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𝗳𝗼𝘂𝗿𝘁𝗲𝗲𝗻. during a storm

❪ pre season 3 the walking dead ❫

014. ┊໒ ⸼ | 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗙𝗢𝗨𝗥𝗧𝗘𝗘𝗡 | 🐝•˖*

❛ 𝖽𝗎𝗋𝗂𝗇𝗀 𝖺 𝗌𝗍𝗈𝗋𝗆 ❜

─ No hay justificación para lo cruel que es.

Murmuró Alaska cuando sintió que alguien tocó la puerta del armario donde se escondía. Sabía perfectamente que no se podía tratar de su hermana (aunque ella hubiera querido que fuera así).

El que tocaba era Glenn, quien desde la granja se ocupa en resolver los problemas de Brooke. Es como si él estuviera más preocupado por todo esto, cosa que Alaska no entendía. Su hermana siempre le había dicho que cualquier cosa que haga o diga tiene una consecuencia que se debe afrontar... Así que ella no mandó al coreano.

Lo que quiere decir es que ella no se arrepiente de las cosas.

─ Esta...

─ Agotada ─interrumpió la niña mientras abría la puerta del armario, para que así Glenn pudiera verla ─. Tú estás igual de agotado pero no eres malvado.

─ Tu hermana no es mala.

─ Brooke es tan malvada como las brujas de los cuentos de hadas. Es decir, si ya salieron los no muertos de los libros de ciencia ficción... ¿por qué no salen las brujas malvadas?

Glenn soltó un pequeño suspiro mientras se ponía de cuclillas. Sabía que Alaska estaba molesta, lo demostraba con sus propias palabras, haciendo alusión a brujas malvadas. Porque eso era ella: una niña pequeña en un mundo que parece sacado de cuentos de hadas.

Alaska extrañaba demasiado a Nirvana. En estos momentos ella estaría haciendo ruidos extraños con la batería o se encontraría tocando guitarra eléctrica roja que Leo le regaló en su cumpleaños número quince... En verdad la extrañaba. Quería tenerla aquí.

Era mucho mejor que tener a Brooke.

─ ¿Vienes? ─preguntó Glenn, estirando una de sus manos.

La niña tomó una bocanada de aire, planteándose si era buena idea o no bajar en estos momentos. Enfrentarse a su hermana se veía como una gran escena de esas películas de terror antiguas. Aunque...puede que para este punto el enojo de Brooke se fuera.

─ Vamos. ─accedió, tomando la mano del coreano, para que así la ayude a salir del armario donde se había escondido.

─ Sí, tenemos que cenar. Hay sopa. ─contó, mientras seguía tomando la mano de la niña mientras bajaban las escaleras.

Ella se ponía a jugar en cada escalón, tratando de hacer el camino a la primera planta lo más lento posible. Glenn lo había notado, pero no le dijo nada, por miedo a que vuelva a ese armario y no coma.

Alaska por fin soltó la mano de Glenn, y mientras se sentaba alrededor de la mesa, se ajustó su chaqueta. No perdía de vista a su hermana mayor, que quitaba de la chimenea un par de latas de sopa, que luego repartió en tres platos.

Ya era de noche, muy tarde, a decir verdad. Alaska había estado encerrada un par de horas en ese armario, jugando con un marcador que había, pintando en las paredes. Incluso había ido a Narnia y regresó, pero le borraron la memoria para que no le pudiera contar el secreto a nadie. Es muy duro ser héroe.

La puerta principal y algunas ventanas ya habían sido reforzadas con tablas, sin embargo, el ruido que emitían los caminantes sumado al de la lluvia era muy molesto.

─ Sé que tú y la sopa se pelearon desde que Nirvana le agregó curry y descubrimos que eres alérgica, pero debes comer. ─dice Brooke, sonriendo levemente al ver que su hermana solo removía la sopa y no comía.

─ ¿Es tu manera de ser amable y disculparte?

─ ¿Evitar que mueras de hambre? ¿Crees que esa es una disculpa? ─enarcó una ceja ─. No, Alaska. Yo no hice nada malo. Mi obligación es mantenerte viva, y eso es lo que hago.

