07
Toda la noche estuvimos buscando a Mirabel sin tener éxito, estábamos desvelados, cansados, y hambrientos.
Miles de cosas pasaban por mi mente, cosas que se contradecían entre si como el hecho de estar preocupado por Mirabel, por saber dónde estaba, es mi prima y a pesar de eso la cuido y la quiero, muy en el fondo, pero estaba molesto con ella y quería que donde sea que estuviera se quedará ahí, por su culpa todo esto estaba pasando, no le bastaba no tener un don, tenía que meterse y hacer un caos, tenía que entrometerse, tenía que hacer esa idiotez.
Por otro lado estaba aliviando, sin dones nadie sería más que otro, no nos vería la abuela como una persona que pudiera ayudar o no, valorados como ganado por un tonto don, y por su contrario me sentía... Inútil, no tenía don, no había nada que nos diferenciaba, aprendí a vivir con el, aprendí a ser alguien más cuando quisiera y ya no podría hacerlo.
Es decir, aun podía seguir ayudando al señor Juan, pero, mas allá de eso, ¿Que otra cosa podía hacer? El encanto de mi don era poder ser alguien mas, interpretar las historias mas fantásticas llenar a la gente con ilusión, con diversión.
Y ahora... ¿Que hacia? ¿Que hacia mi hermano? el seguramente estaba igual que yo, o seguramente peor, Camilo dependía casi al cien por ciento de su don para ser una persona "Funcional" una persona que valía la pena al menos en el pueblo.
Y que ahora que lo pensaba mas a profundidad, esa idea de ser lo suficientemente bueno, de depender de nuestro don para poder para hacer a la comunidad feliz, de ser el pilar de todos, que el peso que cargábamos en nuestro hombros, todo para ver a la anciana feliz y complacida.
Todo lo que sentíamos ahora, el hecho de que nuestro valor emocional y de persona dependiera de una vela, todo era por culpa de ella, de Alma, de la abuela que tanto decía querernos.
Ella era también causante de todo lo que estaba pasando.
—Si tan solo la abuela no menospreciara a Mirabel.... —. Hablo en apenas un suspiro, en un susurró ligero Camilo mirando el pasto.
Estaba agotado, se veía en sus ojos, el, ambos, acostumbraba la a dormir demasiado, aunque el lo hacia mucho más que yo, y, sin dormir toda la noche, caminando como locos por todos, el junto con Antonio siempre fueron mas unidos a ella, era de esperarse que le afectara de esa forma.
—Vamos, siéntate, es claro que estas agotado.
—No quiero, necesito encontrar a Mirabel, ella, no es mala, solo quería ayudar...
No dije nada mas, solo acaricie su cabello, justo como hacia a __ para darle consuelo, señalado con la boca que se sentara en el pasto.
Justo en el prado donde vimos por primera vez a ___..
No tardo mucho para que se quedara dormido, la búsqueda estaba tomándole factura, roncando en mis piernas, mientras yo intentaba no dormir, esperando noticias positivas.
Alejado de las bromas y los insultos que solíamos hacernos uno al otro, verlo de esa forma, llorando mientras dormía a la par que le daba consuelo sobando su hombro, note lo frágil que era, tan voluble, tan... pequeño, podríamos tener la misma edad, la misma estatura, incluso la misma apariencia, pero siempre fue así, siempre fue alguien que intentaba verse fuerte, cargando con los malos ratos, intentando aliviar a todos del dolor con sus bromas, sacándoles una sonrisa.
Podía entender el encanto que el tenia, ese encanto que se alejaba de mi zona de confort, ese encanto que ___ había visto en el y por el cual había aceptado a salir con el en una cita.
Descansando un poco, intentando que el sueño no me dominara, pude divisar la silueta casi angelical de la chica que se hacia llamar nuestra mejor amiga.
Con una bolsa de pan seguramente recién horneado y dos cajitas de leche.
—Aquí están los busque por todos lados.
Hablo parada frente a mi, dando una vista rápida a mi hermano, hermano que deje a un lado para levantarme y tomar lo que había traído.
—Gracias, no debiste...
—No te preocupes, me imagine que no se quedarían a dormir, después de todo, es su prima.
— Le grite, le dije que todo era su culpa.
El pan, ese pan en forma de conejo que su padre hacia solo para ella en esa bolsa, el sonido de su respiración a mi lado.
