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Capítulo 36: Cartas universitarias

Las manos de Ace temblaban mientras sostenían la carta más importante de su vida. El logotipo de la universidad de Boston estaba impreso en el sobre y era precisamente eso lo que aterraba a Ace para abrirla. Los nervios le estaban destrozando, pero a la vez, creer que podían darle una mala noticia le hacía echarse hacia atrás prefiriendo quedarse con la duda.

- Ey, venga, Ace – sonrió Law mientras gesticulaba con las manos animando al chico a abrir la carta.

Sentir la cálida palma de la mano de Law sobre la suya en un intento por detener su temblor hizo que Ace sonriera y se decidiera por abrir con rapidez la carta. Siempre decían que una tirita era mejor quitarla de golpe, así que eso mismo hizo con el sobre, rompiendo toda la banda horizontal para poder sacar el papel del interior.

"Querido, Ace,

¡felicidades!"

Ante aquella primera frase, Ace se congeló. No le hacía falta leer toda la línea para hacerse una idea de lo que iban a decirle. Con una sonrisa mucho más tranquilizadora, continuó leyendo simplemente para asegurarse de que era real su admisión.

¡Felicidades! Usted ha sido admitido en la Universidad de Boston.

No pudo continuar leyendo cuando Law le quitó la hoja de las manos para leer él también la primera línea. A ninguno le interesaba lo siguiente que ponía, seguramente una carta formal explicándoles sus motivos para la admisión o felicitando al alumno por haberlo conseguido. A ellos, sólo les interesaba la respuesta afirmativa.

Quizá al inicio, Ace trató de ingresar a Harvard, pero aunque echó la solicitud y mandó los documentos y la carta de presentación, algo dentro de él le decía que sus calificaciones no llamarían la atención de una universidad tan prestigiosa. Law, en cambio, lo tenía mucho más fácil y seguro. Sus notas eran perfectas y la especialidad que quería estudiar donde Harvard resaltaba, le hacían merecedor de su asistencia. Pese a ello, Boston tampoco era una mala decisión. La universidad de Boston estaba a tan sólo cinco minutos de la de Law, por lo que le permitiría incluso irse a algún apartamento con él cerca de las facultades. Simplemente, suponía que pese a no ir a la misma universidad, seguirían estando cerca el uno del otro.

- ¡Es genial! – sonrió Law pese a que seguía leyendo la carta por si acaso había algo más que su simple admisión. Siempre era importante leerla toda hasta el final –. Vas a aceptar, ¿no?

- No lo sé. Quiero aceptar, claro que quiero hacerlo y estar más cerca de ti, pero... tengo que hablar con mis padres del tema y ver si puedo permitirme ir a estudiar a Boston.

- Vas a poder permitírtelo – sonrió Law –. Aquí dice que te ofrecen una beca deportiva completa para que juegues en el equipo universitario de fútbol americano.

- ¿Qué? – le arrebató la hoja Ace una vez más para leer más allá de la primera línea donde él se había quedado. Law le indicó con el dedo índice una de las líneas intermedias donde había leído lo de la beca para que pudiera encontrar el tema con mayor rapidez –. No puede ser. Apenas he jugado esta temporada.

- Pero jugaste otras y te has repuesto de una fuerte lesión. No le des demasiadas vueltas al asunto, te la dan, es tuya. Lo malo de eso es que tendrás entrenamientos algunas tardes y puede que me toque empezar a ir a tus partidos los fines de semana si no son fuera de Boston – sonrió Law como si ir a sus partidos un sábado o domingo un par de horas fuera a suponerle un gran esfuerzo.

- Serás idiota – se quejó Ace golpeándole en el hombro con el puño. Ambos sonrieron.

- Y yo que odiaba el deporte... – se quejó Law –. Me parece que voy a tener que acostumbrarme a que me vean con un deportista.

- Te estás jugando que te golpee de nuevo con la cena – sentenció Ace, lo cual le hizo recordar a Law su escenita con el pescado. Luffy siempre decía que era mejor no enfadar a su hermano y Law ya sabía el motivo.

- Me callaré.

Aunque había gesticulado para aclararle la frase, Law también hizo un gesto con sus tatuados dedos como si cerrase la boca con cremallera. Los dos sonrieron ante aquel gesto.

Contarles algo así a sus padres sería otra historia. En parte, esa misma noticia aterraba a Ace. Sabía todo lo que habían pasado sus padres tras su accidente. Aquel día, todo su mundo cambió. Nunca volvería a escuchar y cuando los médicos le dieron esa noticia, Ace supo que todo iría de mal en peor. Lo que nunca esperó fue encontrarse bien dentro de su discapacidad. Se sentía afortunado con tan sólo mirar la sonrisa de Law.

Si una vez creyó que nadie podría enamorarse de él cuando perdió la audición, hoy se sentía afortunado. Law se había convertido en todo su mundo, pero reconocía que sus padres, pese a ver su cambio de actitud, todavía seguían preocupados por él. Era normal tener miedo a que algo pudiera pasarle después de aquello y más si ahora les decía que iba a irse a miles de kilómetros de distancia. Todos iban a asustarse.

- ¿Te quedas a cenar? – preguntó Ace con el gesto de sus manos.