─ No eres mamá.

Que Alaska dijera eso le dolió un poco a Brooke. Tal vez porque ella había sacrificado la mayor parte de su vida para que sus hermanas siguieran viviendo como antes de la muerte de su madre y el "abandono" de su padre.

De todas formas, decidió no continuar comiendo, aunque lo hizo rápido. Apenas terminó su sopa, se levantó y se fue a la cocina, diciendo que desde ahí revisara que tan cerca se encontraban los caminantes, y claro, cuántos había.

Glenn se quedó con Alaska, y prácticamente obligaba a la niña a comer.

─ Cuando mamá murió, mi familia se murió con ella. Mis hermanos odian a mi padre, y yo soy igual a él. Ellos extrañan a mamá, y dicen que yo heredé su esencia.

─ Tus hermanos te quieren. ─murmuró Glenn.

─ Soy lo suficientemente inteligente como para saber que mi familia no estará junta de nuevo...y todo es mi culpa.

─ Pero eres solo una niña, ¿cómo podría ser tu culpa?

─ Siento que es mi culpa. Se siente así, ¿sabes?

Alaska decidió no hablar más. Solo por órdenes de Glenn comió un poco más de la sopa, y luego se fue al sofá. Se ajustó bien su chaqueta para que no tuviera tanto frío, y luego se acurrucó contra unos cojines. Ella no podía dormir, así que escuchaba cómo Glenn y Brooke planeaban qué harían mañana por la mañana, cuando esto termine.

Con mucho cuidado de que no la noten, sacó la única fotografía que había logrado recuperar. La admiro por un buen rato.

Ellos también eran una familia como la de ella.

Y ahora estaban muertos . . .





















Brooklyn se había sentado en el mostrador de la cocina, Glenn estaba frente a ella, pasando sus brazos alrededor de su cintura. Los dos chicos estaban sin hablar, solo escuchaban cómo la tormenta cada vez era más intensa.

─ ¿Cómo estás? ─preguntó Glenn, en un intento vago de conversación.

─ Como siempre.

─ La verdad.

─ Me siento extraña ─confesó por fin ─. Nunca me gustó estar peleada con mis hermanas. Es decir, con Leo era fácil porque nunca lo veía, y Nirvana es muy obediente...

─ Pero Alaska fue difícil.

─ Ella nació con ideas liberales en su cabeza ─sonrió Brooke, recordando un poco a su madre ─. Siempre queriendo salvar el mundo, y pensando mucho en cómo se sienten los animales y las personas. Una semana después de la muerte de mamá, mi tío, al enterarse de que Alaska no podía dormir, le regaló un pequeño peluche de tortuga. Lamentablemente, perdió cuando salimos huyendo de la casa. Me sorprende que Alaska nunca lo reclamara.

─ Como dijiste, ella piensa en las personas. No quería ser un problema.

─ Pero eso está mal. Ahora está mal.

─ No está mal que siga siendo una niña. Carl y Aleen son igual.

─ Ella se aferra a una persona que ni siquiera conoció. Ella confía en las personas, y eso ahora le podría costar la vida.

─ Yo sigo confiando en las personas. Salve a Rick en Atlanta, porque pensé que alguien haría lo mismo que yo si estuviera en peligro.

Brooklyn no supo qué decir ante eso, tan solo negó repetidas veces. Necesitaba que su hermana dejara de confiar en las personas, que dejara de ver por los demás antes que ella. Y si para eso necesitaba ser la mala del cuento, pues seguiría siéndolo. Si significaba que su hermana seguiría viva, lo haría.

Se bajó del mostrador y fue hasta la sala. Se aseguraría de que su hermana duerma y luego ella también descansaría. Glenn haría guardia.

─ Aún tienes las fotos. ─murmuró Brooke, al ver cómo su hermana revisaba una fotografía.

La niña enseguida tomó la foto y la metió dentro de su chaqueta, como si tratara de protegerla de la maldad de su hermana.

