía guardar secretos era no más que una mentira, ella escucha nuevamente todo el pueblo, sabe muchas cosas y jamás la escuché soltando nada con respecto al pueblo.

—Pues... En esa ocasión simplemente la tomé y la bese y se sintió diferente... No como la primera vez, fue mucho más intenso...fue... No sé cómo describirlo, pero, todo el día no estuve cómodo, no con ella, si no conmigo mismo... Ella temblaba, pero no de una mala manera, ella siguió mi beso... ¿Crees que pueda ganar su corazón?—. Le pregunté a Dolores, quien no dejaba de mirarme confundida, y un poco extrañada.

—Osea que tú y ella....

—No, no, jamás llegaría a eso, no, pero no sé, fue diferente y eso me gustó...

El silencio, permanecimos así por un segundo, hasta que el sonido de la garganta de Carlos dió aparición, asustándonos.

¿Es que acaso Dolores no lo había escuchado? Quizá, entre los sonidos de la música, de la gente que pasaba de aquí allá se había confundido, es decir... Nueve meses sin el don, podría destantear a quien sea ¿No? Si, seguramente esa había Sido la razón.

Su rostro, el rostro de mi hermano era serio, pero no en una seriedad normal, si no que parecía molesto, el estaba molesto conmigo ¿Que escucho?.

—La abuela quiere vernos...—. dijo de pronto marchándose del lugar, sin esperarme, sin soltar un insulto tonto como "alimaña, rata de alcantarilla" o alguna otra de las cosas que tenía guardadas para decirme...

—¿Esta bien Carlos?—. Pregunto Dolores siguiéndole la pista...

—No lo creó—. Respondí levantándome del asiento, donde casi todos en el pueblo se encontraban mirándonos, esperando a que la gran matriarca Madrigal hablara.

¿Y que dijo?

Bueno, cosas aburridas que seguramente no les interesarían mucho, cosas como, somos una familia, una disculpa a todos y un hay que mantenernos unidos, pues la familia es mas importante que terceros, no con esas palabras, pero eso dio a entender, y en todo ese momento Carlos no le quitaba la vista a ___ quien se refugiaba en le abrazo de su padre, justo como una niña pequeña, como cuando teníamos seis años y la asustaba con mis transformaciones, solo que en esta ocasión Carlos no estaba ahí frete a ella, acariciando su cabello con el rostro mas neutro de todos y el señor no me miraba con reproche.

No entendía que mosca le picaba a ese clon maligno, así que, cuando la abuela termino su discurso corrí a el, mirándolo fijamente, como siempre hacia cada vez que el ocultaba algo y no quería decirme.

—¿Que quieres bestia?—. Me pregunto siguiendo mi camino e ignorando a ___ quien le hablaba, nos hablaba con una sonrisa, justo como siempre fue.

—¿Que tienes? oye... no me ignores y vuelve aquí cobarde.

—Ven—. Menciono tirando de mi brazo, sacándome del lugar y dejando a ___ atrás, confundida y posiblemente preocupada, mirándola sin parar mi paso, observando como es que Mirabel se le acercaba.

No estaba entendiendo nada ¿Es que si me había escuchado hablar con Dolores? porque de ser así, estaba en su derecho de estar molesto, había roto el pacto, me acerque de mas, probé sus labios una vez mas y eso no debía ser, mas era inevitable, en verdad necesitaba ese contacto físico entre ambos, necesitaba sentirla temblar, y necesitaba sentir como mi corazón latía con fuerza, necesitaba sentirme realmente amado, un amor que mi familia no odia darme, la necesitaba a ella.

Todo estaba bien, o eso es lo que quería creer, pues, aunque no me gustara aceptarlo, desde el momento en que ambos confesamos lo que sentíamos, por la misma persona, las cosas se comenzaban a sentir tensas, los juegos ya no eran los mismos, las platicas, seguían ahí, pero no eran iguales, si reíamos, pero... no era igual, había tención.

La puerta de la habitación se cerro tras de mi, la habitación de Carlos seguía siendo exactamente igual, las cortinas rojas y pesadas, las escaleras al escenario, luces y acción, todo como siempre tan teatral, tan... bello, los pilares que parecían tallados, las lamparas, las velas por toda la habitación, ahora que lo teníamos de vuelta, me di cuenta de que jamas le había puesto atención del todo a las habitaciones y la belleza que estas tenían, y que, en mi opinión, la de Carlos era una de ellas, era la habitación mas bonita de todas, simplemente era tan... teatral, con esa cama que ascendía y descendía.

