4
Era un mal día para ser Choi Soobin.
Se había despertado tarde, su café se había derramado por toda su camiseta, no lo habían dejado entrar a su primera clase y había olvidado su teléfono en casa.
Simplemente todo le estaba saliendo mal.
Con un gran suspiro miró a su camiseta blanca completamente manchada y negó con la cabeza. No tenía otra ropa, tendría que quedarse así por el resto del día.
Al menos, como no había entrado a la primera clase, tenía tiempo de desayunar en la cafetería y de completar una tarea que tenía pendiente.
Los pasillos casi vacíos en ese momento, la mayoría estaba en clase o todavía no habían llegado. Soobin pensó que jamás vio la cafetería tan vacía, normalmente el lugar era un mercado y había un gran fila a la hora del almuerzo.
Pidió dos muffins de chispas de chocolate y su día mejoró un poco. La mujer observó con mezquindad su camiseta manchada, pero con una sonrisa Soobin le explicó lo que había pasado y ella sonrió de vuelta diciéndole que tuviera más cuidado.
Pensaba comer y luego ir a la biblioteca, pero la cafetearía estaba tan vacía que allí mismo podía hacer sus tareas sin molestia de nadie. Sacó sus apuntes y su computadora para ponerse manos a la obra.
Media hora después estaba cerca de terminar, pero no quería volver a llegar tarde así que comenzó a juntar sus cosas.
—¿Soobin?
Oh no.
Él conocía esa dulce voz.
Soobin volteó, aunque ya sabía exactamente quien lo llamaba.
Choi Beomgyu estaba en frente suyo, vestido con un sweater rosa y unos pantalones inmaculadamente blancos. Parecía un lindo angelito, mas Soobin sabía que esa apariencia era una farsa.
—Hola.—Dijo secamente.
Beomgyu insistía en saludarlo siempre que se veían, la mayoría del tiempo Soobin le contestaba secamente o lo ignoraba, no quería recordar nada de lo que había pasado esa noche.
—Tu camisa esta manchada.
—Si, me derrame café esta mañana.
—Puedo prestarte algo para que te pongas.
—No es necesario.—Terminó de guardar su computadora y empezó a caminar.
Pudo escuchar los pasos del chico más bajo siguiendo su camino.
—Insisto, es una mancha gigante.
—No me molesta.
—Oh vamos, déjame prestarte un simple hoodie, no seas terco.—Beomgyu lo tomo del brazo deteniéndolo.—Es solo un préstamo, puedes devolvérmelo mañana y pretender que no existo de nuevo.
Soobin se sorprendió un por las palabras del más bajo, aunque esté las hubiese dicho con una sonrisa.
—No muerdo.—Bromeo Beomgyu.
No, más bien te gusta ser tu el mordido.
Alejo esos pensamientos de su cabeza y dijo:—De acuerdo.
~
El casillero de Beomgyu no estaba tan lejos del lugar, solo caminaron en silencio hasta allí y el más bajo lo abrió introduciendo la combinación rápidamente. Saco una sudadera completamente negra que le tendió a Soobin.
El más alto rápidamente se la probó y le quedaba perfecto.
—Pues ahí está, no más mancha de café.
—¿No es algo grande para ti?.
—Es de Yeonjun, la mayoría de sus sudaderas acaban en mi armario.
Soobin se congeló a la mención del nombre. De verdad, de verdad no quería recordarlo. Tenía la buena suerte de que últimamente no coincidía con Yeonjun casi en ningún lugar salvo una clase en la que Yeonjun ni siquiera lo miraba. Soobin agradecía que lo ignore, él había lo mismo.
—¿Cómo está tu novio el sadico?—Pregunto con sarcasmo.
—No es un sadico.—Dijo Beomgyu riendo.—Bueno, tal vez solo un poquito.
—Es un sadico, y tu, bueno no sé bien que seas tu pero...
—Un masoquista, supongo.—Se encogió de hombros.—No me interesan mucho las etiquetas.
—Claro que no.—Aún usaba un tono desagradable, pero Beomgyu no reaccionaba a él más que con unas risas.
La campana lo salvó de tener que seguir en ese lugar.
—Supongo que te veré por ahí, Soobin.—Dijo Beomgyu cerrando su casillero.
—Si, adiós.—Dijo antes de salir disparado por el pasillo.
