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Capítulo 0: Prologo

Con una caída, se inicia esta historia. Con una caída, el destino de miles cambio para bien o para mal. Con una caída, el dolor empezó a manifestarse al no haber flores que la amortiguaran. Un ambiente frio y lúgubre, que se denotaba en el aire pesado y la propia oscuridad.

El tragaluz, por no decir el hueco de donde provino, dejaba ver a un niño de diez años sobre el verde césped que se sujetaba el brazo izquierdo con notorio dolor en el rostro, al punto de querer llorar. Observaba el agujero con rabia y miedo, maldiciendo internamente a los otros niños que lo perseguían y se burlaban de el, solo por no tener padres.

Sus ropas, eran una camiseta manga larga verde con rayas horizontales amarillas, un pantalón café y zapatos algo desgastados del mismo color. Su cabello era castaño claro, largo por encima de los hombros. La herida de su brazo no era muy grave, a pesar del leve hilo de sangre que salía del raspón de su codo, el cual no podía flexionar muy bien.

 Aguantando las lagrimas, se sentó y respiro hondo, sintiendo el olor pesado de la niebla alrededor de la luz. Recordó historias, automáticamente, de las cosas que pasaron en el Monte Ebott. Las leyendas de los monstruos, que fueron desterrados por los humanos a las profundidades del mismo. El no creía en muchas cosas, y mucho menos en las propias personas que se odiaban unas con otras.

—Du-duele... Espero que solo sean mentiras de esos tontos. —Dijo el chico, levantándose e intentando ver mas allá de la niebla— Los monstruos, no existen. No son, reales. —Se repitió una y otra vez, avanzando en un intento de salir de ahí y volver al orfanato, antes de que lo castigaran otra vez.

Al no poder volver por donde vino, con su brazo sano tanteaba las paredes al entrar completamente en la oscuridad, pasando sin verlo bien, un arco, a una mayor penumbra que la anterior. Cada paso resoba en un eco mas profundo y fuerte que el anterior, la estructura rocosa era visible en todo sentido al llegar a una zona luminosa, donde se deslumbraba mas césped y una flor a la altura de su cintura en el medio: como una margarita con los colores invertidos y menos pétalos.

—N-no es posible... No lo es. ¡No! —Una voz remarcaba desde la nada misma esas palabras. Triste y aguda, parecía un demente hablando desde las paredes con total pánico—, To-todo se reinicio, pero yo no tu-tu-tuve la culpa. ¿Qué paso con todos...? Quiere matarme... —La voz empezó a romperse y lloraba a mares— No quiero morir. N-no quiero morir... No qui-quiero mo-mo-morir.

El chico ya estaba asustado. No podía ver a nadie, parecía que las paredes le hablaban, hasta que algo llamo su atención, la flor se movía, como si tuviera espasmos. Pudo verlo. La flor lloraba. Pero eso no era lo mas llamativo a sus ojos, fue entender que era un monstruo, uno real, que tenia su "rostro" con una enorme herida en el medio, como una cicatriz que la partía a la mitad.

Este ser, lo vio. Tuvo una reacción alegre, pero cuando levanto su cabeza por completo, la incertidumbre lo inundo. Estáticamente lo miraba como si hubiera visto a un fantasma, uno que el conocía.

—¿Ch-chara...? —Menciono la flor de manera entrecortada—

—¿C-como...? ¿Cómo sa...? ¿Cómo sabes mi nombre? —Dijo aterrado el chico— ¿Quién eres?

—¿Eh...? —Sonrió alegre— ¡Soy yo! Tu herma-... —Se detuvo. Su rostro se torno turbio y fuera de si, como si el miedo lo volviera a consumir— Estas vivo. —Susurro— No lo entiendo.

—Claro que... estoy vivo —Empezó a acercarse hasta la flor. Se arrodillo frente a esta, viéndola de cerca—, pero no entiendo. ¿Cómo me conoces?

—Esto esta mal. —Recalco seriamente, mirando a los lados y detrás de el— Mírame. No se como, pero... debes salir de aquí. No se que paso, pero las cosas parecen ya no tener sentido. Y si ella te encuentra... —Su rostro demostraba verdadero terror luego de esa frase—

Paranoico y asustado, la flor volvió a mirar a todos lados, como si en cualquier momento el mismo diablo saliera desde la oscuridad. Tras unos segundos, unos gruñidos se escucharon desde las profundidades. Chara se levanto exaltado y sudando frio, el pobre chico quería correr pero sus piernas no le respondían.

—Hagas lo que hagas, no dejes que te mantenga aquí... —Hablo la flor mas asustada de lo normal— Y no le digas que me viste, oh te lastimara. —Advirtió rápidamente y se hundió en la tierra, dejando solo al chico—

Confundido en su totalidad, solo quería salir de ahí y alejarse de esos rugidos, pero estos eran cada vez mas fuertes y cercanos, sumado a unos pasos que provenían de la oscuridad. Por cada uno de esos, su corazón latía mas y mas rápido, con un sudor frio recorriendo su espalda, sumado al nudo en la garganta por la figura que se aproximaba.

Cuando la misma se acerco a la luz, dejo caer la ultima gota de terror puro en el niño, quien no pudo gritar por su repentina parálisis. Un monstruo, demasiado alto y totalmente aberrante, con ropajes morados machados y desgastados largos que cubrían sus pies, semejantes a un vestido, con un extraño símbolo en su pecho. Estaba encorvado, su pelaje era blanco, denotado por una garra afilada que sujetaba la ropa, como si se estuviera cubriendo.

El chico cayo sentado cuando esa cosa dio dos pasos hacia adelante, su cuello era largo y peludo al igual que el resto de su cuerpo. Pero ver su rostro, que sus ojos se cruzaran con los suyos, fue lo peor.



Por varios segundos en los que ninguno se movió, todo el silencio era opacado por la respiración del monstruo, estruendosa por la falta de su mandíbula inferior. Se movió tan rápido hasta el chico, que no se dio cuenta que lo tenia a menos de un metro de distancia. 

—Oh... Hola... mi niño... humano. —Le costaba hablar, pero apenas algunas palabras podían ser pronunciadas y entendidas, con una voz maternal a la vez que distorsionada— No temas. Estas a salvo... conmigo. Me llamo Toriel... soy la... guardiana... de las ruinas —Dijo desviando la mirada al brazo herido del chico— Pobre de ti... no es algo grave... pero tendrá arreglo... 

—Y..yo... yo... —Entre tartamudeos, Chara intentaba alejarse a toda costa, pero no pudo moverse al sentir la garra de toriel en su cabeza— Ah... yo 

—Te curaremos... mi niño. —Extendió su garra frente a el, y Chara, temblorosamente la tomo— Sígueme... pequeño. Es peligroso... ir solo... por estas ruinas 

Llevándolo, por no decir arrastrándolo, ambos siguieron camino a través de las ruinas, en donde las paredes eran mas visibles, al igual que el propio ambiente que aun siendo lúgubre, a la vista era mas reconocible y tétrico. 

Toriel no lo soltaba, apretaba la muñeca como si fuera a escapar, pero presa del miedo, el chico no desobedecería al monstruo. Ella lo paseo por varios pasillos, que según sus palabras cortas y mal pronunciadas, eran puzles. Todo con el fin de que nadie traspasara las ruinas. Botones, interruptores, y un camino de púas gigantes sobre una plataforma en mitad del agua. En mitad de camino, en un pasillo infinito dado la profundidad de la propia oscuridad, el monstruo lo soltó. 

