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XXVII

Se sentó con algo de dificultad en aquella incómoda camilla, se sentía bastante adolorida, dormir ahí ya le estaba haciendo mal a su pobre espalda pero nada podía hacer, aún estaba en recuperación.

—Hey, aún no puedes pararte.

Una voz ajena a ella la sorprendió obligándola a girar la cabeza para mover sus ojos por todos lados hasta dar con la puerta y ver a su mejor amiga parada ahí.

—Lo sé, pero si sigo acostada en esta maldita camilla podría suicidarme.

—Sí, pero el doctor te dijo claramente que debías quedarte en cama.

Seulgi se acercó a paso lento mientras observaba a su amiga tratar de pararse de la cama.

—¿No vas a impedirme hacer esto?

—Es en vano, Lalisa, prefiero que, como lo haría una niña pequeña, descubras tú que hacer eso te va a dañar antes que intentar impedir que te muevas.

—Eso es cruel.

La castaña volvió a sentarse y soltó un suspiro algo cansada. Miró al costado de su camilla, había una camilla más en la que se encontraba L.M, descansando, sereno y tranquilo, estaba recuperándose.

Un sonido repentino rompió con aquel silencio sepulcral que se había creado en el espacio. El tono de llamada del teléfono de Seulgi se encontraba interrumpiendo cualquier otra cosa en ese mismo momento.

—¿Hola?

La pelirroja atendió mientras alzaba una ceja confundida, al parecer se trataba de una llamada inesperada.

—Ya mismo voy hacia allá, no hagas nada, no te muevas ni nada, ahora salgo.

—¿Qué sucedió, Seulgi?

—Nada, acuéstate.

—Puedo sentir que algo sucede, vas a tener que decirme.

La pelirroja tragó saliva y se pasó una de las manos por el cabello algo nerviosa. Suspiró y observó a la castaña mientras pensaba internamente qué era lo que iba a decirle o cómo era que se lo iba a decir.

—Han ido a buscar a Jennie mientras Mina se encuentra en la mansión.

—Mierda, yo sabía que iban a hacer algo así.

Lisa hizo un movimiento con la intención de levantarse de su lugar pero su mejor amiga la detuvo sujetándola por el brazo con algo de fuerza e impidiendo que siguiera intentando moverse de su lugar.

—Pero debes quedarte aquí, Lalisa, no debes moverte, yo voy a encargarme de esto.

—No, debo ir yo, debo ir a ver a Jennie, no puedo quedarme aquí sabiendo que ella está allá corriendo peligro.

—No vas a moverte de aquí, ya te lo dije, si es necesario voy a pedir que te inyecte un sedante así que no insistas.

La castaña de ojos verdes la observó con la mirada molesta y el ceño fruncido. Su mirada era definitiva, Lisa no iba a poder hacer nada al respecto si no quería problemas con su amiga.

—Solo te advierto, algo llega a sucederle a Jennie y créeme que ninguna de las presentes vivirá para contarlo, sin importar el valor de importancia que tenga para mí.

Acababa de usar aquella voz en su amiga, esa voz demandante y molesta que solía usar para hacer algún mandato o cuando quería algo y no aceptaba un no por respuesta.

—Créeme, voy a hacer lo que sea que esté en mis manos para que nada malo le suceda, sé lo mucho que significa para ti, no podría decepcionarte de esa forma.

La pelirroja salió de ahí a paso apresurado pensando en qué era lo que iba a hacer al respecto, todo parecía complicarse más a medida que el tiempo avanzaba, ya no estaba segura de cómo iba a lidiar con aquello.

Mientras tanto, Chaeyoung y Jennie se encontraban aún encerradas en el subsuelo de la casa. Jennie sentía a K.J acercarse a ella y acurrucarse a su lado con temor mientras ronroneaba un poco, asustada e intranquila. La morena no podía evitar temblar como si una ventisca de frío acabara de recorrer su espina dorsal, se sentía como aquello.

—¿Por qué me buscan a mí?

Su voz había salido como un hilo, no deseaba que la oyeran así que lo había hecho con la intensión de que solo Chaeyoung pudiera escuchar sus palabras.

