𝗲𝗹𝗲𝘃𝗲𝗻. survival instinct
011. ┊໒ ⸼ | 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗘𝗟𝗘𝗩𝗘𝗡 | 🐝•˖*
❛ 𝗌𝗎𝗋𝗏𝗂𝗏𝖺𝗅 𝗂𝗇𝗌𝗍𝗂𝗇𝖼𝗍 ❜
(Dicen por ahí que cada comentario en este cap es un "Lucy, deja a Rosita viva y feliz con Leo")
pdta: es el último cap de esta temp.
"Los últimos días decía que estábamos perdiendo nuestra humanidad. Decía que ya no éramos un grupo. Y la mejor manera de honrarlo, es dejar de lado nuestras diferencias y unirnos. Dejar de sentir lástima por nosotros mismos y tomar el control de nuestras vidas, de nuestra seguridad, de nuestro futuro.
Eso sigue siendo un grupo, demostrémoslo.
De ahora en adelante, lo haremos a su manera. Así lo honraremos."
Alaska no había nacido con una mente privilegiada como la de su hermana mayor, Brooke, pero tenía lo suyo, podía retener información, mucha información. Un don que cualquiera quisiera tener, cualquiera menos ella. Bueno, no todo el tiempo. Ella creía que si pudiera tener un botón con el que pudiera apagar su habilidad, sería excelente.
Ella podía recordar cada palabra que salió de la boca de Rick Grimes durante la ceremonia que le habían hecho a Dale. Y esas palabras la persiguieron por el resto del día. No solo eso, sino también el hecho de que había reconocido al caminante que había asesinado a aquel anciano.
La tristeza en el rostro de Alaska no había pasado desapercibida para Leonard. Alaska nunca había sido de esas niñas tristes, siempre estaba moviéndose de un lado al otro, nunca estaba quieta, pero hoy fue diferente. Así que su instinto le hizo ir a ver a Shane, de todas formas, tenía una conversación pendiente.
Revolvió el cabello rubio de Alaska, haciendo que la niña al menos hiciera una mueca. Era algo, pero no suficiente. Soltó un suspiro y fue a buscar a Shane Walsh. No fue muy difícil encontrarlo, lo difícil fue no pensar en qué pasó con aquel niño, Carl Grimes. Parecía que le reclamara al hombre algo. No estaba seguro, no había escuchado toda la conversación.
─ Nunca volveré a tomar otra arma.
─ Esa no es una opción.
─ ¡Devuélvesela a Daryl! ─gritó Carl, comenzando a irse de ahí.
Pasó junto a Leo, pero no pareció notar su presencia.
─ ¿Podemos hablar?
─ Claro, chico.
¿Cómo empezaría? No estaba seguro. Aquella noche en la escuela había sido traicionado por el hombre que tenía al frente. Había pensado en un primer momento que había sido porque estaba asustado, no todas las personas están hechas para el apocalipsis... pero cuando vio lo que le hizo a Otis, supo que Walsh no era un hombre bueno, pero tenía una debilidad. No estaba seguro si aquella debilidad era Rick, o eran los niños Grimes. Pero sabía que no haría nada más en la granja.
─ Aunque creo que yo debo hablar primero ─la voz de Shane interrumpe sus pensamientos─. Lo siento.
─ ¿Por usarme de carnada o por poner a una niña de diez años asustada frente a caminantes?
─ Quería que aprendas a defenderte.
─ Es una niña, y en todo caso, no es tu deber.
─ No veo que su papá esté aquí ─suelta, pero de inmediato se da cuenta de sus palabras y trata de corregirse─. Lo siento, otra vez.
─ Lo de alejarte de mis hermanas sigue en pie. Y sé que probablemente Rick no me crea cuando diga lo que hiciste, pero me arriesgaré si te atreves a hacer algo.
Las cosas que le dijo a su hermana menor, eso de "así no se conserva la humanidad", solo fue una forma bonita de explicarle a una niña que él se encargará de todo. Shane no era de confiar, parecía ser una bomba que estallara en cualquier momento, y él quería estar lejos de la explosión cuando sucediera.
Había investigado algunos lugares a donde ir. Quizá incluso unas semanas a la deriva, y luego encontrar un lugar, no estaba seguro.
─ No me acercaré a ninguna.
─ Más te vale, o no dudaré en matarte.
─ No, Leonard. Tu hermanita no esta así por mi. Ella y Carl se vieron involucrados en algo...
