
Capítulo 38: Prácticas
Seis años después:
Salt Lake City era la mejor ciudad de todas, así lo vivía Ace. Le encantaba el parque frente a su casa y tenía tantos recuerdos de él que le era imposible no sonreír. De pie frente a un gran árbol de roble, observaba a su hermanito jugando a rugby con sus compañeros en el césped.
Añoraba jugar a fútbol americano con todos ellos. Alejado durante esos seis años de su hogar para estudiar la carrera de periodismo, ahora sólo podía sonreír como un idiota al ver a todos regresar de las diferentes universidades a las que asistieron para rehacer su vida en la ciudad que les vio crecer.
Con una gran sonrisa se aproximó a ellos. Tenía tantas cosas que contarles y quería saber tanto de ellos que no podía esperar. Su mejor amigo, Kid, se encontraba recostado bajo la sombra de un árbol junto a Bonney; parecían muy acaramelados, lo cual le indicaba a Ace que seguramente, habían iniciado una relación formal después de tanto tiempo. Debía ser eso, porque era lo único que podría alejar a su amigo de un buen y entretenido partido entre amigos.
Ace sabía que su hermanito no se sorprendería de verle, al fin y al cabo, ya llevaba una semana en casa mientras esperaba a que Law se desocupase un poco de todo el jaleo de la especialidad para acompañarle a buscar una casa o apartamento que les convenciera e irse a vivir juntos, tal y como habían hecho esos últimos seis años de su vida en Boston.
En cuanto dejó atrás los árboles para adentrarse en la zona abierta, las miradas se posaron en él. El juego cesó al instante y pese a que su hermanito sonrió al verle, no se movió del campo esperando a que el resto echase a correr hacia él. Todavía no habían podido verle en esa semana pese a que sabían que ya debía haber vuelto de Boston.
Kid fue sin duda el primero en levantarse y correr hacia su amigo. El fuerte abrazo y las palmadas que recibió Ace en su espalda eran más que suficientes para hacerse una idea de cuánto le habían echado en falta ese tiempo, pero ahora... por fin volvía para quedarse.
- ¿Y Law?
Por el gesto de sus manos, Ace sonrió al descubrir que poco habían practicado tras su marcha. Él sólo había ido de visita en algunas vacaciones, así que no le extrañaba que ahora sus amigos, pese a poder hablar la lengua de signos, estuvieran un poco desentrenados. Pronto volverían a pillarle el tranquillo cuando se vieran más continuamente.
- Está entregando documentación para hacer las prácticas de la especialización.
- ¿En el hospital de aquí? – preguntó Kid de nuevo.
- Sí. Y aunque su padre trabaja allí y tiene un buen nombre, le está costando un poco encontrar un tutor que le dirija. Ya sabes... los tatuajes echan a mucha gente atrás.
- Lo conseguirá – comentó finalmente Kid con una sonrisa –. Law siempre acaba consiguiendo todo lo que se propone.
- Sí... cabezón es un rato largo.
- ¿Juegas con nosotros? – preguntó Kid con rapidez. Hacía tanto tiempo que no jugaban juntos que no podía esperar a echar un partido con su amigo.
- Claro.
***
La sonrisa de Law no se hizo esperar en cuanto observó a Ace sentado en uno de los bancos frente al hospital. Hoy tenía un mal día, más que nada porque ningún cirujano deseaba aceptar su solicitud debido a sus tatuajes. Los prejuicios de la gente siempre eran un problema para él. Asumía que no veían bien sus tatuajes y que tenía que luchar más que otros para demostrar su valía al ver que sólo contaban con su apariencia física.
Law se acercó al banco y con el periódico local de la ciudad en su mano, apoyó las palmas en el respaldo del banco, acercó sus labios hasta la mejilla de su chico que esperaba pacientemente con un balón de fútbol americano en sus manos, y le dio un suave beso.
- Estás sudado – susurró Law mientras signaba con las manos.
- ¿Y eso es un problema? ¡Yo que quería jugar a los "médicos" contigo! – hizo un gracioso puchero Ace como si eso no fuera a ser posible. Law, con su sonrisa, se sentó a su lado agarrando el balón de fútbol que Ace sostenía en sus manos.
