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Capítulo 15

Jennie había bebido más de lo que había planeado, pero no le importó demasiado cuando el alcohol en sus sangre comenzó a aliviar levemente el dolor de su corazón.

Había dejado de llorar hacia más de una hora, y ahora solo bailaba despreocupada de un lado a otro con Daniel, Rosé, Jisoo y Jihyo a su alrededor. Reían, bebían, bailaban y pretendían que nada había pasando.

Que nada se había roto.

Pero era difícil ignorar a Lisa bailando con la chica de ojos grises, era difícil no levantar la mirada y toparse con los ojos fríos de la pelinegra que no dejaban de observarla. Pero se limita a ignorarla por completo y sigue bailando con su cabello moviéndose de un lado a otro.

Porque eso era lo que debía hacer a partir de ahora, ignorarla.

Y es entonces, tiempo después, que un chico se acerca a Jennie con una sonrisa amable.

—Hola. —le saluda con voz profunda, haciendo que Jennie sonría.

—Hola. —susurra cuando se encuentra cerca de aquel desconocido chico de antifaz dorado que combinaban con sus ojos miel y cabello rubio despeinado.

Era lo suficientemente atractivo.
Lo suficientemente atractivo como para olvidarse durante aquella noche de la chica que realmente tenía su corazón.

—¿Te gustaría bailar conmigo?

La pregunta sorprende un poco a la castaña, pero asiente suavemente. ¿Por qué le negaría un baile a un bonito chico?

—Claro. —sonríe.

Para aquel entonces Jennie estaba demasiado borracha, demasiado borracha como para negarle un baile a aquel chico que parecía haber sido tallado por los dioses, demasiado borracha como para darse cuenta de la furia en los ojos de Lisa cuando las manos del rubio se posaron en su cintura.

—¿Sabes quién soy? —pregunta cerca de la oreja de la castaña, dejando un pequeño beso en su cuello.

Jennie suelta una pequeña risa cuando su piel se eriza por el contacto, mientras se mueve lentamente al ritmo de la música.

—¿Debería?

—Mi nombre es Sunwoo. —se presenta, pero aquel nombre no le suena en lo absoluto.

—Jennie. —se presenta también, mirándolo a los ojos.

—Lo sé.

Jennie frunce el ceño ante aquellas palabras, pero no le da importancia. Tan solo quería una distracción, para olvidar por unas pocas horas aquellos ojos azules.

Pero Lisa parece tener otros planes, porque aparece justo en aquel momento con rostro serio y aquella mirada en sus ojos que indicaban molestia.

—¿Lisa? —Jennie pregunta cuando la pelinegra se encuentra a su lado, mirándola confundida.

Sin embargo Lisa no la mira, sus ojos azules se clavan en el rubio.

—Si la sigues tocando, te arranco los brazos.

Los ojos de Jennie se abren con sorpresa ante aquellas palabras. Es capaz de ver la furia en sus ojos azules, los celos, la rabia.

Y aquello solo hace que la castaña se moleste todavía más.

—Lisa, vete.

Pero la pelinegra sigue sin mirarla, sus ojos azules se encuentran clavados en el chico rubio que sigue teniendo las manos en la cintura de la castaña.

—Arráncame los brazos, si puedes. —Sunwoo le dice con una sonrisa divertida.

Y es entonces, en apenas un pestañeo, Lisa le pega un puñetazo.

—¡Lisa! —Jennie exclama con sorpresa, el alcohol desapareciendo de su sistema de golpe.— ¿Cuál es tu puto problema?

Algunas personas a su alrededor se detienen para mirar sorprendidos la escena, expectantes de si una pelea estaba por comenzar. Lisa por su parte la mira con sus ojos vacíos y su expresión completamente seria mientras apretaba la mandíbula con rabia. Finalmente cuando Sunwoo se recupera del golpe, aún con su mano sujetando la parte golpeada, Lisa se da la vuelta para marcharse.

Y Jennie tiene la necesidad de seguirla, tiene la necesidad de decirle todas las cosas que lleva callando durante toda la noche.

