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06

Nervios, jamas había sentido tantos nervios como como el día anterior, al tenerla tan cerca de mi, el aliento chocaba conmigo, chocaba en mi boca, en un hormigueo raro, hormigueo que llego hasta mis dedos.

Nadie en la familia estaría feliz, después de semejante desastre que había provocado Mirabel, mas tenia que ser optimista, cubierto hasta la cabeza con la sabana cuando la puerta se abrió de golpe, y la sabana fue arrancada con agresividad.

—¿QUE ESTABAS HACIENDO AYER ANIMAL?—. Pregunto Carlos tirando de mis pies hasta hacerme caer de la cama.

Ya se había tardado, el día de ayer no había dicho nada cuando nos vio en ese jardín, no me había dirigido siquiera la palabra, intentaba verse normal, verse... como siempre, como un viejo amargado al cual le quitan su lugar bajo el sol en tiempo de frío.

Su cara estaba roja, muy roja, y sus dientes apretados, no necesitaba ser dolores para saber que estaban rechinando entre ellos ¿Que mosca le había picado?.

—¿Para que quieres saber lunático? No hicimos nada, solo estábamos hablando sobre un chico que la invito a salir ayer, pero dijo que no, ella dice que es muy amargado, casualmente, tiene el mismo carácter que tú, ambos con cuerpo jóvenes y carácter de viejo de ochenta años, abandonados, solos y con veinte gatos, de esos que se enojan cuando no pueden terminar el crucigrama y se enoja con los niños porque pisan su césped—.  Respondí convirtiéndome en un anciano, uno lunático y amargado.

—Yo no soy amargado...

—Claro, no lo eres, solo parece que estas oliendo basura todo el tiempo.

—Cállate—. Su cara, no podía darme mas risa que su cara cuando se molestaba, y que sabia que perdería si seguía con la discusión, eso solo le hacia enfurecer aun mas, y se ponía tan rojo...

—¿Como estas?

—¿Quien Dolores?—. Respondió con otra pregunta sentándose en la cama mirando todo lo que había, el desorden seguramente, y poniendo una clara atención sobre un ramo de flores tejido que Mirabel me había hecho como pago por un favor.

—No bestia, la vecina. Claro que Dolores si no ¿Quien mas?

—No lo se, viniendo de ti puede tratarse de cualquier persona, Esta bien creo, Dolores es fuerte, ella no es débil, ademas, sabe que así estaba escrito, ahora, vámonos, ayer no fui con el señor Juan y necesito compensar el día que no lo ayude.

—No se porque sigues yendo, no te paga, solo estas yendo por gusto, ya sabes hacer todo, no lo necesitas.

—Cada día puedo practicar mas, y es ventaja, al menos se cocinar algo que no sabe a carbón.

—Se, y por eso tu seras quien cocine mientras yo y ___ te vemos y asaltamos la cocina.

La forma en la que se levanto, en un salto, mirándome desafiante, con esa ceja que le temblaba cuando se irritaba, era todo muy raro, muy extraño, siempre se molestaba conmigo, o al menos eso es lo que parecía para los ojos ajenos, pero lo conozco, el me soportaba y sabia que era como una parte de el, mas jamas llegaba al grado en el que pudiera soltar un ligero golpe en mi cabeza y en lugar de protestar se retiro, sin decir nada, sin regresar el juego, un insulto nada.

El bajar significaba caos completo, mi tío y mi abuela gritándose, todo por Mirabel, quier a mi prima, pero, en ocasiones, ella solía meterse mucho en problemas, se que sus intensiones son las mejores, pero, tenia que entender, que, a veces, lo mejor es no interponerse en las decisiones de la abuela, con el ramo tejido baje, recibiendo antes de un buenos días la orden de buscar a Mirabel, con un bostezo, con fastidio, y el estomago vacío me dedique a buscarla.

Pero esa mujer simplemente no aparecía, rendido, y sin "Nada que pueda hacer" tome la atrevida decisión de caminar al pueblo, quizá, solo quizá ella estaba allí, y quizá, solo quizá estaba en la casa de ___ comiendo pan, o algo por el estilo, como molestando a Carlitos.

Si, seguramente estaba allí, o seguramente estaba con ___, así que no tuve otra opción mas que ir a buscar a mi mejor amiga, la mujer de mis sueños mas confusos y dueña de mis regaños.

Regaños que estaba dispuesto a soportar por ella, si, claro que si, no importaba de quien fueran, solo se que los aceptaría.

 Gritando al aire su nombre una y otra vez hasta dar con esa cara de ensueño que tenia, tomando suavemente la mano de Cecilia rumbo a algún lugar.

—¡____! ¿A donde vas? Cecilia... que bonito vestido, dame esos cinco.

La niña me sonría gentilmente, curiosa de lo que tenia tras de mi, mirando el ramo que Mirabel había hecho para mí, lo que provocó una pequeña risa traviesa que intentaba ocultar con su mano.

—¿Que ocurre Cecilia?—. Pregunto___ incandose para quedar a su altura.

Susurrando algo inaudible para mí, pero que provocaba un color rosado en las mejillas de ella, fue allí cuando recordé el día de allí, lo cerca que la tenía, fue un pequeño flashback que hizo que mi boca hornigueara de nuevo y que si tierra un ligero nudo en la garganta que no me permitía hablar.

—¡A CAMILO LE GUSTA ___, A CAMILO DE GUSTA ____!—. Canturreava la niña una y otra vez sin parar, brincando y bailando entre ambos.

No sabía que hacer, tan rápido como ella se levantó extenfi el ramo —PARA TI!—. Grite pegándole el ramo en el pecho con torpeza.

—Gracias Camilo... Que bonitas ¿Tu los hi...

