Capítulo 76; Locura
—Iré por las compras, Martina— le dijo Melina con voz tranquila— la niña está dormida.
—Sabe bien que le encanta dormir después de su baño— sonrió la mujer— pierda cuidado, seguro que seguirá durmiendo cuando usted vuelva— Melina tambien sonrió.
—Gracias, prometo no demorar.
Melina se marchó de casa y Martina aseguró la puerta para luego ir y ocuparse de las cosas de la bebé. Ana estaba fuera alejada de la entrada del edificio, en su eterna tarea de vigilar a Melina, sonrió cuando la vió salir al volante de su hermoso auto color gris, ella no se percató de su presencia y Ana sonrió.
—Es hora, Ana— escuchó que alguien le decía desde el asiento del copiloto.— ella no está, he facilitado tu trabajo.
—Si, es hora— respondió asintiendo y disponiedose para bajar del auto.
Martina estaba sumergida en sus responsabilidades organizando la ropita de la bebé cuando escuchó que tibraban en la puerta. Martina se giró observando a la pequeña dormir tranquilamente, el timbre retumbó nuevamente en el lugar, así que se puso de pie y salió de la habitación. Al llegar abrió la puerta.
—Señora Thompson— la saludó confundida, conocía a la mujer de las pocas veces en las que la mujer habia asistido con desprecio a la casa de Samuel, cuando Melina, la bebé y ella vivian en la casa con ellos.
—Hola, me gustaría hablar con Melina— le dijo empujando a la mujer y entrando al departamento.
—La señora no está— dijo la mujer cerrándo la puerta.
—La esperaré— dijo con seguridad.
—No sé cuánto demore, quizás deba volver después. — le dijo incómoda.
—No puedo volver después, así que esperaré aquí, te guste o no— respondió con altivez y Martina la miró incómoda— vé por a niña, me gustaría verla.
—La niña duerme— respondió de inmediato.
—Es la hija de mi esposo, te digo que vayas por ella.
—No puedo hacer eso, señora— dijo la mujer un poco asustada.
—Ella se interpone a los planes divinos, Ana— escuchó aquella voz en su cabeza— ella es una enviada del enemigo. ¡Una advenediza!— aseguró la voz.
—¡Te digo que vayas por la niña!— dijo firme y enojada, entonces Martina dió un paso atrás.
—Llamaré a la señora...— dijo la mujer giandose en busca del telefono de casa.
—¡No dejes quele avise, Ana, arruinará los planes!— le dijo la voz, entonces al ver como la mujer levantaba el telefono, Ana tomó una estatuilla que estaba en la mesita junto al sofá.—¡hazlo Ana, hazlo ahora!— sin siquiera ensarlo levantó la estatuilla y la descargó en la cabeza de la mujer, quien gimió debilmente y se desplomó en el suelo. Abrió su cartera y arrojó dentro la estatuilla, Ana contempló horrorizada como un charco de sangre comenzaba a expandirse lentamente bajo la mujer.
—La... La maté— dijo con una nudo en la garganta.
—Un daño colateral, Ana— escuchó a la voz— tienes que hacer lo que sea necesario para cumplir tu mision— Ana asintió suspirando varias veces se dirigió a las habitaciones, las dos primeras estaban vacias, en la tercera encontró una enorme cama y en un rincón una cuna, se acercó allí y encontró a la pequeña beba durmiendo placidamente, con sus mejillas sonrojadas y su pequeña boca separada ligeramente... era una niñamuy bella.
—Se parece tanto a mi Anibal— susurró con los ojos llenos de lágrimas que bailaban en sus ojos— es hermosa, como él... también se parece a Samuel— lloró— sería una pena si...
—No flaquees, debes purificarla Ana, a ella y también a Ámbar y a Melina, es la única manera en la que librarás sus almas del pecado— el labio inferior de Ana tembló, se secó las lágrimas y se inclinó para tomar a la pequeña en sus brazos, al salir de la habitación y volver a la sala, se percató de que la mujer seguía en el mismo lugar, tenia una leve esepranzas de que la mujer se hubiese movido dado señales de vida, entonces cerrando los ojos siguió su camino, salió del departamento cerrando la puerta tras ella.
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Melina llegó a la puerta de su departamento, introdujo la llave y entró, metió las bolsas de la compra y dijo en voz suave.
—¡Ya volví, Martina!— su voz inundó el lugar, pero no obtuvo respuesta. Se giró para ir a las habitacione sy un grito escapó de su boca. —¡MARTINA!— corrió a ella con los ojos llenos de lágrimas—¡DIOS MIO!—asustada por su hija, llegó hasta la mujer y colocando la mano en su cuello se percató de que la mujer tenia signos vitales, tenía pulsaciones pero muy lentas, vió que le telefono estaba descolgado, asustada corrió y tomó su celular.
—Buenas tardes, ¿cual es su emergencia?
—¡Mi niñera está herida!— gimió horrorizada—¡Fui por las compras, volví a casa y ella está herida!— dijo histerica mientras corría a la habitación en busca de su hija.
—La mujer, ¿Está herida o muerta?
—¡Está herida!— gimió— tien pulsaciones pero son muy debiles, parece que la golpearon en la cabeza y.. la frase fue interrumpida por un grito desgarrador al percatarse de que la cuna estaba vacia— ¡NOOOO, DIOS MÍO, MI HIJA, SE HAN LLEVADO A MI HIJA, MI HIJA NO ESTÁ, NO ESTÁ!— gritó con desesperación mientras lloraba y sollozaba.
—Mantengase en linea señora, estamos enviando uidades a su ubicación.
—¡POR DIOS, HAN SECUESTRADO A MI HIJA, SE LLEVARON A MI HIJA!
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Ana entró a la cabaña con la niña en brazos, la pequeña sonreía y se movía inquieta, hacia poco que se habia despertado y parecía muy alegre y llena de vitalidad, Ana sintió mucha rabia al ver que los ojos de la pequeña eran tan azules como los de su madre, a pesar de tener una apariencia fisica como la de Anibal, aquello era un claro recordatorio de la traición y humillación a la que habia sido sometida.
—Los ojos de tu madre— le dijo con desprecio— los ojos de la lujuria y la tentación, al verte tan bella y tan parecida a mi Anibal, casi olvido que eres producto del pecado, un pequeño engendro pecaminoso. Ahora solo debo comunicarme con tu madre y atraerla aquí, pronto ardera el fuego pequeña, y así sus pecados serán purificados y sus almas podrán alcanzar el perdón.
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Melina estaba perdiendo la cordura. Su departamento se llenó de policias, los paramedicos se habian llevado a Martina en un terrible estado de gravedad, no aseguraban que la mujer lograra sobrevivir sin embargo prometieron hacer lo humanamente posible por salvar su vida.
La policia la interrogó instarla a calmarse, le dieron un sedante buscando tranquilizarla un poco. Melina llamó a Samuel, Ámbar, también a Amy, necesitaba todo el apoyo posible, porque estaba por volverse loca, aún no lograba asimilar que había perdido a Anibal, ahora debía recuperar a su hija, si no recuperaba a su pequeña niña, lo mejor sería que alguien le arrancara también la vida, pues ya no tendría nada por lo que luchar.
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