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Capítulo 83; El amor siempre vence.

La noticia llegó a Samuel, dejándolo en un completo estado de shock, su mare... su madre estaa muerta... y aunque él mismo le había asegurado a Ana que su madre estaba muerta para él, tener la certeza de que ahora realmente lo estaba le proporcionaba un vacio en el estómago y en el corazón.

—¿Sigue allí, señor Thompson?

—Si... si, aquí estoy— dijo con voz apenas audible, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas— su cuerpo ha sido encontrado esta mañana aún no sabemos si se ahorcó ó si fue una riña entre las reas, ya que se niegan a hablar. Puede venir por el cuerpo cuándo usted lo desee.

—Gra... gracias...— dijo y cortó la comunicación, se dejó caer sobre el sofá con la vista en la nada, tenía deseos de gritar, de llorar, sentía como se desmoronaba por dentro pero no podía exteriorizarlo.

—¡CARIÑO, YA LLEGUÉ!— gritó Ámbar al cruzar el umbral de la puerta— me fue increíble, los postres de nuestra boda serán fantas...— Samuel giró el rostro hacia ella y Ámbar dejó caer las bolsas que traía, de inmediato corrió hacia él, asustada por su expresión—Amor... ¿Qué sucede?— Samuel la miró a través de las lágrimas contenidas.

—Encontraron el... cádaver de mi madre... esta mañana, está muerta, Ámbar...— dijo con voz estrángulada— ella,está muerta— todo su ser tembló y cuando Ámbar lo abrazó al ver todo el dolor que había en él, Samuel se aferró a ella, una vez más Ámbar era su ancla en medio de todosu oscuro mundo... Había perdido a su padre, ahora también a su madre, dos vacios que no llenaría nunca. Se aferró con fuerza a Ámbar, ella era lo único que tenía, además de su hermana, si embargo Ámbar era como su salvavidas en medio de aquel mar de tristeza.


El funeral de Ana, había sido realmente triste, lo peor era que no había asistido casi nadie, al parecer aquella mujer no era muy querida ó realmente no se relacionaba con casi nadie. Aún cuando ya habían sepultado el cuerpo y los pocos asistentes se habían marchado, Samuel permanecía allí aferrado a la mano de Ámbar y con los ojos fijos en la tumba. Comenzó a llover, como si el cielo mismo comprendiera su tristeza, las primeras gotas de agua golpearon su rostro.

—Cariño...— se escuchó la voz de Ámbar—debemos irnos— le dijo con voz dulce— no podemos quedarnos— el agua seguía golpeandoles el rostro.

—Me falta coraje para irme— confesó con voz quebrada— siento que todo se ha venido abajo, siento que no tengo fuerzas.

—Yo estoy aquí cariño, me tienes a mi— lo abrazó por la espalda.

—No me dejes Ámbar, te necesito— dijo como un pequeño niño temeroso.

—No voy a irme a nuingún lado cariño, yo estoy aquí contigo, estamos juntos en esto Samuel, tu y yo saldremos de este trago amargo juntos. 

Y así, salieron del campo santo abrazados con el agua de la lluvia cayendo sobre ellos, como si el cielo comprendiera el dolor de aquel hijo que había perdido a los dos pilares fundamentales en la vida de cualquier ser.

Ámbar por respeto al dolor que sentía el hombre que amaba, propuso suspender la boda un par de meses dandole tiempo a Samuel de que sanara un poco el dolor que sentía, y fue así como transcurrieron poco más de seis meses, mientras la emocionada prometida seguía de manera lenta con los preparativos.

La mañana del día de su boda, Ámbar se despertó con una sonrisa en el rostro. Se sentó en la cama y miró a su alrededor, sintiendo una sensación de paz y felicidad. Desayunaron juntos y faltando algunas horas para la celebración cada uno se dedicó a su preparación personal, hasta que Samuel no soportó más el deseo de verla y fue hasta ella.

—Buenos tardes, mi amor— dijo, besando a Ámbar en la frente.

—Se supone que no debes verme antes de la boda— le dijo maquillada y peinada, pero cubierta por una linda bata de seda, al menos no llevaba su vestido aún.

—No creo en esas susperticiones— le besó con cuidado los labios— necesitaba verte— sonrió— te amo.

—Y yo te amo a ti— le sonrió con ternura y el brillo de felicidad en sus ojos— ¿Estás listo para esto?, preguntó Ámbar mirándolo a los ojos.

—Estoy más que listo— respondió Samuel, tomándole la mano. —Estoy listo para pasar el resto de mi vida contigo.

—Me alegra saberlo— respondió con cariño— porque yo ya deseo escuchar eso de que estan unidos para siempre en sagrado matrimonio...


La ceremonia se llevó a cabo en un jardín pequeño y tranquilo, rodeado de árboles y flores. Melina, Amy y Jessie estaban presentes, junto con sus respectivos acompañantes y para Ámbar era muy importante contar con sus amigas, sobretodo con Jesiie quien desde hacia tanto era su mejor amiga, esa hermana que tanto amaba.