No tenia ni siquiera hambre, tenia la culpa tras de mi, devorándome.
—No fue tu culpa—. Respondió recostándose en el suelo, dejando que la briza fresca la abrazara —Cualquiera hubiera reaccionado así, un día tienes todo y al siguiente no.
—Nunca quise gritarle realmente.
—Lo se, tu no eres tan impulsivo, estuve hablando con el pueblo... todos ayudaremos, a reconstruir su casa, y si quieres, puedes, quedarte en mi casa, conmigo, y también Camilo.
Camilo, estaba tan bien antes de saber eso, pero, no importaba, estaría con ella un par de meses, viviendo bajo el mismo techo, poder verla todos los días, al despertar y poder despedirla al anochecer.
—Antonio se instalará en mi habitación, dormiremos juntos, tu y Camilo podrán dormir en el cuarto que era de mi hermano, tus padres no quisieron quedarse con nosotros, no sé dónde estarán, un poco más y Antonio se va con ellos, pero, dije que me haría cargo de el, tu sabes que no puedo vivir sin ese niño.
—Creí que habías dicho que eras mía, no de Antonio.
—No, yo dije que físicamente era tuya y de Camilo, pero, mi corazón y mi dinero le pertenecen a el.
—Claro, tu dinero, tu no gastas nada, eres una tacaña de primera—. Se escuchó la voz de Camilo adormilado, caminando a nosotros para recostarse en el pecho de ella.
¿Cómo se atrevía este animal a recostarse en su pecho como si nada?
Y ¿Porque ella lo dejaba recostarse y acariciaba su cabello?
Se veían tan cómodos el uno con el otro, que parecía genuinamente cariño, parecía como si estuvieran destinados a estar juntos mientras yo solo era el espectador de su amor.
—Ven Carlos, hay espacio para ti también... No te enojes Gusano.
—No seas insolente camaleón asqueroso, y levántate de ahí, ni siquiera sabes si ella está cómoda.
—Ella no...
El sonido de las campanas, los gritos de los niños anunciando el regreso de Mirabel, todos se veían felices, porque todos lo estaban, la gente acercándose poco a poco, la sonrisa de Camilo y de ____ corriendo a mi lado para ver a Mirabel regresar.
Los comentarios sarcásticos de Camilo con respecto a la casa, sin importar lo que estábamos pasando el buscaba como liberar la tensión de una u otra forma.
—Camilo ¿Algún día dejaras de decir tonterías?—. Pregunté dejando caer mi cabeza en su hombro.
—¿Algún día dejaras de ser un anciano atrapado en el cuerpo de un sujeto bien parecido?
—¿Bien parecido?—. Pregunto con mofa ___
—Claro, este niño guapo que ves aquí—. Hablo dando quedas bofetadas cariñosas en mi mejilla —Es mi reflejo, ¿Cómo no sería bien parecido?
En verdad es un animal...
Pero su risa, la risa de ella parecía aliviar cualquier tensión.
Cuando las horas hubieran pasado, cuando los estómagos vacíos y poco descansados se encontraban en buenas condiciones los trabajos se comenzaron a repartir.
Junto con la sorpresa de una persona a la cual creí por un segundo que estaba muerta, no se sabía nada de él, jamás se le vio marcharse, y ahora estaba frente a nosotros, nervioso, sonriéndonos como si jamas nos hubiéramos separado.
La construcción de la casa comenzaba, separado los materiales así como las tareas, el cuidado de los niños, de la comida.
El orden de la familia era... ¿Justo? mientras todos se encargaban de ayudar con la casa, los niños, en donde se encontraba Antonio corrían bajo el cuidado de la persona que era mas fácil que se el se perdiera a que los niños lo hiciera, Camilo, junto a ___ quien había dicho que estaría en todos los lados, los padres de ___ se ofrecieron a hacer la comida para todos los que trabajaban, y entre esas personas que ayudarían estaba yo, pues era bien sabido que al señor Juan no le gustaba compartir mucho su cocina, eran pocas las personas a las que estaba dispuesto a enseñar, ¿Y quien mejor la persona que desde niño estuvo junto a el ayudándolo?.
No tenia opción, ¿verdad?
Esa sería ahora mi nueva rutina, y hoy mi primera noche en su casa...
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