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Capítulo 19


AIRE 1

Días después, comienzan con aire.

Louis se pasa toda la tarde preparando el interior de su hogar mientras Harry trabaja. Aparta el sofá y la mesita de café a un lado de la sala para crear su propio nido con todas las mantas y almohadas que encuentra por la casa, tomándose su tiempo en que el nido quedara lo más bonito y cómodo posible. También abre todas las ventas para que el aire frío de principios de diciembre estuviera presente en todo el lugar y se asegura de encender la chimenea para que el rizado no tenga frío al llegar.

Había comprado los regalos necesarios para la ocasión, su hogar olía a incienso de café y al aire fresco con toques de lluvia, ya que había estado lloviendo la mayor parte del día. Y cuando termina de colocarlo todo, se detiene a mirar a su alrededor, satisfecho por cómo había quedado.

No puede evitar sonreír, porque de verdad estaba haciendo eso. Y es que Louis realmente no se había dado cuenta de lo congelado que su corazón realmente estaba hasta que Harry llegó y lo derritió, dándole vida y pulso. Dandole una perspectiva diferente a todo en lo que creía.

Finalmente, cuando se dispone a dar los últimos retoques perfeccionistas, el timbre suena, haciendo que Clifford se levantara de su cama en una esquina de la sala y ladrara alegre mientras corría hasta la puerta.

Y Louis sonríe ampliamente, sabiendo que debía ser su bonito chico de ojos verdes.

Pero más allá de la realidad, al abrir la puerta se topa con aquellos ojos grises que pensó que nunca más vería, aquellos que solo aparecían en sus malos sueños. Ethan, con su pelo castaño, su perfil delicado, con su piel caramelo, su pecas y su cuerpo delicado.

Y Louis siente que todo el mundo se detiene, que de repente, se encuentra dentro de una de sus horribles pesadillas.

—Hola, Louis. -Su voz había cambiado, ahora era más dulce y leve pero sin embargo revuelve por completo el estómago de Louis-

Su rostro se vuelve completamente pálido, sus ojos azules lo miraron con odio, frío, y rencor. Recuerdos horribles de una noche borrosa lo invaden, y se da cuenta que esto es mucho peor que todas las pesadillas que ha tenido nunca.

Porque esto es real.

—¿Que haces aquí? Vete. -Escupe con rabia, a pesar de que su voz suena más débil de lo que le gustaría.-

Ethan aprieta los labios, jugando nervioso con las mangas de su suéter.

—Tienes que escucharme, sé que hice las cosas mal pero tienes que escucharme.

El alfa no puede evitar soltar una pequeña risa irónica, sintiendo como la ira quemaba cada parte de su cuerpo.

—No tengo absolutamente nada que escuchar, no quiero saber nada de ti.

Ethan tiembla levemente por la brusquedad del castaño, pero se mantiene allí, mirando a Louis con lastima y arrepentimiento.

—Va a lastimarte, tengo que decirte algo sobre él.

—¿De que hablas? -Los ojos de Louis lo miran con desprecio su alfa gruñia y tan solo quería olvidar que alguna vez conoció a aquel chico de apariencia amable y delicada-

—Harry -Musita, con determinación en su mirada, seguro de cada palabra que salía de sus labios.- No es quien dice ser.

La ira lo consume rápidamente, sin poder creer que tuviera el descaro de presentarse allí después de todo y hablar de su chico como si lo conociera de algo.

—No te atrevas a hablar de él.

Ante aquellas palabras, Ethan asiente, con una mueca de decepción en su rostro.

Y Louis realmente no puede creérselo.

—No digas que no te he avisado. -Es lo último que dice antes de darse la vuelta.-

Y tras eso, se va. Dejando a Louis con un dolor en el pecho, un nudo en la garganta y un recuerdo borroso de un pasado, en el que se sentía feliz junto a esos ojos grises que ahora solo causaban dolor y rabia.