Melina, con su bebé en brazos, sonreía mientras miraba a la pareja. Amy, con su hijo recién nacido en su regazo, se secaba las lágrimas mientras escuchaba las promesas de Samuel y Ámbar. Jessie, con su esposo Bou a su lado, sonreía con orgullo mientras miraba a su mejor amiga., también estaban presente Ray, el hermano de Ámbar, así como los padres, quienes sorprendentemete habían aceptado posponer su viaje a África para poder asistir a la boda de su hija, y si, puede que sea un gesto normal de cualquier padre, pero no para los de Ámbar, ella hacia ya mucho había aceptado que no tendria con ellos una relación normal con la de cualquier padre con sus hijos, sus padres era diferentes, la amaban de manera diferente y estaba bien, ella podía vivir con ello, pero se determinó y estableció como meta que cuando tuviese sus propios hijos, sería una madre presente, dedicada y amorosa, y estaba segura de que Samuel sería el mejor de los padres.

La ceremonia fue sencilla pero emotiva. Samuel y Ámbar se miraron a los ojos mientras intercambiaban sus promesas.

—Ámbar, desde el momento en que te conocí, supe que eras la persona que debía estar a mi lado— dijo Samuel, su voz llena de emoción.— aun en contra de todo, este amor se metió en nuestros huesos y maduró en nuestros corazones, fortaleciendose cada dia. Eres mi mejor amiga, mi compañera, mi todo. Te prometo amarte y cuidarte por el resto de mi vida, porque te amo profundamente, seré tu amado esposo, tu fiel amante y tumejor amigo.— Ámbar sonrió, lágrimas de felicidad en sus ojos.

—Samuel, tú eres mi alma gemela, mi otra mitad— dijo.— Eres el hombre que me hizo sentir viva de nuevo, eres todo lo que está bien en mi vida, amarte me era prohibido, pero el amor rompe barreras y nuestro amor lo vence todo. Te prometo amarte y apoyarte en todo lo que hagas, seré tu esposa, amante, amiga, compañera, dedicaré mi vida a hacerte feliz. Te amo— Después de intercambiar sus anillos, Samuel y Ámbar se besaron, rodeados de aplausos y lágrimas de felicidad de sus amigos y familiares.

La recepción se llevó a cabo en un restaurante cercano, donde se sirvió un delicioso banquete y se bailó hasta altas horas de la madrugada. Melina lloró de alegría y elevó sus ojos al cielo, sabiendo que sin lugar a dudas Anibal estaría feliz y orgulloso de su hijo, Samuel se dedicaría a ser feliz, lo que Anibal siempre había querido, y ella... ella necesitaba tiempo, mucho más para sanar su corazón y entonces considerar ser feliz junto a alguien más, por ahora estaba plena, siendo feliz con su pequeña hija, que cada día se parecía más a su padre.

Samuel y Ámbar bailaron su primer baile como marido y mujer, rodeados de sus seres queridos. La música era suave y romántica, y la pareja se miraba a los ojos, sonriendo y bailando al ritmo de la música.

—Estoy tan feliz— dijo Ámbar, apoyando su cabeza en el hombro de Samuel.

—Yo también— respondió Samuel, abrazándola fuerte. —Estoy tan agradecido de haber encontrado a la persona que me hace sentir completo, gracias mi amor, gracias por no rendirte conmigo, gracias por batallar por este amor, gracias por esperarme aquellos meses, gracias por amarme y darme la oportunidad de ser feliz a tu lado.

—Te amo tanto, Samuel... no necesito nada más para ser feliz.

La fiesta continuó y Ámbar se sintió un poco nerviosa al ver a sus padres, ya que no tenía una buena relación, recordaba la ultima vez que se habían visto, despidiendose en aquel puerto, aceptando que tenian una relacion muy extraña. Sin embargo, su madre se acercó a ella con una sonrisa en el rostro.

—Ámbar, hija mía, estás radiante— dijo su madre, abrazándola.— Me alegra mucho que hayas encontrado a alguien como Samuel. Es un hombre bueno y decente. Has hecho una buena elección— Ámbar se sintió sorprendida por las palabras de su madre, pero se alegró de que estuviera siendo amable, realmente se alegraba que sus padres estuvieran allí, que su hermano también estuviese presente.

—Gracias, mamá— respondió Ámbar, sonriendo. Su padre se acercó a ella y le dio un abrazo.

—Estamos muy orgullosos de ti, Ámbar—dijo.—Has crecido mucho y has tomado decisiones sabias. Samuel es un hombre excelente y estamos felices de que sea parte de nuestra familia.— Ámbar se sintió conmovida por las palabras de su padre y se alegró de que estuvieran siendo tan amables.

—Gracias, papá— respondió Ámbar, sonriendo. Su hermano Ray se acercó a ella y le dio un abrazo.

—Felicitaciones, hermana— dijo.—Estoy muy feliz por ti y Samuel. Son una pareja excelente. —  Ámbar se sintió feliz de que su familia estuviera siendo tan amable y apoyara su relación con Samuel.

Era lo único que Ámbar necesitaba para que su felicidad fuese completa, la aceptación y validación de su familia, recordandoles que a pesar de todo, el amor siempre prevalece, el amor siempre vence.

La noche terminó con fuegos artificiales estallando en el cielo como celebración de aquel amor y un beso apasionado entre Samuel y Ámbar, rodeados de sus amigos y familiares, que los vitoreaban y los felicitaban por su unión.

Aquel beso... aquel matrimonio, era un recordatorio de que el amor se construye, el amor se lucha y se conquista, no todo es color de rosas, no todo es fácil, pero si estás dispuesto a que funcione y te esfuerzas, lo lograrás.

Nunca creas que tú camino está ya determinado y no puedes hacer nada para cambiarlo, nunca creas que amar es prohibido porque Ámbar y Samuel son la prueba de que el amor no es pecado y el amor siempre vence.

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