Único ♥︎
La lluvia no daba tregua aquella tarde en Seúl.
Las calles estaban envueltas en una sinfonía de gotas que resonaban contra las aceras y los paraguas apresurados.
Jin, con su bufanda gris envolviendo su cuello, empujó la puerta de una pequeña cafetería en el corazón de la ciudad. La campanilla tintineó suavemente al abrirse, anunciando su llegada.
Era su lugar habitual, un rincón tranquilo que le brindaba consuelo. Había algo en esa cafetería que le hablaba de calma: las paredes cubiertas de madera clara, las estanterías llenas de libros olvidados, y la ventana que daba a la calle, desde donde podía observar el ir y venir de las personas sin sentirse parte del bullicio.
Jin dejó escapar un suspiro mientras se despojaba de su abrigo húmedo y lo colgaba en el perchero. Se dirigió a su mesa de siempre, junto a la ventana, y tomó asiento. Con el dedo índice limpió un pequeño círculo del vidrio empañado para poder mirar hacia afuera. Desde allí, contemplaba cómo las luces de los autos se reflejaban en los charcos, creando destellos que parecían bailar al ritmo de la lluvia.
—¿Lo de siempre, Jin?—preguntó la camarera, una joven beta que ya conocía sus gustos.
—Sí, por favor —respondió con una sonrisa tenue, apartando la mirada de la ventana por un instante.
El aroma del té de jazmín no tardó en llegar, envolviéndolo en una calidez que contrastaba con el frío de afuera.
Jin se dedicó a beberlo en pequeños sorbos, dejando que el calor le reconfortara el pecho. Sin embargo, por mucho que intentara concentrarse en el momento, su mente no dejaba de divagar.
Su vida, en apariencia tranquila, estaba marcada por una soledad que había aprendido a aceptar, aunque no por ello doliera menos.
Afuera, la lluvia continuaba su incesante caída, y Jin, como en tantas otras ocasiones, comenzó a dibujar sobre el vidrio empañado.
Primero un corazón, pequeño y tímido, seguido de otro más grande a su alrededor. Era un gesto que hacía casi sin pensar, un reflejo de los anhelos que llevaba guardados en lo más profundo de su ser.
El tintineo de la campanilla interrumpió sus pensamientos.
La puerta se abrió con un leve empujón, y una ráfaga de aire frío entró en la cafetería, junto con un hombre de figura alta y porte elegante. Jin no pudo evitar levantar la mirada, curioso por el recién llegado.
El hombre, un alfa de cabellos oscuros y mandíbula firme, sacudió suavemente su abrigo para desprenderse de las gotas de lluvia.
Había algo en su presencia que irradiaba calidez, a pesar del clima. Sus ojos recorrieron el lugar con un interés casi casual, pero cuando su mirada se encontró con la de Jin, todo pareció detenerse.
Jin se sintió atrapado en esos ojos oscuros, incapaz de apartar la mirada.
Fue como si el tiempo y la lluvia se disolvieran, dejando solo el suave latir de su corazón que, inexplicablemente, comenzó a acelerarse. El alfa sonrió, una curva apenas perceptible en sus labios, y Jin sintió un calor inesperado subirle al rostro.
El hombre avanzó con pasos decididos, como si hubiera encontrado lo que buscaba. Jin parpadeó, confuso, cuando lo vio detenerse frente a su mesa.
—¿Te importa si me siento aquí? —preguntó el alfa, su voz profunda y tranquila como el eco de una melodía conocida.
Jin abrió la boca para responder, pero las palabras tardaron en llegar.
—No... No hay problema.
Taehyung, porque así se presentó, se acomodó en la silla frente a Jin, quitándose el abrigo y dejándolo caer despreocupadamente sobre el respaldo. Su sonrisa era amigable, casi desarmante, y Jin no pudo evitar sentir una mezcla de nervios y curiosidad.
—No suelo venir por aquí —dijo Taehyung mientras estudiaba el menú—, pero hoy sentí la necesidad de escapar de la lluvia. Parece que elegí bien.
Jin asintió, sin saber exactamente qué responder. No era alguien que se sintiera cómodo con las conversaciones casuales, pero había algo en la forma de hablar de Taehyung que le hacía querer escuchar más.
—¿Vienes seguido? —preguntó el alfa, volviendo su atención a Jin.
—Sí. Es... tranquilo.
Taehyung sonrió, como si encontrara encantadora la simplicidad de esa respuesta. Cuando llegó su café, lo tomó con ambas manos y sopló suavemente la superficie antes de probarlo.
—¿Siempre dibujas corazones en las ventanas?
La pregunta tomó a Jin por sorpresa. Miró el vidrio, donde el corazón que había dibujado comenzaba a desvanecerse. Un rubor ligero tiñó sus mejillas.
—Es un hábito tonto... —murmuró, apartando la mirada.
—No lo creo. —Taehyung apoyó su taza sobre la mesa y le sostuvo la mirada. Sus ojos brillaban con una intensidad que hizo que Jin se estremeciera—. Los corazones son sinceros. Dicen mucho de quien los dibuja.
El silencio que siguió no fue incómodo, sino lleno de algo que Jin no podía describir del todo. Era como si el alfa pudiera ver más allá de lo que mostraba, como si entendiera los anhelos ocultos que incluso Jin trataba de ignorar.
Conforme la tarde avanzó, la conversación fluyó con una naturalidad que sorprendió a Jin. Taehyung le habló de su trabajo como diseñador, de su amor por la música y las cosas simples de la vida. Jin, por su parte, compartió pequeños retazos de su mundo, cosas que rara vez mencionaba a nadie.
Para cuando la lluvia comenzó a amainar, Jin se dio cuenta de que no quería que la tarde terminara.
Había algo en Taehyung que le hacía sentir visto, entendido. Era una conexión que no necesitaba palabras grandilocuentes, sino solo el reconocimiento mutuo de dos almas que, de alguna manera, encajaban.
Antes de irse, Taehyung tomó una servilleta y escribió algo en ella. Se la extendió a Jin con una sonrisa que hizo que su corazón diera un vuelco.
—Por si quieres hablar otra vez.
Jin miró el papel, donde un número de teléfono estaba escrito con trazos firmes. No pudo evitar sonreír, y esta vez, fue él quien dibujó un corazón alrededor del número.
Taehyung rió suavemente, se despidió con una leve inclinación de cabeza y salió de la cafetería, dejando a Jin con una sensación cálida en el pecho.
Esa noche, mientras la lluvia volvía a caer con fuerza, Jin se encontró mirando la servilleta una y otra vez.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió que el corazón que había dibujado en la ventana no era solo un reflejo de sus anhelos, sino el comienzo de algo real, algo que prometía florecer con cada latido compartido.
Los días siguientes se sintieron extrañamente diferentes para Jin. La rutina que solía encontrar reconfortante ahora le parecía incompleta, como si el mundo hubiese adquirido un nuevo matiz, uno que le resultaba tan emocionante como desconcertante.
La servilleta con el número de Taehyung seguía en su mesa de noche, perfectamente doblada, como un recordatorio tangible de lo que había sucedido en la cafetería.
Jin se sorprendía a sí mismo mirándola durante varios minutos, su mente recreando cada detalle de su encuentro: la calidez en la voz de Taehyung, la forma en que sus ojos parecían reflejar un universo propio, y esa sonrisa, cargada de algo más que simple amabilidad.
Sin embargo, a pesar de los latidos ansiosos de su corazón, no se atrevía a escribirle.
¿Qué podía decirle? ¿Qué haría si no respondía o, peor aún, si lo hacía por compromiso? Jin llevaba años levantando cuidadosamente las barreras alrededor de su corazón, y la idea de dejarlas caer, incluso un poco, lo aterraba.
Finalmente, una tarde lluviosa similar a aquella en que se conocieron, Jin reunió el valor suficiente.
Sentado en la misma mesa de la cafetería, con su taza de té a medio beber, sacó su teléfono y tecleó el número que había memorizado a fuerza de mirarlo tantas veces.
—Hola, soy Jin. ¿Te acuerdas de mí?
La respuesta llegó más rápido de lo que esperaba:
—Jin, ¿cómo olvidarte? Estaba esperando tu mensaje.
El corazón de Jin dio un vuelco. Las palabras de Taehyung, aunque simples, lo llenaron de una calidez inesperada. Sin pensarlo demasiado, se animó a escribir de nuevo:
—¿Te gustaría volver a la cafetería? La lluvia siempre mejora con una buena compañía.
La respuesta de Taehyung no se hizo esperar:
—Me encantaría. Hoy, misma hora.
Jin sintió un nudo en el estómago, una mezcla de nervios y emoción que no recordaba haber experimentado antes. Terminó su té rápidamente y salió de la cafetería con la intención de prepararse para su encuentro.
Cuando Taehyung llegó esa noche, la cafetería estaba casi vacía, salvo por Jin, quien lo esperaba con las manos cruzadas sobre la mesa y los ojos fijos en la ventana. El sonido de la campanilla lo hizo voltear, y al ver a Taehyung, su rostro se iluminó con una sonrisa tímida.
—Hola, Jin. —Taehyung se sentó frente a él, quitándose el abrigo como la vez anterior. Su aroma, cálido y especiado, llenó el espacio entre ellos, haciendo que Jin se sintiera extrañamente en casa.
—Hola. —Jin miró la taza de té que tenía delante, sintiendo el calor subirle a las mejillas—. Me alegra que hayas venido.
—¿Cómo no hacerlo? —Taehyung apoyó un codo en la mesa, inclinándose ligeramente hacia él—. No podía dejar pasar la oportunidad de verte de nuevo.
La conversación fluyó con la misma naturalidad que la primera vez, pero esta vez hubo algo diferente, algo más íntimo. Taehyung le preguntó sobre sus sueños, sus miedos, y Jin, para su sorpresa, se encontró respondiendo con honestidad.
Habló de su pasión por la cocina, de los libros que le gustaban, y de cómo a veces se sentía como un corazón en una ventana, siempre observando pero nunca siendo parte del mundo que pasaba frente a él.
—Eso tiene que cambiar —dijo Taehyung, sus ojos brillando con determinación—. Eres más que un espectador, Jin. Mereces ser el protagonista de tu propia historia.
Esas palabras, dichas con una sinceridad que Jin no podía cuestionar, hicieron que algo dentro de él se rompiera y se reconstruyera al mismo tiempo. Era como si Taehyung hubiera visto a través de todas sus capas y, en lugar de retroceder, hubiera decidido quedarse.
La noche avanzó rápidamente, y antes de que se dieran cuenta, la cafetería estaba cerrando. Al salir, la lluvia había disminuido a una llovizna suave, y Taehyung, sin dudarlo, abrió su paraguas y lo sostuvo por encima de ambos.
—Te llevo a casa —dijo, sin dejar espacio para discusión.
Caminaron en silencio por las calles mojadas, el paraguas creando un pequeño mundo solo para ellos.
Jin se sorprendió de lo natural que se sentía, como si ese momento hubiera estado esperando por ellos toda su vida.
Cuando llegaron al edificio de Jin, se detuvieron bajo el toldo de la entrada. Taehyung cerró el paraguas y lo sacudió suavemente antes de mirarlo.
—Gracias por esta noche, Jin. —Su voz era baja, casi un susurro—. Me gustaría que hubieran más como esta.
Jin sintió cómo su corazón se aceleraba. Tragó saliva, buscando las palabras adecuadas.
—Yo también.
Taehyung sonrió, y por un momento, pareció debatirse entre quedarse o irse. Finalmente, inclinó ligeramente la cabeza, y sus labios rozaron suavemente la frente de Jin. Fue un gesto simple, pero cargado de una ternura que lo dejó sin aliento.
—Hasta pronto, Jin. —Con esas palabras, Taehyung se giró y se perdió entre las sombras de la noche.
Jin subió a su apartamento con el corazón latiendo con fuerza. Mientras se recostaba en su cama, mirando el techo, no pudo evitar sonreír.
Por primera vez en mucho tiempo, el corazón en la ventana no era solo un dibujo pasajero; era una promesa.
Una promesa de un futuro que, junto a Taehyung, comenzaba a escribirse esa noche.
Unos meses después, Jin estaba en su apartamento, mirando por la ventana mientras las luces de la ciudad comenzaban a encenderse.
El cristal frente a él estaba empañado por el calor del interior, y, casi sin darse cuenta, trazó un pequeño corazón con su dedo. Era algo que hacía a menudo cuando se sentía inspirado o soñador, pero esta vez no era un gesto solitario.
Detrás de él, Taehyung lo observaba con una sonrisa tranquila, apoyado contra el marco de la puerta. Había llegado hacía unos minutos, pero no quiso interrumpir a Jin.
Verlo así, tan absorto en su mundo, era uno de sus pequeños placeres secretos.
—Otro corazón en la ventana —dijo finalmente, acercándose y rodeando a Jin con sus brazos desde atrás.
Jin se sobresaltó ligeramente, pero luego se relajó contra el pecho cálido de Taehyung.
—Es algo que siempre he hecho —respondió, sonriendo mientras miraba su dibujo—. Pero ahora tiene un significado diferente.
—¿Y cuál es ese significado? —preguntó Taehyung en un susurro junto a su oído, su voz profunda y envolvente.
Jin se giró ligeramente, lo suficiente para mirarlo a los ojos. En ellos encontró la misma calidez y seguridad que lo habían atrapado desde el primer día.
—Significa que mi corazón ya no está solo.
Las palabras hicieron que Taehyung lo estrechara más contra él, inclinándose para dejar un beso en su frente. Después, señaló el cristal con una sonrisa juguetona.
—Deberíamos dejar dos corazones ahí, ¿no crees?
Jin rió suavemente, sintiendo cómo su pecho se llenaba de una felicidad que apenas podía describir.
Tomó el dedo de Taehyung y lo guió hasta el vidrio empañado. Juntos, dibujaron un segundo corazón junto al primero, ambos tocándose ligeramente por un extremo, como si fueran parte de un mismo todo.
—Perfecto —murmuró Taehyung, admirando el pequeño gesto. Luego tomó las manos de Jin entre las suyas y lo giró completamente hacia él—. Sabes, esta mañana recordé algo que escuché en una canción, y no he podido sacarlo de mi mente.
Jin ladeó la cabeza, curioso.
—¿Qué fue?
Taehyung sonrió, su tono bajando mientras citaba las palabras que habían resonado en él:
"Dejaste tu corazón en la ventana, esperando que alguien lo viera y decidiera quedarse."
Los ojos de Jin se abrieron ligeramente, y un rubor suave coloreó sus mejillas. No esperaba escuchar algo tan preciso, tan exacto a lo que sentía.
—¿Y qué harás tú con ese corazón en la ventana? —preguntó en voz baja, inseguro de por qué se sentía tan vulnerable de repente.
Taehyung lo miró con una ternura infinita, sus manos apretando las de Jin con suavidad.
—Lo cuidaré con todo lo que soy. Porque tú, Kim Seokjin, eres el lugar donde quiero quedarme para siempre.
Las palabras dejaron a Jin sin aliento, y antes de que pudiera responder, Taehyung inclinó la cabeza y unió sus labios en un beso suave, pero lleno de promesas.
Fue un beso que habló de todo lo que no necesitaba decirse, un beso que selló el amor que había crecido entre ellos desde aquella primera tarde lluviosa.
Cuando se separaron, ambos sonrieron, sus frentes juntas mientras las luces de la ciudad brillaban detrás de ellos.
Los corazones en la ventana seguían ahí, y aunque eventualmente desaparecerían con el frío, el amor que compartían estaba destinado a durar para siempre.
En ese momento, Jin supo que Taehyung no solo había visto su corazón, sino que también lo había reclamado como suyo.
Y por primera vez en su vida, se sintió completamente e irrevocablemente amado.
Fin.
Gracias por llegar hasta aquí y por darle una oportunidad a este OneShot inspirado en una de mis canciones favoritas del año y en uno de mis Ships favoritos y que amo con todo el corazón ♥︎
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