Luisa había abierto los ojos. Estaba bien, la operación fue un éxito. Anne trataba de sonreírle, pero sólo le salía una amarga sonrisa.

- Me alegra que estés bien.

- ¡Qué habéis hecho!- se desesperó Luisa-. ¡Yo no quería eso!

Anne y Cezare se miraron y asintieron.

- No me arrepiento de tomar tu lugar- dijeron a la vez.

Los ojos de Luisa estaban llenos de lágrimas. Conocía el acuerdo que Cezare y Anne habían hecho con el príncipe.

- Pero recién habías dejado de ser prisionero del mundo de los sueños...

- No importa, prefiero haber conseguido tu traslado a Singapur para tu tratamiento y demás. Es uno de los países más avanzados en medicina.

- Es increíble el poder de los sueños... Y pensar que el príncipe pudo convencer a un rico a apadrinar a Luisa para pagarle los gastos... - comentó Anne.

- No es increíble, ahora vosotros tenéis que continuar mi misión... ¿Entonces ya tendré sueños normales? - se preguntó Luisa-. No os veré...

- Claro que sí, en algún momento visitaremos tu sueño al pensar en ti- aseguró Anne-. Solo me da rabia que la primera vez que despiertas en un mes, tenga que venir para despedirme...

- Perdóname- dijo Cezare.

- Cuida de él, Anne, se mete en líos.

- Lo sé, le tendré vigilado- sonrió ella despidiéndose.

Al día siguiente fueron a despedirla al aeropuerto. Dave, Rosalie, Clara, Luis, los padres de Luisa y la madre de Anne también estaban. Después, cada uno se fue por su lado.

- No es culpa tuya- le dijo Luis a Clara.

- Pero que la última vez que nos vimos estaba enfadada con nosotros...

- No te preocupes.

Anne se acercó a Dave para decirle:

- El padre de Luisa parece que se encuentra algo mejor al ver que su hija está bien.

- Sí.

Su respuesta seca acompañó su salida del aeropuerto. No miró atrás. Cezare fue junto a Anne y le acarició la cabeza.

- Dale tiempo.

Ella sonrió.

- Has cambiado mucho.

- En realidad así es como soy. Lo que viste al conocerme fue sólo una fachada provocada por todo lo que estaba sucediendo.

- Eso explica que Luisa saliera contigo.

La madre de Anne observaba complacida al que suponía que era su nuevo yerno. Era más tierno que el primero y le transmitía buenas vibraciones. Tenía la sensación de que se llevarían bien.

Pero pasaban los días y Anne no traía noticias. La madre empezaba a pensar que quizá todo fueran imaginaciones suyas.

Anne y Cezare estaban demasiado ocupados con su misión en el mundo de los sueños como para pensar en otra cosa. Y al parecer Dave tenía esa misma misión aunque la cumpliría por su lado. Descubrieron que esa era la misión de todos los embajadores del mundo de la realidad: encontrar a los reyes del mundo de los sueños. El príncipe era el canditado para rey, pero necesitaba una reina. Y ellos debían buscarla.