─ ¿Por qué te importa tanto? ─preguntó, frunciendo el ceño

─ Porque idealizas mucho las cosas, Alaska ─me respondió ─. Las cosas no son iguales. El mundo cambió, y tal vez antes estaba bien que veas el mundo bajo esos ojos, pero ahora ya no. Esa gente ─señaló la chaqueta de su hermana, donde guardó la fotografía ─, ya murió. A veces pasa. Y que tengas esa foto no va a cambiar su estado.

─ Es decir, ¿estás siendo mala por darme una lección? ¡Eso es tonto!

─ Intento enseñar...

La menor pegó un brinquito, y no fue por la voz de su hermana. Una gran rama había impactado contra una de las ventanas, rompiéndola en su totalidad y causando un horrible ruido y haciendo que entre una gran ráfaga de aire.

Alaska se cubrió los oídos con las manos, y abrió los ojos de par en par por la impresión que le causó ver a un caminante salir volando por la tormenta.

Glenn corrió hacia las chicas Miller, y tomó en brazos a la más pequeña.

─ ¡Al sótano! ─gritó.

Se las arregló para abrir la puerta con una sola mano. Dejo que Brooke entrara primero y luego él entró con Alaska.

Los tres se quedaron mirando los estragos que había dejado la tormenta en este lugar, que se encontraba repleto de agua. Por lo menos, la mitad del lugar estaba inundado, incluso llegaba hasta los escalones donde ellos estaban.

─ ¡Esto no funciona! ─soltó Brooke luego de analizar la situación ─. ¡Vamos!

Ella volvió a subir, pero cuando estuvo a punto de llegar a la puerta de salida, otro ruido estridente se escuchó. La puerta se cerró con fuerza a causa del viento, y con ello ocasionó que una parte de la cabaña se cayera en la entrada del sótano, dejándonos sin salida.

─ No hay salida. ─balbuceó Alaska.

─ No por dónde entramos, pero ahí hay otra. ─Glenn señaló una trampilla con su dedo, indicé, y luego dejó a Alaska encima de unas cajas, porque de otra forma, el agua le llegaba hasta los hombros.

El coreano comenzó a avanzar hacia aquel lugar. Él empujó una y otra vez aquella trampilla de metal, pero esta parecía no ceder, como si estuviera bloqueada desde afuera con algún tipo de seguro.

Así que oficialmente estábamos encerrados.

Brooke, en un intento de tener esperanzas, se acercó donde estaba Glenn, y lo ayudó a seguir empujando aquella trampilla, incluso terminaron con los nudillos rojos, pero todo era inútil. El agua solo seguía subiendo, dejándolos sin muchas opciones.

─ Ven aquí. ─señaló Glenn, avanzando hacia Alaska para llevar a un lugar más alto. la dejó encima de un pequeño estante, era lo mejor que tenían ahora. La cabeza de la niña casi rozaba el techo del sótano,por ahora estaría segura, pero deberían encontrar una salida pronto.

Glenn y Brooke se colocaron encima de unas cajas. Se sentía tan mal ver cómo el agua seguía subiendo y ellos estaban ahí, sin poder hacer nada para escapar.

Les ponía nerviosos escuchar los ruidos del exterior. Como ramas crujían, como cosas se estrellaban contra otras... Y los ruidos de los caminantes haciendo de las suyas. Porque este mundo le pertenecía a ellos, los humanos nunca más lo podrían recuperar. Solo debían jugar bajo sus reglas.

Pero de un momento al otro, aquellos ruidos fueron cambiados por la desesperación de una niña.

─ No quiero morir. ─soltó ella entre lágrimas.

Ver el agua subir a cada segundo la ponía nerviosa. Tenía frío, estaba asustada, extrañaba a su familia... Extrañaba tener un lugar seguro donde estar.

─ Lo sé, pequeña ─murmuró Glenn, quien miraba a todos lados ─. Pero no moriremos...esto pasara...solo espera.

Pero Alaska ignoró lo que Glenn decía; en su lugar, miró a su hermana.

─ Lo siento, Booke. L-lo siento por hacer tu vida tan mala.

Brooklyn no sabía qué decir. Sentía que le había fallado a su madre. Que había errado en cuidar a sus hermanas tal y como había prometido. Que Nirvana probablemente este muerta, y esta noche Alaska también lo estará. Se sentía inútil, triste...

Y ella no sabía cómo manejar sus emociones.

Alaska creí genuinamente que iba a morir. Y se comenzó a desesperar porque su hermana no le respondía. Dentro de ella no cabía la idea de que su hermana la odia...es decir, todos los hermanos pelean, pero luego se quieren. sin embargo, últimamente comenzaba a pensar que Brooklyn solo la veía como una mascota a la cual no debe dejar morir.

─ ¡Di algo!

─ ¡Cállate!

─ ¡No! ¡Dime! ¡Necesito saber por qué eres así conmigo! ¡No te hice nada!

Los puños de Brooke estaban apretados, su pecho comenzaba a subir y bajar con brusquedad, como si estuviera conteniéndose de decir o hacer algo.

─ ¡Brooke! ─gritó Alaska ─. ¡¿Es porque te recuerdo a papá?!

No pudo evitar preguntar. Pero, efectivamente, había tocado el hilo sensible. Había pisado el palito. Había activado el detonante para que su hermana acabara con su voto de silencio.

─ ¡Sí! ¡Me recuerdas a todo lo que odio de papá y a todo lo que extraño de mamá!

La niña parecía olvidarse de cómo pararse siquiera. Perdió el equilibrio, y si no fuera por Glenn hubiera caído al agua. Ella no podía ver nada, las lágrimas que caían sin control le nublaban la vista. Estaba de puntillas, y tenía su cabeza inclinada hacia atrás porque el agua ya estaba a punto de cubrirla.

Brooklyn ya se había resignado. Decir que ver la expresión de Alaska no le dolía sería mentir. Sabía que le había hecho daño a su hermana menor, y no habría vuelta atrás, y menos si no salen de aquí.

─ N-no quiero convertirme en esas cosas. ─murmuró Alaska.

─ Vamos a salir.

─ ¿Y si no?

─ Yo te haré salir ─prometió Glenn ─. Sujetate.

Se las arregló para tener a Alaska en brazos mientras avanzaba por el agua, ayudándose de las maderas del techo. Una vez llegó a cierta parte,se detuvo un segundo para mirar a todos lados en busca de una salida o una señal divina.

─ ¡¿Adónde vas?! ─Brooke gritó atrás.

Glenn la ignoró. En su lugar se impulsó un poco para llegar a aquella esquina donde había una pequeña trampilla por donde se colaba un rayo de luz de luna, y también por donde entraba el agua. Ellos antes no habían considerado esa salida, ni siquiera la habían visto, estaba cubierta por más muebles y otras cosas que se fueron moviendo por el agua.

Él le pidió a Alaska que se sujete del techo por un segundo, y luego, sin pensarlo, le dio un gran golpe a la trampilla con su codo. La mitad de esta se rompió, era demasiado pequeña, pero tal vez lo suficiente para que Alaska pudiera salir.

─ ¿Podrás salir por ahí? ─le preguntó Glenn ─. Eres la única que cabe por ahí.

La niña se mordió el labio, y luego asintió repetidas veces.

─ Bien. ─Glenn se quitó la chaqueta y la puso contra la parte rota, donde había restos de cristal.

Luego se regresó hacia la niña, y mientras se apoyaba en varias cosas que encontraba, la alzó lo más que pudo, ayudándola a pasar por aquella trampilla, y cuidó que no se cortara con los vidrios.

Alaska se sujetó de lo que pudo ahí afuera, y con ayuda de Glenn (que la empujaba desde las plantas de sus zapatillas), logró salir de ahí.

El viento corría con fuerza. El ruido de la tormenta se escuchaba más fuerte aquí afuera. Los caminantes estaban en lo suyo, les distraían otros ruidos que no habían visto a la niña. Ella se abrazaba a sí misma, sentía mucho frío, temblaba y tiritaba. Sin embargo, eso no le impediría olvidarse de las dos personas que quedaron en aquel sótano. Así que giró y se colocó de rodillas frente a la trampilla.

Le sorprendió ver que la persona que estaba ahí asomada no era Glenn.

Era Brooke.

La chica le ofrecía el cuchillo a su hermana.

Sobrevive.





















Alaska no sabía qué hacer, no sabía a dónde ir. Ni siquiera tenía su mochila o algo parecido. Ella había ingresado al bosque con cuchillo en mano, no lo había guardado en su bolsillo (ni se atrevía a hacerlo). Le daba tanto miedo toda esta situación que cada vez que escuchaba un ruido fuerte estaba a punto de subirse en un árbol.

Al menos hasta que recordaba que con este fuerte viento estos salían volando, y probablemente ella también lo hará si se sube a uno de ellos.

Brooke tenía razón en algo: Alaska es como su madre.

Vienna Miller siempre estaba metida en alguna campaña a favor de la humanidad, velando por los derechos o trabajando de voluntaria en un hospital. La mujer había abandonado desde muy joven el pueblo donde creció, dejando a su hermano y a sus padres solos para seguir con sus propios ideales: enlistarse en el ejército o seguir una carrera de salud (tiene sentido que sus hijos mayores eligieran esos caminos).

Ella no era una superhéroe, pero trataba de serlo. Poco después de ingresar a la facultad de medicina descubrió que estar encerrada por seis años en un salón de clases no era suyo, así que se enlistó en el ejército, donde conoció a su cuñado, y eventualmente, a su esposo.

El punto de todo esto es que Alaska escuchó muchas historias sobre su madre (ya que no la recuerda mucho). La niña siempre quiso ser esa mujer que hace un poco de todo, ser alguien que las personas recuerden...ser un héroe como su madre.

Ella guardó el cuchillo en su pantalón por un segundo, y se ajustó bien su chaqueta, para que así no salga volando. Por seguridad, volvió a tomar el arma que tenía y corrió hacia aquella cabaña.

"Seré un héroe"





















Glenn y Brooke estaban abrazados. Ellos lo hacían para no caerse del lugar donde estaban subidos, o tal vez porque estaban resignados a morir y no querían hacerlo solos ni peleados entre ellos porque son lo único que tenían en este momento. Sin embargo, ellos no se habían quedado todo el tiempo cruzados de brazos esperando a que el agua suba hasta arriba del todo.

Habían evaluado sus opciones, de hecho, habían visto el lugar por donde salió Alaska...y por ahí era imposible. Incluso si rompían el resto de la trampilla no cabrían por ahí, tendrían que romper parte de la pared y eso los lastimaría mucho.

─ L-Lo siento...

─ Las disculpas eran para Alaska. ─señala Glenn, sujetando bien a Brooke.

─ Lo siento por siempre, tratarte tan mal...

Brooklyn nunca había tenido miedo a morir. Nunca le había tenido miedo a los caminantes, siempre había pensado que los hombres vivos eran más peligrosos que ellos. De hecho, se había adaptado muy bien al apocalipsis, con sus bajas y altas.

Glenn, en el pasado, una vez le dijo que esto era por la libertad que el nuevo mundo le ofrecía. Que ahora se quitaba muchas de las responsabilidades que significaba ser cabeza del hogar, descubriendo que ser libre era lo que le gustaba. Era un completo alivio.

─ Y ahora vamos a morir ─murmuró ella, abrazando fuertemente al chico ─...Leo me odia... Alaska también... ¡No sé si Nirvana está viva!

Glenn se separó un poco de Brooke, para así poder verla a la cara ─ Al menos logramos que Alaska escape, ¿no?

Sonrió de lado, lo cual sorprendió a la chica.

─ No sé tú, pero yo aún tengo la esperanza de que cuando el agua suba un poco más, una parte del techo caerá y nos dará espacio para salir... Solo esperemos que no sea la parte que está encima de nosotros. ─se encogió de hombros e hizo una mueca graciosa.

Brooke no pudo evitar reír, incluso entre tantas lágrimas que estaba derramando.

