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13. Hogar

"Antes de empezar, quiero comentarles que las frases que estén en otro idioma pueden encontrar la traducción en los comentarios de esa frase, gracias"

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—¿Ya llegaste? — pregunta Mar con la cual estoy hablando por llamada

—Si, acabo de obtener mi maleta, ahora estoy por ir a buscar a mis padres, no quiero verlos, Mar — menciono.

—Lo sé, Ellie, pero ellos no son malos padres, solo... No te comprenden.

—Se perfectamente eso, pero después de tanto tiempo verlos y si siguen con sus insistencias ya sabes que.

—No pienses en negativo — me regaña la castaña — Volviste a Italia y será un gran viaje, verás a tu familia y verás a tus abuelos, yo iré mañana para la fiesta y la pasaremos increíble.

Sonrió levemente.

—Ojala estuvieras conmigo, tu me sacarás de cualquier conversación con un chiste — musitó mientras me acercaba a las escaleras mecánicas.

Llevo mi mirada al frente y veo un gran cartel con mi nombre y a mis dos padres saludandome animadamente mientras me veían.

Sentía cálido mi corazón, el volver estar aquí, pero... También me sentía extraña, este ya no era mi lugar.

—Tendras que sobrevivir sin mi un día — habla Mar sacándome de mi ensoñación.

—Sera una tortura.

Mi mejor amiga ríe.

—Te dejo, ya acabo de verlos — anuncio.

—Suerte.

Cuelgo la llamada antes de llegar al primer piso, guardo mi celular en mi chaqueta y me acercó a mis padres.

Mi mamá es la primera en envolverme entre sus brazos, papá se nos une.

—La mia bellissima figlia — menciona mi padre y sonrió.

Nos separamos un poco y ellos me toman de las manos.

—Mirate, cariño, ya eres toda una mujer — habla mamá en su idioma natal, el español.

Así es, mi madre era de México y cuando hizo un viaje de negocios a Génova conoció a mi papá.

Su historia es de las más hermosas, pero no más que las de mis abuelos paternos.

Aunque ahora no éramos unidos, seguía respetando tanto la relación que tenían y los amaba tanto como ellos me amaban a mi a pesar de todo.

—¿Cómo están? — pregunto.

—Eso es lo primero que nos preguntas — mi mamá ríe, ella enrolla su mano con la mía y papá toma mi maleta — Nosotros tenemos que preguntarte a ti, cuentanos todo.

Mi mama me transmitió aquella tranquilidad, entendí que no estaban enojados conmigo y eso me tranquiliza a un poco.

Así que empecé a contarles todo.










[...]












Llegamos a casa.

Papá abre la puerta para nosotras y me dejan ingresar primero a mi.

Recorro todo con mi mirada.

Estaba exactamente igual, solo.que ahora veo muchas fotos familiares más, en realidad todas eran mías...

Me volteo y les sonrió.

—De seguro debes estar cansada, principessa — menciona mi padre.

—Si, un poco, el viaje fue largo — menciono.

—Entonces descansa, después saldremos a comer o te puedo preparar  albóndigas, tus favoritas — habla mamá.

—Me encantaría, iré a mi... Habitación.

Ellos asienten mientras me miran.

"Todo está bien, tranquila", me repito a mi misma.

Voy a la habitación del fondo y suelto un suspiro antes de girar el pestillo.

Mi vista se ilumina por el sol que entra por la ventana.

Todo estaba exactemte igual como lo deje, solo que arreglado.

Me acerque a ver todo...

Mis paredes llenas de pósters de One Direction, Taylor Swift y Paramount

Mis fotos de pequeña, la colección de cartas que había escrito para Julieta y que quiera enviar cuando fuera mayor de edad, incluso estaban las últimas flores quee habia dado mi padre, en el mismo lugar, solo que marchitas...

La nostalgia se apoderó de mi corazón.

Me senté en el borde de mi cama y acarice aquellas finas sabanas que mamá tenía especialmente para mí porque las otras me parecían incómodas y calurosas.

