13
Dolor ¿Cuanto podía doler un simple abrazo?
Nunca fui tan expresivo, siempre intente mantener neutras mis emociones, no quería causar mas daño en esa familia, y si algo había aprendido con el paso de los años dentro de los Madrigal es que, era mucho mejor no demostrar lo que sentías, verte voluble solo haría que la abuela tuviera mas control sobre ti, eso era quizá, una de las razones por las cuales poca gente también se me acercaba, parecía que no tenia empatía por nada ni por nadie, mas no se daba el tiempo suficiente para conocerme.
No soy malo, no soy un ser despiadado sin corazón, no soy nada de eso que la gente solía decir sobre mi, no era nada de eso que la gente pensaba de mi, es por eso y mas que mi circulo social era tan limitado, eso si no contábamos a mi propia familia, ese circulo se reduciría a tres personas, y esas tres personas son ___ y su familia.
No tenia que afectarme, entendía el que ella se quedara junto a Camilo por las noches hasta que este no sanara, hasta que el no fuera una amenaza para la salud de Antonio, quien dormía junto a mi, siempre buscando el calor hecho un ovillo entre las sabanas en esa habitación, que, a comparación de la que solía ser suya, esta era fría.
Creí que nadie lo notaba, creí que todo estaba como siempre, que nadie era capaz de descifrar mi sentir, pero, ahora que entraba a la habitación, con el corazón hecho añicos por la idea absurda de que ellos estaban mas que bien juntos, que ella no necesitaba de mi de la forma en la que yo necesitaba de ella , que ella no me amaba de la forma en la que yo lo estaba haciendo, y que, a su vez, era Camilo quien estaba ganando esa batalla.
—¿Estas bien hermanito?—. Pregunto Antonio en el momento en que me senté en la cama despojándome de los zapatos y la ruana. —¿Porque lloras?—. Pregunto bajando de la cama hasta parar frente mio, limpiando mis lagrimas y dándome un gran abrazo.
Ahí fue cuando mire mi reflejo, restándole atención, mis manos delgadas, mi cuerpo delgado y diminuto en proporciones a comparación de aquellos a los que anteriormente a ella se le habían declarado, chicos de mi edad con cuerpos mas desarrollados, que comenzaban a tener la misma masa muscular que Mariano.
¿Cuanto podía pensar en un minuto una persona?
Demasiado es la respuesta correcta.
Aun atorado en los brazos de Antonio, varias inseguridades se vivieron a mi mente, entre ellas el relacionado con mi cuerpo, recuerdo en una ocasión, buscando a Camilo y a ___ en los prados que estaban cerca de las montañas que rodean al encanto.
El sonido del llanto de Camilo, afligido sin saber quién era, ni porque, la voz suave de ella calmándolo, dándole tanto halagos cómo era posible.
—Tu eres Camilo, y eres mi mejor amigo y uno de los dueño de mi corazón—. La recordé decir.
¿El también tenía las mismas inseguridades que yo? Más allá de su duelo de identidad, identidad que después de el accidente finalmente comenzaba a descubrir, finalmente comenzaba a entender que le gustaba por su propia cuenta, descubría que su color favorito si era el amarillo y naranja, comenzaba a descubrir lo que en verdad era, todo eso que el pensaba y sentía, y no lo sabia, así como el no tenia idea de que, en ocasione mi propia apariencia podria perjudicarme, solo... en los momentos en los que sobre pensaba las cosas, pero el... el en verdad estaba pasando ese duelo solo, sin nadie que lo pudiera apoyar, sin nadie mas que el consuelo de la chica que me tenia enamorado...
—No ocurre nada Antonio, ve a dormir ¿Si? No te preocupes por mi...
El no me dejo atrás, me tomo de la mano llevándome a la cama, abrazándome hasta la mañana siguiente.
El tiempo corría, y no había podido tener mucho contacto con ___ en el transcurso de una semana, lo que perduro la enfermedad de Camilo, en ese tiempo ella estuvo al pendiente casi al cien por ciento de el, y lo entendía, claro que si, incluso yo estaba al pendiente de el. Fue una semana muy difícil para todos sin excepción.
En realidad, En todo el tiempo restante no solía hablar con ella, nos habíamos concentrado tanto en la construcción, que en ese momento todos estábamos ahí, ya era lo ultimo, incluso los niños estaban ayudando, habían pasado meses ya...
Mas precisamente nueve meses.
El tiempo corría tan rápido que no nos habíamos dado cuenta, las noches cortas, tan cortas, los días largos y pesados, las veces que había hablado con Isabela habían sido en vano, no había manera de poder poner en practica o al menos considerar hacer algo de ello.
Dúrate el día siempre nos separábamos, siempre trabajando en diferentes lugares, en ocasiones en el jardín, otras pintando, otras construcción , y al regresar, por las noches, el cansancio era tanto que al llegar solíamos caer rendidos, en ocasiones intentado mantener una conversación de lo que había ocurrido durante el día terminábamos simplemente por caer rendidos en la cama, no importaba la posición, simplemente nos dormíamos, las ocasiones en las que ella amanecía sobre mi, recostada en mi pecho, o justo en el centro de ambos, ocasiones en las que podía sentir su respiración cerca de mi rostro, y en otras oler su cabello.
Pero dejando ese detalle a un lado, finalmente, la casa estaba construida, finalmente esa mañana estaba lista para ser abitada.
El alegre canturreo de Antonio en toda la casa de ___, brincándonos enzima, sofocando un poco a Camilo quien antes de eso no podía dejar de roncar ni una sola ocasión.
—¡ES HOY, AL FIN! HERMANOS ARRIBA!—. Gritaba Antonio con alegría sin para hasta finalmente poder sacarnos de la cama y de la habitación prestada en donde ___ ya estaba despierta, con ese vestido rojo, naranja y blanco.
—¿Listos para hoy?—. Pregunto con una sonrisa ayudando a su madre a preparar la mesa, mientras el señor Juan se veía en la cocina junto a su esposa preparando un poco de jugo.
—Si, ya extraño a mi familia, quiero regresar a mi casa—. Respondió el niño.
Camilo solo miraba a la pared distraído, perdido en el pensamiento de sus sueños, aun adormilado, con el cabello enmarañado y un rastro de saliva seca en la comisura de su boca que caía hasta su barbilla.
—Muchas gracias por todo, no se como pagárselo—. Me atreví hablar tomando asiento en la mesa a la par de mis hermanos y siguiendo con la mirada a __ quien había desaparecido de pronto tras la puerta de su habitación.
Dolo para aparecer unos minutos después, caminando directo a Camilo, como siempre, En esos meses la idea de que ellos pudieran ser lo mejor el uno para el otro, lo que les complementara mejor se había vuelto mas común, mas real para mi, y con cada día que pasaba estaba casi convencido de que ellos podrían terminar juntos, solo de mirar como se sonreían, como se intercambiaban miradas cómplices aun si el estaba medio dormido, solo de mirar la forma en la que tomaba su cabello para hacer dos coletas esponjosas con su cabello, justo como amaba hacerlo, siempre usando al chico como conejillo de pruebas para esos peinados que le gustaban y pensaba hacerse pero, ya hechos en Camilo terminaba decidiendo que era mejor permanecer con el cabello suelto.
Solo para, después de mirar intentando no mostrar mi descontento pasar a mi, dejando una coleta esponjosa y un beso en la cabeza.
No sabía si lo hacía para confundirnos más, o simplemente porque así era desde antes de este embrollo y quería seguir así.
—No se preocupen, son amigos de mi niña, nuestra casa es su casa cuando necesiten...
Todo estaba bien, todo parecía volver a la normalidad solo que sin los dones...
O eso creía.
Sin esperar, sin creer que fuera posible, la magia había vuelto al pueblo por la tarde.
Todos parecían estar alegres por eso, todo era justamente igual, solo esperaba que Camilo no volviera a pasar por ese problema de identidad que comenzaba a sobre llevar de forma exitosa.
El granizo, los polvos de colores, la gente riendo, cantando, mis padres bailando con amigo, el tío Bruno unido a la familia. ¿Sería prudente preguntar qué pasaría en mi futuro? ¿Sería prudente saber sin estaba destinado a estar con ella?
¿Y si me sugestionaba?
No, lo mejor era hacer caso omiso a eso, e intentar averiguar si era capa de estar con ella.
Solo que no contaba con lo que estaría a punto de escuchar, y de ver...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro