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『••[ Capitulo Único ]••』

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Las hojas de los árboles se estaban tiñendo en tonos de color naranja, el otoño estaba comenzando, se podía notar por los cambios que había en la naturaleza de la tierra nipona, muchos asocian esta estación del año con la melancolía, sobre todo en ese mes de octubre, el cual, dicen que tiene las Lunas más perfectas, los artistas se inspiran de este hecho, de ahí la frase "La luna de octubre es la más hermosa", el hermoso resplandor que da este astro, brilla más que nunca en las noches de este mes e ilumina las veladas de las personas.

En las calles al salir a pasear, los tonos rojizos y colores asociados decoraban el ambiente, la luz del sol parecía ser más naranja que nunca, aun que el atardecer apareciera más rápido que en otras ocasiones, se podía disfrutar de una buena caminata, la temperatura cálida-fría era agradable para el cuerpo, bastaba con llevar un simple abrigo para disfrutar bien a la hora de caminar, la luz dorada que se reflejaba, no era molesta ni lastimaba la vista, al contrario, era un reflejo que decoraba a la perfección el ambiente.

Por la ventana de un edificio, la luz del sol comenzaba a filtrarse, reflejando por todas partes las tonalidades del atardecer, las personas que trabajaban ahí, ya se alistaban para retirarse a sus casas a descansar, el trabajo había disminuido, provocando que los empleados disfrutaran el poder salir más temprano que en otras ocasiones, sin duda, en esta época del año se podían relajar sin problema alguno.

Un adulto joven de cabellera castaña, levantaba sus cosas de trabajo para retirarse lo más pronto posible, estas acciones dejaban preocupados a sus compañeros, si bien sabían que aquella persona no era la más trabajadora del lugar, verlo con esa energía les sorprendía, sobre todo por lo que había ocurrido tiempo atrás, creyeron que jamás verían al castaño tan activo como ahora.

¿Terminaste ya, Dazai?—habló una mujer joven de cabellera oscura, mientras limpiaba un instrumento de laboratorio.
No fue tan difícil el trabajo de hoy Yosano—mencionó el castaño a la vez que sacudía su gabardina para colocársela encima.

La mujer no muy convencida, dejo su instrumento a un lado y fue a sentarse junto a su compañero de trabajo, un chico mayor pero con una apariencia joven, de cabello oscuro y ojos verdes que siempre mantenía cerrados, el mejor detective de la agencia, con quien podía confiar en lo que iba a comentar.

¿Esto ya es preocupante?—habló la ojivioleta mientras abría una bolsa de semillas.
Es hoy... Y tendremos que decirlo directamente y sin rodeos.

Asintió a lo dicho por el contrario, más no sabía cual iba a ser el momento, pero al ver la expresión relajada del de cabellera oscura, supo al instante que aun no era momento de hablar.

Bueno, creo que es hora de ir, no quiero llegar tarde y hacerlo enojar, él es muy responsable
Habló el castaño ya caminando a la puerta de salida, pero fue detenido por un albino que abrió la puerta antes que él tocara la manija.

¿Dazai-san? ¿Ya se retira? Todavía es temprano
Pasó a un lado del menor, para luego voltearse y dedicarle una sonrisa.
—Ya termine mi trabajo, Atsushi-kun, dile a Kunikida que mi informe esta sobre mi escritorio
Si Dazai-san, que se divierta. Dijo el chico de ojos bicolor, para así dirigirse al escritorio a buscar el informe y poder entregarlo.

El hombre más alto observo las acciones del menor, el contrario al sentir la mirada de su mentor, se giro para verlo y preguntar lo obvio.—¿Ocurre algo, Dazai-san? Debería darse prisa o podría llegar tarde a casa...
No iré a casa, Atsushi-kun
¿No? Entonces... ¿A dónde ira? Si se puede saber... Claro. Dijo el menor algo nervioso, pues no quería verse como un entrometido con sus preguntas.
iré al bar a encontrarme con mi amigo

"Ya comenzó" escucho el chico tigre las palabras que fueron dichas en un murmuro por la doctora, claro que, su habilidad agudizaba sus sentidos más que los de un humano normal, entendió a que se refería.

¿Y cómo es su amigo, Dazai-san? Siempre habla de él... Suena como una persona maravillosa...
Y lo es, Atsushi-kun... Lo es...
Dijo con un tono de melancolía esas palabras, así se retiro de la agencia.

...

Caminó por las calles, conocía tan bien la ruta, primero pasar por su amigo al parque, el cual, estaría sentado en una banca bajo su árbol favorito, un gran árbol que en temporadas de otoño tiraba todas sus hojas y formaba una colina con ellas.

Al llegar, vio la banca donde estaba aquella persona esperando, él se acercó sonriendo por verlo de nuevo, el contrario se encontraba fumando, al ver llagar al castaño, tiro el cigarrillo para luego pisarlo y así acercarse a él. El más alto lo empujo hacía las hojas que formaban una colina, él también se tiro al suelo. Las diferentes formas y colores que había combinaban con el cabello contrario, los tonos rojizos resaltaban junto al pasto, sin duda el otoño describiría bien a su acompañante. Ambos se estaban riendo por encontrarse en el suelo mezclándose entre el pasto y hojas, sin duda iniciar así su paseo les alegraba la tarde.