***

Cuando Harry llega a casa de Louis aquella tarde, sabe enseguida que algo anda mal cuando es recibido por aquellos ojos fríos que hacía tanto tiempo no veía, y con el castaño completamente tenso.

Le sorprende la forma en la que el calor y el cariño se habían esfumado en la mirada del castaño, y ahora solo quedaba aquello que tanto le había costado eliminar.

—¿Todo bien, Lou? -Pregunta preocupado.-

Pero Louis no dice nada, tan solo asiente y lo deja entrar.

Harry se quita la chaqueta para colgarla en el perchero de la entrada, caminando seguidamente hasta la sala, donde un montón de mantas y almohadas descansaban sobre el frío suelo, justo enfrente de la chimenea ya encendida. Había incienso y hacía un poco de frío debido a que todas las ventanas estaban abiertas, pero todo se veía acogedor y cómodo.

Harry no puede evitar sonreír mientras mira a su alrededor con ternura, imaginarse a Louis trabajando en que aquello estuviera perfecto solo derrite su corazón.

—Ten, cámbiate. -El alfa dice, entregándole un conjunto de ropa.-

El rizado hace una mueca ante la voz fría de Louis, pero no dice nada al respecto. Se limita a tomar la ropa que el castaño le entregaba y dirigirse al cuarto de baño. En sus manos se encontraban unos pantalones de chándal de color gris y una sudadera marrón que a Harry le quedaba un poco grande.

Cuando termina cambiarse sonríe felizmente al mirarse al espejo, llevar la ropa del castaño le hace sentir bien, sentir un calor agradable en su interior.

Y antes de salir del cuarto de baño, huele con fuerza la sudadera, queriendo mantener el olor a tierra mojada y café de Louis en sus fosas nasales eternamente.

—Te queda mejor que a mi -Louis dice con una pequeña sonrisa cuando lo ve entrar en la sala de nuevo-

El castaño lo esperaba sentado sobre el nido de mantas y almohadas, frente a la chimenea, mirándolo con cariño.

—¿Si? No me sorprendería, si a mi me queda un poco grande no me imagino como se verá en ti.

Louis rueda los ojos, pero mantiene una pequeña sonrisa en sus labios que hace que Harry se siente mucho mejor.

—Todo en mí se ve genial.

—Estoy de acuerdo.

Louis sonríe mirando como el rizado sigue de pie frente a él, jugando con las mangas de la sudadera como si estuviera nervioso.

—Ven aquí, ratón.

Harry sonríe, finalmente sentándose en el acogedor nido. Louis no parece muy satisfecho con tenerlo al lado, así que toma al rizado por la cintura para colocarlo sobre su regazo.

—Te extrañé. -Dice en voz baja, escondiendo su rostro en el hueco del cuello de Harry.-

El corazón de Harry late con fuerza en el interior de su pecho ante las palabras y el gesto, y no puede evitar sonreír ampliamente.

—Tenía miedo de que no lo hubieras hecho, parecías tenso cuando he llegado. -Susurra un tanto preocupado, comenzando a acariciar el cabello de Louis con cariño.-

—Todo está bien ahora que estás aquí.

Harry no puede evitar sentir una bomba de mariposas explotando y revoloteando en su interior antes de dejar un casto beso en la cabeza del castaño.

—¿Que ha pasado? -Se atreve a pregunta.-

Pero Louis guarda silencio, y el rizado sabe que no va a recibir una respuesta al respecto.

—Mañana no irás a trabajar -Es lo que a cambio dice, evitando la pregunta-

Enseguida, Harry frunce el ceño mientras se aparta levemente para mirar al alfa a los ojos.

—¿Qué? ¿Por qué no?

Louis se encoge de hombros, dejando un beso en la frente del rizado.

—Porque te quedarás conmigo, no trabajarás lo que queda de cortejo.

—Pero...

Louis niega, interrumpiendo al rizado.