Dijo Shane cuando vio al chico Miller irse.
─ ¿Que estas diciendo?
El lugar era tranquilo. Glenn se había encargado de eso. Había venido al granero, un lugar ahora vacío y lo suficientemente cerca del campamento como para no preocupar a ninguna de sus hermanas. El coreano tenía otras cosas que hacer, ayudar al grupo, quizá hablar con Brooke de por qué la estuvo alejando desde que regresó del bar, pero no pudo negarse cuando vio a Alaska triste y pidiéndole que le siguiera enseñando a tocar.
─ ¿Qué cantas?
─ Tarareo ─corrigió la menor, y luego hizo una mueca de lado ─. Y la verdad no sé, creo que mis hermanas me la cantaban en la casa, pero no recuerdo la letra.
─ Linda melodía.
─ Podrías preguntarle a Brooke, pero, oh, cierto, no te hablas con ella.
─ Alaska.
─ Perdón, no pude evitarlo ─confiesa ella ─. Brooke odia al noventa y nueve por ciento del mundo. Nuestra familia, Casey, sus escritores favoritos y tú entran en ese único uno por ciento.
Glenn no pudo evitar preguntar. No había escuchado nunca de ningún Casey.
─ ¿Quién es Casey?
─ Su mejor amigo. No lo hemos visto desde que los muertos revivieron.
Ambos se quedaron callados, pero no fue incómodo. Glenn le explicó dónde colocar sus dedos para descubrir más acordes.
─ Y con tus dedos aquí haces...
Glenn paró de hablar cuando vio a Brooke subiendo las escaleras del granero. La chica le hizo una seña, y entonces, él revolvió el cabello de Alaska y se fue.
Sin embargo, Brooke no vino sola, vino con Leo. Sí, una extraña combinación que se había formado tras una extraña charla, donde descubrieron que tenían al menos una cosa en común: el amor por sus hermanas menores. Así que al ver que la tristeza de Alaska, o al menos su actitud fuera de lo común, seguía así, decidieron venir a ver qué le pasaba.
─ ¿Qué hacen aquí?
─ Queríamos hablar contigo.
─ ¿Los dos? ─preguntó, frunciendo el ceño mientras jugaba con las cuerdas de la guitarra ─. ¿Juntos...?
Ambos se miraron. Sí, era extraño. Alaska nunca había experimentado que ellos se llevaran bien, así que les parecía normal que ella estuviera confundida.
─ Solo queremos hablar de cómo estás.
─ ¿Por qué? ─balbuceó.
─ Ya sabemos que cada uno te enseñó a defenderte a su manera, así que queremos que tengas esto.
Brooke sacó de su bolsillo un revólver, aquel con el que Leo le estuvo enseñando todo este tiempo. Era un arma ligera, que para una niña está muy bien... Sí, eso sonó raro, pero es la realidad. Triste y cruel realidad.
─ Sigo sin entender.
─ Necesitas defenderte si quieres seguir viviendo ─le dice Brooke ─. No necesitas hacerlo en secreto, puedes tenerlo en tu porta armas. Ya lo conversamos con Hershell y él está de acuerdo.
─ Además, sabemos que puedes diferenciar entre lo bueno y lo malo. Y si no, puedes preguntarnos, estamos aquí para ti.
Se quedaron callados, viendo cómo Alaska analizaba el pequeño revólver y el porta armas que le habían dado. La niña se lo colocó en la pierna, aún no estaba segura si esto había sido la cosa más cuerda que sus hermanos habían hecho, pero lo aceptaría.
─ Lo que le pasó a ese hombre, a Dale... no tuvo que ver contigo.
─ ¿Carl te dijo?
─ Shane. ─respondió Leo.
Alaska miró al suelo, no podía evitar pensar en lo que pasó, cómo fue su culpa de alguna extraña manera.
─ Dale murió, y yo pude evitarlo.
Brooke estiró su mano, tomando la de Alaska y atrayéndola a ella. La sentó en su regazo, de tal manera que quedaba entre ella y Leo.
─ Últimamente pasa eso muy seguido. La muerte. Incluso antes, en el mundo normal. Nosotros mejor que nadie lo sabemos.
Los tres escucharon un ruido atrás de ellos. Giraron de inmediato, y la persona que vieron ahí en serio fue una sorpresa: Derek Miller.