- He leído tu artículo deportivo. No está nada mal. ¿Qué tal te va en el periódico local?
- No está mal. Acabo de empezar y aunque sólo escribo los artículos deportivos menos relevantes, me gusta – sonrió Ace – y me da miedo preguntar por tu día.
- Ya sabes... lo mismo de siempre. Prácticas en el hospital y luchando para que alguien quiera supervisarme en las prácticas en quirófanos. Supongo que mis tatuajes les echan para atrás a la hora de contratarme como interino.
- Así que un mal día, ¿eh? Entonces... déjame intentar arreglar tu día.
Con suavidad y pese a que estaba completamente sudado, Ace aproximó sus manos libres al rostro de su chico y agarrando su nuca, acercó sus labios hasta los de Law. Un beso dulce pero sensual que pretendía dejarle con ganas de más.
- ¿Éste es tu plan para hacerme sentir mejor? – sonrió Law con los párpados cerrados y dejándose embriagar por la esencia de Ace.
- Algo así. ¿Lo consigo?
- Depende. Por una parte, sí, me siento mejor y, por otra, querría sexo contigo ahora mismo y no puedo.
- Podríamos ir a algún sitio. Aunque mis padres están en casa hoy – se lamentó Ace.
- Los míos también, aunque tienen una gala benéfica esta noche. Si le digo a mi hermana que se vaya pronto a dormir... – sonrió de forma malévola.
- Me gusta el plan. Voy a ducharme entonces a casa y te veo allí esta noche.
Ace se levantó del banco, le quitó la pelota de entre las manos a su novio y se giró para marcharse. Fue en ese instante, cuando sintió que Law se levantaba también y agarraba su brazo para evitar que se fuera. Sin siquiera tiempo a reacción, juntó su pecho al de su novio y besó a Ace una vez más. Esta vez, fue un beso mucho más fogoso y pasional, tal y como recordaba Ace sus primeros besos.
- Deja algo para después – gesticuló Ace con sus manos haciendo sonreír a Law.
- No sé si podré, así que es mejor que te marches ya – sonrió Law gesticulando también con sus manos –. Te veo en unas horas.
***
Desde la sala de reuniones, sólo un cirujano miraba por la ventana aquella escena en el parque. Tras él, los otros cirujanos debatían con las fichas de los candidatos en sus manos. Sólo una ficha permanecía encima de la mesa sin ser demasiado llamativa para nadie.
- ¿Qué es tan interesante? – preguntó uno de los cirujanos al acercarse a la ventana. Observó la escena que su compañero tanto miraba.
- Trafalgar Law – pronunció el nombre del chico al que miraba – mandó su solicitud para las prácticas.
- El chico de los tatuajes. No creo que nadie quiera aceptarle – susurró el hombre.
- Yo lo acepto. He visto su expediente. Tiene las mejores calificaciones de todos los que se han presentado, su padre es un importante cirujano en el hospital y si le observas con atención, te darás cuenta de que su novio es sordo. Los padres del chico vinieron a hablar conmigo e intentar interceder para su propuesta.
- ¿Y te has dejado convencer con bonitas palabras?
- Fueron muy bonitas – sonrió el cirujano.
- ¿Qué te dijeron?
- "Ese chico salvó a nuestro hijo tras el accidente, su calidad humana es inigualable". Supongo que tienen razón. Puede que sus tatuajes echen para atrás a todos los de esta sala, pero prefiero fijarme en algo diferente a los demás. Trafalgar Law puede ser uno de los mejores cirujanos que pisen este hospital – sonrió el hombre – y hará las prácticas conmigo. Me aseguraré de que llegue lejos.
Asombrado como estaba el otro cirujano, miró con asombro a su compañero recoger la única ficha que nadie quería tomar. En completo silencio, se marchó de la sala sin mostrar interés por ningún otro candidato.
***
Hoy que tanto deseaba que su hermana se fuera a dormir, era el día en que más tardaba en hacerlo. Teniendo a Ace en su cuarto esperando por él para una buena sesión de sexo, se desquiciaba sabiendo que debía darse prisa y motivar de alguna forma a su hermanita para que se marchase ya a dormir. ¡Con lo fácil que habría sido mandarla a casa de alguna amiga a pasar la noche! Lástima que no se le ocurrió antes.
