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Capítulo 14

Jisoo y Rosé salen de su hogar para encontrarse con la alfa de ojos azules, quien tenía unas leves bolsas oscuras bajo sus ojos y tecleaba algo en su teléfono sin prestar demasiada atención a nada más.

—¿Estás segura de que quieres ir? —Rosé pregunta mirando con preocupación a la alfa pelinegra quien se encontraba apoyada contra su Jeep negro.

Lisa vestía un traje negro que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, marcando cada curva y resaltando cada parte. Debajo de este vestía una camisa blanca desabotonada a la altura del pecho y un cigarrillo reposaba detrás de su oreja.

—¿Por qué no querría ir? —dice sin apartar la mirada de la pantalla de su móvil.

Rosé aprieta los labios, e intenta decir aquello de la manera más delicada posible.

—No pareces estar muy bien, Liz.

—Estoy perfectamente. —su tono es cortante, y eso solo significa lo contrario.

Rosé mira a su alfa con una mueca y Jisoo solo deja un pequeño beso en su frente en forma de consuelo. Rosé solía preocuparse demasiado por los demás, por sus amigos, y a veces le costaba entender que no siempre podía ayudar a que se encontraran mejor.

—¿Qué tal con Jennie ayer? —Jisoo pregunta, en un intento de cambiar de tema.— ¿Le gustó el regalo?

Lisa se tensa por un momento, pero rápidamente se encoge de hombros antes de guardar su móvil en uno de los bolsillos de su pantalón.

—¿Pasó algo que quieras contarnos? —la rubia lo intenta una vez más, esperando sacar algo más de información a la pelinegra.

Lo cual era imposible. Porque cuando Lisa construye las paredes a su alrededor, era casi imposible que te dejara entrar.

—Vamos a llegar tarde a la fiesta. —responde, ignorando la pregunta por completo.

—Liz...

—¿Nos vamos? —esta vez las mira a los ojos, y esa mirada fría les dice todo lo que necesitaban saber.

Jisoo aprieta el agarre en las caderas de su omega para que no insistiera.

La alfa sabía lo cerrada que podía llegar a ser su mejor amiga, y presionarla solo le haría cerrarse más. Lisa acudirá a ellas cuando lo necesitara, pero por ahora pueden pretender que todo esta bien, incluso cuando saben que no es así.

[•••]

Jennie se mira por quinta vez en el espejo de su habitación, comprobado que sus cabellos estuvieran bien peinados y su vestido estuviera impecable.

Decir que estaba nerviosa era poco.

Se había puesto el vestido rosa pastel que había comprado tiempo atrás para una boda a la que fue sin muchas ganas, pero debía admitir que en aquel vestido se veía realmente bien.

Se mira en el espejo y sonríe con satisfacción ante la imagen.

Se veía jodidamente bien.

Estaba tan emocionada, la ilusión rebosaba en ella. La sola idea de pasar una noche completa en la compañía de Lisa la hacía temblar, le hacía querer gritar y bailar.

Se había pasado la noche y el día soñando y pensando en todas las cosas que podían hacer, en todo lo que podía pasar. En los labios de Lisa contra los suyos mientras la música las envolvía, las manos de la pelinegra por su cuerpo y...

Y quería más, anhelaba más.

Ahora que sabía lo que era besar a Lisa, solo quería repetirlo una y otra vez.

Porque le gusta. Lisa le gustaba, con su rostro serio y apodos raros, le gustaba con sus miedos y problemas. Le gustaba por todo lo que la pelinegra era, y eso tal vez era un poco peligroso.

¿Porque qué sabía de Lisa realmente?

Sabía que era una gruñona de expresión seria, pero que cuando la llegabas a conocer de verdad era la persona más cariñosa y familiar que existía, sabía que tenía tazas de unicornios y purpurina, sabía que le había salvado la vida, sabía que cada 'no me importas, ratona' era un 'haría más de lo que te imaginas por ti', sabía que la sensación de sus labios sobre los suyos era algo que no había sentido nunca, y sabía que le habían hecho mucho daño en el pasado.

Pero también sabía que podía arreglar eso último.

Finalmente sus pensamientos son interrumpidos por el sonido de su teléfono, un mensaje de Rosé apareciendo en la pantalla con un;

"Estamos fuera ;)"

Jennie toma su antifaz, aquel que Lisa le había regalado y que hacía juego con su vestimenta, y sale de casa con una sonrisa en su rostro.

Entra en el coche blanco de Jisoo y Rosé con la emoción recorriendo sus venas, manteniendo aquella imborrable sonrisa en sus labios. La pareja entonces se gira en sus asientos para mirarla, Rosé vistiendo un hermoso vestido blanco, y Jisoo vistiendo un elegante vestido de color negro.