—¿Cuál es tu jodido problema Lisa? —grita con frustración cuando se encuentran fuera de la mansión, entre la nieve, el frío, los árboles y la luz de la luna.

—Te estoy haciendo un favor. —murmura tomando el cigarrillo de detrás de su oreja para seguidamente colocarlo en su boca.

Aquella era la primera vez que le dirigía la palabra en toda la noche. Y Jennie siente tanta frustración que cree que va a explotar.

—Hazme el favor de dejarme en paz. —Jennie le pide con rabia, pero Lisa parece demasiado concentrada en seguir fumando.

—Seguro. —susurra, soltando el humo.

Jennie ya no sabe que hacer, y cuando las lágrimas de la rabia y el dolor invaden sus ojos, no se esfuerza en retenerlas. De repente se siente cansada, cansada de fingir y pretender que todo está bien.

—¿No crees qué ya has hecho bastante? —pregunta con la voz débil.

Lisa se tensa al escuchar la voz rota de la castaña, al ver como algunas lágrimas caen, sabiendo que era culpa suya. Su alfa gruñe, queriendo proteger y consolar a su chica, pero el miedo en ella siempre la frenaba.

Siempre era el miedo.

—Es peligroso, Jennie.

—¡Y tu una idiota que juega con mis sentimientos! ¿Qué jodida diferencia hay?

Si a Lisa le duelen aquellas palabras, intenta no demostrarlo. Y cuando va a responder, la presencia del chico ojimiel la detiene. Sunwoo llega junto a Jennie con su ojo levemente morado, y ahora su antifaz había desaparecido por completo de su rostro.

Y Lisa estaba lista para pelear.

—¿Todo bien, bonita? —le pregunta a Jennie, y Lisa no puede evitar soltar una risa ronca por el apodo hacia la castaña.— ¿Y a ti qué te pasa?

Lisa lo mira divertida y niega.

—Tu eres el que ha organizado todo esto, ¿no es así?

El chico aprieta los labios en una mueca mientras asiente.

—Sí, he encontrado algo valioso y quería celebrarlo. —su tono era serio, pero su expresión se veía levemente divertida.

—Tienes una forma bastante peculiar de demostrarlo.

Jennie se encuentra bastante confundida, pero no interviene. Tan solo observa como ambos chicos discuten de manera pasiva agresiva.

—Algunos te dan flores, otros se acercan a entablar una conversación y yo preparo una fiesta en tu honor. —Sunwoo dice, escondiendo sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

—Y tú casi la matas. —Lisa suelta con rabia, a lo que Jennie frunce el ceño.

El rubio se encoge de hombros, sin parecer lo más mínimamente molesto por las palabras de la pelinegra.

—No parecía que te importara mucho cuando le restregabas la polla a la chica de ojos grises —Lisa se tensa y Sunwoo se acerca a ella con una sonrisa triunfante.—. No es tuya.

Y el vacío de los ojos fríos de Lisa cambia, tras aquellas últimas palabras el brillo de la ira los enciende, como si el hielo hubiera sido de repente prendido en llamas.

Mía. Nuestra.

—Estas muerto. —es todo lo que dice antes de tirar el cigarrillo al suelo y lanzarse contra él.

—¡Lisa! —Jennie grita asustada al ver como la fuerte pelea empieza.

Ambos chicos comienzan a golpearse de manera animal sobre la nieve, y cuando la sangre se hace presente Jennie finalmente reacciona.

Entra de nuevo a la mansión con prisa, con la respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza.

Termina encontrando a sus amigos hablando en el bar felizmente, pero sus sonrisas no tardan en borrarse por completo cuando ven a Jennie aparecer con la respiración agitada y el rostro pálido.

—¿Jennie? ¿Qué ocurre? —Jisoo es la primera en preguntar, preocupada al verla en aquel estado.

—Lisa, yo... Sangre, fuera. —no sabe cómo explicarlo, estaba mareada y con miedo de que Lisa saliera herida.

Los cuatro comparten miradas de  preocupación antes de salir corriendo en busca de la pelinegra, a lo que Jennie los sigue aún temblando por toda la situación.

Todo se sentía como demasiado en aquel momento.

Pero nada se compara a lo que sintió al estar finalmente fuera.

Dos lobos enormes se peleaban ferozmente sobre la nieve, mientras la música de la fiesta sonaba a lo lejos y la luz de la luna los alumbraba.

Y Jennie reconoce a ambos, reconoce a la loba de ojos azules y aquel otro lobo que la había atacado semanas atrás.

—Mierda —Rosé susurra antes de girarse y acercarse a Jennie con preocupación—. Tranquila amor, todo está bien.

Pero Jennie estaba paralizada en el sitio, con la respiración retenida en sus pulmones y su corazón latiendo con fuerza.

Lo siguiente que ve es a Jisoo y Jihyo transformarse también, uniéndose a la pelea. De golpe, cuatro lobos luchaban y gruñían como si sus vidas dependieran de ello, y eso es lo último que Jennie ve antes de desmayarse.

[•••]

Los ojos de la castaña se abren lentamente, la luz de la luna entrando por una ventana grande y antigua le hacen darse cuenta de que no estaba en su casa. Le dolía la cabeza mientras la música y las voces de la gente aún podía escucharse en el piso de abajo.

—¿Jennie? —Rosé pregunta, mientras la castaña se sienta en la cama con cuidado.

Daniel y Rosé se encontraban sentados sobre esta, mientras la miraban con una mueca de preocupación. El miedo al rechazo en ellos.

—¿Cómo te encuentras? —pregunta Daniel, pasándole una pequeña botella de agua fría.

—No ha sido un sueño, ¿verdad? —dice en voz baja antes de darle un sorbo a la botella, en un intento de deshacer el nudo en su garganta.

—Me temo que no. —Rosé susurra, y Jennie siente que le va a explotar la cabeza.

Los mira, y todavía no puede terminar de creer lo que había presenciado. La imagen de aquellos lobos peleando sobre la nieve reproduciéndose una y otra vez en su cabeza.

—Mierda. —susurra, pasando ambas de sus manos por su rostro.

—No queríamos que te enteraras así. —Rosé susurra con la voz temblorosa.

—Nosotros...

Daniel va a empezar una explicación, pero antes de que pudiera decir nada más, el sonido de la puerta de la habitación siendo abierta le interrumpe. Jihyo, Jisoo y Lisa entran a la habitación con los trajes un tanto sucios, camisas abiertas, cabello despeinado y manchas de sangre seca salpicadas por todas partes.

Y Jennie no tendría que sentir como su respiración se queda atrapada en sus pulmones al verla, no tendría que sentir aquel alivio que le hace sonreír levemente. Pero lo hace.

—Que siga la fiesta. —Lisa dice con una fingida sonrisa antes de apoyarse en el marco de la puerta.

Rosé y Daniel se levantan rápidamente para abrazar a sus parejas con fuerza.

—¿Estás bien? —Rosé pregunta colocando sus manos en las mejillas de su novia, antes de dejar un corto beso en sus labios.

—Perfectamente omega, solo tenemos algunos rasguños.

¿Omega? Jennie frunce el ceño ante la pregunta, de golpe teniendo demasiadas preguntas.

—¿Qué ha ocurrido con él? —Jennie se atreve a preguntar, levantándose de la cama para acercarse a los demás.

—No volverá, se ha ido. —Lisa aclara, con un tono frío mientras la mira.

Jennie aprieta los labios mientras asiente suavemente.

—¿Y tú? —pregunta en voz baja.— ¿Estás bien?

Sus ojos verdes fijos en los suyos, en aquellos ojos azules en los que se ahogaría sin ningún problema. Ve algo en ellos, un brillo. Quizás, es el peso del secreto que llevaba sobre ella, finalmente liberado. Quizás, es la esperanza de que Jennie no salga corriendo, porque ya no había nada que ocultar. Quizás, son las paredes de hielo derritiéndose.

—Sí.

Lisa parecía un fantasma. Estaba más pálida de lo habitual y las pequeñas manchas de sangre en su rostro hacían juego con sus labios rojizos y levemente partidos.