Paso una mano por mi rostro al sentir las lágrimas.

Nunca pensé volver aquí...

La puerta se abre y limpio mi rostro rápidamente, pero sé que mi madre lo nota.

Solo le sonrió y ella también lo intenta.

—Venia a ver cómo estabas — menciona desde la puerta.

—Bien, todo sigue igual — susurro viendo a mi alrededor — Gracias por cuidar todo.

—No tienes que agradecerme, cariño, mejor descansa, te levantaré para salir a comer a tu padre se le ocurrió la grandiosa idea de ir a esa heladería donde venden ese helado de chocolate con mini brownies que tanto te gustaba de pequeña, pero mejor le dije que...

La interrumpo.

—Si quiero ir — mi madre me mira sorprendida.

—¿De verdad? — cuestiona.

Notó como su rostro se ilumina.

—Si, me encantaría, extraño eso — confieso.

Mamá entra a la habitación y me abraza.

—Ire a decirle a tu papá, se emocionara, descansa, cariño — la mayor deja un beso en mi frente antes de irse.

Dejo salir el aire que se había acumulado en mis pulmones.

Estoy bien...






[...]












–Siguiente día–


—¿Le escribiste a Mar? — pregunta mi padre.

—Si, se supone que su vuelo llega en dos horas, pero le quiero avisar que ya estamos por salir a donde los abuelos — menciono.

—Podemos esperarla si quieres — sugiere el mayor.

—Si quisiera, pero ella ya tiene sus planes, creo que alquilo un auto para que no me preocupe.

—Bueno, entonces vamos o Mar llegará primero que nosotros — sonrió ante las palabras de Mamá.















[...]











Cuatro horas después llegamos a la casa de los abuelos.

Me habían recibido con una gran fiesta donde estaba toda mi familia y al parecer esto iba de largo.

Estaban esperando a Mar para almorzar juntos.

Había hablado brevemente con mi mejor amiga, la encontré algo extraña, no quiso hablar mucho solo me dijo estoy a una hora.

Tal vez venia manejando y por eso se demoraba.

Al parecer su vuelo llegó antes, pero mejor, así no me dejaba sola con más de veinte invitados que no había visto hace cuatro años o más.

—Tesoro, vieni qui con la famiglia — me llama mi abuela.

Todos en el patio me miran.

—Es que mi mejor amiga está por llegar y quiero recibirla — menciono.

—Yo me encargo, principessa, anda con tus abuelos y primos — habla mi papá que empieza a caminar al viñedo y lo pierdo de vista.

Me siento junto a mis primas, estás rien ante mi abuelo que empieza a bailar mientras mis primos cantan y tocan algunos instrumentos.

—Lasciami fargli una foto — menciona una de mis tía.

Mis primas se acomodan a mi lado y nos toman la foto de todas juntas.

—¡Bellissima! — exclama mi tía.

—¡La pizza è già uscita dal forno! — grita el esposo de una de mis primas que aparece con dos charolas en sus manos.

Atrás de él salen mis otros tios y tías llevando todo a la mesa del patio.

Mi abuela aparece en mi vista y está me sonríe, pero su mirada capta algo más detrás de mi.

—¡Llegaron los amigos de Evangeline! — habla con emoción la mayor.

Todos se giran y la miro confundida.

¿Amigos?

Me volteo finalmente y mi corazón se para no saber si lo que estoy viendo es producto de mi imaginación o es real.

Osvaldo está aquí...

Él me mira entre todas mis primas,  me sonríe y se acomoda sus lentes.

Me levanto de dónde estoy y me acercó a él.

—¿Qué haces aquí? — pregunto al estar a unos metros de distancia.

—Sorpresa — dice nerviosamente.

—Yo también existo — miro a mi lado a ver a Mar.

Mi mejor amiga me sonríe.

Me acercó y la abrazo.

—¿Qué es esto? — pregunto en un susurro.

