Capítulo 5
—¿Están todos en mi contra? —Lisa pregunta, caminado de un lado a otro en la gran sala de la casa de Rosé y Jisoo.
Y es que acababa de ser informada de que Jennie había sido invitada a la cena de esa noche, y lo que era peor, la castaña había aceptado.
Sabía que estaba siendo dramática, pero no quería a Jennie cerca. Porque no sabía como controlar a su corazón rebelde y salvaje, cuanto más tiempo la castaña estuviera a su alrededor, más posibilidades había de que su corazón salvaje y caprichoso cayera por unos ojos verdes y una sonrisa amable.
Si eso llegaba a pasar, estaría perdida por completa.
Y ya había cometido ese error una vez.
Jihyo y Daniel se encontraban sentados sobre el gran sofá, con sus respectivas copas de vino en sus manos mientras que Rosé se encontraba de pie, rodeada por los brazos de Jisoo.
—Deberías tranquilizarte, alfa. —Daniel le dice antes de tomar un sorbo de su copa.
—¿Lo están haciendo a propósito? —vuelve a preguntar alterada, sin detener sus movimientos.
Realmente estaba molesta.
Porque conocía a sus amigos demasiado bien.
—Lisa, Jennie solo va a venir a cenar. Es nuestra amiga y tendrás que aceptarla tarde o temprano —Rosé dice seriamente—, ni siquiera tienes que prestarle atención, tan solo sé amable.
Lisa la mira antes de soltar una pequeña risa irónica y negar repetidas veces con la cabeza.
—¿Sí? ¿Yo tengo que aceptarla y ustedes no pueden aceptar que no la quiero cerca?
—No todos son como ella, Lisa. —habla Jihyo esta vez, pasando uno de sus brazos sobre los hombros de su omega.
Lisa no responde, tan solo aparta la mirada, poniéndose tensa ante la mención de aquella que había roto su corazón tiempo atrás.
—Sé que traman algo. —murmura.
—¿Puedes simplemente dejar de pensar que todo gira a tu alrededor? Jennie es una buena chica, es amable y no le haría daño ni a una jodida mosca, nos cae bien y no hay más que hablar. —Rosé sentencia, moviéndose de los brazos de su alfa para tomar una de las copas de la encimera y llenarla de vino.
—El otro día me contó que lloraba con películas románticas, te aseguro que puedes estar tranquila. —Jihyo añade divertida, a lo que Daniel asiente.
Pero por eso mismo no podía estarlo. Porque esa era una de las cosas que Lisa odiaba de Jennie, lo malditamente buena que era. Porque era buena, amable y tenía una preciosa sonrisa que le hacía sentir débil por alguna maldita razón.
Había tantas cosas que en tan poco tiempo Lisa había aprendido a odiar de Jennie. Como la forma en la que habla, lento y con su voz profunda, la forma en la que sus piernas torpes se enredan entre si y le hace recordar a Bambi, la forma en la que reía por sus propios chistes y por sobre todas las cosas, la forma en la que a pesar de todo seguía siendo amable con ella.
Digamos que Lisa se entretiene mirándola en la cafetería de Jihyo mientras trabaja, haciendo una lista mental de todas esas pequeñas cosas que odia en Jennie.
Así que finalmente se rinde. Suelta un suspiro cansado y pasa sus manos por su rostro en forma de derrota.
—No pueden mentir eternamente. Se acabará enterando de que no son como ella, y cuando eso ocurra y salga corriendo como hacen todos, no voy a ser yo quien los consuele.
El ambiente se tensa tras eso y minutos después, cuando Lisa se encontraba viendo una aburrida película en la sala ya un poco más calmada, las dos parejas se encuentran debatiendo entre susurros en la cocina.
—Empiezo a dudar de esto.
—Dios Jihyo no te puedes bajar del barco ahora.
—¡Pero es que es una locura, Rosé! Lisa odia a los humanos.
—Lisa ama a los humanos y se odia a sí misma por ello. Es simple. —razona Jisoo de brazos cruzados.
—Jisoo tiene razón. Lisa nunca a sentido nada por ningún omega o alfa. Siempre se ha fijado en humanas hasta...
—Hasta que llegó ella. —finaliza Rosé con una mueca.
—¿Pero no lo ven? Si Jennie se asusta y acaba marchándose, vamos a dejar a Lisa más rota que antes.
—No queremos que se casen y tengan tres hijos, solo hacerle ver a Liz que los humanos no son tan horribles como ella cree. —Rosé razona, como si fuera lo más evidente.
Sin embargo, Jihyo niega con la cabeza, preocupada de agrietar más el corazón de su amiga, quien poco a poco había ido curando las heridas del pasado.
—Esto no va a acabar bien. —sentencia con una mueca.
—Sigue así y lo vas a manifestar. —Daniel responde rodando los ojos.
Jihyo le mira confundida y cuando su boca se abre para decir algo más, el sonido del timbre resonando por la casa le interrumpe.
—¡Lisa! —Rosé exclama con una sonrisa— ¡La puerta!
[•••]
Jennie suspira, su aliento transformado en humo por el frío mientras que espera a que alguien abra la puerta de la casa.
Se había sorprendido cuando llegó y contempló aquella casa tan enorme, bonita, y para su mayor sorpresa, moderna. Las luces exteriores iluminaban la entrada principal, desde fuera podían verse las luces de la casa encendidas y de la chimenea salían nubes constantes de humo.
En el camino de la entrada se encontraban dos coches aparcados a un lado de la nieve y todo parecía sacado de un libro.
Jennie había sentido que tal vez estaba dentro de alguna de las películas de crepúsculo, o algo así.
Cuando la puerta es finalmente abierta, Jennie borra su sonrisa al encontrarse con Lisa. Una Lisa de rostros serio y ojos fríos, como siempre.
—Hola. —saluda un tanto cortante, apretando los labios con algo de nerviosismo.
Lisa la examina de arriba abajo, soltado una pequeña risa burlona ante la imágen frente a ella;
Jennie vestía con su típica chaqueta marrón, unos pantalones de chándal negros que parecían realmente gruesos y calientes, sus cabellos siendo aplastados por un gorro azul cielo y en sus manos cubiertas por guantes marrones llevaba lo que parecía ser una tarta.
—¿De qué pasarela te has escapado? —pregunta divertida— Estoy segura que definitivamente del Victoria's Secret no.
Jennie finge una sonrisa por unos cortos segundos antes de rodar los ojos mientras pasaba por su lado, ignorándola. Una vez dentro de la casa se permite soltar un suspiro de alivio, todo estaba muy cálido y olía a... ¿Incienso de café? Era acogedor y agradable, así que se permite llenar sus pulmones de aquel olor mientras sonríe.
Eso era lo que tenía que hacer, fingir que Lisa era invisible.
—¡Jennie! —Rosé sale de la cocina con una gran sonrisa, caminando hacia ella para abrazarla con fuerza.
—Rosé, hola. —susurra.
—Hola, amor. ¿Cómo estás? ¿Has pasado mucho frío? Nuestra casa no está muy lejos de la tuya pero espero que no haya sido mu...
—Estoy perfectamente bien, Rosie.
Me gusta el frío.
Sí, Jennie tenía una obsesión por el frío. Amaba el verano, quizás era su estación favorita, porque todo era luz y color, risas y días eternos. Pero había algo en el clima frío que le reconfortaba, algo que siempre le hacía extrañar la brisa que le iluminaba las mejillas y la nariz de tonos carmesí.
—Bien, perfecto —asiente, seguidamente bajando la mirada a las manos de Jennie—. ¿Eso es pastel?
—Así es —sonríe—. Quería agradecerles la invitación, solamente han sido amables conmigo desde que llegué y lo agradezco mucho.
—No es nada Jendeukie, nuestro hogar es tu hogar —Jisoo dice esta vez, apareciendo en la entrada del hogar—. ¿Estás cálida? ¿Quieres que suba la calefacción?
—Estoy bien, gracias Jisoo. —responde un tanto más tímida, por alguna razón Jisoo le intimidaba un poco.
