Capítulo 3
Casi no llegaron a tiempo aquella noche al cuarto.
El tiempo se les había escurrido de entre los dedos en aquel lago, robándose los besos que ambos llevaban tanto tiempo queriendo compartir, pero habían sido demasiado tímidos para hacerlo. No fue hasta que escucharon un ligero ulular que se dieron cuenta de que el sol estaba bajo y tuvieron que salir apresuradamente, con Chanyeol secando sus cuerpos y ropa interior mientras se iban vistiendo a la carrera para llegar a tiempo a la habitación.
La doncella entró apenas dos minutos después, dejando la cena y mirando extrañada al príncipe, que estaba tirado sobre su cama con la ropa arrugada. Sin embargo, no dijo nada y se marchó sin dirigirle una palabra o una segunda mirada. Cuando la puerta se hubo cerrado, la cabeza de Baekhyun se asomó desde el estudio para comprobar que no había nadie y entonces se unió al príncipe en la cama con una sonrisa.
- Has mejorado mucho con tu poder -le dijo con una sonrisa sincera-. Antes le habrías prendido fuego a la ropa mientras corríamos.
- Gracias, supongo -alzó una ceja el príncipe, mirándolo con fingida indignación.
- Es un cumplido -le sacó la lengua el rubio.
Pero Chanyeol lo tomó suavemente por la nuca y lo besó, suspirando al rozar sus labios con los ajenos y notando cómo Baekhyun se entregaba al beso sin queja alguna. Se besaron un rato largo, despacio y húmedo, hasta que simplemente se separaron para mirarse a los ojos.
- Ahora no ha habido llamitas -comentó con una especie de puchero el unicornio, pasando un dedo por los labios del alto, ahora ligeramente rojos e hinchados, algo brillantes.
- ¿Hubo llamas antes? -le preguntó, sorprendido, y el menor rió con esa risa musical que tanto le gustaba.
- Sí, en el lago se escaparon algunas -respondió, mirándolo con los ojos brillantes-. Ha sido muy bonito.
- ¿Te he quemado? -el alto se incorporó entonces con rapidez, buscando con los ojos posibles quemaduras en el cuerpo ajeno, pero Baekhyun lo tomó por las mejillas y le dio otro beso, más corto, para calmarlo.
- No me has quemado en absoluto, Chanyeol -lo tranquilizó-, tus llamas no me hacen daño.
- ¿Seguro? -le preguntó, aún algo preocupado.
Pero el otro asintió con una sonrisa y volvió a besarlo, tirándolos a ambos en la cama mientras se negaban a separarse. Porque hacía demasiado tiempo que ambos querían aquello, y ahora no pensaban desaprovechar ni un minuto. La cena se les quedó fría en el escritorio mientras se perdían en el sabor de los labios del otro, pero a ninguno le importó, y aquella noche, cuando ya estaban metidos en la cama y abrazados el uno al otro, Baekhyun lo besó de nuevo y Chanyeol pensó que jamás había sido tan feliz.
Las siguientes semanas fueron casi como un sueño para el príncipe. Sí, aún seguían encerrados, pero no podía describir la enorme felicidad al despertarse con el rubio entre sus brazos y poder darle un beso de buenos días. Eso también traía problemas, de hecho, una vez Baekhyun tuvo que rodar de la cama y caer al suelo porque la doncella había tocado para anunciar su entrada con el desayuno y a ellos se les había olvidado ese detalle porque nunca tenían suficiente de la boca del otro.
De alguna manera, poder librarse de aquel secreto y ser honesto con sus sentimientos le había quitado un gran peso de los hombros y parecía que su poder fluía con más naturalidad. Era como si estar en sintonía consigo mismo le ayudara a controlar mejor sus poderes. Siempre se había sentido frustrado, frustrado por tener que vivir encerrado, por no poder hablar con nadie, por ser visto como un monstruo por un error que cometió con cinco años. Y cuando Baekhyun llegó, esa frustración se convirtió en inseguridad y en miedo, porque si la única persona a la que amaba en el mundo no lo amaba también, seguramente se habría derrumbado.