—Mi niño,... ¿tienes... nombre? —Pregunto con un tono algo triste y melancólico— 

—Mi... mi... nombre es, Chara. —Trago en seco, viendo como Toriel parecía retorcer su lengua y pestañear con su ojo útil, siendo el derecho, varias veces— 

—Chara... chara... —Doblo su cuello, agachándose, teniendo el rostro del niño a pocos centímetros del suyo— Bebe... —intento demostrar una sonrisa, la cual no logro y solo mostro sus dientes y parte de la carne de su mandíbula— Deberé dejarte.... perdóname... y espérame 

Toriel se movió como un animal hacia la oscuridad, con una gran velocidad, pero el chico solo quería llorar. Al fin estaba solo, eso no lo calmaba en ningún sentido, caminaba viendo pilares durante todo el pasillo, que parecía ser demasiado largo, como si no tuviera salida.  

—¡Crooc! ¡Carneee!

Ese ruido, logro que se volteara rápidamente, encontrando una rana detrás de uno de los pilares. Otro monstruo estaba a unos metros de el, parecía un anfibio de su mismo tamaño, con la piel gruesa y babosa, pero, las ranas no tenían dientes filosos y cuatro ojos. Empezó a retroceder por cada zancada que la criatura daba, se cubrió con sus brazos cuando volvió a croar, sabia que lo iban a atacar. Pero nunca llego. 

Pudo ver como unas enredaderas llenas de espinas rojas envolvieron al monstruo, esas espinas se incrustaron en su cuerpo, la sangre no podía tener peor aroma y dejar en una horrenda situación al chico. Las enredaderas lo hundieron en la tierra, y los sonidos agónicos cesaron en unos segundos, seguido de una cortina de un extraño polvo. 

—Me agradaban mas los Froggit antes... bueno, eso ultimo es mentira. No me agrada nadie. —La flor volvió a aparecer, a un lado de Chara— Hola 

—¿Q..q..que le hiciste? Lo mataste. —Reprocho de mala gana y algo nervioso— 

—Y el te hubiera matado a ti... —Le menciono algo asombrado y molesto— Son peligrosos, Chara. En este mundo... —Su rostro cambio, con ojos negros y una mandíbula que simulaba tener dientes puntiagudos— es matar o morir 

—Ay, dios... —Dio un paso hacia atrás, dejando que la flor volviera a tener el rostro de antes— Detente, flor extraña

—Mi nombre es As-... —Se detuvo un momento— Flowey. Me llamo Flowey. Escucha, ella te dejo solo, debes seguir y salir de aquí. Ir directamente al subsuelo y buscar la salida... Tu, alma humana te lo permitirá 

—¿Mi que? —Cuestiono sin comprender, casi gritando— ¡No entiendo nada, acabas de matar a una rana gigante, y una cabra mutante cree que soy su hijo! —Miro detenidamente a la planta— Solo quiero irme a casa.... 

—Bien, bien. Ca-cálmate. Tengo una idea, te guiare hasta su casa... ella también quiere matarme, pero contigo... contigo no hará nada. —Flowey dudo por unos segundos de sus palabras— Ella es, era... una buena persona 

Flowey empezó a moverse y escalo por la pierna del chico, quien empezó a moverse con miedo, pensando que iba a lastimarlo. Las enredaderas se amoldaron alrededor de su brazo, parando el leve sangrado, causándole algo de dolor mientras se posicionaba en su hombro. 

—¡Au! Oye, suéltame. —Grito Chara molesto y adolorido— Mi... brazo 

—De nada. —Comento de manera sarcástica— Solo sigamos, no hay mucho que ver aquí. Esquivemos a cada monstruo que veamos, y... ya veremos después. Te protegeré 

—¿Lo... prometes? —Cuestiono en un tono tímido, a la par que esperanzador— 

—Intentemos no morir. Tenemos que estar... —Sonrió levemente— determinados.

Juntos siguieron camino a través de las ruinas. Flowey le advirtió de cada monstruo posible que podrían encontrar, pasaron por una cámara con flores rojas algo marchitas, y la flor no paraba de buscar algo entre las demás. 

