Capítulo 25; Anatomía del placer
Samuel, tembló de pies a cabezas con solo mirarla, algo le gritó que corriera, que al entrar ya no podría dar un paso atrás, pero los hermosos ojos color miel de la pelicastaña lo atrajeron como la polilla a la luz.
Fue así como terminó dando los tres pasos que lo dejaron dentro del departamento, en cuanto la puerta se cerró tras él, Ámbar le rodeó el cuello, y se puso de puntillas para besarlo, de inmediato, las manos del sacerdote, reconocieron dónde debían ubicarse, fueron hasta su cintura y la atrajeron hacia él, con la respiración acelerada, ambos se miraron a los ojos un par de segundos, antes de que Ámbar uniera sus bocas... Samuel, quién resultó buen aprendiz, correspondió a aquel beso con más destreza que la última vez, la besó, de aquella manera tan íntima y deliciosa que lo estremecía hasta los cimientos, cuándo Ámbar gimió y deslizó la lengua dentro de la masculina boca del sacerdote, el hombre lanzó su propia lengua a la batalla, una danza de maravilloso placer...
Así, estuvieron besándose por mucho rato, hasta que les faltó el oxígeno y tuvieron que separarse, aún así, Ámbar no se alejó, se mantuvieron allí abrazados, mirándose.
—Creo que... estoy enamorado de ti —admitió Samuel con el corazón latiendo a toda prisa. Ámbar sonrió ante sus palabras.
—Esa es una buena noticia, creo que me está pasando lo mismo, no mentiré, no fue amor a primera vista, sino deseo, un deseo tan fuerte—acarició los labios de él— pero, me consigo pensando en tí todo el día, Samuel, no sé ha ido el deseo, sino que ha incrementado, y ahora parece estar alimentado por sentimientos... quiero darte felicidad, ser la mujer que te saque de tu zona de confort.
—Ya lo has hecho —admitió él, y sintió felicidad de que el sentimiento fuese correspondido...
—Ven conmigo —dijo después de besarlo un poco más, tiró de su mano encaminandolo a la habitación, cuando entraron, la respiración del sacerdote se agitó aún más, al reconocer que acababa de entrar en la recámara de la.mujer, sabía cuan íntimo resultaba aquello.
—No estoy seguro de que debamos...
—Tranquilo.
—Esto me asusta Ámbar —admitió él.
—No hay motivos para temer, solo debes confiar en mi, hoy tomaremos una clase, serás tú quien decida hasta donde avanzamos, no necesitamos llegar al final, nos detendremos si así me lo pides —sonrió.
—¿Una clase?— preguntó confundido.
—Si, una clase, la llamaremos; Anatomía del placer, te enseñaré lo que debes hacer—ella sonrió al verlo como se estremecía. Tras una ronda de ardientes besos, Ámbar le dió la espalda y le dijo—¿Qué tal si me ayudas con la cremallera?
—¿Piensas... desnudarte?
—¿Cómo si no, estudiaríamos anatomía?— preguntó con picardía. —adelante Samuel — él con respiración agitada y manos temblorosas, como hipnotizado, deslizó la cremallera abajo, Ámbar asintió y se alejó para ubicarse frente a él, y muy lentamente despojarse del vestido, quedando frente a él en ropa interior. —¿Estás bien?
—S...si...—dijo pasando saliva, y observándola como ella llevo las manos atrás y se despojó de su brasier, sus orgullosos pechos quedaron a la vista de él, redondos, de apariencia suave, con aurelos marrones muy claras y coronados por unos semi erectos pezones del mismo color. Ámbar dió un paso al frente y sin dejar de verlo, tomó las manos de Samuel y las colocó sobre sus senos.—Am... Ámbar —gimió él excitado y aturdido, era la primera vez que veía a una mujer desnuda, era la primera vez que tocaba a una mujer.
—¡Qué delicia!— la escuchó gemir, mientras ella ejercía un poco de presión, amasando aquella redondez—¿Te gusta?
—Si... eres tan....suave...— Ámbar seguía amanzando sus pechos, enseñándole a él, lo que debía hacer para hacerla estremecer.
—Me encanta que me toques, Samuel— susurró conteniendo un gemido—tocame cariño, estos pechos son tuyos, tócame — lo instó ejerciendo más presión y luego dejándolo hacerlo solo, mientras ella dirigía las manos al alzacuello, lo retiraba con cuidado, y se deshacía también del crucifijo que reposaba en su pecho, uno a uno retiró los botones de su camisa mientras gemía por los movimientos de él sobre sus senos con cuidado lo despojó de su camisa y se maravilló con lo que veía, aquel pecho era ancho, se veía delicioso y extrañamente libre de vellos—Joder Samuel, ¿por qué eres tan perfecto?— preguntó elevando la vista hacia él, extendió sus manos recorriéndolo, tocó el abdomen, los pectorales, los brazos—estas buenísimo — le sonrió abrazándolo para besarlo nuevamente, está vez sus senos entraron en contacto con la desnuda piel del masculino pecho, y ambos gimieron ante el contacto de piel a piel. Sus labios danzaron desesperados, mientras las manos de Samuel se movían temblorosas por la espalda de ella, reconociendola, tras una larga sesión de besos candenciosos, Ámbar lo miró a los ojos. —¿Estás bien, cariño?—le preguntó llevando las manos a la oprimida erección y dándole un masaje por sobre la tela de su pantalón de vestir negro, lo escuchó gruñir. —¿Recuerdas lo que te hice?
—¡Si!— su respuesta fue un gemido.
—Lo repetiremos— prometió y Samuel asintió ansioso— pero antes, te mostraré otras cosas...— Ámbar se retiró las hermosas bragas, arrojándola lejos, Samuel se sintió momentáneamente intimidado, no se sentía capa, de mirar a aquella intimidad descubierta— ¡Mírame!—le ordenó— el placer también se trata de ver. — Samuel la recorrió con la mirada, admirando su tersa piel y Ámbar se giró nuevamente —abrázame— él obedeció estrechándola—¿Sabes Samuel?... te enseñaré una de las tantas formas de darme placer. — tomó la mano derecho de él, y la hizo descender suavemente por su abdomen gimiendo suavemente ante el contacto. Separó las piernas, y lo ayudó a llevas la mano a su intimidad, gimiendo más audible cuando la tocó, se tensó al contacto y sintió la pelvis de él apretarse contra sus glúteos causándole una exquisita sensación.
—Estás...—Samuel no supo cómo decirlo, no quería sonar grosero, ni inexperto aunque ella supiera que lo era.
—Húmeda—terminó por él — así es que me pones Samuel, húmeda por ti— mientras hablaba lo ayudaba a localizar su centro de placer y comenzar a acariciar con la presión justa, en movimientos circulares— esto no es más que una muestra de lo que me causas—comenzó a mover su pelvis de adelante hacia atrás, logrando más presión por parte de él, sobre su clítoris, y cuando se alejaba, la erección le recordaba que aquella delicia esperaba por ella... poco tardó en explotar en sensaciones, abriendo su boca para gemir a sus anchas. Cuando sintió que las piernas le temblaron, se recargó contra él, buscando recuperarse, mientras Samuel la mantenía abrazada. — eso me ha gustado mucho.
—Me gusta... tocarte.
—Y eso que solo es un pequeño abre bocas... el placer es delicioso Samuel, no solo recibirlo, si no otorgarlo. — se giró para verlo.
—¿No te molesta que no sepa qué hacer?
—No—respondió con una tierna sonrisa. — me parece excitante. Me gusta ser quien te enseñe todo esto. Es tu turno — se giró para colocarse de rodillas frente a él, y esta vez ya tenía la experiencia como para saber lo que ocurriría, ella lo aliviaría de aquella dolorosa presión, pero a diferencia, está vez poco tardó Samuel en quedar completamente desnudo ante ella—¡Carajo, es que eres perfecto y delicioso!— dijo ella admirando su masculinidad, tomándola entre sus manos— eres tan grande, Samuel—comenzó a acariciarlo. —¿Te gusta?
—Si... si... me gusta mucho...
—¿Cómo se siente?
—Delicioso... se siente muy bien— alcanzó a responder a pesar de sentirse muy avergonzado por estar completamente desnudo ante ella.
—El cuerpo tiene distintas maneras de dar y recibir placer, te enseñaré cada una de ellas. Te enseñaré el mapa del placer...—fue lo último que dijo antes de llevárselo a la boca. Samuel cerró los ojos, sintiendo como el placer comenzaba a recorrer todo su cuerpo, la boca de Ámbar lo estremecía completamente, lo estaba enloqueciendo. Cuando Samuel estalló en su boca, tal y como la primera vez, Ámbar se ocupó en capturar y disfrutar su escencia.
Luego se puso de pie y lo llevó hasta la cama donde se sentó y separó los muslos para él.
—¿Qué haces?— preguntó un poco nervioso.
—Tu boca también puede enloquecerme, cariño... De rodillas, Samuel—aquella fue una orden, con la mirada en la femenina entrepierna, se arrodilló frente a ella, Ámbar tomó una posición aún más cómoda, sentándose justo al borde de la cama.
—¿Cómo debo hacerlo?—preguntó como un alumno confundido.
—Explorame, disfrutame, es como comerse un helado o tu comida favorita, y te enseñaré el punto exacto dónde debes poner mayor ímpetu y me tendrás a tus pies eternamente — y así, cuando Samuel se inclinó para saborearla, bajo las directrices de Ámbar, Samuel se dedicó a complacerla, saboreandola, degustándolo, explorandolo con su lengua y su boca, haciéndola gemir y gritar mientras contorneaba sus caderas. —¡Si, si, si Samuel!—gemía desesperada y él se sentía tan caliente ante los gestos y gritos de placer de ella—vamos cariño, no te detengas, casi llego, ya casi...—gimió—mantente allí —se aferró con fuerza a los cabellos del hombre, empujándolo más hacia ella, hasta que el orgasmo la reclamó con violencia y se convulsionó allí con la boca de él aún contra el centro de su ser—¡Oh!—gimió alejándose un poco, ante la sensibilidad de su cuerpo ante el orgasmo obtenido—Samuel...
—¿Si?— se puso en pie y Ámbar miró su hombría, allí listo para la batalla.
—Te necesito dentro — dijo mientras lo tocaba, haciéndolo temblar, Samuel comprendió lo que le pedía, la completa unión física— Por favor, por favor, por favor— se pellizcó los pezones— sé que dije que podríamos detenernos, pero...— se puso en pie y lo miró a los ojos— quiero ser tu mujer— lo abrazó— Sé mío, Samuel... completamente mío.
Ya había cruzado casi todas las barreras permitidas para él, ¿llegaría hasta el final, la máxima consumación de su pecado?
*************
¡HEY NO OLVIDES DEJAR TUS VOTOS Y COMENTARIOS, APOYA LA HISTORIA!
👻👻👻👻
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro