ᨭ⋆ ࣪.Capítulo 01.
Noah Tayler es un magnate amargado y frío. ¿Qué más se podía decir de él?
Alfa. Era un alfa, como todos los hombres y mujeres con poder de Inglaterra.
Caleb odiaba tanto ese patrón discriminatorio, lo odiaba con todo su corazón. Tal vez porque era un omega o tal vez porque exactamente odiaba a los alfas de esa calaña como su jefe y su jefe era Noah Tayler. Ese maldito alfa que en el último año lo había hecho sentir como un completo inútil.
-Scott, no le pago por coquetear.
-Scott, deje de perder el tiempo y haga bien su trabajo.
-Scott, ¿A esto le llama informe? Si no se la pasará todo el tiempo coqueteando con todo alfa que se le cruza en el camino, entregaría informes decentes.
-Scott, controle sus feromonas, está es una empresa decente.
-Scott, haga su informe en mi oficina y no pierda el tiempo.
-Scott, no puede tomar horas extra, los omegas no sirven para forzar su cuerpo.
Y su respuesta siempre era la misma:
-Sí, señor Tayler.
Caleb podría levantar una demanda a la empresa por discriminación, pero había algo curioso. Solo le pasaba eso a él, era como si el jefe y dueño de la compañía lo odiara, pero ¿Qué le había hecho él?
Era un simple oficinista con un trabajo decente, pero complicado.
No trabajaba en una simple empresa de cosméticos, específicamente trabajaba en una de las empresas más importantes de Inglaterra. Trabajaba en el área de arte visual en el maquillaje, uno de los mayores campos de ingreso de la compañía.
Y Caleb amaba su área, porque el maquillaje podía expresarse mediante la elección de los colores y las formas utilizadas en cada parte del rostro como un pintor y un retrato. Por ejemplo, los labios rojos y brillantes podrían simbolizar la pasión, la sensualidad y la coquetería, mientras que los ojos ahumados negros podrían simbolizar la intensidad, el misterio y la seducción.
Arte, Caleb era el arte en persona cuando se lo proponía y trabajaba, pero toda su inspiración se iba a la basura cuando sus trabajos y proyectos pasaban por las manos de su jefe.
Cómo en este momento.
-¿Qué es esto? -comenzó.
-Son las paletas de colores diseñadas para esta nueva temporada, la temática es el amor.
-Nada de esto me convence -dijo el alfa mientras revolvía en su escritorio el montón de hojas que le había entregado. -Estos colores no son los indicados, los modelos tienen rostros serios, si la temática es amor, al menos deberían sonreír.
-Es una estrategia de marketing, señor. Es para que los clientes se enfoquen más en el maquillaje que en el modelo -Explicó Caleb ya molesto por el rostro extrañado de su jefe.
-Está mal, si yo fuera el cliente y viera esto lo último que haría sería comprar algo.
-Bueno, esos son detalles. Podemos cambiar los modelos, pero ¿Qué le parece la paleta de colores y diseños?
-Nada tiene sentido sin una buena base y los modelos son la base.
-Pero...
-Ya se lo dije Scott, si sigue perdiendo el tiempo coqueteando, ¿Cómo cree que su esfuerzo laboral se verá reflejado en sus proyectos?
-Señor Tayler, no creo que eso tenga algo que ver con mi desempeño en la empresa -Caleb necesitaba que alguien lo sostuviera, porque sino saltaría encima de su jefe de bonitos ojos, y le arrancaría todo el cabello.
-Lo he pensado, Scott y es mejor transferirlo a una oficina de betas, así se concentrará mejor.
-¿Qué? -Eso era cruzar los límites.
-La decisión está tomada -dijo el alfa de ojos azules, mirándolo con esa forma frívola que tanto odiaba Caleb. -Estar expuesto constantemente al aroma de alfas debe hacerle complicado su simple trabajo.
Simple su forma de tratarme, pedazo de caca. Pensó Caleb.
-Sí, señor Tayler.
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-Necesito un respiro -suspiró Caleb, cansado. -El idiota del jefe sigue odiandome sin razón. Dijo que mi proyecto no tenía base -estaba tan enojado que un puchero natural, se mostró en su rostro.
-Baja la voz o el ogro nos oirá -dijo su rubio amigo.
-¡Mason!
El beta se rió de la expresión de Caleb.
-Está confirmado, el magnate Noah Tayler está enamorado de ti.
-No digas estupideces, mejor come, la hora del almuerzo se acabará en cinco minutos.
-Eres un amargado -dijo Mason, agarrando los cachetes de Caleb con sus dedos mientras los estiraba. -Amargado -tenía un montón de comida en la boca. Un conjunto de sandwich de pollo y macarrones.
