A pesar que Placentia no pudo cuidar de Third Reich, por un tiempo corto pudo cuidar a Hungría y Austria.

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Después de la Primera Guerra Mundial, los imperios se desintegraron (murieron) y quedaron sus hijos a cargo de los nuevos países.

Placentia al ser una colonia y no un país, se le hizo difícil el querer encargarse de algunos asuntos sobre Europa. Pero como tenía una semiautonomía, podía encargarse de algunas cosas, así que, pidió permiso a UK para cuidar a los hijos mayores de la fallecida Imperio Austro-Hungaro. El británico aceptó, ya que, estaba ocupado con otras cosas como para encargarse de niños, así que, las colonias con semiautonomía podían cuidar de los jóvenes.

Cuando Placentia cuidaba de Austria y Hungría, ellos tenían apenas nueve años, no sabían como representar a un país, pero la británica se encargó de enseñarles lo suficiente en los seis meses que estuvo con ellos y se encargó de ayudarlos en la parte financiera.

Al despedirse, los niños sabían lo que tenían que hacer y tenían como sustentarse. Austria, en agradecimiento, le prometió poner su nombre en una de sus calles y le regaló una pequeña pulsera de plata que él mando hacer. Hungría le regaló un anillo también en forma de agradecimiento.

Actualmente, Placentia los tiene guardados y el día que se celebra la independencia de Austria y Hungría, ella se pone ambas cosas.