Daniel aparece segundos después con una polera y unos jeans, ambos de color negro, le saluda alegremente antes de tomar la tarta entre sus manos y seguidamente llevarla a la cocina, mientras Jennie se retiraba la ropa de abrigo.
La casa era tremendamente grande y acogedora, una mezcla entre cabaña y casa moderna que se veía demasiado bien. Había velas encendidas y la chimenea chisporroteaba en la sala.
En el televisor podía verse una película navideña y Jennie se sintió muy cómoda bajo todo aquel ambiente.
Aunque sin embargo, Jennie prefería su pequeña casa en el bosque. Porque se sentiría demasiado sola en un hogar tan grande.
—Espero que te guste la cena, Jisoo la ha preparado por su propia cuenta y posiblemente acabemos todos envenenados. —Jihyo bromea mientras le guía a la mesa, una larga mesa de cristal en la que copas, cubiertos y servilletas color vino se encontraban colocadas a la perfección.
—¡Oye! —Jisoo exclama con indignación.
—Seguro que está deliciosa, amor. No le hagas caso. —Rosé le defiende, dejando un pequeño beso en su mejilla antes de sacarle la lengua a Jihyo en forma de burla.
Jennie sonríe. Su corazón se derretía un poco al ver la bonita relación de Rosé y Jisoo. Y puede que más de una vez se haya encontrado a si misma preguntándose si algún día ella conseguiría tener algo así.
—Que la fiesta comience. —Daniel dice con emoción mientras vuelve de la cocina, alzando en sus manos dos botellas de vino.
[•••]
De todas las cosas que Jennie había imaginado que podrían ocurrir en aquella cena, lo último que esperaba era ver a Lisa salir de la casa completamente borracha.
La cena había sido muy agradable, entre conversaciones que le habían sacado más de una risa y anécdotas en las que Jennie pudo llegar a conocer mejor a todos ellos.
Como que Daniel y Jihyo se habían conocido en aquella cafetería en la que ahora ella trabaja, y que fue amor a primera vista. Que Rosé y Jisoo al principio no se llevaron tan bien, pero supieron enseguida que acabarían cayendo la una por la otra.
Y lo que más le sorprendió, que Lisa era realmente encantadora con las personas a las que amaba. Eso y que realmente no sabía cómo cocinar.
Pudo comprobar aquello, que Lisa realmente podía llegar a ser la persona más dulce en el planeta. La forma en la que trataba a sus amigos le derritió el corazón, la forma en la que sonreía y las pequeñas arruguitas se formaban a los laterales de sus ojos, la forma en la que echaba la cabeza para atrás cuando reía...
Todo eso le hizo darse cuenta de que Lisa distaba mucho de ser aquella chica con el corazón vacío, ojos de hielo y personalidad arisca.
De hecho, Lisa podía ser de esas personas por las que puedes caer fácilmente, porque tiene ese encanto natural que le hace ser tan especial.
Cuando esperaba encontrarse con Lisa siendo una completa idiota cómo parecía serlo siempre, terminó encontrándose con aquella versión que distaba bastante de lo que conocía. Aquella noche descubrió que realmente era familiar, dulce y divertida, que hacía reír a Rosé con tan solo respirar cerca suya, que constantemente molestaba a Jihyo pero parecía adorarla y que amaba a Jisoo y Daniel como si fueran sus hermanos menores.
Y fue aterrador descubrir eso, saber que aquella Lisa existía debajo de esa capa fría que solía utilizar.
Porque eso le hacía más difícil odiarla.
Y tal vez le asustó la forma en la que su corazón latió con fuerza y como una involuntaria sonrisa se formaba en sus labios al verla sonreír. Pero sobre todas las cosas, era frustrante, porque se encontraba a si misma deseando ser tratado de la misma forma en la que trataba a Daniel, Jihyo, Jisoo y Rosé. Que le hablara con dulzura, que le dedicara aquellas miradas repletas de amor y cariño, o que le dedicara sus bonitas sonrisas.
O incluso, tan solo alguna mirada que no fuera tan fría como el hielo.
Y no debía desear aquello, porque Lisa no la quería cerca y realmente estaba siendo una idiota con ella.