—¿Alguna vez has pensado en que... no eres suficiente—. Pregunto —¿O te miras al espejo y no sietes que no seas tu?

—Todo el tiempo me sentía así—. Respondí dejándome caer  en la cama junto a el, tomando su mano como cuando eramos niños, solo mirando el techo, ese techo lleno de pinturas. —Llegue a pensar que lo que yo era era una farsa, y que en realidad yo no se quien soy, dude por un segundo del reflejo, preguntándome si en verdad me veía así o si solo era otra transformación.

—¿Por eso te gusta?

—¿Quien? ¿___? Si, me ayudo mucho, siempre estuvo conmigo en ese momento, me ayudo a encontrarme... ¿Estas bien?

—Si, solo quería saber, en realidad no tengo nada, solo estoy un poco cansado, así que, ya te puedes ir gusano—. Dijo con lo que intentaba ser una sonrisa, apretando fuerte por un segundo mi mano antes de dejarme ir.

Estaba confundido, no sabia que sentir, no sabia que decirle, algo en mi interior me decía que el no estaba bien, que no podía creer del todo lo que el decía, lo que el expresaba, dejándolo solo como el pidió solo para encontrarme con una ___ preocupada, de mejillas rojas y ojos brillantes.

Llevándola lejos de la habitación, no es que no quisiera que se acercara, si no que, cuando el estaba de ese modo, lo mejor era retirarse, cuando el estaba molesto, la mejor forma de ayudarlo era dejarlo tranquilo para poder ordenar sus ideas, pues, a pesar de que no era una persona grosera, que jamas te levantaría la voz, mucho menos te hablaría con odio, simplemente, aunque el no do dijera, necesitaba estar solo, necesitaba organizar lo que sentía muy en el fondo.

Tomando la mano de ___ intentando mostrar una de mis mejores sonrisas, como si nada pasara, esquivando la gente que seguía celebrando, ignorando a Mirabel quien parecía se acercaba a nosotros para decirnos algo hasta el árbol, ese viejo árbol en el que solíamos subir cuando eramos niños para hacer travesuras sin tener que afectar a un tercero, ese árbol donde ella se había fracturado el brazo cuando teníamos cinco años.

—¿Porque esta molesto—. Pregunto mirando al pueblo, concentrada en las calles.

Su perfil, su semblante triste, aferrándose a su vestido, a sus piernas, pegándose lo mas que podía al tronco seco, tan viejo era, tantas travesuras había visto ese árbol, tantas lagrimas que había derramado sobre el.

—No lo se... El me pregunto si alguna vez me desconocí...

—¿Crees que se sienta igual?—. El tono de su voz, era tan distante, tan frio, ese tono de voz cuando pensaba en las mil y un formas que algo podía salir mal, la conozco desde que tengo cuatro años, sabia cuando algo no estaba bien en ella, y siempre que su mirada se volvía opaca, cuando su voz se volvía tan frágil como una hoja otoñal no haba marcha atrás, no había forma alguna de que lo que yo dijera pudiera hacerla sentir bien, no había forma de que las lagrimas no comenzaran a caer.

Justo como en el momento en que mis brazos la rodearon, justo en ese momento fue que ella se derrumbo, calendo en un gran llanto, el día de hoy todos estaban mal, todos tenían emociones encontradas, justo como el que comenzaba a sentir al verla llorar, aunque no era la primera vez, por alguna razón sentía que yo era el causante de esas lagrimas, y que no podria pararlas.

—¿Que ocurre?—. Le pregunte levantando su rostro, solo para mirarla llorar, solo para mirar esas mejillas rojas al igual que su nariz.

