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Jugadora

La música sonaba una y otra vez, cada momento parecía atrapar a Dahyun en una mezcla de frustración y agotamiento. Los días pasaban casi en la misma monotonía incómoda: el café por la mañana, los ensayos en la tarde, las constantes miradas incómodas entre ellas y de alguna manera algo las acercaba más. 

Era como una cuerda invisible que las iba acercando más y más.

La casa era una combinación de pequeños ruidos: el zumbido del refrigerador, el crujir de los tablones de madera, el murmullo de conversaciones que Dahyun no podía descifrar pero parecían ir deteriorando a Momo.

Era viernes por la tarde, el sol estaba ocultándose entre las montañas y Dahyun estaba organizando el próximo ensayo, su mente estaba totalmente perdida. Momo había salido hace un rato con una excusa de compras, lo cual parecía más una evasión que una necesidad real. 

El silencio de la casa no le agradaba en lo absoluto, le recordaba a su matrimonio; el silencio también causaba que estuviera solo con sus pensamientos y eso le jodía. Tomo una respiración profunda antes de empezar a escribir en su cuaderno nuevamente, hasta que escuchó un sonido proveniente de la planta de arriba.

La primera vez no le dio importancia pues podría tratarse de cualquier cosa. Pero luego lo escuchó de nuevo, como si algo estuviera crujiendo. Dahyun dejó el bolígrafo de lado y empezó a caminar hacía arriba para descubrir de que trataba, su corazón dio un salto al descubrir que el sonido provenía de la habitación de Momo.

"¿Qué habrá ahí..?" musitó para si misma, tratando de convencerse de que no había nada ahí adentro.

Ajustó su suéter y se acercó a la puerta de la habitación, apoyando la palma de la mano en la pared para sostenerse. Quiso ignorar el pequeño nudo en el estómago que le crecía mientras se acercaba pero no pudo evitar sentirse angustiada. Al estar frente a la puerta, se quedó quieta. Intentó escuchar de nuevo pero el sonido se había detenido.

Luchó con ella misma, repitiendose que no era su trabajo fisgonear, pero algo le decía que debía abrir la puerta.

— ¡Dahyun! — escuchó la voz de Momo desde la planta baja. Dahyun se sobresaltó, como si la hubieran descubierto.

— ¡Estoy aquí arriba! — respondió rápidamente; aún sintiendo el nudo en el estómago decidió apresurarse a bajar.

Momo apareció con una bolsa de pollo frito colgada en su brazo. Llevando una sonrisa casual en el rostro, completamente desconectada de las tensiones de los últimos días. Dahyun sonrió, sintiéndose aliviada, pero no podía evitar quedarse con la sensación de duda.

— Me pareció escuchar algo — mencionó intentando ocultar sus nervios.

— Creo que el trabajo en exceso esta haciendo que te imagines cosas. Vamos a cenar. — hizo un gesto con la cabeza y ambas caminaron a la cocina, donde Momo dejo la bolsa sobre la isla— También deberías descansar.

Dahyun empezó a sacar la comida de la bolsa con ayuda de Momo, sentía que la realidad se le estaba yendo de las manos y no podía controlarlo. Tal vez la japonesa tenía razón, últimamente estaba exigiendo mucho, tanto a ella como a los bailarines, tal vez aquel extraño sonido solo era algo tonto.

O HyunWoo tenía razón y estaba empezando a volverse loca.

Los ensayos eran cada vez más exigentes, los patrocinadores querían resultados; cada movimiento, cada paso, cada respiración era demandado que se realizará con el cien por ciento de concentración. Incluso ella, como la coreógrafa, era exigida a dar más del cien por ciento de su capacidad.

Gracias a sus años como bailarina había creado una reputación irrefutable, era respetada y observada por la mayoría de bailarines jóvenes e incluso por sus propios superiores; sentía que tenía que dar más, demostrar que seguía siendo la mejor incluso si ella no bailaba en el escenario; si algo salía mal en esa obra, era su nombre y título el que iba a manchar. Con todo eso empezaba a sentir que algo empezaba a desmoronarse dentro de ella, pero no podía mostrarlo, no podía dejar que el mínimo defecto se notará en ella.

Pero algunas veces se daba el privilegio de volver a bailar, cuando el estudio estaba vacío, dejaba que su cuerpo se convirtiera en uno con la música y su mente divagaba en como pudo haber sido su vida si no hubiera renunciado en su mejor momento, sino hubiera decidido casarse tan pronto. 

Miro su reflejo: su cabello se había desordenado, sus mejillas estaban rojas por el esfuerzo y podía sentir el sudor por todo su cuerpo. En ese momento, algo la hizo detenerse.

"¿Por qué me afecta tanto lo que vi aquella noche? No es como si fuera la primera vez que viera a una mujer tener sexo"

Se sentó en el suelo. Cerró los ojos un momento, esperando que las respuestas llegaran a su mente de manera mágica pero estas parecían no aparecer.

La semana siguió pasando con calma, en silencio mayormente. Fue en el desayuno que Dahyun decidió que era suficiente no podía más con el silencio y decidió derribar la pared que se había creado entre ella y Momo.

— Momo — su voz salió más firme de lo que esperaba— Necesitamos hablar.

— ¿Sobre qué? — preguntó con el ceño ligeramente fruncido.

Dahyun intento mantener la calma. — Yo esa noche... te vi 

El aire entre ellas volvió a tensarse. La taza de Momo hizo ruido al ser colocada sobre la isla, su respiración se detuvo por un momento.

— ¿A dónde quieres llegar con eso? 

Dahyun intento mantenerse firme, podía sentir como sus manos temblaban ligeramente. — No estoy aquí para juzgarte, solo quiero... hablar.

— ¿Hablar? — susurró casi en un tono de incredulidad.

"Sí," pensó Dahyun, "aunque no sepa como"

— Yo... no puedo sacar esas imágenes de mi cabeza — su tono de voz era tan suave que parecía que estaba susurrando.

— Y dime, ¿te molestó? — preguntó Momo, inclinando un poco su cabeza. 

Dahyun se quedó congelada. Aquella no era la respuesta que esperaba, sonaba demasiado directo, casi como un desafío pero esa actitud era contradictoria a la que había estado teniendo desde aquella madrugada; ¿acaso la tensión había sido solo por parte de ella? ¿se había imaginado todo?

— No... — respondió finalmente— No me molestó.

Momo sonrió, de una manera tan leve que parecía una burla amigable, pero existía algo que hacía que no se sintiera bien.

— Me alegra saber eso 

El espacio entre ellas se sentía más pequeño, como si fuera un juego del poder, el cual ninguna de las dos tuviera claro en que momento había iniciado. Dahyun intentó recuperar su compostura, obligandose a pensar en cosas más simples.

Se sentía  atrapada en un juego que no sabía como jugar.

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