—¿Qué pasa ahora? —Le pregunto Chara dejando atrás la habitación, con total intención de seguir avanzando, casi corriendo—

—Tendría que, haber uno ahí. Y otro antes de entrar, en las escaleras... 

—¿Un monstruo?

—No, no. Un... —Mirando hacia atrás— No importa. Bueno, si importaría, pero... esto esta muy mal. En todo senti-... ¡Detente! 

—¿Que? ¡¿Que?! 

—Salta

—¿Eh? 

—No pises ese suelo. Caerás mas abajo. Salta, ya 

Obedeciendo, tomo carrera y salto una pequeña parte del suelo que parecía hecha de una tela extraña. Siguieron camino, encontrando unos puzles resueltos, donde varias piedras yacían sobre placas de presion, bajando unas hileras de púas. Al pasarlas todas, y ver las ultimas piedras manchadas de sangre, Flowey guio a Chara por un camino especifico sobre ese suelo parecido al papel. Llegaron a un puzle igual que los otros, pero de las tres placas de presion, solo dos parecían activas por las rocas.

—Mierda, la otra debió escapar. Seguro por el miedo. —Dijo Flowey irritado—

—¿La roca, escapo...?

—Hay muchos tipos de Monstruos. ¿No recuerdas nada? Tu... estuviste aquí

—Eso no es-... No. Nunca me acerqué al monte. 

—Si, bueno. Yo si te recuerdo. —Sonrió— No seguías mucho las reglas 

—Yo termine aquí, ¿antes...? No tiene sentido. Es imposible

—De nuevo. Nada tiene sentido, todo se fue al diablo. Los monstruos no era así de... grotescos. —Buscando con la mirada— ¿Dónde estas, piedra idiota? 

—Creo que esta muerta. —Indico Chara, apuntando con su mano a una esquina de la habitación, donde había varias piedras pequeñas cubiertas con sangre— Tal vez pesen lo mismo 

Tomo varios de los fragmentos, con tal de pasar el puzle y seguir con su camino. Escucharon un zumbido, viendo volar a un extraño fantasma alado, con antenas, llorando un liquido negro. A pesar de ser pequeño, su llanto era cada vez mas agudo y molesto, sonando melancólico. 

—Lo siento.... —Fue lo único que dijo el extraño insecto entre lagrimas— 

Varias polillas blancas salieron de la nada, rodeando a Chara, atacándolo desgarrando pequeñas partes de su ropa, generándole un corte en su mejilla, logrando sacarle un grito. Flowey vocifero que se dignara en esquivar, mientras varias semillas salían de la tierra y eran disparadas a una gran velocidad, atravesando en repetidas ocasiones al insecto. 

Las polillas se esfumaron, y la criatura se desintegro en leves manchas de sangre y mucho polvo, dejando como ultimo aliento un pequeño ruido metálico. Chara se sujetaba la mejilla izquierda, parando un leve sangrado, encontrando dos monedas de oro entre el polvo. 

—Maldito Whimsun. Bueno, tu alma no sale en los combates... supongo que tu cuerpo es el que recibirá todo el impacto. Tendrás que, aprender a esquivar. —Menciono Flowey viendo el rostro de terror y confusión del castaño— Necesitamos conseguirte comida, tiene propiedades curativas 

—¿La comida cura? —Pregunto aguantando el dolor. Dejo las rocas en la placa de presión, escuchando como las púas se retraían dejando vía libre— Me puede matar cualquier cosa, la comida cura, y no paras de repetir cosas con mi alma 

—El alma es la representación de la magia en los humanos. —Explico Flowey— Los monstruos son mas débiles, pero mejores en la magia, por eso no puedes siquiera ver las almas de aquellos monstruos muertos. Las reglas cambiaron... y eso me aterra 

—Entonces, ¿puedo hacer magia? —Pregunto el chico— Porque mi corazón no deja de latir.