—Bueno, yo soy la mejor amiga del mundo — contesta y nos separamos.

Sigo viendo al de lentes aún sorprendida, no sabía si abrazarlo o que hacer...

No podía creerlo.

Él se iba a acercar a mi hasta que mi abuela habla.

—¿Nos presentas a tus amigos, Tesoro?

—Si, cierto — río nerviosamente y veo a mis primos con cara de diversión.

Creo que todos notan mis nervios.

—Bueno, algunos ya la conoces a ella — señaló a la castaña junto a mi — Ella es Mar mi mejor amiga.

—Hemos escuchado mucho de ti, Mar — menciona uno de mis primos con una sonrisa ladina.

Mi abuela golpea el hombro de mi primo y todos rien.

Notó como mi mejor amiga tiene las mejillas levemente rojas.

—Y él... — me volteo hacia Osvaldo y nuestraa miradas se unen.

De verdad era muy alto.

—Él es Osvaldo — menciono sin verlo — Y es... es mi... mi...

No logro articular ninguna palabra por los nervios.

—Soy su amigo, soy de México — contesta él acercándose un paso a mi.

—¿México? — cuestiona mi Madre y el chico asiente — Que encantador, yo soy la mamá de Evangeline y también soy de México.

—No sabía eso, pensé que sus dos padres eran de aquí de Italia — menciona Osvaldo viéndome.

—Bueno, tenemos mucho que contarte — habla mi madre acercándose a nosotros.

—Llegaron en buen momento, las pizzas recién salieron del horno — anuncia mi abuelo.

Osvaldo no despegaba su mirada de mi y yo tampoco de él.

—¡Vamos todos a comer!

Escucho como todo el ruido desaparece y de un segundo a otro solo estamos él y yo.

—Yo...

Intento hablar, pero él me interrumpe.

—Se que es repentino y raro — dejo que él hable primero — Le pedí ayuda a Mar, para todo en realidad, las flores, este viaje, yo... Quería sorprenderte.

—De verdad que lo hiciste — afirmó — ¿Puedo...

No termino la frase cuando él me abraza.

Me elevó en la punta de mis pies para que él no se agache mucho.

Su cabeza descansa sobre la mía y mi cabeza está sobre su pecho, escucho como su corazón late rápidamente y se que el mío está igual.

Sus brazos son cálidos y me arropan completamente, me sentía tan pequeña entre él.

Nos separamos y ambos soltamos una risa nerviosa.

—Es increíble, nunca creí... No pense que tú...

—Lo sé — afirma.

No podía formar ninguna frase, solo balbuceaba.

—Tampoco me esperaba que hiciera esto, pero tengo buenos amigos que me aconsejaron — musita Osvaldo.

—Supongo que tengo que agradecerles por haberte traído aquí conmigo.

Osvaldo sonríe.

—Bueno, tienes que pagar ese VIP que te regale de alguna manera — menciona desviando su mirada.

Río por lo bajo mientras lo veo.

Tomo su mano, acto que lo sorprende.

—Ven, vamos a comer, te encantará la pizza de mi abuelo — comento.

Osvaldo no se niega y me sigue sujetando mi mano con firmeza, como si no quisiera soltarla nunca.

—Les guarde asiento aquí — habla Mar señalando a su lado.

—Esto si es hermoso — murmura Osvaldo.

—Y eso que no has conocido la casa de los abuelos, futuro primo — bromea uno de mis primos.

Veo como las mejillas de Osvaldo se ponen un poco rosadas.

—Carlo — lo regaño.

Él borra su sonrisa cuando le hablo.

—Perdón, Ellie — se disculpa.

—Disculpa, Osvaldo, mi familia es muy bromista, se podría decir — menciono.

—Tranquila, no pasa nada, estoy bien.

—Bueno, yo quiero saber todo de Canadá — llama la atención de todos mi abuelo — Ellie, ¿Nos harías los honores?

Sonrio.

—Bueno... ¿Por dónde comienzo?

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