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Capitulo 2.

Guillermo.

Tenía pensado en que sería una buena idea que Samu pasará navidad conmigo y mi familia, después de todo ellos ya lo conocían y pensaban que era un buen sujeto.

Al decirle aquello este se mostró verdaderamente feliz, al parecer le parecía un idea espléndida, su familia se había ido a un viaje así que no podrían estar con él.

Se llegaba el día en que nos reuniéramos todos en casa de mi padres, aunque Samu no dejaba de quejarse con que el quería un árbol de navidad muy chulo en nuestra casa.

—¿Ya estás listo?—toque la puerta de la habitación de Samuel.

—Aun no, faltan solo unas cositas—escuche que me grito desde dentro de esta, abrí la puerta y me encontré con que apenas estaba haciendo la maleta.

—Me sorprende que hayas dejado esto para el final, ¿quién eres y qué hiciste con Samuel?—reímos mientras esté seguía seleccionando que meter en la maleta.

—No creerás lo que compre—rió mientras bailaba de forma graciosa.

—¿Más ropa interior de unicornios?—reí recordando aquel día en donde lave nuestra ropa y entre ella me encontré con la tierna ropa interior con unicornios morados y rosados de Samuel.

—No tío—dijo avergonzado.
—Ya no sé dónde puedo conseguirla—volvimos a reír aún más fuerte.

—¿Qué compraste entonces?

—Un arbolito de navidad—dijo mientras hacía como si estuviera sonando campanas con sus manos, yo suspiré.

—¿Eres tonto?—reí mientras él seguía con su bobería.
—No estaremos aquí y te compras un árbol de navidad, vas a incendiar el apartamento con los foquitos de colores—el me sonrió.

—Solo es decoración chiqui, no encenderé las luces hasta que regresemos, sabes que me gusta mucho la navidad y además ahí podremos poner nuestro regalos—yo me quedé helado, Samuel y yo siempre nos dábamos obsequios en navidad pero está vez había olvidado comprarle algo.
—Esta vez te he comprado algo que vas a flipar—sonrió victorioso y siguió con lo suyo.

—Samu, no te enfades pero...—me interrumpió.

—¿Olvidaste comprarme algo?, no pasa nada chiqui, yo no te obsequio cosas para que me regreses el gesto, lo hago porque me gusta verte feliz—aquello me hizo sonrojar un poco pero me sentí muy conmovido que le sonreí ampliamente.

—Ostia tío me has conmovido, muchas gracias Samu—en mi mente estaba planeado comprarle algo a pesar de que sería a último minuto.

—Bien, ya he acabado, ¿a qué hora sale el vuelo?—cerro su maleta y me volteó a ver.

—7:30 pm—mire el reloj, eran las 2:25 pm así que teníamos tiempo de sobra.
—Tengo que ir a comprar algunas cosas Samu, ¿quieres que te compre algo de comer?—me senté en la cama mientras él se volvía para ver si afeitarse un poco la barba o dejársela así.

—¿No quieres que vaya contigo?—se volteó a verme.

—Tengo que comprar algo que no puedes saber que es, así que si vas tendrás que vendarte los ojos—reímos.

—Buah chaval está bien, solo cómprame un Starbucks frío sin cafeína por favorcito—dijo mientras sacaba su billetera.

—Yo te lo pago—este rió y yo salí.

Tenía planeado comprarle a Samuel la figurita que había visto en una tienda de cómics, era  un unicornio con cola multicolor y el cuerno con brillos de colores rosa y morado, creo que lo que le había gustado a Samu de esa figura era que todo el torso, era de un color totalmente morado con sus ojos de color amarillo claro, el unicornio era muy mono.

Tenía suficiente tiempo para ir a comprar eso e incluso le compraría también un suéter que a mí parecer era muy raro pero a él le encantaban, eran de esos típicos suéteres que tienen renos y copos de nieve, como de ancianitos.

Me dirigí hacía la tienda, busqué entre las estanterías y tomé el último unicornio que había​, que era justo el que Samuel quería, le pague a la chica y salí hacía la tienda de ropa que estaba por ahí cerca buscando el suéter también para mi compañero de piso, me sentía entusiasmado, a pesar de que su regalo era de último momento, creo que le gustaría mucho, ya que llevaba diciendo desde meses atrás que quería comprarse esa figurita pero que siempre que iba a venir a comprarla ya no había, pero esta vez tuve suerte y pude llevarme ya la última que quedaba.

Esos suéteres eran muy típicos en estas fechas, no me gustaban pero estaban muy calientitos así que decidí en comprarme uno rojo a mi y uno azul a Samuel así iríamos a la par, salí de la tienda ya con los suéteres en mano y me dirigí al Starbucks para comprar el batido frío de Samu, me compré un capuchino con chocolate, tomé un taxi y me fui de regresó al apartamento.

Mire el reloj eran las 4:55, aún tenía mucho más tiempo de sobra antes de que saliera nuestro vuelo, Karol me había mandado un mensaje deseándonos feliz navidad, al parecer sería sorpresa que llegáramos ya que hace mucho tiempo que no la veía.

—Ya llegué Samu, no vengas, no puedes ver—grite mientras escuché el "vale" de Samuel detrás de la puerta de su habitación, puse nuestros Starbucks arriba de la mesilla de la cocina y escondí el unicornio de Samu debajo de mi cama, saque nuestros suéteres y me dirigí a su cuarto.
—Voy a pasar—dije y abrí la puerta él estaba afeitando su barba.

—¿Cómo te fue?, ¿trajiste mí café?—no me volteó a ver.

—Si está en la cocina, Samu, cuando termines ven pero cierra los ojos.

—Vale vale, ya me falta solo un pelín, literal—reímos y escuché como abría el grifo para enjuagar su rostro.

—Cierra los ojos.

—Pero como voy a saber para dónde voy niño, haber ayúdame—puse los suéteres sobre la cama, tomé a Samuel de un brazo y le ayude a caminar, el mantuvo los ojos cerrados justo como le pedí.

—Bien ya está, ahora ábrelos.

—Pero Willy—al ver el suéter me abrazó y lo tomó.
—¿Los dos son míos?, oh chaval ya tengo con que abrigarme para otra navidad—reímos y yo tomé el de color rojo.

—El azul es tuyo—el se sonrojo.

—¿Iremos a la par?—sonreí también un poco avergonzado.

—Algo así.

—¿Y quién es la chica?—reí aún más apenado.
—Tu por qué llevas el rojo.

—Pero que si es tonto.

—Ya chaval, muchas gracias Chiqui, justo iba a comprarme uno antes de irnos—me dijo y volvió abrazarme.

Salimos de su habitación, teníamos pensado en usarlos en cuanto nos fuéramos a tomar el avión, ya que llegaríamos casi justo a la hora de navidad a la casa de mi padres.

Nos tomamos los Starbucks que había comprado mientras esperábamos la hora para ducharnos, arreglarnos e irnos.

5:26, bien iré a darle un último vistazo a mi maleta y me iré a dar un baño.

—Ire a arreglarme Samu, ahorita nos vemos—el asintió y me dirigí a mi habitación, vi mi maleta, todo estaba perfecto, me di una larga ducha hasta las 5:40 y salí para arreglarme.

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