Los dos se volvieron a abrazar. Porque a pesar de que tenían un poco de esperanza aún en su corazón, sabían que eso no sería cierto, y si lo fuera, lo habría una pequeña posibilidad.

Por otro lado, Alaska ya había llegado a la cabaña. Se detuvo un segundo frente a la trampilla por donde salió, viendo a Glenn y Brooke. Hizo una muequita de lado pero no tuvo tiempo de pensar en cómo abrir la puerta del sótano, ya que los caminantes la notaron.

Corrió hacia adentro, subiendo las escaleras a toda prisa y encerrándose en una habitación para que los caminantes que la seguían no la atrapen tan rápido. Soltó un gran suspiro y comenzó a pensar, saliendo al balcón.

Apoyo sus manos en la baranda, mirando hacia abajo y viendo la puerta del sótano, cerrada por un par de cadenas y candados.

Apretó sus dientes mientras temblaba de frío, estaba empapada de pies a cabeza.

"Los superhéroes no tienen frío".

Alaska esbozó una sonrisa cuando se le ocurrió una idea. Es decir, no sabía si iba a funcionar, pero valía la pena intentar, incluso cuando sus músculos de superhéroe aún no salen. De todas formas, aun así regresó a la habitación, poniéndose detrás del armario. Comenzó a empujar con todas sus fuerzas aquel mueble hasta el balcón.

Parecía como empujar a un elefante. Así que puso todo de ella, y poco a poco comenzó a moverse.

La niña estaba cansada y sus brazos dolían, sin embargo, no iba a detenerse ahora. Así que siguió con su labor, muy juiciosa por lograrlo.

Unos diez minutos pasaron y Alaska ya estaba a pocos centímetros de lanzar aquel armario por el balcón. Tenía que poner sus manos por las patitas del mueble y alzarlo, para que así cayera directo a la puerta del sótano,y con suerte, rompiera los candados y las cadenas por el impacto.

─ De todas formas aquello no se ve muy nuevo, debe ser fácil de romper. ─murmuró, encogiéndose de hombros, y tomando una gran bocanada de aire antes de agacharse.

Como lo había planeado, colocó sus manos por debajo, haciendo fuerza en piernas y brazos para poder levantarlo. Y lo estaba haciendo, pero cuando ya estaba a unos diez centímetros del suelo, no aguantó y se cayó.

Soltó un grito sin pensarlo, y no solo por la impresión y el ruido emitidos, sino porque una de sus manos estaba sangrando. En la palma de su mano derecha había un rasguño, el cual se había hecho hace unos segundos cuando se cayó el armario.

Eso no la detuvo. Tan solo tiró un poco de la manga de su chaqueta, y la colocó por encima de la palma de su mano. De alguna manera pensaba cubrirla y seguir con lo suyo.

Y así lo hizo.

Cinco minutos después, el armario cayó, y logro ver cómo la cadena salió volando de su sitio. Cosa que hizo a Alaska sonreír, sin embargo, esto no duró mucho. Los caminantes que la habían seguido aquí acaban de romper la puerta, entrando para devorarla.

─ ¡Jamás me atraparán! ─los amenazó, y pensó en acabar con ellos con el cuchillo que Brooke le había dado...pero eran unos seis caminantes.

No iba a poder.

Así que, haciendo algo que nadie le dejaría hacer en el antiguo mundo, se subió a la baranda del balcón y desde ahí se pasó a un árbol cercano. Ayudándose de las ramas, fue bajando poco a poco, asustándose mientras veía a los caminantes de arriba caer poco a poco en su intento de atraparla.

─ ¡Brooke! ─chilló de felicidad, al ver cómo Glenn ayudaba a su hermana a salir.

Estaba a punto de correr hacia ella, darle un abrazo y decirle que no la odia, que podían tener una buena relación de ahora en adelante.

Pero los caminantes le impidieron eso.

Antes de que Brooklyn pudiera hacer algo, vio a su hermana correr hacia el bosque, desapareciendo entre los árboles mientras era perseguida por un buen grupo de no muertos.

─ ¡Alaska! ─gritó, pero era inútil.

Ya no la veía, ya no la escuchaba.

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