La tierra, estaba temblando, fue algo de fracción de segundos cuando de la tierra brotaron plantas, captus y no se que otra cosa eran, pero eran plantas, estaban por todos lados.

A la lejanía, en mi casa se podía ver cómo Isabela bailaba junto a Mirabel, como de allí provenía todo.

—Esto no me gusta...

—¿Ocurre algo Camilo?—. Pregunto preocupada, tomando la mano de Cecilia con una mano mientras aferraba el ramo con la otra.

—No, no por ahora, pero algo me dice que mi abuela no estará muy feliz, te veo más tarde ¿Si? Necesito ir a casa...

Pude ver cómo Carlos corría a casa, tras la abuela, y si el corría tras ella es porque algo malo estaba a punto de pasar, estaba tan nervioso de ver a Carlos, a mi hermano correr de esa forma que no me percate siquiera de lo cerca que habia besado de la boca a ___, solo para correr tras ellos.

Las cosas malas son inevitables, todo estaba pasando rápido, escuchar débilmente los gritos de la abuela y Mirabel con forme me acercaba.

Cuando el piso comenzo a temblar, las grietas aparecieron por mi menta pasaron dos cosas, salvar la vela y saber si ___ estaba bien, las grietas habían avanzado por lo largo del puedo y pudieron lasticarlar.

No sé cómo, pero mi cuerpo se movía solo, con la vista puesta en el objeto más valioso de la casa, aquel que me habían hecho prometer que debía proteger, corría por la vela, sin importar cuánto pudiera lastimarme, sin importar que la casa se caía a pedazos, sin importar que Isabela casi se mata al intentar subir con su liana y Carlos corriera tras Mirabel, pareciendo que quería evitar que ella fuera.

Podía sentir como algo se me escapaba, como me sentía... Débil, agotado, triste, no se, era extraño, y sin más, ¡Pum! Me encontraba en el suelo, no tenía más mi don, no podía transformarme en alguien, ya no había manera de ser quien yo quisiera.

Pero, sin embargo, la casa aún estaba un poco de pie, arrojando a todos fuera, a todos menos a Mirabel, todos se veían preocupados, tristes, enojados, desconcertados, incluso yo me sentía de ese modo, una mescla de todos.

—¿Estas bien?—. Pregunté a Antonio quien tenía los ojos llorosos y comenzaba a llorar al ver cómo su casa se destruía, como no quedaban más que escombros de lo que alguna vez fue nuestro hogar.

—Mi casa....—. dijo entre lágrimas, corriendo a los brazos de mi mamá.

Por un segundo crei que la Mirabel moriría, pero no fue así, ella estaba en el centro de todo, llena de polvo y con una vela desgastada entre las manos.

Carlos, mi hermano, su rostro, era indescriptible, un rostro que jamás había visto en mi vida, una nueva para mí.

Se acercaba lentamente, llendo tras mi tia Julieta que se acercó a su hija para revisarla, cuando la mano amiga de ___ me tocó el hombro.

—¿Estás bien?—. Me preguntó abrazándome, a lo que solo podía susurrar que si.

—¡ESTO ES TU CULPA! ¡SI TAN SOLO NO TE METIERAS EN LO QUE NO TE LLAMAN AUN TENDRIAMOS UN HOGAR!.

Esa era la voz de Carlos gritando al fondo, lleno de irá, señalando a Mirabel mientras ella solo parecía en shock.

—Carlos, no, déjala, no fue su culpa—. Intenté que entrara en razón, en verdad que sí, pero no podía, estaba realmente molesto.

Y tan pronto vio a ___ corrió a ella, abrazándola, y llorando por primera vez frente a mi, el enojo que te iba era tanto que no podía contener las lágrimas, recibiendo cariños y palabras de aliento de ella.

Todo estaba llendo mal, demasiado mal, Mirabel en un abrir y cerrar de ojos había desaparecido, no teníamos una casa, no tenemos dónde dormir, no había nada.

El único consuelo era el hombro de ___ quien nos acaricia las manos mientras nosotros solo mirábamos a la nada.

La conozco como la palma de mi mano, y por esa razón se que se sentía impotente, por no poder hacer nada más que extender su mano, repartir caricias y acompañarnos.

No había nada más que hacer, todos estaban en la búsqueda de mi prima, había desaparecido, sin dejar rastro alguno.

Así fue toda la noche, también por la noche se dedicaron a buscar, incluso ella se había ofrecido a buscar, y no fue hasta media noche que ella se rindió, estaba cansada, no la culpo, incluso nosotros estábamos cansados, teniamos hambrez habíamos comido muy poco por no decir nada en todo el día.

El pan dulce de su padre fue lo que nos hizo sentir un poco mejor, eso y la hospitalidad de la madre de ___, quien nos ofreció un lugar donde pasar la noche y comida, no solo a mi y a Carlos si no también al pequeño Antonio quien se había quedado dormido en la cama de ___ tras tanto llorar, resubiendo caricias en su cabello hasta que ella también se durmió.

.—¿Seguiras buscándola?—. Pregunto mi hermano acompañándome a la entrada.

—Si, tenemos que encontrarla es familia.

—Bruno también, y aún así dejaron que se fuera.

—Lo se... Pero no dejaré de buscar ella no hizo nada mal.

—Te acompaño.

El camino fue "Silencioso" nuestras voces se escuchaban en la lejanía pero no nos dirigíamos la palabra, ni para decir hola.

Durante toda la noche que buscamos, entre los tradis, los límites de encantó, las calles, callejones, en el río, en ni hub lado se veía, no aparecía y eso tenía preocupado a todos, aunque no quisieran admitir y en ese todos se encontraba Carlos.

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