~
Soobin había conseguido terminar su tarea para la última hora, había sido un día agotador pero finalmente esa era su última clase.
También por desgracia, era la única que compartía con Yeonjun.
No estaba demasiado preocupado, seguramente Yeonjun lo ignoraría como siempre, a no ser que Beomgyu le hubiese contado lo de esa mañana. Entonces tal vez Yeonjun intentaría meterse con él, pero simple lo mandaría a la mierda.
No recibió un saludo de parte de él, pero desde que llegó pudo el peso de su mirada. Mierda. No consiguió concentrarse en toda la clase por culpa de esto. Lo peor era que cuando por fin decidió devolverle una mirada irritada, el imbecil solo sonrió.
Con esa sonrisa de psicopata que tenía.
El último timbre fue un alivio, no se había dado cuenta de la tensión que había acumulado en los hombros hasta que por fin los relajó. Solo quería salir de ese lugar y darse una ducha calmante.
—Parece que tienes algo que es mío.—Escucho la voz de Yeonjun acercándose a él mientras miraba su casillero.
—¿Por eso me estabas mirando como a un mono de circo? Beomgyu me prestó la maldita sudadera.—Cerró su casillero con fuerza.—¿Cómo diablos te diste cuenta?, es una sudadera negra como cualquier otra.
—En realidad, no estoy seguro. Déjame ver.—Yeonjun tiro levemente del cuello de la sudadera, sacando la etiqueta hacia afuera.
—¿Qué..?
—Mira.—Mostró a Soobin la etiqueta.
C.Y ponía la etiqueta.
—Beomgyu me la regalo por mi cumpleaños, es una de mis favoritas.—Suspiro.—Estaba en mi casillero hasta esta mañana, así que supuse que algo había pasado.
—Creí que Beomgyu...
—¿Me lo dijo? No, ¿por que lo haría? Los dos sabemos que le gusta cuando lo castigo—Soltó el cuello de la sudadera, haciendo que Soobin se aleje de golpe.
—Entonces él...
—La sacó de mi casillero sabiendo que lo vería y probablemente me molestaría verte usando el regalo que me dio el mismo, si.—Dijo él.
—Eso es...
—¿Molesto?—Soobin trago saliva.
—Algo.
—Dan ganas de castigarlo, ¿no?
Soobin no respondió por un segundo.
—Solo me la presto porque tenía una mancha.
—Aww, y pensaste que era lindo de su parte.—Se burló él.
—Eres un idiota.—Le dijo con rabia.
—Si, lo dijiste la última vez creo, también me llamaste loco.
—Estás loco.
—Lo sé.—Dijo simplemente.—Ahora, sería lindo quedarme a charlar sobre tu enamoramiento por mi novio pero tengo una zorra que castigar.
El más alto quedó quieto.
Tal vez no esperaba que Yeonjun lo dijera en voz alta, pero sabía que era exactamente eso lo que haría.
—¿A quien vas a dejar que lo folle esta vez?.
—¿Crees que eso fue un castigo, Soobin?—Sonrío.—Lo único que hice fue no dejarlo correrse, eso no es un castigo. No me has visto castigarlo en serio.
Soobin no podía creer que estaban teniendo esta conversación en medio del pasillo, miró a los lados si nadie estaba escuchando, pero a Yeonjun no parecía importarle.
—Puedes verlo si gustas.
La piel de sus brazos se erizó y su mandíbula se contrajo.
—No quiero ver esa mierda.
—Claro, sigue diciéndote eso.—Dijo Yeonjun—Puedes simplemente ir a "devolverme mi sudadera" esta noche.
Soobin no podía creerlo, el de verdad lo dejaría participar de nuevo en lo que sea que Beomgyu y él tenían.
—O puedes devolverla mañana, como quieras.
Eso era todo, Yeonjun en realidad había perdido la cabeza.
—¿Te comió la lengua el gato, Soobin?.
No, no un gato. Pensó.
Pensó en qué animal podría asemejarse a Yeonjun y lo primero que le vino a la cabeza por los rasgos del hombre era un zorro. Su actitud astuta y engañosa también le recordaba a uno.
Los zorros eran buenos cazadores, pensó que Yeonjun también lo era.
—No voy a ir.—Dijo con convicción.
—Haz lo que quieras.
Y tan rápido como había aparecido, Yeonjun se había ido.
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