—No puedo mas...—. Dijo con el llanto, con el cuerpo tembloroso, con el anochecer en su mirada —No puedo mas con esto, no puedo fingir que las cosas están bien cuando es claro que no lo están, no se que hacer, no se en que momento esto, esto tan especial que teníamos se volvió en una tormenta, no somos los mismos, estoy cansada de fingir que nada de esto esta pasando, que... lo que tenia con ustedes esta a punto de destruirse, y que, quien tome la decisión mas difícil soy yo, yo... no quiero escoger, porque los amo a los dos, son mis mejores amigos, y no estoy dispuesta a escoger a uno de los dos, aun si tengo sentimientos por uno, aun si a uno lo amo mas que un amigo y que siempre fuera así...

Amor, ella estaba hablando de amor, ella amaba a uno de los dos, ella en verdad quería a uno de los dos, y quería estar con uno, pero.. ¿Porque no decir nada? ¿Es que no confía en un futuro con quien sea que tuviera su corazón?

La forma en la que se aferraba a mi, la forma en la que me abrazaba, ocultándose en mi pecho, acariciando su cabello.

—No puedo mas—. Susurro —Ya no, yo amo a uno de ustedes, siempre lo hice, pero... no puedo, simplemente no puedo, me prometí no decir nada, no demostrar nada, porque no quería que esto pasara, no quería que nuestra amistad se destrozara solo por un sentimiento tonto, yo, no quiero, no puedo, no me permito, ustedes... son mis mejores amigos, esos a los que podía confiar todo, esos que se acercaron a mi cuando no tenia nadie mas que a mi perro, ustedes me llenaron de tanta felicidad, que, cuando supe que lo que sentía por uno de ustedes era amor, simplemente decidí que era mejor callar para todos, pero... cuando ambos se acercaron a mi, en es momento, creí que... Creí que podria superarlo, creí que, podria sobrellevar todo esto, pero no es así, cada día me digo lo cruel que soy, no quiero jugar con ustedes, pero tampoco quiero romper sus corazones, y, en momentos así, me hubiera gustado regresar en el tiempo y evitar todo esto, abría preferido que ustedes amaran a alguien mas y yo quedarme con ese sentimiento para mi, como algo bonito que pudo ser y jamas paso, y ahora... ahora sabes todo esto y me siento como la peor persona del mundo porque ni siquiera puedo decirte si a quien amo es a ti o a Carlos porque soy cobarde...

No sabia que decirle, no importaba que pasara por mi mente, solo pensaba que quien fuimos los verdaderos villanos fuimos nosotros, se supone que Calos y yo somos hermanos, y que a pesar de las bromas nos decíamos todo, todo menos lo que sentíamos por ella, tomamos por delante nuestros sentimientos egoístas sin pensar en ella, y en que posiblemente pudiera llegar a sentirse así, pero...

El egoísmo alimenta a las personas, llena al corazón y le hace creer que eso es todo lo que necesita para seguir adelante hasta lograr lo que quieres, tomando las mejillas con gentileza, intentando mostrar una de las sonrisas llenas de afecto, acariciando el color carmín de su piel.

Esos ojos amorosos, destruidos por mi propio egoísmo, mirando el beta de sus ojos, memorizando cada minúsculo detalle, gravando en mi memoria las lagrimas que derramaba por mi culpa.

Acercándolo con cuidado hasta dejar sobre sus labios un beso, un beso suave, delicado, un beso lleno de amor compresivo que le decía que todo estaría bien.

—Ámame a mi, eres todo lo que necesito, ámame, destrúyeme con tus palabras, con tu gentileza, rompe mi corazón si es necesario, pero nunca dejes de amarme, eres todo lo que siempre quise y no sabia que necesitaba, mírame solo a mi...

Pedí al mirar sus ojos tristes, el beso con sabor a mar que provocaban sus lagrimas.

—Yo... necesito pensar, no puedo.. necesito...

—Sin importar que, no pienses en mi, no pienses en Carlos, piensa en ti, si me dices que soy yo... Jamas te provocare de nuevo una lagrima que no sea de felicidad, porque... Te amo...

Sus manos frías me soltaron alejándose un poco, limpiando sus lagrimas, retirándose sin mirar atrás, dejándome ahí sentado, pensando si era lo mejor para mi, para ella...

El susurro de la voz diciendo te amo se escucho lejano, en la distancia, volteando sobre mi espalda solo para mirar a mi hermano ahí parado con una flor que dejaba caer junto a un rostro deprimente, un rostro tan triste como el mio.

No estábamos destruyendo solos, este era el punto sin retorno.


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