Y ambas tenían los antifaces del color del vestido de la otra.

Eran una pareja tan poderosa y adorable. Desde que llegó no había podido evitar admirarlas y sentir un poco de envidia. Porque le gustaría tener a alguien que la mirara de la misma forma en la que Jisoo miraba a Rosé, tener a alguien que le quiera de aquella manera.

—Hola —saluda con las mejillas levemente sonrojadas por el frío—. ¿Dónde está Lisa?

Rosé rueda los ojos ante la mención de aquel nombre.

—Quería conducir así que se ha ido sola. —dice Jisoo, sin darle mucha importancia.

La castaña entonces asiente, mordiéndose un poco el labio ante el nerviosismo de volver a ver a Lisa después de aquel beso. ¿Habrá cambiando algo entre ellas?

Deseaba con cada parte de ella que así fuera.

—Te ves espectacular, por cierto. —Rosé dice, queriendo dejar el tema de Lisa a un lado.

Aquello hace que Jennie sonría ampliamente.

—Gracias, ustedes no se quedan atrás. —Rosé le guiña un ojo antes de darse la vuelta y mirar al frente.

—¿Lista? El viaje será un tanto largo, la mansión está en la otra punta de la isla. —Jisoo dice mientras comienza a conducir.

Y con la emoción y los nervios revoloteando en su interior, Jennie asiente.

—Completamente lista.

[•••]

Cuando entran en la mansión, Jennie se sorprende al ver como el lugar se alejaba completamente de la imagen que tenía en su cabeza. Había pensado que todo sería un poco más tétrico y desastroso, polvo por doquier y cosas rotas a donde miraras. Pero la realidad distaba bastante de aquello, el lugar estaba impecable.

Incluso parecía nuevo.

No había polvo, ni insectos, ni nada roto, solo lámparas de araña colgadas del techo y un inmenso salón de baile donde toda la gente se encontraba bailando entre antifaces de diferentes colores y tamaños.

No puede evitar mirar a su alrededor con asombro, el suelo de madera reluciendo bajo sus pies y las paredes y escaleras lujosas de piedra blanca que le hacen sentir como si hubiera viajado en el tiempo.

Era fascinante.

—¿Quién habrá organizado esta fiesta? —pregunta, mirando todo con ojos brillantes.

—Eso es lo que debemos averiguar. —Rosé dice con una sonrisa divertida mientras toma la mano de su novia para comenzar a caminar entre la gente.

Jennie las sigue con facilidad. Que el lugar fuera tan grande solo hacía que la estancia allí fuera aún más cómoda y menos agobiante. Había espacio suficiente para moverse y Jennie agradece mentalmente eso ya que normalmente tendía a ser complicado para ella moverse en las fiestas debido a su pequeña contextura física.

Mientras caminaban hasta la barra del bar que se encontraba al fondo de la sala, Jennie puede observar como todos los invitados llevaban puesto sus antifaces y bailaban mientras bebían, algunos besándose con intensidad, otros fumando mientras charlaban y otros prácticamente teniendo sexo en la pista de baile.

Eso último le hace abrir la boca levemente y fruncir el ceño.

—Jennie no mires. —Rosé le regaña al darse cuenta de donde su mirada estaba clavada.

—¿Cómo no voy a mirar si prácticamente lo están haciendo en mitad de la pista de baile? —dice con el ceño fruncido— Es asqueroso pero hipnotizante.

Rosé va a decir algo, pero es interrumpida por una voz familiar.

—¡Aquí están! —exclama Daniel con emoción cuando llegan al fondo de la inmensa sala.

Daniel vestía un bonito traje color gris y corbata negra que le quedaba realmente bien junto a un antifaz dorado. Jihyo por su parte vestía un vestido de color lavanda con pequeñas flores de distintos colores por las mangas largas y transparentes junto a un antifaz morado.

Y todos parecían sacados de una revista, Jennie no podía creer lo bien que todos se veían.

—Hey —Rosé saluda al chico con un pequeño abrazo—. ¿Dónde está Lisa?

—¿No venía con ustedes? —Jihyo pregunta confundida.

—Sí, pero nos había dicho que vendría mientras nosotras íbamos a por Jennie.

—¿Y por qué no ha ido ella a por Jennie?

Los cuatro la miraron, y Jennie se siente pequeña en aquel momento.

Incluso si era la más baja de todos.

¿Lisa no quería verla?

El miedo la invade de repente.

¿Se arrepentiría del beso? Miles de preguntas pasan por su mente en aquel momento.

—No importa, ya llegará. —tranquiliza Jisoo al ver la reacción de la castaña.

Y así fue, una hora después Lisa llega. Pero para sorpresa de todos, no lo hizo sola.