Tras varios intentos por agotar a su hermana con conversaciones médicas y psicológicas que ella ignoraba mientras veía la televisión, finalmente, consiguió que se marchase cuando cambió de tema radicalmente: sexo. Ésa era su mejor arma bajo la manga. Querer hablarle sobre novios, protecciones, que debía cuidarse y, sobre todo, meterse en temas de embarazos y tecnicismos de cómo se fecundaban los óvulos y cómo eran los partos; su hermana, con rostro de terror por tener que mantener esa clase de conversaciones con su hermano, decidió que era el mejor momento para irse a la cama. Law sonrió. Su hermanita ya tenía una edad decente como para empezar a fijarse en chicos y había guardado ese as bajo su manga mucho tiempo para días como hoy.
Al ver que su hermanita se marchaba escaleras arriba, con esa gran sonrisa en su rostro, Law apagó el televisor y se dispuso a subir a su cuarto. Allí debía estar esperándole Ace desde hacía un buen rato. Todavía tenía en mente cómo le había comentado que estaba "cansado" y se iba a dormir de esa manera tan sugerente como un intento por convencer o sugestionar a su hermanita para que se marchase también a dormir después de haber jugado a juegos de mesa. Evidentemente, no funcionó con su hermana, pero él sí había pillado claramente ese juego de palabras y el tono seductor en que dijo aquello.
Law se levantó del sofá, apagó las luces y subió las escaleras en dirección a su cuarto. ¡Tenían que buscarse una casa o un apartamento propio para ambos! ¡Y cuanto antes! Eso era en lo que pensaba en ese momento. Tras esos años de universidad donde compartieron casa y la libertad de hacer lo que quisieran, volver ahora a la casa de sus padres era un suplicio. Tras solucionar el tema de las prácticas, buscar una casa para ambos sería su prioridad número uno.
Abrió la puerta y su asombro se reflejó en el rostro. Con la boca completamente abierta, observaba a Ace con la bata blanca que él solía usar en las consultas médicas, con el trasero apoyado contra el borde de la mesa del escritorio y un termómetro en la mano.
- Creo que estás un poco caliente. Déjame que te revise la temperatura con este termómetro de "mercurio" – susurró Ace esa palabra con un tono tan sugerente que, tras cerrar la puerta, Law aceleró el paso y se apresuró hasta donde estaba él para besarle con pasión.
Colocando sus manos en las nalgas de su chico, Law le impulsó para que se sentase sobre su escritorio. Con ese chico era difícil aburrirse. Todavía recordaba el último Halloween en la facultad. Ace se disfrazó de un corazón y le soltó tal cantidad de palabras técnicas que acabaron por no ir a la fiesta. A la mañana siguiente, mientras le veía dormir y le acariciaba con suavidad el brazo, descubrió que tenía todas esas palabras apuntadas en él para acordarse, lo cual le hizo gracia a Law.
- En realidad, vengo buscando al doctor de guardia porque estoy convencido de que me ha surgido un soplo en el corazón y esperaba que pudieras auscultarme...
- Ya puedes dejar de decir esas cosas, ya estoy a mil – respondió Law con rapidez.
Ace sonrió al leer los labios de Law. Era fácil leer los suyos porque siempre tenía cuidado de articular perfectamente para facilitarle a él la faena.
- Te quiero – susurró Law – y no hagas planes para mañana, porque vamos a buscar un apartamento para nosotros o lo que quieras.
- Me parece bien. Estoy deseando volver a vivir contigo.
El beso entre ambos no se hizo esperar de nuevo. Esta vez, fue menos pasional que el primero, mucho más romántico y menos impaciente. Ambos disfrutaron del momento juntos. Esa noche, era sólo para ellos.
***
Ace era un dormilón. Siempre lo había sido. A veces, incluso Law se preguntaba si no tendría algo de narcolepsia por la forma tan brusca y rápida en la que caía rendido. Eran las diez de la mañana y pese a los rayos de sol que iluminaban la estancia, él seguía durmiendo.
