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🍦9 - Candorous.

Jimin huele a pura rabia y va caminando frente a él con sus puñitos cerrados como si fuera la cosa más amenazante del mundo. Yoongi piensa que se ve adorable, pero se calla porque las cosas podrían empeorar si vuelve a hablar. Empeorar para él.

Llegan a la biblioteca a tiempo, antes de que una horda de universitario con ojeras se apoderen de todos los asientos. Por suerte, el viejo señor Han les reserva siempre una pequeña mesa de dos que está cerca de los ventanales del fondo. Es el lugar perfecto para estudiar, con un balance de luz ideal a cualquier hora y la distancia suficiente para no ser molestados.

Ambos amigos acostumbran ir allí desde hace mucho. Estudiar en casa es muy difícil, y al omega siempre le ha gustado exhibirse en lugares públicos con el otro. Así que era matar dos pájaros de un tiro.

—¿Primero mates o química? —cuestiona el alfa en lo que sacaba los libros de la mochila.

Pero la mente del omega parecía demasiado lejos. Sus ojos estaban en algún lugar distante, mirando en ningún punto específico.

Plateados.

Yoongi suspira un poco cansado, sabiendo que no tenía caso disculparse. El omega de Jimin estaba enojado, más allá de eso, herido. Su aroma estaba triste y su mente distante, y Yoongi tenía trucos para hacer sonreír a su amigo, pero quizás no era el mejor momento para muchos de ellos.

Era tan fácil cuando solo eran cachorros.

Tan solo tenía que preocuparse porque su madre lo llevara a la casa del otro, y que NamJoon estuviera ocupado en otras cosas. Con eso resuelto podían pasar horas en las que solo eran ellos dos, sin problemas, sin lobos y sin enamoramientos desaconsejables. Jimin solo era un pequeño cachetón que corría tras él en busca de mimos y cariños.

En aquella época nada sonaba mas lejano que crecer aunque, por supuesto, todos tenían ideas preconcebidas sobre sus naturalezas como alfa y omega, quizá valiéndose un poco por sus personalidades o aspectos físicos más notables.

Y lo mas marcado que había en la mente de Yoongi era que tenía que crecer para proteger a Jimin de otros alfas. Porque Jimin sería siempre pequeño y débil y suyo para cuidar; incluso de él mismo.

Y ahora estaban en esa clase de situación. Un tira y afloja que no llegaría a ningún lado porque ninguno cedería.

Pronto Yoongi también estaba abstraído en el pasado, y su esencia se liberó triste y culposa. El iris de sus ojos se tornó dorado, con su alfa superficialmente dominándolo y haciéndolo inclinarse a buscar refugio y consuelo en el cuello del otro. Era un comportamiento natural en los lobos, y en ellos, pero que igual no era común de ver en público y generaba incomodidad a los demás.

Al alfa no le importaba una mierda.

—¿Me perdonas? —susurra en el oído del otro.

Jimin hizo un arrullador sonididito, suspiró y se volteó a mirarlo. La posición podía verse incómoda, con Yoongi prácticamente recostado sobre el hombro del menor y este mirándole, pero después de la discusión y los días sin contacto, es el paraíso. Para ambos.

—Perdóname tu a mi. —pidió el rubio, sorprendiendo a Yoongi. —He sido obstinado con el tema, culpándote de no sentir lo mismo y no es justo. No es tu culpa que yo no te guste. —afirma, con la voz sonando dolida pero segura. —No puedo llegar y esperar que sientas lo mismo que yo, es hasta ridículo si lo pienso. Solo quería que supieras como me siento y que no esperaras mi apoyo si buscabas una relación por ahí, eso acabaría conmigo y no soy tan fuerte como para guardarme las cosas. Así que lo dije antes de que el panorama tornara peor.

—No estoy buscando ninguna relación, Jimin. —Yoongi prácticamente mordió las palabras. Mío, Mío, Mío.

—Eso no es algo que buscas, solo llega y ya. —explicó el omega con expresión triste, como si le doliera el solo hecho de hablar el tema. —Eres popular y es lógico que le gustes a los omegas. Uno de ellos podría gustarte a ti también.

—No quiero ningún jodido omega. —gruñó, su tono bastante parecido a lo que sería su voz de mando.

No fue sorpresa que Jimin temblara a su lado, o que las miradas de todos los presentes, incluso los más lejanos, voltearan a mirarle. La voz de mando de Yoongi era fuerte, incluso como para regir sobre otro alfa. Era algo que siempre le había incomodado. Ahora que su alfa parecía dispuesto a matar a alguien con tal de que Jimin dejara de verse triste, era preocupante.

La visión del cuello expuesto del menor fue un anestésico para la furia que amenazaba desbordarse.

Jimin le ofrecía su cuello como muestra de sumisión para su alfa. Porque el omega le olía alterado y quería calmarlo. La perfecta curva delicada pareció frenar su impulso, tornando su ánimo a uno suave y, sin pensarlo, acarició sobre el punto de olor del menor con su lengua.

Dios, no debió hacer eso.

—Lo..., lo siento. No debí-... —balbuceó, alejándose del menor y orillándose en la mesa.