—Creo que eso se llama miedo. —Flowey suspiró— Tu determinación demostrara si podrás o no. Pero ahora, debemos seguir. —Expreso mientras pasaban por una cámara vacía con un hueco en la pared— 

Por otra de las cámaras, con varias de esos flores rojas, la flor buscaba extrañada por todos lados, asegurando que alguien tendría que estar aquí, pero no había nadie. Avanzando en las profundidades, varios Froggits abundaban frente a ellos, y para su desgracia los vieron. Eran tres, y Chara tuvo que controlar sus impulsos y empezar a esquivarlos cada vez que intentaban atraparlo y morderlo, avanzando entre sus zancadas. 

Flowey volvió a usar sus enredaderas para atraparlos y arrojarlos contra las paredes de manera rápida y tosca, desbaratando ladrillos y convirtiéndolos en polvo. Cada vez que avanzaban, se escondían o esquivaban a los monstruos, quienes tenían apariencias grotescas y no parecían querer usar la comunicación, solo atacar. 

Resolver los puzles fue lo mas difícil, pero algunos ya estaban resueltos, y ninguno de los dos entendía por que. Cada paso a otra cámara, ya tenían la solución a la vista. Como las cámaras de los botones repletas de pilares, por las cuales pasaron sin mayor complicación que esconderse detrás de los mismos cuando los monstruos los superaban. 

Hasta ahora, Chara decía que el monstruo que mas lo aterro, fueron los Look, pareciendo raros duendes de un solo ojo gigante y cuernos, que tenían una mandíbula repleta de un liquido negro. Flowey odiaba a todos. 

Para este punto, el pánico seguía presente en el chico, con una leve tranquilidad de tener a Flowey con el, quien solo insultaba a cada monstruo por lo bajo con los que no peleaba. Cuando llegaron a lo que según la flor, era la cámara final, Chara quedo algo impresionado por el enrome árbol negro sobre un montón de hojas rojas. 

—Bien, este es el plan... tu entras y, no se, hablas con ella. —Sugirió la flor—

—¡¿Eh?! ¿Estas loco? —Se quejo Chara— Debe haber otro camino.

—No, no lo hay. Esa casa es la única forma de entrar al Subsuelo. Solo debes ir por las escaleras hasta abajo

—Y tu que quieres hacer, ¿eh? 

—Y-yo... pues. —Titubeo unos segundos— Te veré adentro 

—No me dejes solo. —Reprocho inseguro y algo enojado, mientras Flowey lo miraba indeciso— No quiero entrar, no se que va a pasar ahí 

Unos gruñidos se escucharon desde dentro, parecido a un tarareo ligero, lleno de emoción. Logro helar la sangre de los dos. Flowey se escondió dentro de la ropa del chico, dejando a la vista solo el vendaje en su brazo hecho de raíces y lianas verdes. 

Toriel apareció por la puerta, y al ver al niño, se movió como una sombra sobre el suelo parándose frente a el. Chara dio un paso atrás por esa velocidad, sobre todo por mirar su mandíbula totalmente deforme. 

—Mi niño... debías.... esperarme.... —Menciono preocupada Toriel, denotando su brazo y la nueva herida de su mejilla—Oh, no... pobrecito... —Apretó el hombro del niño y lo empujo hacia adelante— Vamos... este será... tu hogar... 

—Maldición. —Hablo Flowey entre susurros— Tampoco esta aquí. ¿Qué demonios paso?

Cada paso ponía mas y mas nervioso a los dos. Entraron siendo guiados por Toriel, era una casa que parecía estar en ruinas, llena de polvo y algunas maderas del suelo agrietadas. Se detuvieron frente a una puerta, ella acaricio la cabeza del niño. 

—Este será... tu cuarto... —Dijo en tono maternal la guardiana de las ruinas. Estiro su largo cuello, y lamio la herida de su mejilla, logrando que Chara se petrificara sin dejar de ver la puerta— Conseguiremos curarte... después de que duermas... mi niño... —abrió la puerta, bufando y olfateando al chico— Disfruta de... tu nuevo.... hogar.... Chara... 

