Capítulo 1
Blue Island, 100 habitantes.
En cuanto sus pies tocan el suelo de la helada isla, siente como sus pulmones se abren recibiendo el aire helado gustosamente. Hace frío, mucho, hay nieve bañando cada lugar, pero no se queja, en cambio admira cada rincón con los ojos brillosos y los labios apretados en una linda sonrisa. El cielo está nublado y la luz del sol apenas puede traspasar las esponjosas nubes, el viento choca contra su morena piel causando que sus mejillas y la punta de su nariz pasaran a ser de un color rojizo.
Sonriente y con el corazón bailando en su interior Jennie saca del bolsillo de su chaqueta marrón un trozo de papel arrugado, donde se encuentra la dirección de lo que por ahora sería su nuevo hogar. Una casa que alquiló a toda prisa hace varias horas atrás con el dinero que había ahorrado durante meses.
Y es consciente de que ha hecho una locura, pero no le importa.
¿Cómo podría arrepentirse ahora que se sentía más libre y viva que nunca? La adrenalina todavía corría por sus venas y su corazón mantenía el ritmo frenético en su pecho.
Pero lo último que hace es arrepentirse. Decide que no va a preocuparse por nada que no sea llegar a su nuevo hogar para poder descansar.
Camina por la ciudad, llena de bonitos locales. Cafeterías, tiendas de ropa, farmacias, panaderías, florerías. Jennie se enamora con cada paso de aquel lugar, y mientras camina se permite observar hasta el más mínimo detalle. Las montañas pintadas de blanco a lo lejos, la pequeña niebla que baila con gracia en el aire, los...
—Lo siento amiga, ¿estás bien? —la persona con la que acaba de chocar pregunta con un poco de preocupación.
Jennie levanta la mirada topándose con una rubia de ojos azules, con una sonrisa casi dolorosa y un leve acento... ¿Irlandés?
—Sí, lo siento —murmura tímidamente.—. Estaba distraída.
—Ya veo. —asiente— Eres nueva aquí.
No es una pregunta, es obvio que acababa de llegar a la isla. Jennie entonces asiente, permitiéndose sonreír.
—Si, acabo de llegar de hecho. Soy Jennie. —se presenta amablemente.
—¡Oh por dios! ¡Tu eres Jennie, Jennie Kim!
La sonrisa amable de la castaña se convierte en una mueca de confusión tras aquellas palabras.
—Soy Rosé, tú casera. —aclara al notar su confusión.
Las mejillas de Jennie se encienden entonces, brillando en colores rosados contra su piel morena. Y bien, puede que se esté muriendo de vergüenza.
—Roseanne Park, ¿cierto? —murmura tímidamente.
—Así es —sonríe— ¿Necesitas ayuda para llegar a la casa? Debes de estar cansada del viaje —dirige la mira a las maletas de la castaña.—. Tengo que comprar algunas cosas pero puedo acompañarte si lo necesitas.
—Oh, no te preocupes —sonríe con tranquilidad—. Tan solo necesito un poco de orientación y estaré bien.
[•••]
Mentira.
Jennie arrastra sus maletas con los brazos cansados a través del suelo arenoso, la casa que había alquilado se encontraba un tanto apartada de la ciudad, para ser más exactos, en el bosque.
Y para empeorar la situación la noche estaba apunto de caer, y la suma de oscuridad y bosque no parecía tener un resultado positivo.
Si algo había aprendido de los documentales de asesinos, era que bosque y oscuridad en una misma oración no traía nada bueno.
Así que intenta acelerar todo lo que sus pies le permiten, y tras quince eternos minutos consigue localizar una pequeña y bonita casa de madera. Sus ojos brillan de emoción y de golpe se olvida del frío que le cala los huesos y de que apenas siente los pies y los brazos.
Pero es justo entonces, que el miedo la golpea peor que el viento congelado de la isla.
Una loba.
Delante de Jennie, en apenas un pestañeo, aparece una maldita loba.
No entiende de donde diablos a salido el animal pero deja de sentir su cuerpo y la alegría es remplazada por terror. Todo lo que puede sentir es la horrible sensación del miedo, comienza a sudar frío y su respiración se vuelve irregular mientras que su corazón late con tanta fuerza que podría salir de su pecho y huir.
Se congela, sin poder moverse.
La loba la mira amenazante, con ojos azules como el mar más helado, pelaje negro y colmillos afilados. Es grande, como, malditamente enorme, y su misma vez, es preciosa y jodidamente aterradora.
Por un segundo, se permite compararla con Jacob de crepúsculo, con los lobos enormes que aparecen en una de sus sagas favoritas. Pero enseguida olvida aquello para centrase en lo importante, salir de ahí con vida.
Jennie no puede moverse, no puede pensar. Tan solo puede pensar en que va a morir, va a morir y nadie lo sabrá. Intenta asumir que en cualquier momento el animal se lanzará sobre ella y la matará, que la comerá viva y solo quedarán sus restos en el bosque de una isla en el fin del mundo.
Pero no, nada de eso pasa.
La animal le dedica una última mirada enfadada y suelta un fuerte gruñido para seguidamente salir corriendo por donde había venido.
Y cuando ya no hay rastro de ella, Jennie sigue sin poder moverse.
[•••]
—¿Pero que diablos, Rosé? —Lisa levanta la voz, siguiendo a la omega hasta la cocina.
Era claro que estaba molesta, enfadada e irritada.
—Voy a pedirte por última vez que te calmes, Lisa. No vienes a mi casa y me gritas, si vuelves a levantarme la voz tendré que pedirte que te vayas.
La pelinegra gruñe, se apoya contra la encimera de la cocina y cruza los brazos, intentando calmarse.
—¿Por qué lo has hecho? ¿Cómo se te ocurre? —esta vez no grita, pero su voz sigue siendo firme y un tanto más brusca de lo necesario.
—No sé de que mierda me estás hablando.
Lisa bufa irritada, negando con la cabeza.
—Le has alquilado tu casa a una humana. —le recuerda, apretando la mandíbula con fuerza cuando las palabras salen de su boca.
Decirlo en voz alta lo hace todo más real, y la molestia crece.
—Oh, así que es por eso. —rueda los ojos.
—¿Jisoo lo sabe?
Rosé se cruza de brazos mientras la mira.
—Por supuesto que lo sabe Lisa, es mi alfa.
Lisa frunce el ceño, porque realmente esperaba que Jisoo no supiera nada de esto, que no hubiera estado de acuerdo con poner a una humana tan cerca de ella.
—¿Y esta de acuerdo? —pregunta sorprendida.
—No le hace gracia, pero sí, podría decirse que está de acuerdo.
—¿Podría decirse? —sonríe irónicamente, con clara molestia reflejada en su rostro.
—No entiendo porque reaccionas así, vivimos con humanos.
—¡Los humanos están en el pueblo! ¡Apenas convivimos con ellos!
—¡Tú apenas convives con ellos! —levanta la voz de vuelta, finalmente perdiendo la paciencia.— Entiende que no todos tenemos problemas con ellos, el mundo no gira a tu jodido alrededor.
Lisa aprieta los labios y por unos segundos la mira dolida por las palabras. Pero tenía razón, debía aceptar que no todo el mundo tenía problemas con los seres humanos.
Que tan solo ella había sido tan imbécil como para dejar que su corazón se congelase y rompiera por culpa de una de ellos.
.
.
.
.
.
ACLARACIONES;
— Jenlisa
— Jennie bottom || Lisa top/G!P
— Omegaverse, Angst, Drama & Romance
— Historia corta
— Disfruten
¡Adaptación Autorizada!
Todos los créditos a larryflowers28.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro