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14. ¿Sobre mi?

Mi familia ríe ante una anécdota que acaba de contar mi madre sobre mi.

Mis mejillas se enrojecen ante la vergüenza.

Osvaldo ríe mientras me abraza de lado  con su brazo izquierdo, me aprieta contra su cuerpo y hace que ría junto a él.

—Bueno, ¿Y cómo conociste a nuestra quería Gelly? — pregunta mi prima Andrea.

Todos en la mesa se quedan callados viendonos a ambos.

—Pues...

No sabía que decirles, no quería explicarles que Osvaldo era alguien famoso o algo así, no queria incomodarlo a él o algo.

—Nos conocimos a través de una amiga — menciona el de lentes mientras me observa con una sonrisa — Lina me escribió y pues desde ahí nos hicimos cercanos.

Le sonrió.

Sus ojos brillan intensamente y salimos de nuestra pequeña burbuja cuando mi abuelo le hace una pregunta.

—¿Y a qué te dedicas, hijo? — cuestiona el mayor.

No estoy dispuesta a hablar, así que solo observo su comportamiento.

—Soy... Bueno, me dedico a las redes sociales, soy algo así como un influencer.

—¿Redes sociales? — cuestiona mi abuela viendo a su esposo y rio por lo bajo.

Mis primos se miran entre ellos un poco sorprendidos ante la respuesta del de lentes.

—Madre, él hace videos para internet, te acuerdas de YouTube donde escuchamos la música de Luciano Pavarotti — le explica mi tía y mi abuela asiente — Él sube videos ahí, hace ese tipo de cosas.

La mayor lo mira sorprendida.

—Incredibile, abbiamo una stella con noi.

Osvaldo me mira confundido ante las palabras de mi abuela paterna.

—Ella está sorprendida porque hay una estrella reunido nosotros — le explico.

Él ríe y niega.

—No, la única estrella aquí es su bella nieta — menciona el chico mientras me ve tiernamente.

—Por un momento, pensé que eran pareja — habla Alessandro otro de mis primos que estaba sentado junto a Mar.

Toda mi familia apoya su comentario.

—Ya, solo somos amigos — aclaró para todos — No quiero que Osvaldo se sienta incómodo ante sus comentarios.

—Ya, prima, solo es una pequeña broma.

Todos empiezan a hablar de cosas diferente y tomo un poco de agua.

—Tu nunca me pondrías incómodo, estrellita — susurra el de lentes en mi oreja.

Volteo a verlo y su rostro esta a centímetros del mío.

—Si, pero mi familia se pasa un poco.

—Me gusta que piensen que somos pareja, eso indica que nos vemos lindo juntos.

Ambos reímos levemente.

—Si, tu mides dos metros y yo a lado tuyo parezco tu mascota — bromeó y Valdo ríe sonoramente.

—Tilin ya tiene ese puesto, pero puedo tenerte como mi accesorio, mira... — él quita su mano de mis hombros y con esa misma toma mi mano derecha, entrelazando nuestros dedos — A poco no me veo lindo cuando tomo tu mano.

Levanto mi mirada y sé que estoy roja como un tomate recién cosechado, pero todas sus palabras provocan ese efecto en mi.

Siento mi estómago como se hace un nudo, estoy nerviosa, no se que hacer, ni que decir.

—¡Familia! — llama la atención de todos mi padre — Llegó la hora de los juegos en familia, así que están invitados a ingresar a casa.

Todos se levantan animadamente.

Esta es una de las actividades favoritas de mi familia.

—¿Vienen? — pregunta Mar.

—Le enseñare a Osvaldo los viñedos — contesto.

—Bueno — la castaña me mira con una sonrisa burlona.

Alessandro mi primo estira su mano y Mar la toma.

Ellos desaparecen de mi vista y ahora estamos los dos completamente solos.

—¿Alguna vez has conocido un viñedo? — cuestiono viendolo.

Él niega pensando.

—Bien, vamos.

Separo mi mano de la suya y me levanto de mi silla para guiarlo.
















[...]














El aire pasaba a través de nuestros cuerpos como una leve ventisca.

Mi hombro izquierdo chocaba con las pequeñas hojas de las siembras de uva y el sol ya estaba resplandeciendo en su punto exacto para cuando llegue la hora de su escondite.

—Esto es hermoso — menciona el de lentes para luego voltear a verme con una sonrisa.

Miro a mi costado y me detengo, me acercó a la cosecha, quitó una de las uvas oscuras y se la extiendo al chico alto.

—Prueba — llamo su atención.

Osvaldo se voltea y toma la fruta para luego comérsela, me mira sorprendido.

—Es más dulce de lo que pensaba, está deliciosa.

Sonrió y continuamos caminando.

—Bueno, me gustaría saber mas sobre ti — anuncia el de lentes.

Lo miro un poco sorprendida por su comentario.

—¿Sobre mi? — cuestiono señalandome, él asiente.

—Recorri el mundo para poder verte y al final de cuenta tu sabes más de mi que yo de ti, pudiste haber sido un señor de sesenta años y yo estaría aquí perdido en Italia.

Río ante su teoría.

—Pero estarías en Italia — bromeó, ahora él ríe — ¿Qué quieres saber?

—Todo — se detiene por un segundo, así que paro mi caminata — Pero... Me gustaría especialmente saber porque te fuiste de aquí, dijiste que era una historia larga y ahora me tienes aquí.

—No lo has olvidado — murmuro.

—Si, pues recuerdo todo lo que tú me dices — susurra, pero logro escucharlo.

