01
5 años
Si hubiera una forma de regresar en el pasado, y de detener el hecho de que mi torpe ser fuera a ver a esa niña curiosa, sin dudas lo haría.
En ese entonces solo se trataba de Camilo y yo, y quizá un poco Mirabel, no había opción con ella, dormíamos en el mismo lugar, desde que habíamos conocido a esa niña de cabello enmarañado mi vida tranquila se había esfumado, creí que con un Camilo en mi vida era as que suficiente, hasta que ella llego, los dos eran igual de inquietos, no podían permanecer tranquilos, ninguno de los dos, y al juntarse, era como una descarga de azúcar, corrían y saltaban de un lado a otro, siempre metiéndose en problemas, siempre metiéndome a mi en problemas.
Dejaban escapar a los burros, rompían cosas, sus manos eran como de mantequilla, y siempre con ellos me llevaban a mi entre las patas, no digo que a mi no me apeteciera jugar en ese momento, claro que me gustaba jugar, como a cualquier niño, pero prefería hacerlo con otras cosas que estar jugando con tierra y lodo, explorando los limites de lo que nosotros como niños teníamos permitido.
Mi madre solía decir en ese entonces que ___ me ayudaría a tener amigos, porque a comparación de Camilo, quien desde niño siempre fue mas curioso yo solo quería permanecer en casa, y escondido entre las losetas de la cocina ver como la tía Julieta cocinaba para todos, dibujando en una libreta que escondía bajo el colchón que compartía con mi hermano todos los pasos necesarios para hacer algo de comer.
El tío Agustín eso lo notaba y siempre decía que era muy adelantado a mi edad, que solo buscaba la forma de crecer lo mas rápido posible.
Pero me desvió un poco del tema inicial, mi amistad con ___, Si, cuando teníamos cuatro años me había acercado a ella, y no porque me llamara la atención como tal, si no porque aunque no lo pareciera, ella lloraba, mirando el charco de lodo donde su paleta se había caído, y una de las cosas que mi padre una vez dijo fue que jamas dejara a una mujer llorar, pues eso no era de un caballero, y me preguntare yo ¿Que hacia haciéndole caso a mi padre? cuando en ese entonces no sabia lo que la palabra caballero significaba.
Una simple paleta enlodada, me había hecho ganarme la amistad de ___ cuando yo jamas la había pedido, cuando yo jamas intente que eso pasara, yo era feliz solo con mi hermano, sin ninguna persona intrusa, y eso se lo intentaba hacer saber a ella siempre que tenia la oportunidad, pero justo como mi hermano, compartían la misma neurona y jamas podía entender lo que le decía, poco me faltaba para gritarle que se alejara de mi vista, pero, un día eso había cambiado.
Fue el día de nuestro don se nos entregaría, todos estaban muy tensos y nerviosos, dos dones en un solo día, mi madre estaba intentando calmarse con la ayuda de mi padre, mi tía Julieta estaba en la cocina haciendo arepas y buñuelos para los invitados con una sonrisa alegre, mientras Mirabel le contaba sobre algo que había visto en el pueblo, Camilo no aparecía y por ningún lado, Dolores, nuestra hermana se dedicaba a buscarlo en compañía de mis primas, mientras yo estaba sentado en la cocina dibujando lo que hacia mi tía, o por lo menos eso intentaba.
Demasiado ruido, demasiadas personas entrando y saliendo me impedían ver con claridad lo que mi tía hacia, dejando el lápiz fastigiado junto a la libreta con portada floral, mi carácter desde muy pequeño se había manifestado como uno demasiado ermitaño y un poco corajudo, para los ojos de todos menos para los de ___.
Resignado a que nada me ayudaría a seguir con mi tarea proseguí a la entrada donde un Camilo agitado, asustado y sudado me tomaba de la mano llevándome a los limites de lo permitido para nosotros.
No hablaba, parecía que no podía decir ni una sola palabra hasta llegar al árbol que esos dos solían trepar para robar la fruta, señalando a una ___ llorando desconsoladamente, sujetando su mano y diciendo que no la podía mover, estaba mas que asustada, al igual que Camilo que estaba a punto de llorar.
En ese momento supe que __ no era tan irritante para mi y que, incluso si podía quererla, porque me puse nervioso, no sabia que hacer, solo era un niño, corriendo regrese a casa con lagrimas en los ojos, diciendo lo que había ocurrido a la tía Julieta, quien, con preocupación clara en su rostro tomo una arepa, colocándole algo que parecía queso, y en sus brazos me llevo hasta donde la niña se encontraba, con el vestido rasgado y la mano rota.
El susto solo nos duro hasta que ella termino de comer su arepa pero sin parar de llorar, Camilo, quien estaba aun mas asustado se aferraba a ella llorando mientras le pedía perdón por haberla hecho subir, mientras que por mi parte, solo agite su cabello pidiéndole que para de llorar.