—Ya he hablado con Liam, no tienes nada de lo que preocuparte. -Dice, con una pequeña sonrisa dibujándose en sus labios.-

—Está bien. -Acepta el rizado, feliz ante la idea de tener unos días libres donde podía estar al completo con el alfa.-

Y con el sonido de la leña quemándose de fondo y la luz de las llamas alumbrando la habitación, se besan.
Se besan tanto que por un momento dejan de saber donde empiezan los labios de uno y donde terminaban los del otro, se besan tanto que se vuelven uno mientras sus labios quedan completamente hinchados y rojizos.

—¿Como estuvo tu día? -Louis pregunta con la voz ronca cuando finalmente se separan, apoyando su frente con la del rizado mientras sus respiraciones agitadas se entrelazan.-

Harry sonríe, manteniendo los ojos cerrados cuando el alfa mete sus manos dentro de la sudadera para comenzar a dejar suaves caricias sobre la piel en sus caderas.

—Bien, he probado el café de Maya por primera vez y estaba delicioso.

—Por la luna amor -Louis dice divertido- ¿Te gusta el café?

Si el corazón de Harry late felizmente por la forma en la que Louis lo llama "amor", será algo que solo él sabía.

—Él suyo es delicioso, Lou. -Louis soltó una pequeña risa antes de negar.- Oh y también me he encontrado con un chico mientras venía ¿Lo conoces? No lo había visto antes.

Louis se tensa por completo ante aquello último, su expresión feliz y tranquila borrándose completamente.

—¿A un chico?

—Sí, tenía el cabello castaño y ojos grises.

—No sé, posiblemente solo sea un turista perdido.

Pero el rostro serio y la mandíbula tensa de Louis le hizo dudar.

—¿Estas seguro de que va todo bien?

—Todo bien, Harry.

Harry aprieta los labios en una pequeña sonrisa, tomando entre sus manos el rostro del castaño para mirarlo a los ojos.

—Bien, tan solo quiero que sepas que si necesitas hablar estoy aquí para ti.

La sonrisa vuele a los labios de Louis lentamente ante aquellas palabras, sintiéndose maravillado de tener un chico tan maravilloso como lo era Harry. Un chico que definitivamente era el indicado para él.

Porque todo lo que sentía al lado de Harry era correcto. ¿Cómo podría huir de algo que se sentía tan correcto? ¿De algo que le hacía sentir vivo?

—Eres tan maravilloso -Susurra, mirándolo con adoración.- ¿Que he hecho bien para merecerte, ratón?

—Te mereces más de lo que crees, lobito.

—Me basta contigo, solo te necesito a ti.

Y así empieza otra sesión de besos dulces y ansiosos, de besos que expresaban más de lo que las palabras podían.

—¿Te gusta el nido que he preparado?

—¿Nido? -Pregunta un tanto confundido- ¿Esto es un nido?

—Sí, los alfas y los omegas solemos dormir en ellos. Normalmente los hacemos para los omegas embarazados, pero quería hacerlo para ti.

—Me gusta mucho, gracias. -Louis sonríe, satisfecho con la respuesta.- ¿Que vamos hacer en aire?

Harry pregunta mientras colocaba su cabeza en el hueco del cuello del castaño, deleitándose con el olor del alfa y las caricias que este le proporcionaba.

—El aire es la vida después del agua, cuando puedes finalmente respirar. -Louis dice, con una pequeña sonrisa.-Debemos comunicarnos y confiar el uno en el otro.

Pero nada podía salir bien cuando ambos mantenían secretos demasiado pesados como para decirlos en voz alta.

Harry asiente con los ojos cerrados, demasiado cómodo escuchando las palabras del castaño, con las caricias y el olor del alfa, intactos ignorar el pequeño nudo en su garganta que comienza a formarse. De golpe y a pesar del café ingerido, el peso de su largo día comienza a ser demasiado. Estaba agotado, y la necesidad de una pequeña siesta comienza a hacerse presente.

