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08

La primera vez que desperté en esa casa, fue tan... Raro, verla recién despierta, con el cabello enmarañado como cuando era niña, los ojos candados y con pijama puesta.

El camisón de Alma/viejita como le decía, de tonos blancos y bordados ridículos, con conejitos aquí y allá y una que otra flor.

Ese era un camisón que Mirabel le había hecho a ella hace tiempo por su cumpleaños número quince, siempre saliendo cargando a Antonio, quien también permanecía adormilado.

La primera vez que salió así de si cuarto casi me ahogo con el jugo que su madre preparaba con mucho amor, pues, muy a mi pesar siempre tenía que despertar más temprano de lo que acostumbraba, todo gracias a Carlos y su trabajo de cocinero.

Fue como ver el futuro, imaginarla a ella saliendo todos los días cargando a sus/mis futuros hijos, pues desde un par de días, más precisamente el día en que nuestra casa se cayó había tenido sueños vagos de ella en una vida conmigo, y eso me tenía mal, ella me tenía mal desde el día que sentí su respiración cerca de mi cara.

Si, ya había pesado antes su mejilla, y si yo también había besado su mejilla antes, así como toda su cara haciendo excepción de sus labios, pero desde ese día se sentía distinto, se sentía extraño la sensación de estar cerca de ella, y siempre buscaba la más mínima excusa para estar cerca de ella, y sentir como respiraba cerca de mi, sentir como su corazón latía, tan tranquilo que era reconfortante, era... Cómo se tirnun refugio, me tranquilizaba, pero a la vez solo lograba que mi corazón latiera aún más fuerte y lograba hacer que mis manos temblarán.

Más no me atrevía a decirle eso, tenía miedo a que se alejará de mi por la incomodidad, la conozco tan bien que sabía que cuando alguien se declara, o simplemente le pedía una cita tenía esa mala maña de alejarse de la gente hasta que se les pasará el enamoramiento, pues, para ella, aún no había espacio para enamorarse, lo que ni Carlos ni yo sabíamos era el porque de eso.

¿Acaso le gustaba alguien? O era simplemente porque aún no se interesaba en las personas de esa forma o... ¿Le gustan las mujeres acaso? Y que tal si su corazón le pertenecía a Mirabel... Era una persona igualmente cercana a ella, o quizá le gustaba Isabela o mi propia hermana...

¿Y si sentía algo por Carlos? Y la razón por la que no dijera nada era para no fracturar mi amistad con ella.

Quería imaginar que a estas alturas ella ya sospechaba al menos de mis sentimientos, porque soy torpe, me doy a notar tan fácilmente, es decir, Cecilia lo sabía y tan solo es una niña, lo descubrió de la forma más tonta posible.

Carlos, el hacia su entrada a la cocina, con la cara llena de harina y una coleta esponjosa que deja a caer sobre tu rostro ese mechón descontrolado.

—¿Que me miras?—. Pregunto mirando su vaso y después una mirada vaga a ____, de arriba a bajo con esas mejillas rojas.

No sé porque estaba rojo, quiero creer que es por el calor del horno.

—Buenos días...—. Dijo ella pasando a la cocina a dejar un beso en la mejilla de su mamá, uno en el hombro de Carlos y al final uno más en mi cabeza, como siempre hacia.

El hormigueo, molesto y reconfortante a la vez.

—Apurence, los niños hoy llegarán más temprano...

Los niños... Los niños que mandarían al templo, aquellos que no eran capaces aun de poder cuidarse solos.

La forma en la que su ru cuerpo se movía mientras dejaba a Antonio en mis brazos para ir a arreglarse, el vestido, ese vestido blanco, naranja y rojo, siempre representándonos, blanco por ella, rojo por Carlos naranja por mi.

—___ ¿Me amas?—. Pregunté sin pensarlo en el momento en que salió, con una sonrisa.

Estaba seguro de que Carlos no estaba bien, que algo estaba escondiendo, nadie se ahoga por una pregunta tan común como esa.

No era la primera vez que se lo preguntaba, al menos con esa mañana sería la cuarta o quinta en el mes, pero si la primera vez en qué el se ahogaba con un vaso de agua.

—Claro que te amo, los amo a los tres pero..

—El rey de tu corazón es Antonio, si si ya lo sabemos...—. interrumpió mi hermano dejando un beso suave en en la mano de ___ —Te veo más tarde—. Susurro solo para ella, o al menos eso quiso hacerme creer.

—¿Te gusta Carlos?

—¿Eh? No... No.. no.. porque dices eso...—. su tono de voz era nervioso, y la forma en la que su cuerpo temblaba, nerviosa, tímida, tierna... Hermosa...

—Tranquila, solo quería hacerte enfadar.

Si claro, todo por enfadar, solo quería estar realmente seguro de que no fuera nada de lo cual pudiera preocuparme.