Caleb carcajeó ante el rostro rojo de su amigo que no paraba de sonreír, mientras le decía amargado y lo decía con sus labios hechos un puchero pico.
-Amargad-
-¡Miller!
Mi-er-da.
Beta y omega voltearon para encontrarse con un alfa de ojos azules que los veía fijamente.
-Señor Tayler -dijo rápidamente el rubio, mientras tragaba el resto de la comida en su boca y se paraba.
Caleb no podía estar más fastidiado. Mason se había puesto más rojo de lo que estaba.
Todos en el comedor voltearon a verlos.
Mierda...
-Caleb, recoja sus cosas.
-¿Qué?
¿Lo llamó por su nombre?
-¡Ahora!
El omega del ojiverde estaba alterado, las feromonas que eran liberadas sin cuidado alguno. Feromonas de alfa. Todos en el comedor a excepción de los betas se cubrieron la nariz con lo que tenían a su alcance.
-No puede hablarle así -intervino Mason.
Caleb podía sentir el olor a pasto seco por toda la sala.
-Señor Tayler, creo que se está excediendo -dijo Caleb apenas. Sus feromonas también se estaban comenzando a alterar.
Mason se puso delante de Caleb una vez que el señor Tayler se dirigió hacia ellos.
Para empezar, ¿Que hacía su jefe en el comedor de la empresa? Ese alfa ególatra jamás había puesto un pie ahí.
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Otro día en la maravillosa y fastidiosa empresa "ST".
-Lo iba a golpear, te lo juro, iba a hacerlo si no me detenías -dijo un beta molesto mientras caminaban camino al club, lanzando puños imaginarios al aire.
-Ese hombre es así por naturaleza, dejemos de pensar en eso.
Las calles de Londres a esas horas eran tan brillantes y alumbradas que mostraban una belleza particular de la vida nocturna. El ligero viento que hacía brisa en los rostros de los transeúntes tenía un aura libre del estrés cotidiano de todos los días. Caleb amaba esa brisa.
Para un omega de altos estándares, de ojos verdes jade, cabello rizado chocolate, piel lechosa y cuerpo curvilíneo. Con una vida laboral desastrosa, una brisa y noche de estás no estaban de más.
-¡Dejemos de pensar en ese ogro y disfrutemos está noche! -grito en medio de la calle, algunas personas se voltearon a verlo, pero nadie le prestó atención.
Mason a su lado lo siguió.
-¡Noche de sexo!
Está vez sí que les prestaron atención.
Caleb se apresuró a cruzar la calle para ir directo al club frente a ellos.
-Qué vergüenza -susurro.
Mason lo siguió por detrás mientras se reía como un desquiciado.
-¡Mueve ese culo, Scott! -le gritó el mesero de la barra.
Caleb se hubiera ofendido, pero no cuando era la costumbre desde sus días de universidad.
-¡Leo! -dijo feliz en ojiverde al ver a su amigo tras la barra.
El alfa ojimiel le devolvió la sonrisa.
-¿Lo de siempre? -Caleb asintió. -Ya era hora de tomarse un respiro, Caleb. No has venido en semanas.
La música estaba casi al tope y las luces de colores circulaban entre ellos.
-¡El ogro de mi jefe me tiene como su esclavo! -gritó Caleb para que el alfa lo escuchará mejor. -Apenas escapé de él.
Leo soltó una risa, mirando a su amigo frustrado.
-Siempre es lo mismo -comenzó a preparar el cóctel favorito del rizado. -¿Mason no vino contigo?
-Si, pero ya se perdió de nuevo. Debe estar por ahí, de seguro ya consiguió su presa de esta noche -Caleb se arrepintió de decir aquellas palabras cuando vio la expresión de su amigo. Sabía que el alfa estaba enamorado del rubio, pero a veces sí que se le olvidaba.
Leo le entregó su trago.
-Perdón.
-Descuida -el alfa le sonrió. -No importa.
Hora de divertirse.
Trago el shot en un solo bocado. Su garganta le ardió un poco, pero no importaba. Está noche debía ser inolvidable.
ᨭ⋆ ࣪.
-¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! -gimió. -¡Sí, así! ¡Alfa!
¿Cómo había acabado así?
Alfa...
-¡Ah!
Su cabeza estaba clavada en la almohada debajo de él que debes en cuando mordía, y apretaba las sábanas con el puño de sus manos. Estaba completamente desnudo, con su trasero al aire siendo sometido por dios sabe quién.
-¡Caleb! -al parecer el alfa sabía su nombre.
Jalo de su caballo, mientras lo embestía. Sus ojos verdes se desorbitaron por la satisfacción que sentía.
Estaba tan profundo...
Un alfa como aroma a pasto seco.
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