¿Cómo podía verse tan bonita a pensar de todo?

—¿Podemos hablar? —la castaña le pregunta.

Lisa la mira confundida.

—Estaremos abajo. —Jisoo dice con una pequeña sonrisa antes de tomar la mano de su novia y salir fuera de aquella habitación, con Daniel y Jihyo siguiéndolas por detrás.

Una vez solas, Jennie está dispuesta a hablar las cosas. Por una vez por todas, tenían que comunicarse.

—¿Me dejas curarte? —susurra, rompiendo el silencio de la oscura habitación.

Lisa la mira entre confundida y sorprendida. No entendía como Jennie quería hablar con ella después de haber sido una completa imbécil, después de todo lo que había pasado.

Quería alejarla porque así tal vez le dolería menos cuando se marchara, porque no podría seguir enamorándose de ella y luego tener que ver cómo salía corriendo, como huía de ella. Y ahora, lejos de eso, Jennie no parecía asustada por la situación, y eso era lo que más sorprendía a la pelinegra.

¿Por qué Jennie seguía ahí?

—Supongo. —responde, perdida en sus pensamientos

La castaña toma con delicadeza la mano de la pelinegra y la guía hasta el cuarto de baño que se encontraba dentro de la misma habitación en la que estaban.

Una vez dentro toma un trozo de papel y seguidamente se sienta sobre el lavamanos. Apretando sus labios, agarra la chaqueta del traje de Lisa y la atrae hasta ella.

—Entonces... —empieza, mientras abre el grifo para mojar el papel y seguidamente mirar a Lisa, quedando realmente cerca de su rostro.— Eres una...

—Una alfa. —susurra, insegura de sus palabras. Y de repente, casi parece tímida.

Jennie no entendía aquello, en lo absoluto. Pero estaba dispuesta a escuchar aunque todo fuera una completa locura para ella.

—Una alfa, bien —asiente—. ¿Podrías explicarme eso?

No iba a mentir, estaba nerviosa. Sus manos temblaban lentamente y aún se sentía mareada ante toda la situación. Pero necesitaba hacer aquello, necesitaba hablar las cosas con Lisa para poder entender lo que estaba pasando, para poder entenderla a ella.

—¿Tú quieres saberlo? —Lisa pregunta con el ceño fruncido, como si realmente no pudiera creerlo.

—Por supuesto.

Lisa no sabía si aquello realmente estaba sucediendo o si era un sueño del que no quería despertar.

—Sigues aquí... Y quieres saber sobre lo que soy. —repite en voz baja, como si más bien se estuviera convenciendo a sí misma.

Jennie acaricia el rostro de ls pelinegra con cuidado y delicadeza.

—¿Era esto de lo que tenías tanto miedo?

Lisa aprieta los labios mientras asiente suavemente.

—¿Puedes culparme? Soy un monstruo, y no quería que lo supieras porque...

La castaña niega, interrumpiéndola.

—Voy a enfadarme más de lo que ya lo estoy si vuelves a decir eso, no lo eres. ¿Quién te ha convencido de eso?
—los ojos azules de Lisa se llenan de lágrimas, y el corazón de Jennie se termina de romper.— Ella lo hizo, ¿cierto?

Nunca había visto a Lisa tan mal, nunca la había visto de aquella manera tan vulnerable y rota.

Con tanto miedo.

—Íbamos a casarnos. —susurra, con la voz rota.

Jennie detiene su tarea de limpiar la sangre cuando aquellas palabras salen de los labios de la pelinegra, paralizándola por completo.

Y por muy molesta que estuviera con la pelinegra por lo que había hecho, se siente mal por ella.

—Dios mío Liz, lo siento mucho.

—Supe entonces que ella no era la indicada. Pero aún así dolió, se marchó sin mirar atrás —Jennie acarició el rostro de la pelinegra con cariño y delicadeza mientras seguía limpiando la sangre con cuidado.—. No quería pasar por lo mismo de nuevo.

Nunca habían tenido un momento tan intimo como aquel, tan sincero. Y aunque el corazón de Jennie había sido roto horas atrás, ahora lentamente comenzaba a reconstruirse de nuevo.