─ La muerte es algo que nos pasará a todos, Alaska ─dijo él, y Brooke estaba a punto de tomar un arma y lanzársela en la cabeza a su padre, sin embargo, Leo lo evitó ─. Debes conocer el mundo. No te pueden cargar cada vez que aparezca el peligro. Tus hermanos no siempre estarán ahí... y yo... no soy la mejor persona sobre la tierra, pero tampoco estaré ahí para siempre. Quisiera que esto sea real, quisiera que podamos proteger tu niñez, pero no es así.
─ Hacemos lo mejor que podemos. ─dijo Brooke, y era la única vez que escuchó a su padre sobrio y diciendo algo que le llegó al corazón.
Así que sus ojos se llenaron de lágrimas, aunque intentó ocultarlo.
─ Lo sé, y estoy orgulloso de ustedes ─abrazó a Nirvana de lado, era a la que tenía más cerca ─. Pero Alaska, Nirvana... ustedes deben saber que la gente morirá. Mamá murió, yo lo haré. Leo y Brooke lo harán en algún momento. Y nadie podrá estar listo para eso, yo no lo estuve cuando Vienna murió, sigo lidiando con la idea de su partida luego de cinco años.
Shane había llegado golpeado al campamento, había dicho que Randall lo había golpeado y que había escapado. Así que Rick se llevó a Leo y a Daryl con él, con el fin de investigar y atrapar a Randall antes de que pudiera ir más lejos y advertirle a su grupo de la granja.
Se separaron en dos grupos. Leonard se fue con Daryl, y luego de unas horas (y cuando comenzó a oscurecer). Ambos estaban seguros de que la historia que Shane había contado tenía al menos la mitad de mentiras. Las huellas, la sangre, nada parecía encajar en la versión que habían oído, y eso solo lo hacía más raro. Pero no tanto como cuando encontraron al caminante de Randall.
Algo estaba mal. Así que regresaron a la casa.
Alaska fue la primera en ir corriendo donde su hermano. Tanto ella como Nirvana se habían rehusado a dormir si es que Leo no regresaba.
─ ¿Rick y Shane no volvieron? ─preguntó Daryl.
─ No.
─ Pero oímos un disparo.
─ Quizá hallaron a Randall. ─señaló Lori.
─ Lo encontramos nosotros, el chico era un caminante. ─contó Leo.
─ ¿Y encontraron a quien lo mordió? ─interrogó Hershel.
Tanto Daryl como Leo comenzaron a contar todo lo que habían descubierto. Cómo Randall no tenía mordidas, cómo había muerto porque le rompieron el cuello.
Lori le pidió a Dixon ir a buscar a Shane y Rick, el ballestero asintió. Sin embargo, apenas puso un pie afuera, llamó al resto. Todo el grupo tenía que ver la gran horda de caminantes que estaba viniendo hacia este lugar, hacia ellos.
─ Quizá están de paso. ¿Deberíamos entrar? ─preguntó Glenn.
─ A menos que esta casa tenga túneles que no conozca, no creo. Esa manada destruirá la casa.
─ Brooke, vamos ─llamó Leo, antes de mirar a su padre ─. No te separes de ellas.
Ambos hermanos mayores se fueron a la habitación junto a la casa, donde dormían. Tomaron la mochila de Alaska y la de Nirvana, metiendo dentro cosas que ellas necesitaban y que habían conseguido, aunque la mayor parte de las cosas eran municiones que Leo había escondido.
─ ¿Confías en Derek?
─ Tenemos que si queremos ayudarlo a cambiar. ─respondió él, mientras se movía por toda la habitación, tomando antes de salir la chaqueta de Alaska.
Cuando regresaron con el resto, les informaron del plan, además, Maggie les dio escopetas a ambos Miller y finalmente arrastró a Leo consigo a una camioneta, para así distraer a los caminantes de la granja, y claro, matar a algunos.
Nirvana sabía manejar un arma, así que sin otra opción, ella se terminó yendo con Travis. Derek por su parte, se fue con Andrea y T-Dog. Será un padre pésimo, pero no podían negar la puntería que tenía.
Alaska se quedó con Lori y Carol, estaban buscando a Aleen y Carl. Ambos niños parecían haber desaparecido de la faz de la Tierra.
─ Quizá se fueron a buscar al señor Grimes.
El comentario de la niña pareció no tranquilizarla. Así que solo comenzó a gritar el nombre de sus hijos mientras esperaba que Carol saliera de la casa con Patricia y Beth.
Lori se dio cuenta de que era inútil llamar a sus hijos, solo tenía que confiar en que estuvieran con su padre, o al menos estuvieran bien. Tomó la mano de Alaska cuando las últimas tres mujeres salieron de la casa, y comenzó a correr con la niña... al menos hasta que un grito la hizo girar. Soltó a Alaska y fue corriendo a ayudar a Beth, que parecía estar en shock mientras veía cómo Patricia había sido mordida durante la huida.
Alaska se distrajo con eso. No se había dado cuenta de que los caminantes estaban muy cerca de ella, así que no tuvo más opciones que comenzar a correr antes de que la atraparan. Ella quería ir con Carol, pero parecía estar en el mismo dilema que ella.
Aunque el rayito de luz pareció ser Andrea... al menos por unos segundos.
Antes de que un caminante se lanzara contra ella.
La mente de la niña comenzó a trabajar a mil por hora, sus piernas tenían que funcionar, debía correr al auto donde estaba Lori... pero cuando por fin comenzó a correr, vio cómo ya habían arrancado. Sin más remedio, siguió con su camino, no se detuvo. No sabía a dónde huir, pero debía seguir corriendo, evadiendo caminantes, porque no le quedaban muchas balas.
Cada instante, su mente le hacía recordar aquellas palabras que decía su hermana mayor cuando estaba aburrida: el instinto de supervivencia.
«Los seres humanos estamos físicamente "programados" para intentar sobrevivir. Este instinto hace que, al percatarnos de un peligro, todas nuestras capacidades se activen y se concentren en tomar decisiones rápidas para mantenernos a salvo.»
Así que ahora, rodeada de caminantes y sin nadie a su lado, lo único que su cuerpo pensaba era en hacer eso: sobrevivir.
Podría llegar al bosque, o al menos a un árbol. Era buena trepando... aunque todo estaba infestado de errantes.
Así que tenía que cambiar mi plan... aunque no tenía nada en mente.
─ ¡Leo! ─grité ─. ¿¡Nirvana?! ¡¿B....?!
Antes de que pueda gritar el nombre de su hermana mayor, alguien la había atrapado. Por un segundo creyó que era un caminante, pero casi de inmediato cayó en cuenta de que era una persona. Aunque no podía ver su rostro, tenía miedo de que fuera alguien malo, quizá Shane. Así que comenzó a patalear con todas sus fuerzas.
Para sobrevivir en este mundo, tengo que luchar.
─ ¡Soy yo, Glenn!
Apenas escuchó eso, dejó de forcejear. Aunque tampoco es que el chico le dio tiempo de hacer o decir algo. Tan solo la levantó en brazos y comenzó a correr con ella como si no hubiera un mañana. Y cuando llegó al automóvil, prácticamente la tiró por la ventana.
─ Oh, gracias a Superman. Brooke. ─suspiró Alaska al ver a su hermana.
La chica estaba paralizada frente al volante, y solo miraba a todos lados con desesperación. No había salida, el hogar que tenían se había destruido, y no sabían dónde estaban sus hermanos. No sabían si estaban vivos.
─ ¡Sal de la granja!
Le gritaba Glenn, pero Brooke negó una y otra vez. Sin embargo, al ver por el espejo retrovisor a su hermana menor llorar, mordió su labio inferior y volvió su vista al frente. Pisó el acelerador a fondo y salieron de la propiedad.
Brooke apenas podía mantener sus manos firmes en el volante, pero insistía en no detenerse. Su respiración era errática, sus ojos estaban hinchados por el llanto que intentaba contener, y las palabras salían de su boca como un susurro tembloroso.
─ Dios mío... Dios mío... ─repitió, más para sí misma que para los demás.
Alaska la observaba desde el asiento trasero. Su mundo parecía haberse reducido a un punto: las rodillas que abrazaba con fuerza contra su pecho. La mirada perdida en el horizonte y los pensamientos oscuros que la atormentaban no dejaban espacio para procesar el caos a su alrededor. Solo cuando Brooke habló, se dio cuenta de lo lejos que estaban ya de la granja.
─ Bien... demos vuelta en la autopista ─ordenó Glenn, su tono calmado pero firme, como si con eso pudiera transmitirles seguridad.
Brooke asintió automáticamente, aunque sus ojos seguían llenos de lágrimas. Alaska no podía apartar la vista de su hermana. La imagen de Brooke, siempre tan fuerte, ahora rota y al borde del colapso, la estremeció. Esa vulnerabilidad era nueva, aterradora.
─ Alaska... ─Brooke giró ligeramente la cabeza, su voz apenas audible ─. ¿Viste a Leo? ¿A Nirvana?
La pregunta golpeó como un puñal. Alaska tragó saliva, sintiendo cómo el peso de la culpa se acumulaba en su pecho.
─ No... ─murmuró, su voz quebrándose ─. No regresaron a la casa después de que salieron a ayudar.
Las palabras eran casi un susurro, pero el eco de su desesperación llenó el espacio como un grito. Se aferró a sus piernas con más fuerza, como si abrazarse pudiera protegerla de la realidad.
─ Debemos regresar por ellos. Por papá también. No podemos dejarlos. ¡No podemos!
Glenn, desde el asiento del copiloto, giró la cabeza hacia ella, sus ojos oscuros llenos de una calma forzada.
─Tus hermanos son fuertes, Alaska ─intentó tranquilizarla ─. Y no estaban solos. Estoy seguro de que, al igual que nosotros, salieron vivos de ahí. Solo necesitamos mantener la calma, ¿de acuerdo?
Pero ninguna de las dos podía calmarse. Brooke apenas veía la carretera, y sus labios se movían constantemente, como si rezara o murmurara nombres que solo ella podía escuchar. Alaska observó su reflejo en el espejo retrovisor: los ojos de Brooke estaban vidriosos, y aunque sus lágrimas caían en silencio, el temblor de sus manos era incontrolable.
─ Detén el auto. ─pidió Glenn de repente, su voz cortante.
Brooke negó con la cabeza, apretando el volante con más fuerza.
─ Estoy bien. Puedo seguir...
─ Brooke, detén el auto. ─repitió, esta vez con más firmeza.
El auto disminuyó la velocidad hasta detenerse al costado de la carretera. Las manos de Brooke soltaron el volante de golpe, y por un momento, simplemente se quedó ahí, mirando al frente, como si todo su ser se hubiese apagado. Glenn abrió la puerta y salió rápidamente, rodeando el auto para cambiar de lugar con ella.
Cuando regresó al asiento del conductor, no encendió el motor. En cambio, giró su cuerpo hacia Brooke. Ella no lo miraba, su rostro escondido tras sus manos, que intentaban ocultar el llanto incontenible. Glenn colocó una mano sobre su hombro, obligándola a enfrentarlo.
─ Brooke, mírame ─le dijo con suavidad, pero con una firmeza que no aceptaba discusión ─. Mírame.
Ella levantó la vista lentamente. Su rostro era un mosaico de emociones: desesperación, miedo, culpa.
─ Lo logramos ─dijo Glenn, sus palabras casi un susurro ─. Estamos vivos. Y estoy seguro de que tus hermanos y tus padres también lo están. ¿Me escuchas?
Brooke asintió débilmente, aunque sus lágrimas seguían cayendo. Alaska, desde atrás, no pudo evitar sentirse pequeña. Ver a Brooke así, tan vulnerable, la llenaba de una mezcla de tristeza y culpa. Ella siempre había sido la fuerte, la que mantenía todo bajo control. Ahora, ambas estaban al borde del colapso.
Glenn tomó la mano de Brooke, que temblaba como una hoja al viento, y luego extendió la otra hacia Alaska. Sus dedos eran cálidos, un recordatorio de que no estaban completamente solas.
─ Escuchen ─continuó, con una determinación que parecía inquebrantable ─. Si no los encontramos con ellos, las protegeré. A ustedes dos. Pero para eso, necesito que confíen en mí. ¿De acuerdo?
Brooke lo miró durante unos segundos, sus labios temblando antes de formar una leve sonrisa.
─ Por alguna razón... te creo ─murmuró.
Alaska también sonrió, aunque fuera débilmente. En ese momento, lo necesitaba. Necesitaba algo, cualquier cosa, que la hiciera sentir que todo podría estar bien.
Glenn arrancó el auto, y mientras la carretera se extendía frente a ellos, Alaska miró por la ventana, preguntándose si volvería a ver la granja, a su familia, a las personas que amaba. El miedo seguía ahí, pero al menos, por un instante, había algo parecido a la esperanza.
[end season one of Heart of Glass]
▬▬ 𝗟𝗨𝗖𝗬'𝗦 𝗦𝗣𝗔𝗖𝗘 🐝
(miren lo que hice)
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Personalmente amo a Aleen y a Leo. Son mis protegidos.
▬ With love, Lucy Rhee (Dixon)
▬ palabras; 3424.
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