Pero no ocurrió, y Chanyeol comenzó a ser capaz de controlar mejor sus poderes. Podría no solo crear pequeñas bolas de fuego, sino grandes espirales que ardían, pero no quemaban a menos que él así lo quisiera. Podía crear formas y figuras, incluso había conseguido atraer a varios felinos que vivían en el bosque y a controlarlos gracias a su poder.
Por su parte, Baekhyun parecía también más activo y brillante, siempre dispuesto a curar lo que el alto quemaba y siendo incluso más eficaz que antes, como si él también pudiera controlar sus poderes de una forma más eficiente.
Baekhyun era literalmente su mundo, ahora más que nunca quería ser capaz de sacarlos a ambos de aquel encierro. Y con el manejo que había adquirido, pensó que ya habían esperado más que suficiente para ser libres. Habían esperado durante toda su vida, y Chanyeol sentía que por más que practicara, no podría ejercer un mejor dominio del poder que habitaba en su interior.
Estaba tan inmerso en sus pensamientos de vuelta al castillo que casi consiguió que los pillara la ronda de la guardia, pero el menor fue rápido y consiguió evitar el desastre. Ya en la habitación, ambos se metieron en la bañera que Baekhyun había llenado para ambos, el príncipe dejando que el rubio se colara entre sus piernas y apoyara su espalda contra su pecho, su cabeza en su hombro.
- ¿Te ocurre algo? -le preguntó el unicornio, pasando sus dedos por la piel desnuda de sus brazos-. Hoy estás como ausente.
- ¿Hmm? -el alto estaba tan relajado en aquel baño que apenas sí registró la pregunta-. No me pasa nada.
Baekhyun se movió entonces, girándose para mirarlo con gesto preocupado. Chanyeol frunció el ceño y le acarició la mejilla, preocupado a su vez.
- ¿Seguro que no te ocurre nada? -insistió con voz suave el más bajo.
- No me ocurre nada, Baekhyun -lo tranquilizó con un susurro. Trató de sonreír y de que él sintiera su sinceridad-. Sólo pensaba que ya es hora de dejar de vivir encerrados.
- ¿En... en serio? -el más bajo lo miró asombrado y llevó una mano a coger la que aún descansaba en su mejilla-. ¿Vamos a irnos de aquí?
- Eso quiero -respondió el moreno con una sonrisa-. Quiero hablar con mis padres y decirles que no soy una amenaza para nadie. Quiero enseñarles que puedo manejar mis poderes, y si eso no es suficiente para ellos, nos iremos a vivir a otro lugar -llevó la mano del chico a sus labios y besó la palma de ésta-. No quiero tenerte encerrado más tiempo.
En ese instante, pudieron escuchar la puerta del cuarto principal abrirse. La puerta del baño estaba abierta y ambos se quedaron congelados en el sitio, incapaces de reaccionar. La doncella traía la cena y debía de extrañarle no ver a nadie en el cuarto. A fin de cuentas, si iba una persona a llevarle la cena era por comprobar que seguía allí, que no se había escapado y que no era un peligro para los demás.
- ¿Príncipe Chanyeol? -la voz suspicaz de la doncella los asustó, pero no tanto como oírla caminar dentro de la habitación, sus pasos dirigiéndose a donde se encontraban.
- Estoy desnudo, dándome un baño -habló él, intentando incomodarla con el dato de su desnudez. Para su alivio, los pasos frenaron.
- ¿Qué hacéis a estas horas en el baño? -inquirió ella.
- ¿Acaso tengo también que informar de a qué hora me baño? -su voz salió molesta de forma accidental, simplemente le parecía una estupidez su pregunta-. No tengo por qué dar cuenta de cuándo hago una cosa o la otra, no es que vaya a afectar al horario de nadie.
La doncella pareció achantarse ante aquella súbita explosión por parte del príncipe, porque pudieron escucharla retirarse y abrir la puerta.
- Tenéis razón, perdonadme -y sin más, salió de la habitación cerrando la puerta antes de que sus pasos se perdieran pasillo abajo.
Los dos jóvenes se quedaron inmóviles durante unos instantes, hasta que se miraron a los ojos y comprendieron que el peligro había pasado, soltando un ligero suspiro de alivio. Si lo que querían era que Chanyeol se ganara la confianza de sus padres, no era lo ideal que descubrieran que había metido a un extraño en su castillo.