No es que hoy Law pensase en quedarse a cenar en casa de Ace. En principio, había prometido a su familia ir a casa y cenar con ellos puesto que deseaban pasar el mayor tiempo posible con él antes de que se marchase a la universidad.

Con un suspiro y tras ver el rostro preocupado de su novio, entendió que Ace necesitaba su compañía para poder explicar que de verdad quería irse a Boston. Sus padres confiaban en Law y, seguramente, Ace pensaba que si él estaba allí en la cena y podía ahuyentar sus dudas y preocupaciones, sería mucho más fácil que le dejasen irse a la universidad.

Law sonrió con dulzura antes de llevar las palmas de sus manos a cada lado de las pálidas mejillas de Ace y depositarlas con suavidad para acercar sus labios a los de su chico. Fue un beso suave y tierno que, sin duda alguna, quería calmar los nervios que Ace sufría con todo ese asunto. Al separarse, Law, sin soltar sus manos del rostro de Ace, le miró fijamente hasta que éste abrió sus párpados y entonces, con la misma sonrisa con la que había iniciado el beso, movió la cabeza afirmativamente para indicarle que aceptaba quedarse a cenar.

***

¡Besugo! Cada vez que Law veía esa clase de pescado, sólo podía tratar de contener la risa al recordar que Ace le llegó a golpear con uno de esos la única vez que le había visto enfadado. Law desvió la mirada de su plato y miró hacia Ace a su lado mientras la familia comía manteniendo una agradable conversación con Luffy.

Ace parecía pensar en lo mismo que él. Lo supo por el sonrojo que se había subido a sus mejillas y cómo desviaba la mirada a su plato y trataba de comer en silencio sin entrar a las conversaciones con la familia. Él tenía que mirar a todos para poder saber lo que hablaban y desde luego, no lo estaba haciendo.

Con un leve codazo en el brazo de Ace que tenía más próximo, Law captó su atención. Era la hora de iniciar esa conversación que tanto miedo le daba y, a la vez, tanto deseaba. ¡Ace no se decidía! Sin previo aviso, tras mirar furtivamente a Law y echar un vistazo rápido a su familia, regresó a la comida. Law volvió a darle un codazo y entonces, cuando Ace regresó a mirarle, le vio gesticulando con sus labios. Estaba hablando y sabía lo que estaba diciendo a su familia pese a no poder escuchar sus palabras exactas.

- Hoy ha llegado una carta de admisión para la universidad de Boston – susurró Law como si fuera un tema normal y cotidiano más.

El silencio reinó en la mesa súbitamente. Aquello significaba claramente que su hijo estaba pensando en marcharse a Boston y era la primera noticia que tenían al respecto. Hasta el momento, todos creían que quería quedarse en la universidad de la propia ciudad, pero también eran conscientes de que Law se marchaba a Harvard. Era normal que su hijo quisiera perseguirle hasta donde pudiera.

Roger fue el primero en resoplar y dejar los cubiertos sobre su plato. No le gustaba la idea de que su hijo se marchase tan lejos y menos después del accidente, pero también era consciente de que no podía estar toda su vida protegiéndole. Ace tenía que volver a su propia normalidad y valerse por sí mismo. Si quería marcharse a Boston, no quería impedírselo pese a que le costase desprenderse de él.

Por un instante, Roger miró a su mujer. Ella estaba mucho más preocupada que él y la entendía; era su niño el que se marchaba lejos.

Ante el intenso silencio y la mirada inquisidora de Ace por haber sacado el tema tan súbitamente, Law decidió ser él quien rompiera nuevamente el silencio.

- De acuerdo, empezaré yo – susurró –. Sé que esta decisión se debe tomar en familia y será algo que seguramente hablaréis más tarde cuando me marche, pero quiero aclarar ciertos aspectos. Entiendo lo difícil que es para vosotros haceros a la idea de que Ace se marche lejos y más después de lo del accidente. Queréis lo mejor para él y le protegéis todo lo que podéis, pero todos somos conscientes de que en algún momento, debe de volar solo. Sólo quiero decir que puede asustar que vaya a Boston, pero no va a estar solo, yo estaré allí con él.

Roger sonrió ante aquello porque sabía que Law siempre cuidaría de su hijo. No era eso lo que le preocupaba, sino cómo se tomaría la ausencia y la distancia de Ace su mujer. Por eso mismo, miró hacia Rouge.

- Soy consciente de que da miedo – continuó Law – pero había pensado que en caso de que Ace pudiera venir a Boston, yo podría en vez de ir a la residencia de la universidad, alquilar algún piso cerca de la facultad de Ace, viviríamos juntos, le acompañaría hasta sus clases si nuestros turnos no nos lo impiden y no voy a permitir que le ocurra nada. Estaré pendiente de él.

Esas palabras sacaron una sonrisa esperanzadora en Rouge y, a la vez, Law sintió la mano de Ace buscando la suya bajo la mesa. Ambas se encontraron sobre su muslo y sus dedos se entrelazaron antes de que ambos se mirasen fijamente con una pequeña sonrisa en sus rostros. La complicidad entre ambos era algo que no pasaba desapercibido para la familia.

- Gracias, Law. Sé que tú siempre cuidarás de nuestro hijo. Hablaremos el tema esta noche con tranquilidad.

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