—Solo las niñas feas lloran—. Le dije sin dejar de sobar su cabello como si de un perro se tratara.
—Pues soy fea—. Replico llorando.
Camilo, quien después de unos segundos se veía mas tranquilo camino sujetando de la mano a __ llevándola a su casa, dejándome allí parado, solo, ellos por alguna razón eran mucho mas cercanos de lo que era conmigo, no me sentía solo, pero si incomodo, en ese entonces creía que era porque ___ no me quería, que me odiaba o algo por el estilo, pues siempre que llegaba a nuestra casa a jugar siempre buscaba primero a Camilo, siempre al pronunciar nuestros nombres la palabra Camilo salia primero de su boca.
Isabela, quien, jamas fue tonta me lleno la cabeza con cosas negativas, me lleno por un momento de inseguridades, me hizo creer que prefería a Camilo antes que a mi quien fue quien primero hablo con ella porque el era mas "Divertido".
Así que me había propuesto una meta, y esa era que sería mas divertido, al menos lo intentaría.
Cuando la noche cayo y todos estaban listo para el gran momento mi mirada no se concentraba en nada mas que no fuera esa niña de cabello enmarañado que miraba con una sonrisa, que miraba atenta desde la entrada como mi madre nos arreglaba el traje blanco a ambos, haciendo bailar el vestido que su madre había mandado hacer especial para ese día, un vestido diseñado por ella, con camaleones en la falda de colores naranjas y rayas en zic zac en la blusa de color rojas, era su manera de apoyarnos una muy tonta forma de apoyarnos.
Silencio, luces, miradas sobre mi, miradas sobre mi hermano, caminando tomados de la mano como mi abuela lo quería, caminando nerviosos, hasta la puerta, el discurso, un aburrido discurso sobre ayudar a la comunidad y fortalecer a la familia.
No me importaba nada de eso, por un segundo mientras tocaba esa vela con una sola mano y sin soltar a Camilo, mi vista se desvió a la niña de ojos y sonrisa grande, pensando en lo mucho que me gustaría ser divertido y parecerme a Camilo en ese aspecto, a el le resultaba mas fácil eso de ser imprudente y divertido, al menos para ella.
La perilla, fría, grande para nuestras manos, el gran resplandor que ilumino el pasillo completo, silencio, nadie hablaba, no entendía lo que estaba pasando, o me sentía diferente o mágico en ese momento, hasta que el grito de Camilo se escucho molestando mis oídos.
—¡NO ME GRI.....—. No termine la oración, había dos ___ una que corría a nosotros con alegría y una que estaba parada frente a mi, solo que había algo distinto, ellos eran mas pequeños, o quizá yo era mas alto.
—Te pareces a mamá Pepa—. Dijo __ soltando una gran risa, mamá Pepa, así es como le llamaba a mi mamá.
Las puertas, ambas idénticas, ambas similares, si no prestabas atención podrías confundirte fácilmente, ambas eran casi similares, solo porque en la puerta de mi hermano tras de lo que seria el había una chica y detrás un hombre, sin contar que tenia aquellas característicos camaleones tallados en la ruana, muestras que, conmigo era al revés, yo, un hombre y una mujer y en lugar de camaleones en las ruanas eran zic zac, mi abuela no parecía complacida con que dos personas tuvieran el mismo don, es decir mis tíos cumplían años el mismo día, nacieron igual y cada uno tenia un don distinto, era claro que a uno lo harían menos en algún momento de nuestra vida.
Fue difícil en un principio volver a nuestra forma original, pero no imposible, las habitaciones se veían casi idénticas, el color cambiaba, y unos detalles, como algo que parecía ser un escenario para interpretar historias en la mía bajo un cielo estrellado como el de una fogata en el bosque.
—¡FELICIDADES!—. Grito ___ brincando en ambos, dejando caer su cuerpo recién curado hasta caer en el suelo.
La música, la diversión, Camilo y ___ corriendo por ambas habitaciones, entrando y saliendo sin parar mientras yo los buscaba con un pedazo de pastel en la mano, sin éxito alguno hasta encontrarlo en la habitación que desde ahora le pertenecía solo a Mirabel, acostados en el suelo, rendidos de tanto correr.
Me abría gustado jugar un poco mas con ella ese día, pero el tiempo no podía retroceder, no tuve opción, deje los platos sobre la cómoda y con la cobija en manos me acosté al lado de __, dejándola en el centro de los dos justo como siempre había sido.
Narrar cosas personales jamas fue mi fuerte, ese día habían ocurrido mas cosas que, después, con el tiempo si me apetece contare, se que soy en narrador de los cuentos dentro de la familia, aquel que cuenta fabulas a la gente y las interpreta, pero por hoy estoy cansado y no de muy buen humor, seguiré narrando cuando los ánimos vuelvan a mi, si Camilo quiere que el siga.
Nos vemos, Adiós.
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