Lisa entra por las puertas de aquella gran mansión de la mano de una bonita chica que vestía un vestido del mismo color que los ojos de la pelinegra. Y ambas usaban un antifaz a juego, de color plateado.

Y Jennie quiere desaparecer de aquel lugar. Quiere volver a la comodidad de su hogar, quiere enterrarse entre mantas y maldecir el momento en el que pensó que Lisa podía haber sentido algo por ella.

—¿Qué mierda? —Rosé exclama con sorpresa al verla.

Jisoo hace una mueca de desapruebo mientras Lisa se acerca con una sonrisa divertida dibujada en su rostro, sin soltar ni por un solo segundo la mano de aquella chica que Jennie nunca antes había visto.

—¡Que la fiesta comience! —dice felizmente cuando llega hasta ellos.

Pero ninguno de sus amigos parecían alegres, más bien sorprendidos y confusos. Y Jennie simplemente parece paralizada, como si no terminara de entender lo que estaba sucediendo.

—¿En serio Lisa? —Jihyo pregunta en un tono entre decepcionada e incrédula.

—Ella es Miyeon. —la pelinegra dice con una sonrisa en su rostro mientras señala a la bonita chica que se encontraba a su lado.

La chica de nombre Miyeon era preciosa realmente, con ojos grises y cabello rubio casi blanco. Sus fracciones eran delicadas y sus labios rojizos hacían un hermoso contraste en su piel pálida.

No era justo. En lo absoluto.

¿Cómo podía Jennie competir contra eso?

—Encantada. —saluda la chica con timidez.

Y Jennie no puede apartar la mirada de las manos de ambas, entrelazadas y unidas como si hubieran nacido para eso. Siente como el aire en sus pulmones se quedaba atascado y como las ganas de llorar le invaden.

¿Era posible que su corazón doliera de aquella manera?

Porque sí, Jennie había sentido su corazón romperse más de una vez, pero esto le estaba quemando, y no solo su corazón, todo su cuerpo se estaba prendiendo en llamas con cada segundo que pasaba.

Sabía que no tenía el derecho, no era nadie para Lisa al fin y al cabo.

Pero aún así dolía.

Todos miraron a Lisa como si no pudieran creer lo que tenían delante de sus ojos.

—¿Eres idiota? —Daniel pregunta rompiendo el silencio. A diferencia de los demás, él parecía enfadado.

—Daniel... —la sonrisa de Lisa se esfuma lentamente.

Daniel niega antes de apartar la mirada de la pelinegra para mirar a Jennie, quien seguía sin poder apartar la mirada de las manos entrelazadas de aquellas dos.

—Jennie amor, ¿te apetece ir a bailar? —le pregunta con el tono más dulce del mundo.

—Claro. —Jennie susurra tan floja y sin fuerza que realmente no estaba segura de que el chico la hubiera escuchado, pero la mano de Daniel arrastrándola hasta el centro de la pista le indica que la había escuchado perfectamente.

Lisa ni siquiera la había mirado. ¿Acaso se había vuelto invisible?

Y aunque lo último que quería hacer Jennie en aquel momento era bailar, se limita a seguir al chico a donde fuera que la llevara. Al menos allí, no tenía que ver la dolorosa imagen.

—¿Te importaría dejarnos solas un momento? —Rosé le pregunta a la acompañante de Lisa cuando Daniel y Jennie desaparecen entre la multitud.

—Claro, iré a por algo de beber. —le dice a Lisa antes de marcharse.

Una vez la ojigris desaparece de la escena, Rosé se acerca a la alfa con el ceño fruncido y la molestia recorriendo su cuerpo.

—¿Una omega, Lisa? ¿En serio? —ataca la rubia.

Lisa rueda los ojos, a pesar de que se había preparado mentalmente para aquello en el momento que decidió invitar a Miyeon a la fiesta. Sabía que aquello pasaría, así que no puede quejarse.

Al fin y al cabo, sabe que se lo merecía.

—No te gustan los omegas, Lisa. —le sigue Jihyo, quien mantiene esa mirada decepcionada.

—A mí me gustan muchas cosas. —responde con una sonrisa mientras escondía sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

—Entre ellas Jennie, y estas muerta de miedo —Rosé dice con rabia mientras se cruzaba de brazos—. ¿Por eso haces esto? ¿Intentas alejarla?

Lisa entonces aprieta los labios con rabia mientras niega con la cabeza.

Te lo mereces.

—¿Sabes? Es gracioso porque su plan desde el principio fue juntarme con ella, sin importar si era algo que yo quería o no.

—¿Y esto es lo que quieres? —Jisoo finalmente interviene.

