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Capítulo uno

Ronald y Mal habían estado pasando el rato juntos toda la tarde en casa del segundo. Claro, tenía siete hermanos, pero eran estos mismos que lo acogieron en la casa familiar y le prohibían salir solo por todo el día porque lo estaban apoyando con su rehabilitación de esa terrible adicción al alcohol que lo tenía un poco deteriorado, entonces, por respeto a su condición, su amigo aceptó beber sólo jugo esta vez, cosa que le llamó la atención a Malcolm y le sacó unas cuantas risas. Jamás lo había visto beber algo que no tuviera al menos una gota de alcohol, de hecho, nunca se le pasó por la cabeza que en algún punto de su vida Bon haya bebido agua.

Bon tomó un sorbo de su "tan famoso" vaso con jugo de piña, y en ese instante en que sus ojos estaban sobre la puerta entreabierta de la habitación, vio pasar al hermano más pequeño de los Young dándole la espalda. Tenía una silueta esbelta favorecida por sus ropas apretadas y un cabello castaño, rizado y muy esponjoso que casi rebotaba al son de sus pasos, pasos silenciosos, extrañamente casi imperceptibles en el piso de madera. Llevaba un pequeño bolso de colegial colgando, parecía como que iba a salir.

Acababa de cumplir los dieciocho hace un mes. Siempre le causó curiosidad ese chico. Trabajó en la imprenta de una revista pornográfica apenas dejó el colegio, recién a sus quince años, Bon se preguntaba cómo le habían dejado trabajar ahí, no es como que se viera tan viejo.

—Entonces... Y tus hermanos, ¿cómo están todos?—intentó saciar su curiosidad de una forma discreta—

Malcolm lo miró fijamente. No era usual que preguntara por su familia, pero bueno, en la situación en la que estaba, viviendo en la casa familiar, lo encontró hasta considerado.

Pensó en todo lo que sus hermanos estaban viviendo por separado. Dios, tenía demasiados hermanos.

—Uhm... George y Alex siguen con lo de su banda, la verdad es que no les va nada mal; Maggie está planeando una boda, es una pena que se vaya de la casa, pero al menos no se fue cuando Ang seguía en la escuela, sino no tendría quién le cosiera el uniforme, sabes que él le lograba hacer al menos un agujero cada semana al regresar a practicar con la banda, no sé qué tanto hacía allí...—dirigió su mirada hacia sus manos y luego hacia Bon otra vez— Oh, bueno, los demás viven enviando cartas, desearía que nos visitaran, no sé por qué no lo hacen si es que nos extrañan tanto. ¿Cómo están tus padres, tus hermanos? Te deben extrañar allá en casa.

El mayor de los dos recibió todo, pero sólo se enfocó en lo que dijo sobre Angus. "Pequeño niño problema" dijo para sí mismo y sonrió levemente.

—Me alegro por ellos. Mi familia...—intentó recuperar esa información entre todos los demás pensamientos que había tenido en el día— Están bien allá, siempre envían cartas también y llaman todo el día.

—Tu familia es muy buena gente, Bon.

—Lo son, ¿eh?—sonrió— Oye, y Angus, ¿en qué anda ahora?

Intentaba volver al tema tan desesperadamente. Ni siquiera sabía por qué quería escuchar sobre Angus, sólo le causaba una curiosidad enorme que no podía explicar.

—¿Sabes? consiguió un trabajo, pero el pequeño malnacido no me quiere decir cuál es. Lo poco que sé es que siempre sale tarde a trabajar, casi de noche, de hecho creo que se acaba de ir hace un rato.

—¿Que tipo de trabajo será para que salga de noche y no te quiera decir?—Scott esbozó rápidamente una sonrisa de zorro, que fue captada inmediatamente, con significado y todo, por Mal—

El más bajo se echó a reír y le dio un pequeño golpe en el brazo a Bon, empujándolo levemente hacia atrás. Si en algo era bueno ese bastardo, era en malpensar las cosas.