—¿Estas cansado, amor? -Louis pregunta cuando no recibe ninguna respuesta, sonriendo con cariño al notar como el rizado caía lentamente dormido entre sus brazos-

—No, estoy bien -Pero su voz somnolienta le indicaba lo contrario-

—Tus ojitos no dicen lo mismo, cariño. Podemos tomar una siesta

—¿Si? -Pregunta en un susurro, abriendo los ojos para mirarlo.- ¿Y aire?

Louis levanta una de sus manos para acariciar el rostro de su chico.

—Podemos hacerlo mañana, es más importante que descanses.

Harry sonríe con cansancio, asintiendo suavemente.

—Bien, sí, eso suena bien.

Louis entonces sonríe ante la imagen del chico, que mantenía sus ojos cerrados y sus labios entre abiertos mientras lo coloca lentamente sobre el nido. Piensa que aire podría esperar, y que su chico primero podía tomar una siesta antes de cenar algo. Así que antes de dirigirse a la cocina lo arropa para seguidamente dejar un pequeño beso en su frente.

—Descansa, precioso. -Susurra.-

Y una vez en la cocina, intenta aquello que nunca antes se había molestado en intentar, cocinar.

Pero una hora después se da por vencido cuando ya había quemado sus dos intentos de cena, malhumorado de no poder preparar algo en condiciones para el rizado. Termina troceando pan, mojándolo en aceite y cortando finas láminas de queso.

Lo deja en una bandeja y lo lleva con cuidado hasta el nido en el que Harry llevaba una hora y media durmiendo.

Deja la bandeja a un lado del nido, acercándose con cuidado hasta Harry para comenzar a dejar suaves caricias sobre su rostro.

Era tan bonito, verlo dormir en un nido que él mismo había preparado, vistiendo su ropa y soltando pequeños suspiros. Louis no puede creerse que sea suyo, que aquel precioso ángel se hubiera fijado en un desastre como era él.

—Ratón, es hora de levantarse, cariño. -Susurra, apartando los suaves rizos de su rostro.-

Al principio Harry suelta varios sonidos en forma de queja, frunciendo el ceño ante la molestia de despertarse. Pero finalmente se despierta pocos segundos después, frotándose los ojos mientras se sienta con cuidado sobre las mantas y almohadas.

Y enseguida sonríe enternecido al ver la bandeja de comida que Louis había preparado.

—Lo siento, no es una buena cena, lo sé, pero soy realmente malo cocinando y... -El alfa dice, mirándolo con una mueca-

Las manos del rizado rápidamente encuentran el rostro del alfa, tomándolo y juntado sus labio contra los suyos para interrumpirlo.

—Es perfecto, gracias. -Susurra cuando se aparta, haciendo que el castaño sonría sinceramente.-

Y lo era, era completamente perfecto porque Louis lo estaba intentando, y eso era más de lo que necesitaba.

Tras la cena, ambos pasan la noche viendo sus películas favoritas entre besos y caricias. Hablaron, rieron y durmieron sobre un nido hecho de mantas, almohadas y amor.

Y con los secretos ocultos bajo llave en el fondo de sus gargantas.

***

AIRE 2

Al día siguiente, Louis despierta a Harry con besos y un desayuno en una bandeja de madera. Todo en la sala seguía oliendo a incienso y a café recién hecho, en la chimenea quedaban las cenizas aún prendidas pero consumidas de la noche anterior y Harry se encontraba envuelto en varias mantas por el frío.

—Buenos días, Lou -Habla flojito y con su voz mucho más profunda de lo habitual, mientras el alfa deja un camino de besos por su cuello que le hace sonríe ampliamente.-

—Buenos días, mi amor ¿Has dormido bien?

Harry siente aquella agradable sensación en su pecho que solo Louis conseguía causar, haciéndole suspirar levemente.

—Mejor que nunca.

Louis sonríe, rozando su nariz con la del rizado.

—Me alegro -Deja un rápido beso en la punta de la nariz de Harry.- Te he preparado el mejor desayuno del mundo.

Se retira de encima suyo para seguidamente sentarse sobre el nido.

Harry se levanta lentamente, tomando una almohada para ponerla encima de su regazo. Entonces el alfa toma la bandeja que había dejado a un lado en el suelo y la coloca con delicadeza en el regazo del rizado.

Harry se lame los labios al ver toda la gama de comida que allí se encontraba, rollos de canela, una taza de café recién hecho, una tostada con mermelada de fresa y un pequeño vaso con agua.

—¿Lo has hecho todo tu? -Pregunta sorprendido, levantado la mirada para toparse con aquellos ojos azules que tanto le gustaban-

Louis asiente, mirando atentamente su reacción.

Pero Harry comprueba rápidamente que aquello no era cierto cuando se lleva la taza de café a los labios y el sabor llega a sus papilas gustativas, seguidamente sonriendo divertido.

—Louis, este café lo ha hecho Maya.

—¡No es cierto! Bueno si, pero no -El rizado suelta una pequeña risa mientras niega, el pánico en la voz del alfa siendo notorio- Me ha ayudado a hacerlo, pero lo he hecho yo.

—Está bien amor, estoy orgulloso de ti por intentarlo. -Dice mientras acaricia el rostro de Louis con cariño, este cerrando los ojos gustoso por el gesto.-

El pecho del alfa se llena de orgullo ante aquellas palabras, porque había hecho sentir orgulloso a su chico y eso era todo lo que necesitaba.

—Gracias, aprenderé a cocinar para ti, ratón. -Promete dejando beso en la mano del ojiverde-

Fue así como pasaron la mañana, desayunando, hablando de cosas varias y besándose hasta que dejaban de sentir sus labios. Y cuando ambos se encontraban tumbados sobre el nido, Louis toma las caderas del rizado para atraerlo más hacia él.

—Entonces, aire -Dice con una pequeña sonrisa.- Comunicación y confianza.

Harry traga saliva, mirándolo mientras asiente lentamente.

No quiere sentir aquel nudo que lentamente comenzaba a formarse en su garganta, no quiere empezar esa etapa de su vida con los secretos siendo como espinas clavadas en lo más profundo de su ser.

¿Pero por donde podía empezar? ¿Como iba a decirle aquello?

—Sí, podemos hacer eso. -Musita, inseguro de sus palabras.-

—Para aire he comprado varias cosas. -Louis dice, apartándose levemente para sentarse.-

Estira un poco el brazo y toma los dos regalos para el rizado que se encontraban sobre el sofá. Teniendo entonces en sus manos, un diario de tapadura negra y un pequeño anillo de amatista.

—El diario es para que escribas sobre lo que sea, que te desahogues siempre que lo necesites, pero también es un recordatorio de que puedes contarme cualquier cosa, lo afrontaremos todo juntos. -Dice, entregándole el diario con una pequeña sonrisa.-

Contarme lo que sea. Lo afrontaremos todo juntos.
Harry traga levemente, asintiendo.

—Es precioso, gracias lobito.

—El anillo de amatista simboliza la reflexión, ahora vamos a tener que pensar en el otro antes de actuar. Ciertas cosas que hagamos o decisiones que tomemos afectarán al otro, ahora tu serás parte de mi vida y yo de la tuya.

Aquello de algún modo le hace sentir mejor, una pequeña sonrisa apareciendo en los labios del rizado mientras su corazón baila alegre en su pecho.

—Realmente lindo, muchas gracias Louis.

Harry se coloca el anillo en el dedo anular, y seguidamente besa a Louis con cariño en forma de agradecimiento.

Pasan el resto de la tarde hablando de la infancia de cada uno, de la adolescencia y fiestas en las que terminaron haciendo el ridiculo.
Hablaron de sus familias y los planes a futuro, hablaron de la primera vez que Louis se convirtió en lobo y lo mucho que se asustó a pesar de que su madre le repetía que todo estaba bien, hablaron de la primera vez que Harry se topó con los ojos de Louis en el bosque cuando llegó y se rieron de lo asustado que se encontraba.

Pero sobre todo, callaron. Callaron todo aquello que resultaba difícil decir en voz alta.

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