Porque ya no habían barreras, las capas de hielo alrededor del corazón de Lisa se habían fundido por completo, ya no había nada por lo que temer. Solo estaban ellas dos después de una tormenta de emociones.

Nada había cambiado la forma en la que seguía queriendo estar con ella, la forma en la que quería a sus amigos y la forma en la que los veía. Aquel lugar seguía siendo su salvación, y nada podría cambiarlo.

Ni siquiera un ejército de lobos aterradores.

—Pero has sido una imbécil conmigo —finalmente dice cuando termina de limpiar todo el rostro de la pelinegra.—. Lo que ella te hizo es horrible, y entiendo que estes dolida y asustada. Pero eso no significa que puedas hacerme daño a mí también.

—Lo sé —dice Lisa con frustración y la mira directo a los ojos, aquellos ojos verdes que se sentían como perderse en el bosque más profundo.—. Lo siento.

—¿Por eso lo has hecho? ¿Por miedo a que fuera igual que ella? —Lisa asiente levemente.

—¿Cómo hubiera podido soportarlo, ratona? No habría podido evitar acercarme a ti y decirte lo preciosa que estás y que te ves jodidamente bien en ese vestido, no hubiera podido evitar beber demasiado, besarte y... Mi corazón se rompería de nuevo si al enterarte de lo que soy hubieras salido huyendo, no podría recuperarme de eso, no está vez.

Las lágrimas caen por aquellos ojos azules, y a Jennie le duele demasiado verla de aquella manera. Por primera vez, Lisa estaba siendo completamente sincera con ella.

—Liz... —deja el papel en el lavamanos para acaricia sus mejillas con ambas manos, apartando las lágrimas.

—Lo siento ratona, lo siento por todo. No merezco tenerte aquí, no te merezco.

Jennie le obliga a mirarla a los ojos, levantando su cabeza levemente.

—Deja de decir tonterías, ¿vale? Me gustas Lisa, mucho más de lo que creía que podía gustarme alguien —la ojiazul se muerde el labio.—. Simplemente no vuelvas a apartarme, no vuelvas a lastimarme.

Lisa niega suavemente.

—No lo haré, no vas a irte, ¿verdad? —ver sus ojos llenos de lágrimas, llenos de dolor, hacen Jennie quiera guardarla en una caja y protegerla del resto del mundo.

—No lo haré, tan solo quiero que me expliques cómo funciona todo esto para que lo pueda entender, ¿vale? —susurra dulcemente.

—Bien. ¿Podemos hacer eso mañana, ratona? —Jennie asiente y Lisa mueve su rostro para juntar sus narices mientras sus respiraciones se juntan.

—No me beses si estás con alguien más, no es justo.

Lisa la mira, y el brillo en sus ojos hace que el corazón de la castaña se vuelva completamente loco.

—Le dejé en claro que no sentía nada por ella, creo que la he visto bailando con otra chica antes de subir. ¿Puedo besarte ahora?

Jennie aprieta sus labios y sonríe.

—No lo sé lobita. ¿Crees qué te lo mereces?

Y mierda, aquello no tendría que gustarle tanto.

—No lo merezco en lo absoluto. —susurra, mirando sus labios con anhelo.

—Estoy de acuerdo. ¿Y qué podrías hacer para compensarme? —sonríe divertida.

—¿Pedir perdón? Siento haber sido una completa imbécil, y siento haberte hecho llorar, dos veces. —Jennie suelta una pequeña risa y seguidamente niega.

—Esperaba que admitieras lo mucho que te gusto y lo mucho que te importo, pero eso también está bien.

Lisa suelta una pequeña risa antes de colocar su frente con la de la castaña.

—No volveré a hacerte daño, ratona. Te lo prometo.

—Más te vale, lobita.

Y finalmente Jennie la besa con una sonrisa de felicidad en su rostro. Los labios de Lisa sobre los suyos era todo lo que necesitaba, era todo lo que quería. Todo lo que hacía falta para arreglar su roto corazón.

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