¿Hay alguien ahí?
Oliver.
Si bien es cierto que durante varios años no me hablé con Jack, nunca perdí el contacto con mi familia. Mis padres aceptaron que me fuera a vivir con un amigo, no me querían tanto como al perfecto de mi hermano, pero mi hermana no. Mar hablaba bastante conmigo, prácticamente todas las tardes. Me mantenía al tanto de lo que pasaba en casa y me hablaba de lo mucho que me echaba de menos. Cada vez que hablábamos sentía un vacío enorme por dentro, como si me hubieran quitado una parte de mi vida.
Y ahora que Jack no está, lo vuelvo a sentir. Pienso por un lado que ha sido mi culpa. Tal vez podía haberlo agarrado, al menos estaría ahora con él, pero no lo hice.
No lo hice porque soy un cobarde, un cobarde que no se merece compartir sangre con gente tan maravillosa como Jack y Mar. Por no hablar de Cristina.
Ella está compartiendo ahora cama con mi hermana. Yo estoy en su misma habitación, pero en otro colchón. Las veo abrazadas y lo único en lo que puedo pensar es en todos los peligros que están corriendo.
La luz de la luna se cuela por la persiana e ilumina su rostro. Me levanto lentamente y me siento a su lado. Le acaricio la frente y ella extiende su brazo hacia mí. Me quedo paralizado cuando tira de mi cuello hacia abajo. Acabo con mi cabeza enterrada en la curva de su cuello.
-Buenas noches -murmuro mientras cierro finalmente los ojos.
Jack.
Unas horas después aparece Jafar (al fin). Parece cansado y cuando le empiezo a hacer preguntas del tipo: ¿qué hay hoy para cenar? me manda a la porra sin muchos miramientos. Finalmente decido flotar mientras medito.
Ya que no puedo dormir, al menos descanso. O lo intento, porque no tarda mucho en decirme que se vuelve a ir. Esta vez desaparece por el lado rojo. ¿A qué lugar del tiempo habrá querido regresar? La curiosidad me hace acercarme al tubo. Lo toco con la mano derecha y lo noto más blando. Parece como de metal en todo su recorrido, pero aquí está blandito, como si fuera plastilina.
No tarda más de diez segundos en volver a estar rígido. Me encojo de hombros y me limito a mirar las paredes. ¿Cómo las pintaron? Espero que con rodillos, porque si lo hicieron con pinceles, se eternizarían.
Mientras pienso en eso, siento de nuevo esa energía. Voy de nuevo hasta la parte azul y extiendo mis manos. Ahí donde las apoyo, se abre un agujero para mí. En este momento hay dos frente a mí. Brillan y tiran de mí hacia ellos. Dibujo una cara feliz entre ambos (lo sé, muy infantil, pero me hacía ilusión), y también se ilumina.
-Y decían mis profesores que dibujaba mal -murmuro.
Veo que comienza a oscurecerse y extiendo la mano, no quiero que se cierre. La paso por una gran superficie y se abre de nuevo. Dudo varios segundos en decidir si entro o no.
Y finalmente me tiro de cabeza (literalmente).
Lo primero que recibo es un fuerte golpe en la cabeza. Me desestabilizo bastante y caigo de culo en el suelo. Miro a mi alrededor y me descubro en mi habitación. A mi lado está tirado uno de mis cuadernos de dibujo. Me levanto mientras me paso la mano por el pelo, alborotándolo.
-¿Hola? ¿Hay alguien ahí? -pregunto mientras cierro distraídamente el cuaderno.
N.A.
¡Y lo consiguió! Al final Jack escapó del limbo... o no.
Je, je, lean el siguiente capítulo para salir de dudas...
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