Buscó con la mirada, pero parecía que salvo unos pocos curiosos, nadie había presenciado su pequeño desliz.  Esto era aberrante. ¿Lamer el cuello de un omega en un lugar público? Dios, había sobrepasado su límite. Su alfa había vuelto a su interior, satisfecho por lo ocurrido, y dejándolo con una situación horrible con la que lidiar.

No era decente hacer eso frente a otros, pero Yoongi no había tenido ni una gota de control. Joder, Jimin debía estar tan enojado con él por eso.

Su cabeza volteó a su derecha para encontrar la figura de su mejor amigo. Jimin estaba..., rosa. Sus ojos nublados y perdidos, su boca abierta y su respiración acelerada en lo que devolvía la mirada. No parecía enojado. Parecía que había sido follado.

—Ji-Jimin..., perdón. Dios, es la puta costumbre. —murmuró atropelladamente. El menor parecía mas allá de la escucha y Yoongi quería hundir su cabeza en la tierra. —Te juro que lo hice sin pensarlo. Fue un impulso. Yo nunca-....

—Sí, lo sé. —soltó Jimin, aún mirándolo. —Lo sé.

Su pequeño duelo de miradas es mas que incómodo y, por primera vez en sus años de amistad, Yoongi no tiene idea de qué decirle al otro.

Y es un alivio que Jimin sea quien hable.

—Quiero volver a casa.

—S-sí, sí. Claro. —tartamudea el mayor, con sus manos moviéndose para recoger lo poco que sacó de la mochila. —Te llevo.

—No. Quiero ir solo.

Jimin ni siquiera esperó su respuesta. Solo se puso de pie y salió corriendo de la biblioteca sin preocuparse por sus pertenencias o por él.

Cuando Yoongi salió del edificio,  un minutos después, no había ni rastro de su amigo.

[[...]]

Jimin corrió las tres calles como si aquello fuera un maratón. Sus ojos estaban comenzando a nublarse demasiado para cuando llegó a su casa.

JungKook y TaeHyung jugaban videojuego en la sala, así que ni lo escucharon entrar, y sus padres estarían fuera hasta más tarde en la noche. Realmente fue un alivio que nadie estaría ahí para interrogarlo, porque si alguien le preguntara Jimin, en serio, no sabría decir como se siente.

Le pasa el cerrojo a la habitación y no entiende por qué lo hace. Sí, no quiere que lo vean llorar, pero hay algo más. Algo que está hirviendo lento en su interior, algo que crece y se desborda. Algo que empezó él día que se convirtió en omega y que  explotó cuando Yoongi besó sobre su fuente de aroma. El lugar que lo hace oler como omega.

Donde irá la marca de su alfa.

Ese lugar pica, arde. Con una picazón que no logra rascar y un ardor que exige otra cosa para ceder. Quiere a Yoongi hundiendo sus colmillos ahí. Marcándolo para toda la vida como suyo. Y es horrible, porque es la primera vez que su naturaleza le golpea tan fuerte, la primera vez que le exige algo con tanta necesidad. La marca de Yoongi, justo donde él lo besó.

Jimin jamas creyó que ser marcado como ganado sería importante pero, dios, lo quiere. Quiere ser de Yoongi, solo de Yoongi. De ese alfa que creció junto con él y que solo lo ve como un hermanito.

—Mierd-ah... —está encendido solo por imaginarlo.

Tan encendido que ni siquiera percibe en qué momento quita su ropa y se lanza al nido, donde el olor de su amigo es mas concentrado, y hunde dos dedos en su entrada que ha estado lubricando desde que Yoongi lo lamió.

Aspira profundo y se llena del aroma a madera ardiente, mientras golpea su próstata como puede con sus deditos cortos. Imagina que es el alfa, con sus dedos largos que lo llenaría casi como una polla real. Llega tan profundo y toca justo donde Jimin quiere ser tocado, empujando duro contra el montículo de nervios que hacen que sus deditos se curven de placer. "Alfa...Dios, dios, por favor." Atormentándolo hasta que Jimin no es mas que una bestia en celo.

Caliente.

Animal.

Y se corre, cerrando sus ojos ante el placer y apretando sus dedos mientras se deshace en sollozos. Su pene rojo y sin tocar. Imaginando que el alfa lo besa como solía hacer, pequeños picos amorosos cubriendo sus mejillas, sus párpados agotados, su frente y, aunque nunca lo ha experimentado, en sus labios.

Un beso largo y suave que será perfecto y que solo se detendrá cuando Yoongi baje a su cuello para marcarlo eternamente como su omega.

—Tuyo. —susurró, segundos antes de caer rendido en los almohadones del nido.

Dios, jodido todo. ¿Se había masturbado pensando en que Yoongi lo marcaría?

Dejando salir una exhalación, rodó sobre su espalda y miró el techo traslúcido de la pequeña carpa. Estaba mal. Mas allá de que el propio Yoongi había negado quererlo de esa manera. Mas allá de que él mismo le había dicho que todo estaba bien, que trataría de entenderlo. Ahora pasaba esto. 

Su omega se había encendido como nunca por una caricia que ya había ocurrido. Era una señal. Una tan clara que Jimin estaba aturdido.

Tenía que encontrar la manera en que Yoongi se fijara en él, porque su omega no iba a aceptar otro alfa u otra marca.

Era de Yoongi, siempre lo fue.

Y Yoongi, definitivamente, sería suyo.

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