Entro, toscamente, y cerro la puerta hiperventilándose. Flowey salió de su ropa temblando tanto, que parecía que nunca se detendría. 

—Me quiere comer... —Susurro el chico, retrocediendo lentamente— 

—Shhh. Tra-tranquilo. Solo debemos esperar a que se vaya e iremos por las escaleras frente a la entrada. —Trato de confortarlo, pegando su cabeza con su mejilla— Al menos aquí no entrara por un tiempo 

Observo la habitación. Era horrible. La cama estaba rota y sucia, los muebles parecían desgastados. El suelo tenia huecos grandes, con una madera rechinante a cada paso. NI siquiera los juguetes llenos de polvo mantenían algo de decencia y pulcritud. 

Un ardor se apodero de su rostro, contando con la presión de su brazo. Era doloroso. Los ruidos de pasos fuera de la puerta, dieron a entender que Toriel se movía a la izquierda del pasillo, seguido de una puerta abriéndose y cerrándose. Flowey sugirió moverse en ese instante, pero Chara necesitaba algo primero. 

Al abrir la puerta, camino lentamente hasta el otro lado del pasillo, entrando en una sala aun mas sucia, con una chimenea apagada y un librero repleto de libros mohosos. Vieron la cocina, y automáticamente se miraron uno al otro, con una pequeña sonrisa. El hedor del refrigerador no les dio confianza, ni siquiera para abrirlo. Buscando entre los cajones, encontró dos cosas: Un cuchillo largo de cocina, y una barra de chocolate. 

Tan tranquilo por encontrar un dulce que lo haría sentir mejor, su sonrisa era tan sincera denotando algo de buen humor, opaco el miedo y se sentó en suelo contra la pared. Mordió con furor, y luego de tragar, sintió como su herida literalmente se cerraba de a poco, relajándolo por completo. 

—No puedo creer, que funcione. —Comento Chara con algo de emoción— Espero que este dormida. —Su preocupación volvió levemente luego de esa declaración—

—La magia tiene sus ventajas. Si salimos antes de que vuelva, podremos pasar el bosque, luego sigue Snowdin, seguimos por Watherfall, avanzamos por Hotland, el núcleo, y con que lleguemos al castillo del Rey, podremos atravesar la barrera que divide ambos mundos. —Planteo Flowey como si fuera lo mas normal del mundo— 

—Eso, será.... ¿Seguro que no hay otro camino sin que nos hieran? —Dijo Chara masticando con algo de impaciencia— 

—Para nada. La barrera nos impide pasar, pero las almas humanas tienen el suficiente poder para poder pasar sin problemas. ¿Por que crees que seguimos encerrados? 

—Oh... Entonces, tendremos un viaje muy largo. —Apretó el cuchillo en el suelo, imaginando las otras posibles criaturas se encontraría— Si me enseñas magia, podría ayudarte 

—Sera difícil. —Se quejo la flor— Como dije, dependerá de tu alma 

—Mantenerme determinado. —Comento con una pequeña sonrisa, partiendo un pedazo de chocolate para Flowey— Toma. Tal vez te arregle esa herida 

Algo confundido, mordió dicho trozo y siguieron comiendo el dulce tan tranquilos, sin saber que estaban en al boca del lobo. Unas pisadas fuertes y estruendosas pusieron en alerta a ambos tan rápido, que Chara tomo el cuchillo entre sus manos temblorosas, mientras el rostro de Flowey cambiaba a uno amenazante de ojos negros. 

Algo era arrastrado, como una barra de metal, que chocaba con las maderas. La sombra gruñía con enfado e ímpetu, eso era todo lo que podían ver dado lo oscuro que estaba. Se acercaron a la sala, y vieron una figura enrome de pelaje blanco. Flowey ahora no solo temblaba, sino que intentaba decir algo entre tartamudeos inentendibles. Esa cosa, no era Toriel. 


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FIN DEL CAPÍTULO.

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