- Seguro que la has hecho llorar -bromeó Baekhyun, haciendo amago de volver a echarse sobre su pecho, pero Chanyeol lo detuvo alzando una ceja.
- Yo no he hecho llorar a nadie.
- ¿Estás seguro? -sonrió divertido el más bajo, apoyando su cabeza en el hombro ajeno finalmente y suspirando de gusto mientras apoyaba sus manos en las rodillas semiflexionadas del alto-. La has hecho retroceder.
Chanyeol rodó los ojos y Baekhyun rió, pero antes de que pudiera seguir haciéndolo, el príncipe lo tomó por la barbilla y lo besó, haciendo que la risa muriera en sus labios. No hubo quejas por parte del más bajo, quien le devolvió el beso despacio pero con ganas, su boca pidiendo un poco más cada vez que sus labios se rozaban. Pronto, no sólo sus labios, sino también sus lenguas danzaban la una contra la otra, acariciándose mientras poco a poco, los jadeos comenzaban a mezclarse con su respiración. El agua caliente de la bañera no era una ayuda para bajar el tono de aquel beso, que se iba encendiendo junto a ellos. Chanyeol comenzó a acariciar el torso de Baekhyun, sus piernas, el interior de sus muslos; todo cuando estaba a su alcance. Sus dedos rozaron el miembro del menor y tuvo que reprimir una sonrisa al notarlo semierecto, porque sabía que el rubio podía notar cómo su propio miembro se endurecía y apretaba contra su baja espalda.
La postura no era la idónea, aun así, y el alto pronto notó al otro tensarse por mantenerse en el sitio. Decidido, rompió el contacto, sonriendo ligeramente ante la mirada confusa del más bajo y se levantó, provocando que el otro hiciera lo mismo. Pero no dejó que se alejara de él, lo estrechó contra sí y se inclinó, besándolo de nuevo mientras lo alzaba para que enredara las piernas en sus caderas y llevarlos a la cama. Dejaron un rastro de vapor mientras se dirigían hacia la cama porque, aunque no era de forma consciente, el propio calor de Chanyeol hizo que se evaporara el agua que había sobre ellos.
Cayeron secos sobre la cama, el príncipe sobre el unicornio y sus labios conectados, buscando más y más del otro. Se separaron ligeramente para mirarse a los ojos, el alto recorrió con la mirada la cara y torso del rubio, parándose en su pecho que subía y bajaba, en sus labios rojos, húmedos y algo hinchados, y en sus ojos oscuros y brillantes que le decían sin necesidad de palabras todo lo que le hacía sentir.
- Baekhyun -susurró su nombre con inseguridad-. ¿Quieres...? ¿Puedes? -no sabía cómo decirlo, pero quería saber que estaba seguro.
- Quiero -le respondió, colocando un dedo sobre sus labios para callarlo con suavidad-. Te quiero a ti, Chanyeol.
El mayor no necesitó más. Lo besó de nuevo y dejó que los sentimientos guiaran sus manos. Todo era intenso, las caricias, el roce de sus pieles cálidas, sus labios pidiendo más del otro mientras dilataba al unicornio con cuidado.
Sus dedos se entrelazaron cuando se volvieron uno, Chanyeol hundiéndose dentro de él y completándose el uno al otro. Todo fue lento al principio, pero ambos estaban ansiosos de sentir más del otro, de notarlo aún más cerca, y pronto el ritmo aumentó, llevándolos a los dos al cielo. El clímax los atravesó a la vez, llamas que no quemaban emanando de Chanyeol y una luz blanca y pura que escapaba de Baekhyun y los envolvía a ambos, mientras el éxtasis los recorría por completo.
Se quedaron unidos, jadeando con sus frentes juntas y los ojos cerrados. Cuando el alto abrió los ojos, se encontró con los oscuros orbes de Baekhyun fijos con él, brillantes como nunca antes los había visto y diciéndole tantas cosas que se sintió abrumado.
- Me encantan tus llamas -le dijo con una sonrisa el rubio. Chanyeol sonrió y salió de su interior con cuidado, pero sin moverse de su posición encima del menor.
- A mí me gusta tu luz -le acarició el rostro con suavidad-. Eres hermoso, Baekhyun, y te quiero.
Baekhyun sonrió y enredó sus brazos alrededor de su cuello para besarlo, no sin antes recordarle que él también lo quería.
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