Caminaban a la par, aun que el castaño iba arriba de una pequeña barda caminando y dando saltos de vez en cuando, eso no impedía que llegaran justo a tiempo al centro del parque, donde siempre encontraban a unos músicos tocando melodías suaves y que hacían a la gente querer bailar.

Y pensar que algún día dije que eso era ridículo...
Habló divertido mientras veía a las parejas acercarse a bailar.
Solo eras un niño en un mal lugar, Dazai.
Comentó su acompañante, quien también veía a las personas.
¿Y tú? Tú también estabas en ese lugar
Cumplí mi sueño... Ya no tengo que estar ahí.
Ambos sonrieron, uno por que era feliz al cumplir su sueño y el contrario por saber que era verdad.

Luego de escuchar un rato a aquellos músicos, siguieron su camino hasta el bar, aquel lugar donde pasaban antes las noches, Lupin, tal vez estuvieron juntos ahí pocas o muchas veces, pero bastó para que esos momentos fueran especiales.

—Este lugar me trae tantos recuerdos, ¿No lo crees?
Asintió a lo dicho, ambos habían pedido algo de tomar para pasar el rato.—No faltamos ni un día.
—Aun que se siente incompleto...
—Lo entiendo, pero así debían ser las cosas...
—No, realmente así no debieron ser las cosas. Comentó el castaño con un tono de decepción, se podía notar un sentimiento de culpa y arrepentimiento en sus palabras, su acompañante notó esto y le dio unas palmadas suaves de consuelo en la espalda, era verdad, así no debían pasar las cosas.

—No creí encontrar una persona que me lograra entender como tú lo haces, pero siento que yo como compañero no puedo entenderte a ti
—Lo has hecho bien, no te culpes por eso
—No es verdad, solo lo dices para que no me sienta culpable de lo que ha pasado. Dijo amargamente, aun que en el fondo deseara que las palabras del contrario si hicieran efecto en él.

Su acompañante suspiró pesadamente y abrazó al castaño, no tenía remedio su amigo, siempre se martirizaba. El abrazo fue correspondido, ocultó su rostro en el pecho contrario, no quería mirar su rostro, no mientras lloraba.

—Lo siento, no pude hacer nada... Debí llegar a tiempo, es mi culpa el no haber prestado atención a los detalles, esa trampa, todo es mi culpa... Solo quiero que me perdones.
Sintió un peso sobre su cabeza, era la mano del de ojos azules, estaba acariciando su cabellera.
—Sabes que tienes mi perdón, solo que aún te cuesta dejar el pasado...

Cerró sus ojos más tranquilo y se separó del contrario, colocó sus codos sobre la mesa y se sujetó el cabello con ambas manos, ocultaba su rostro que aún derramaba algunas lágrimas.

—Me alegra tenerte aquí otra vez...
Comentó entre lágrimas.

De las sombras de aquel bar, un joven de cabello azabache y puntas blancas se acercaba a paso lento a donde estaba el mayor, llevaba sus manos escondidas en los bolsillos de su gabardina, al estar atrás del contrario, carraspeó un poco para llamar su atención.

—Ya es 22 de octubre...
—¿Qué haces aquí Akutagawa?Comentó de una forma tranquila pero aún con rastros de haber llorado.

—Lleva sentado ahí toda la tarde y ya son más de las once de la noche... ¿Se encuentra bien?
—Solo pasaba un tiempo con mi compañero...
Dijo cerrando los ojos para retener las lágrimas traicioneras que no dejaban de caer. O eso es lo que quería que pasara, repitiendo la misma rutina para hacerme creer todos esos escenarios junto a él...

El azabache se acercó al castaño y lo tomó de los hombros, hizo verlo a los ojos para poder decirle directamente las palabras que lo harían recuperar la noción.

—Entienda, Chuuya-san también murió

Dijo el contrario mientras dejaba a su mentor sentado en aquel banco del bar sujetando el vaso con licor, sabía que la partida de su compañero lo había dejado mal y por eso observaba todos los días como repetía la misma rutina.

—Sigue siendo un idiota...—comentó un pelinaranja que estaba en la puerta del bar observando a su compañero.
—Chuuya-san...—habló el menor al lado del joven con sombrero—.
—Vamos Akutagawa, tú lo intentaste, pero Dazai debe entender que las personas tienen un ciclo de vida... Pero al menos nosotros podremos cuidarlo...—comentó tranquilo mientras volteaba a ver a un hombre mayor de cabello rojizo.
—Hiciste bien tu trabajo, Osamu...—mencionó la persona, mientras se retiraba del lugar junto a los otros dos.

—Lo siento Chuuya, lo siento Akutagawa... Lo siento Odasaku... 

Habló para si mismo el castaño, cubriéndose la cabeza con sus brazos, como si de esa forma pudiera cubrirse de la culpa que le carcomía cada día. Los quería a los tres de vuelta, con vida. 

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||❆|| [ Gracias por leer ] ||❆||

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