Acariciando su espalda desnuda y bajando la mirada hacia la parte baja de la espalda mientras la acariciaba con la yema de su dedo índice, rozó la fina sábana que cubría su trasero. Le encantaba que Ace fuera un dormilón, porque todas las mañanas, podía disfrutar de esa visión y observarle unos minutillos antes de tener que ponerse en marcha a hacer cosas.
La vibración del teléfono en su mesilla de noche provocó que Law se apartase de Ace para mirar quién le llamaba a esas horas. Era un número que no conocía y por miedo a que fuera de las prácticas o referente a sus estudios, tomó el teléfono, se levantó y salió al pasillo tras ponerse un pantalón corto de la silla y poder responder. Dejaría a Ace dormir y él se iría a preparar tortitas para el desayuno. Seguro que su hermana se moría por comer tortitas. Le encantaban.
En el pasillo contestó la llamada. Para su sorpresa, era uno de los cirujanos a los que mandó su solicitud para prácticas y de los cuales, no creía que sabría nada. Le dejaron bastante claro con las muecas de sus caras que no era el candidato más idóneo.
Bajó las escaleras con el teléfono en su oreja mientras escuchaba a su interlocutor y entonces, en el último peldaño, frenó en seco al no poder creerse lo que le habían dicho. De sus labios, sólo surgió un: "¿me lo puede repetir, por favor?". Pensó que escuchó mal, pero lejos de aquella suposición, al volver a escuchar las palabras donde le aceptaba las prácticas y además en uno de los dos lugares que más deseaba tocar en el ámbito de la medicina, sonrió pese a que todavía sentía cierta incredulidad en su interior.
¡Neurocirugía! Ésa había sido siempre su segunda opción por detrás de cardiólogo y seguramente, cuando acabase con esas prácticas, pediría alguna otra en el campo que más deseaba, pero por ahora, esa opción le gustaba mucho. Por fin iba a poder estar en los quirófanos.
Haciendo las tortitas en la sartén, Law no dejaba de pensar en cómo serían sus prácticas. Soñaba despierto con ellas y ansiaba que llegase el primer día. Tan sólo sentir unos brazos rodeando su cintura y los labios de su chico besar su cuello provocaron que sonriera nuevamente y dejase de mirar las tortitas para girarse hacia él.
- Has madrugado – gesticuló Ace con sus manos.
- Tú eres un dormilón – le imitó Law con el gesto de sus manos –. De todas formas, el móvil vibrando me ha hecho salir del cuarto.
- Sabes que no puedes despertarme ni aunque gritases, ¿verdad? – bromeó Ace con el tema de su sordera, lo cual hizo sonreír a Law.
- Lo sé, pero prefería que durmieras a gusto. Sueles ocupar toda la cama en cuanto me marcho.
- Eso no es cierto.
- Oh... sí que lo es – sonrió Law al ver el sonrojo en las mejillas de su novio.
- ¿Preparando tortitas? Hacía mucho que no las hacías.
- Bueno, hoy me apetecía. Y supongo que tenemos algo que celebrar.
- ¿En serio? ¿Qué celebramos?
- Que me han aceptado en las prácticas.
- ¿En cardio? – preguntó Ace animado.
- Neurocirugía.
- Ésa era tu segunda opción, ¿no?
- Así es. Me muero de ganas por abrir esas cabecitas – sonrió como todo un psicópata.
- A veces das miedo – sentenció Ace al ver el entusiasmo de su novio.
Sin previo aviso y sin borrar la sonrisa de su rostro, Law agarró a Ace por la cintura para subirlo a un lado de la encimera y besarle con pasión. Aquel momento, lamentablemente, no duró demasiado. Su hermanita, que bajaba en ese instante, se quejaba al ver semejante escena de ambos tan temprano y más después de que su hermano hubiera tratado de hablar con ella de sexo la noche anterior.
- De hoy no pasa. Nos vamos a buscar una casa – indicó Law con los gestos de su mano – y es urgente.
- Me parece bien.
Aquello sólo era el inicio de su nueva vida juntos. "La primera vez que le vio, tocaba la guitarra en un aula vacía", hoy lo hacía en su nueva casa a su lado.
Fin
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