La sonrisa, la forma en la que ella comía, los gestos que hacía al tener que masticar algo un poco picante.

El día soleado, la luz invernal que comenzaba a dar en primavera poco a poco, las fiestas nos trasaron, el convivio con la familia.

Con forme nos acercamos, el sonido de las risas infantiles, los juegos, demasiados niños, pocas manos.

—¡TANIA YA LLEGO TU NOVIO!—. Grito uno de los niños al verme llegar al lugar.

Dejando el escenario libre para la llegada de una pequeña niña de cabello castaño, y pequitas en toda la cara, niña que corrió a mi, aferrándose a mi pierna.

—Hola Camilo...—. Dijo la niña —Te extrañe ¿A qué vamos a jugar hoy?

—Hola Tania—. Respondí acariciando su cabello con una sonrisa —Podenos jugar a lo que tú quieras, para la princesa del lugar todo es posible.

Era alimentar una fantasía, hacer creer que ella era todo el centro de lo que podía ser mi universo para poderla mantener tranquila.

Con el tiempo, Los días que pasaban me di cuenta de que cada niño tenía una forma diferente para poder estar cómodos, para que mi trabajo cuidando los no fuera agotador, aunque ellos no eran traviesos, al menos no como lo era yo a su edad.

Una forma principesaca de tomar su mano, de besarla y mostrar una sonrisa, algo que provocó en ella un pequeño grito y que fuera con sus amigas diciendo lo que había pasado entre risas.

—Sabes—. Llamo mi atención ____ —Cuando tengas una hija, serás algo extraño.

—Extraño, ¿Cómo que extraño?.

—Si, siento que serás aquel padre que a su hija la trate como una reina, como una princesa la niña de tus ojos, que clara a su hija cuando llegue el primer novio pero, también siento que serás un padre que cuando su hija le diga que le tiene miedo a la oscuridad o que pase algo que la haga asustar tu gritaras con ella ¿O me equivoco?

—No lo se—. Respondí tomando su mano y una sonrisa suave — No tengo hijos, cuando tengamos hijos te digo que clase de padre seré.

—Camilo Madrigal ¿Estás coqueteando conmigo?

—No... Solo digo la verdad...

La risa, esa risa contagiosa que me llenaba de alegría el corazón, admirando a los niños.

Con el reflejo de la luz en su cabello se veía particularmente hermosa, era un destello que nunca jamás había visto.

—¿Jugamos a las escondidas? Todos nosotros contra ustedes...—. Hablo de pronto Tania.

—Todos ustedes contra nosotros, eso es trampa, mejor ustedes se esconden nosotros buscamos, pero saben la regla, nada de ir al bosque.

Dijo ella apretando la mejilla de la niña, que desde hace un par de días solía decir que era una traidora, que ella sabía sobre el amor que ella me tenía a mi y aún así está todo el tiempo conmigo.

Era algo que sin duda me causan mucha risa.

—Esta bien, sin abrir los ojos, no hagan trampa.

Lo que teniamos que hacer para que los demás trabajarán, llevando a ___ a la pared donde comenzamos a contar y los gritos de los niños se volvieran más y más lejanos hasta apagarse al terminar de contar.

Si estuvimos buscando por cinco minutos sin éxito fue mucho, poco a poco los niños fueron apareciendo y con forme las horas pasaban poco a poco iban cayendo rendidos a los brazos de Morfeo.

—Se durmieron todos—. Hablo feliz, descansada y recargandose en la pared.

—Tu serías la mejor mamá que alguna vez verían mis ojos, es más, deberías ser la mamá de mis hijos.

Estaba siendo cauteloso, pero atrevido, poco a poco estaba mostrando lo que sentía entre juegos discretos, entre bromas sutiles disfrazadas con una risa nerviosa.

—Algun día Camilo, algún día..

Lo sabía, ella lo tomaba como un juego.

—Sabes, últimamente te estás comportando raro...

—¿Cómo es comportarse raro, yo siento que me comportó normal.

—No Camilo, es... No sé, raro, más de lo usual, sigues siendo el mismo niño risueño y jugueton pero... Las bromas sobre los hijos, sobre mi, sobre ti... ¿Está pasando algo?

—No, no pasa nada, tu tranquila.

—¿Seguro?

Esa mirada curiosa, infinita sobre mi, gentil y bella, sentía que podía ver mi alma, mi ser, mi todo, simplemente no pude más.

Recargada sobre esa parte acaricie su rostro un segundo antes de mirarla fijamente y besarla.

Y fue tan dulce...
Fue tan sublime verla mirarme, con esas mejillas sonrojadas sin saber que decir más que ocultar su rostro entre sus manos.

*Interrupción de editor*

Yo me doy una idea de cómo terminara pero, quiero saber su opinión.

#TeamCamilo
#TeamCarlos

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