La pelinegra le había ignorado por completo durante toda la noche, como si fuera invisible. Y lo peor era que Jennie no sabía si prefería eso a sus desprecios constantes. Le frustraba, porque no entendía que había hecho para que la pelinegra se comportara de esa forma.
Pero ahora, cuando la veía salir por la puerta de la casa de Jisoo y Rosé entre pasos torpes, mientras los demás se encontraban riendo en la cocina, el corazón de Jennie no puede evitar latir preocupado por la chica pelinegra.
Y sinceramente, no debería hacerlo.
No debería hacerlo porque todas las veces que había intentado ser amable y tener un buen acto con la pelinegra, solo había recibido respuestas negativas.
Y quizás, si esa noche no hubiera conocido aquella versión de Lisa, no lo hubiera hecho.
Pero lo hizo. Porque no podía evitarlo, no podía ignorar que la había visto salir de allí demasiado borracha como para mantenerse en pie.
Así que aprieta los labios e inicia su camino hacia la cocina, sabiendo que acabaría arrepintiéndose de aquello.
—Debo irme, estoy algo cansada —anuncia entrando en la cocina con una sonrisa mientras jugaba con sus manos, nerviosa.—. Muchas gracias por la invitación, me lo he pasado muy bien.
—Pues claro, amor. Vuelve cuando quieras, ya eres parte de la familia.
Eso le hace brillar, latir su corazón con fuerza y que sus ojos destellen con ilusión.
—Nos vemos el lunes en el trabajo. —es lo último que dice, con una sonrisa tímida al sentirse tan bien recibida.
—Nos vemos. —hablaron todos en coro con sonrisas dulces a lo largo de sus rostros.
Y cuando el ruido de la puerta principal cerrándose inunda la casa, Jihyo habla;
—¿No nos habremos pasado con emborracharla?
Rosé enseguida rueda los ojos, tomando una cuchara y clavándola en la tarta de zanahoria que la castaña había traído.
—No le hemos obligada a beber, alfa. —razona el omega.
—Pero hemos puesto tres botellas de su vino favorito sobre la mesa...
—Mentes positivas, nada puede salir mal. —Rosé dice, metiéndose la cucharada de pastel en la boca.
—Literalmente todo puede salir mal, es una pésima idea. ¿Y sí Lisa se transforma y Jennie la ve?
—¡Pero que no lo manifiestes!
[•••]
Jennie no tarda mucho en encontrar a Lisa tendida sobre una montaña de nieve fuera de la casa de Rosé y Jisoo.
Ni siquiera llevaba un suéter grueso como para estar ahí fuera, y el cuerpo de Jennie se dispara en alarma ante la idea de que la pelinegra pudiera coger una hipotermia.
—¿Lisa? —la llama una vez que se encuentra cerca, agachándose y sacudiendo el cuerpo de la pelinegra con delicadeza.
—Vete a la mierda. —responde arrastrando las palabras, pero esta vez sonreía.
—Ni borracha puedes ser amable. —rueda los los ojos.
La sonrisa en sus finos labios se borra para seguidamente mirarla con el ceño fruncido.
—¿A quién llamas tu borracha, pequeña mierda?
Jennie se cruza de brazos y suspira, comenzando a pensar que realmente aquello había sido una mala idea. Bueno, supo desde un principio que aquello era una muy mala idea, ahora tan solo lo estaba confirmando.
—Ni siquiera sé para que me esfuerzo contigo, todo lo que hago parece molestarte.
Lisa se pone de pie con dificultad, tambaleándose levemente de un lado a otro. Jennie frunce el ceño pero la imita, atenta de que la pelinegra no se caiga de nuevo.
—Tu existencia me molesta. Pero debo de admitir que tienes unos ridículos cabellos bonitos, ratona —dice mirando el cabello de Jennie con el ceño fruncido—. ¿Que champú usas?
Aquello no debe sacarle una sonrisa sincera a Jennie, pero lo hace.
—Gracias, procederé a ignorar la parte en la que mi existencia te molesta —rueda los ojos—, y el champú es un secreto que no pienso desvelar.
Lisa se encoge de hombros.
—Ignórame a mi mejor.
Lo único que Jennie ignora es su comentario y simplemente se acerca a Lisa para tomar uno de sus brazos y pasarlo por encima de sus hombros.
—¿Qué mierda haces? —pregunta un tanto molesta, pero sin apartarse.
—Llevarte a casa antes de que te mueras bajo la nieve, eso hago. Y si no te callas o pones resistencia usaré la violencia.
Para sorpresa de la castaña, Lisa suelta una risa sincera, dejándose llevar, demasiado borracha y enfocada en reírse del comentario de Jennie.
—¿Violencia? No le harías daño ni a una cucaracha, y eso es asqueroso Jennie, porque las cucarachas dan asco y deben ser matadas. Eres tan buena que me molesta, ¿por qué tienes que serlo?
Jennie la ignora, porque tan solo ella sabe que aquello no es cierto. Simplemente se limita a caminar por la carretera que se encontraba despejada de nieve.
Agradece en sus adentros que su casa y la de Lisa quedaran cerca de la de Rosé y Jisoo, porque siendo sincera no sabría si podría aguantar a Lisa más de lo necesario en estas condiciones.
—Siempre tan buena —canturrea mientras alargaba la 'a' después de varios segundos en silencio—. Como cuando me devolviste a Love en mitad de la noche o como cuando a pesar de que no soy amable contigo sigues aquí asegurándote de que llegue a casa a salvo. Un poco repugnante tanta bondad, Joohyun.
—¿Joohyun? Eso es nuevo, ratona, Joohyun, repugnante ¿Algo más que quieras añadir a la lista?
—Um... —lo piensa por varios segundos antes de exclamar con una gran sonrisa— ¡Bambi!
La castaña no puede evitar sonreír.
Por un momento puede llegar a entender a los demás, el porque adoraban a Lisa. Si la Lisa borracha era la mejor versión que había conocido hasta ahora, la Lisa auténtica debía ser increíble.
La verdadera Lisa, la que se encontraba bajo su armadura de hielo.
—Tienes un lunar en uno de tus ojos. —vuelve a hablar Lisa cuando entraron en el frondoso bosque, con voz lenta y suave mientras mira atentamente el rostro de la castaña.
Jennie asiente, preparándose mentalmente para un comentario despectivo o negativo al respecto.
—Me gusta —afirma la más baja—, es como... que le da algo diferente a tu mirada ¡Como un cuadro que debe ser enmarcado!
Jennie se ríe y se siente genuinamente halagada, aquello fácilmente podría ser lo más amable que Lisa le había dicho desde que la conoce.
Y tenerla tan cerca enciende algo en ella, algo que le hace sentir una especie de electricidad por todo su cuerpo.
Aquella, era la primera vez que se encontraba tan cerca de la pelinegra.
—Si, eso creo. —responde un tanto sonrojada.
Pero era Lisa idiota Manoban, así que tampoco podía esperar mucho.
—Pero tú no me gustas.
Jennie ignora eso último rodando los ojos con molestia, y sigue caminando arrastrando el cuerpo de la mayor.
Y finalmente se siente aliviada cuando puede ver la casa de Lisa a lo lejos varios minutos después, y con un último esfuerzo estira de Lisa hasta ella. Y es que si subir los escalones del porche no fue tarea fácil, tomar las llaves de los skinny jeans de la pelinegra mientras se quejaba lo fue mucho menos. Pero lo hicieron, incluso cuando entraron y Love saltó a su alrededor de un lado a otro, ladrando con emoción por verlas. Pero finalmente lo consiguió, pudo meter a Lisa en la cama.
—Bien, aquí termina mi acto bueno del día, espero que después de esto me hagan un monumento en el cielo como mínimo.
Lisa bufa.
Y Jennie estaba apunto de marcharse, deseando volver a casa y dormir por tres días enteros. Pero es justo entonces que la voz de la pelinegra le hace detenerse en el marco de la puerta.
—¿Por qué? —murmura.
—¿Por qué, qué? —Jennie la mira confundida.
—¿Por qué no puedes gustarme?
Jennie decide no prestar atención al pequeño pinchazo que nota en su corazón, y simplemente sonríe.
—Duerme, Lisa.
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