—¡Sé lo que estás pensando!—se peinó el flequillo y lo tiró para el lado. No podía parar de carcajear al hablar— Pero no creo, Ang no es el tipo de persona que... ya sabes.

—Se ve muy niño, pero uno nunca sabe, Mal—intentó mirarlo seriamente, pero no podía quitarse esa sonrisa tonta y esas ganas de explotar en risa—.

Malcolm lo golpeó de nuevo en el mismo brazo, un poco más fuerte esta vez, pero aún riéndo.

—Ya, no perviertas a mi hermanito, ¿eh? El pobrecito quiere ahorrar para una guitarra nueva, no ves que se le ha roto la otra.

Su curiosidad, más que saciada, había sido alimentada hasta convertirse en un enorme monstruo gordo y curioso. Necesitaba saberlo todo, no por necesidad real, pero tampoco por metiche, sino que algo en esa situación lo excitaba, quería saber dónde iba a parar tal atractivo joven por las noches, quería preguntarle: "dulzura, ¿qué haces por dinero?".

—¿Quieres seguirlo a ver dónde trabaja?—propuso Ronald, sin dejar de tener esa mueca astuta que había tenido desde que comenzó a pensar en Angus—

Young estaba sorprendido y no a la vez, Bon siempre había sido un chico malo, sí, pero no pensó que le interesaran tanto los asuntos de Angus, parecía que le interesaba más que a él mismo.

—Déjalo en paz, pervertido, que haga lo que quiera—sonrió y se bebió el último sorbo de su jugo—.

—No me prende tu poca motivación—bromeó—.

—No me prende saber que mi hermano es prostituto—lo golpeó por tercera vez—.

Aún así corrió un poco la cortina y miró por la ventana, ya no se veía ni rastro de Young.

—¡Ey, ya! ¿Qué tanto tienes con él?—le dio un manotazo ya por cuarta vez, aún sin dejar de reír por la actitud de Scott, aunque no estaba realmente seguro si era en broma o en serio—

—¿Cómo esperas decirme que él sale a trabajar de noche y que a mi no me de curiosidad?

—Ya, ¿quieres jugar a algo?

Malcolm se levantó de su silla y miró a su amigo, que seguía sentado en su cama.

—Dime.

—Una apuesta. Si Ang es lo que tú crees...

—¿Prostituto?—sugirió Scott, ganándose un quinto golpe en el brazo, ya le empezaba a doler de verdad, de seguro le iba a quedar un moretón ahí—

Mal volvió a su posición inicial luego de pegarle, parado frente a Bon, con algo de distancia.

—¡Cállate!—rió— Bueno, eso, tú ganas, pero si él tiene un trabajo normal, yo gano.

—¿Y qué gano?

Lo pensó, se inclinó un poquito en sus propios pies y miró por la ventana. Estaba bien oscuro, el cielo ya pasaba de lila a negro, las casas vecinas tenían las luces de las habitaciones de los pisos de arriba prendidas y los locales distantes ya encendían sus letreros de neón.

—Una ronda completa en el bar de aquí cerca, todo pagado.

El de cabello castaño más oscuro revisitó mentalmente toda la ruta desde su casa a la de los Young, bueno, habían algunos bares por ahí, algunos más sucios que otros, pero alrededor de su casa era un barrio familiar y tranquilo.

—¿El de conejitas? Ese que está como a cinco cuadras de acá—adivinó—.

—Pervertido—bromeó entre dientes, esta vez fue él el que recibió un empujón por parte del contrario—. Lo que quieras.

—Trato, pero a ti te compro agua.

Extendió la mano, le tiró un escupo medio sin puntería y se la alcanzó a su amigo de flequillo, quien lo miró con una extraña mueca, una mezcla de risa y desagrado.

—Eres un asqueroso.

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