Lisa aprieta los labios, mirando a su mejor amiga. La decepción en los ojos de Jisoo es lo que menos quería afrontar aquella noche, y aunque sabía que se lo merecía, también sabía que estaba haciendo lo mejor para ella.

Y para Jennie.

—Puedo ser yo misma con ella, no tengo que fingir.

Jisoo niega suavemente con la cabeza.

—¿Quién te dice que no lo puedes ser con Jennie?

Lisa suelta un bufido molesta.

—Jennie esto, Jennie lo otro —rueda los ojos—. Jennie, Jennie, Jennie. Pero lo que Lisa quiere no importa.

Rosé entonces frunce el ceño para seguidamente mirarla con rabia.

—¿Te crees que somos idiotas? Llegas con esta mierda de que Jennie no significa nada para ti pero ayer le estabas preparando un regalo en nuestra jodida casa. Te fuiste a comprarle un antifaz de su jodido color favorito por la luna, Lisa.

Lisa baja la cabeza.

—Eso no quiere decir nada. —murmura.

—Tal vez no, pero el brillo que tenías en los ojos antes de marcharte sí —Jisoo dice completamente seria—, pero adelante, si quieres engañarte a ti misma hazlo.

Lisa levanta la cabeza, y con su rostro inexpresivo dice;

—No sé en que jodida realidad vives, pero Jennie no significa nada para mí.

Las miradas de sus amigas son como puñaladas en su débil corazón, pero Lisa sabe que sus amigas no le creen.

Y una pequeña parte de ella, se alegra por ello.

Y por un corto segundo, Lisa desea que Jennie hubiera sido una omega, porque entonces las cosas serían mucho más sencillas.

—Bien, entonces disfruta la fiesta Lisa. No tenemos nada más que hablar. —Rosé le dice con rabia, tomando la mano de su alfa antes de marcharse.

—Que tú estés herida, no te da derecho a herir a los demás Manobal. —es lo último que Jihyo le dice antes de seguir a la rubia, dejando a una Lisa un tanto más rota completamente sola.

[•••]

—Jennie... —Daniel dice mientras limpia las lágrimas de las mejillas de la castaña.— No vale la pena llorar por ella, amor.

Habían terminado en el piso de arriba, a un baño enorme que por suerte estaba vacío, y ahora ambos se encontraban sentados sobre el frío suelo de madera reluciente.

Jennie había empezado a llorar cuando había visto a Lisa reír con Miyeon mientras bailaban pegadas, y a Daniel se le había roto un poco el corazón al verla de aquella forma.

Había visto a Jennie llorar antes, sabía que era sensible y sabía que sentía algo por Lisa. Pero no sabía que tan profundo era aquello, hasta ahora.

—¿Por qué me gusta, Daniel? ¿Qué tiene ella que no tenga yo? ¿Qué está mal en mí para que todo el mundo siempre elija a alguien más? —dice con la voz ronca por el llanto.

El corazón de Daniel termina de romperse al verla así, tan afectada.

—No tiene nada que ver contigo, cariño —le asegura acariciando su espalda—. Tu simplemente le quieres, y eso no es malo.

—Pero ella no me quiere a mí, ¿verdad? —la voz de Jennie suena tan rota como posiblemente lo estaba su corazón.

Y hasta ella misma se había sorprendido al darse cuenta de lo mucho que sentía por Lisa. Porque sabía que tenía muchos sentimientos por la pelinegra, pero realmente no se había dado cuenta hasta ahora de lo profundos que estos eran.

Hasta ahora.

Ahora que la veía con alguien más y su corazón dolía como si miles de dagas la atravesaran.

Y tal vez si la tarde anterior Lisa no le hubiera besado, esto no dolería tanto. Nadie debería besar a alguien y luego hacer como si nada, porque era confuso y completamente injusto.

—Rosé me contó que ayer te hizo un regalo —Daniel sonríe mientras sigue apartando lágrimas, intentado desviar el tema.—. Te aseguro que a Lisa le importas, de lo contrario no lo hubiera hecho.

—Nos besamos. —se permite admitir en un susurro.

A Daniel aquello le toma completamente por sorpresa.

—¿Sí? —Jennie asiente.

—Pensé que eso significaba algo, que ella sentía lo mismo y que tal vez podríamos llegar a tener algo en un futuro...

—Jennie, Lisa tan solo tiene miedo.

La castaña no dice nada, tan solo cierra los ojos y deja que las lágrimas caigan una vez más por sus mejillas. Porque no iba a decir que ella también tenía miedo, que habían tantas cosas que la atemorizaban.

Y en aquel momento, mientras Daniel la abraza en el suelo del baño de aquella mansión, Jennie lo entiende.

Esas son las consecuencias de haber caído por unos ojos fríos y un corazón de hielo.

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