Bajo mi mirada para ocultar una sonrisa.

—Es que quiero comprender porque te irías, se que eran tus sueños y todo, pero al menos en buenos términos, pero por lo que sé no es así y tú familia es tan amorosa y se nota que te quieren mucho.

Él tenía razón...

—Bueno — medito como empezar — Cuando era pequeña siempre soñé con tener un amor tan intenso, que él me rescate de un dragón como en los cuentos y cuando fui creciendo mi imaginación no cambio tanto, esperaba eso, pero claro los dragones no existen — digo con obviedad.

Acomodo mi cabello detrás de mis orejas con algo de nervios.

—El punto es que quería algo real, qué alguien me amará tanto como yo lo amaria a él, que ame cada cosa de mi, recuerde que odio el tomate o que amo el guacamole, pero no el aguacate.

El chico junto a mi me mira con una sonrisa.

—Se que es algo tonto, pero siempre he querido eso.

—No es tonto, Lina — murmura Osvaldo.

Nos miramos por unos segundos, pero quito mi mirada de él hacia al frente.

—Me fui a Canadá porque de verdad quería estudiar medicina, pero mi Padre tiene una empresa y como puedes ver mi familia es algo grande, entonces para conservar el negocio familiar que me era heredado a mi quisieron casarme con uno de los socios de mi Padre.

Lalo me mira sorprendido.

—Mi madre nunca lo quiso, hubo muchas peleas y entonces hui — confesé — Me arriesgue y compré un boleto, robe dinero de mis padres.

—No me esperaba nada de eso — comenta el joven de camisa negra.

—Dimelo a mi, pero en ese vuelo conocí a Mar y le conté todo, supongo que fue porque me sentía tan afligida y estaba sola, ella volvía de un viaje que se había ganado a Italia y me dijo para que viviéramos juntas — continuo la historia, suelto un suspiro recordando aquel día — Yo una completa desconocida para ella, sus padres que estaban en ese entonces ahi me cuidaron tanto cariño, conseguí un empleo y me esforcé demasiado, sacrifique demasiadas cosas.

Osvaldo coloca su mano en mi hombro como en señal de apoyo y me sonríe cálidamente.

—Después de conseguir la residencia, aprobé una beca completa en la Universidad y empecé ahorrar, le devolví el dinero a mis padres y despues de algunos años ellos me escribieron, dude demasiado si responder, pero...

Detengo mi caminata al sentir mis manos sudar.

Valdo se da cuenta que no camino a su lado, así que se detiene y se devuelve.

Elevó mi mirada para verlo y odiaba sentir tanto.

Todo lo que había reprimido desde mi llegada se despertó en ese momento...

La primera lágrima rodó por mi mejilla y la cara del joven fue de suma preocupación.

—Lin...

—Los extrañaba tanto, Osvaldo — lo interrumpo y aquellas palabras fueron suficiente para provocar un mar de lágrimas.

Cubrí mi rostro con mis manos para que él no me viera.

Mis sentimientos me traicionaron, entre todas las personas no espere que él fuera al que le confesara esto.

Mi pecho se queda sin respiración y intento hablar, pero mi garganta tiene un nudo que lo impide.

—Yo... Esto es tan... difícil — menciono con palabras entre cortadas.

—Mi estrellita — escucho como Osvaldo murmura.

Estoy a punto de voltearme para que el chico por el cual tenía sentimientos no me viera llorando como tonta, pero entonces siento sus brazos delgados arroparme completamente, tan cálido, como si quisiera protegerme y que no me fuera de ahi.

—No se que hacer, siento que a pesar de como me porte con ellos, que hui y no supieron nada de mi hasta después, pero míralos me reciben... tan linda manera, aún de esa forma tan cálida y yo...

Sollozó, sin que me permita seguir hablando.

—No es tu culpa, estrellita — Osvaldo me aleja un poco de él y me toma del rostro para verme — Luchaste por algo que querías, por ti y eso no está mal, tal vez ellos se dieron cuenta de su error.

Él limpia mi rostro con las mangas de su chamarra.

—Son tu familia y nunca van a enojarse contigo, no debes sentirte mal, mira el lado bueno, viniste y ellos saben que eso es un gran paso para que estés de vuelta en sus vidas, ¿Sí? — asiento mientras lo observo.

La pequeña brisa que recorre nuestros cuerpos hace que mi cara se sienta fresca.

Mientras al fondo el sol llega a su punto máximo en un destello amarillo intenso, este se ve reflejado en sus ojos cafés, puedo notar cada parte de su iris y como sus pequeñas pestañas le hacen  la compañia perfecta.

Mis manos se dirigen a las de él que sigue en mi rostro, las quito levemente sin soltarlas.

Nuestras manos quedan entrelazadas y agachó la mirada un segundo solo para verlas.

—Gracias por todo — agradezco mirándolo de vuelta.

—No tienes que agradecerme nada, Estrellita.

El viento hace que los mechones de mi cabello golpeen contra mi rostro y en un segundo rápido, Osvaldo los toma con delicadeza ocultando los detrás de mi oreja.

—Creo que es hora de regresar a casa de tu abuela o si no tu padre me matará porque estamos los dos solos aquí — menciona el de lentes.

Ambos reímos levemente.

—Le agradas y eso es difícil de conseguir — comento.

—¿Vamos? — cuestiona con esa hermosa sonrisa.

Solo me limito a asentir, estaba por empezar a caminar, pero me detuve.

Valdo toma mi mano y comenzamos a caminar juntos a casa.

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