—Saben que Lisa te trajo aquí, no quieren que vuelva a encontrarte, saben que en cuanto salga de hospital va a hacerlo y créeme, es lo último que Felix quiere.

—Pero no es mi culpa.

Su rostro tomó una mueca algo entristecida y dolida mientras K.J soltaba leves quejidos que eran poco audibles incluso para ellas.

—Lo sé, pero las cosas son así, lo siento, Jennie.

La morena se abrazó intuitivamente al torso de la castaña que tenía al lado y tembló un poco, los pasos ahora se escuchaban sobre ellas, eran pesados y numerosos, había más de una persona en la casa. Jennie se sentía a punto de desfallecer, estaba asustada, más que nunca en su vida, incluso más que aquella vez que Lisa le había hablado de aquella forma, esta vez era peor, su vida corría peligro al parecer y no quería que se la llevaran, no quería alejarse de Lisa, por nada del mundo.

—Huelo a alguien, su olor a Alfa me es familiar.

Los ojos de color ámbar brillaron de repente al oír aquellas palabras, la esperanza acababa de hacerse presente en su ser y no podía ocultarlo.

Se escucharon murmullos ajenos a ellas, varias personas se encontraban hablando y en un punto incluso parecieron discutir al respecto. Minutos después, los pasos se alejaron lentamente, pero aún se encontraban dentro de la casa, no se iban.

—No entiendo nada, pero creo que lo mejor será quedarnos aquí hasta que alguien nos encuentre, no estoy del todo segura de que podamos o debamos salir.

La morena la observó algo asustada mientras se abrazaba con más fuerza a ella y sentía los brazos de Chaeyoung envolverse a su alrededor.

Jennie estaba segura de que había pasado más de una hora a esa altura. Estaba cansada de estar parada, no podía sentarse ya que el espacio era muy reducido, pero sus piernas dolían demasiado. Miró a la castaña y esta aún continuaba mirando hacia arriba expectante y curiosa como si intentara descubrir quiénes se encontraban ahí o si tenían planeado irse.

La pequeña puerta que se encontraba sobre ellas se abrió lentamente. Chaeyoung cubrió a la Omega con su cuerpo y cerró sus ojos con fuerza esperando a que sucediera cualquier cosa menos lo que ambas pudieron apreciar luego.

—Tienes suerte de que no sea Lisa, si fuera ella es probable que te asesinaría al verte así con su Omega.

Un tono de voz divertido pudo cortar la tensión que había en el aire, ambas levantaron la mirada curiosas chocando con unos hermosos orbes de color verde esmeralda.

—Seulgi, pensé que no ibas a venir.

—Tenía que hacerlo o Lisa era capaz de asesinarme al instante, no estaba en mis planes no venir. Vamos, salgan, ya están a salvo.

Estiró su mano y las ayudó a subir. En cuanto ambas se encontraron en la superficie, Seulgi tomó asiento en la cama demostrando encontrarse exhausta por algo, era extraño.

—Fue algo complicado convencer a los guardias de Felix de que aquí no había nadie y de que yo cuidaba la casa mientras Mina no se encontraba, pero pude hacerlo.

—¿No olieron a Jennie? Podría jurar que su miedo iba a delatarnos a ambas.

—No, ni yo lo hice así que tranquila.

Suspiró y observó a la morena por un momento. Sonrió de lado y se paró de su lugar mientras observaba su reloj de muñeca.

—Voy a hacer una completa estupidez pero ya no soporto a Lisa lloriqueando por su Omega. Jennie, vas a acompañarme al hospital, ¿De acuerdo? En este momento Lisa no se encuentra con guardias ni nada, podremos pasar más desapercibidas.

—¿En serio? ¿Voy a poder ir a verla? Han pasado como dos semanas.

—Lo sé, créeme que ella no puede continuar sin verte. Vas a acompañarme mientras aún sea el horario de visitas, tenemos tiempo.

Chaeyoung observó aquella escena algo confundida y después se cruzó de brazos en su lugar pensando en lo que iba a responder ante aquella loca propuesta que acababa de hacer la pelirroja.

—¿Crees que sea una buena idea?

—Sinceramente no, Lisa quizá quiera matarme o algo por hacer esto, pero creo que necesitan verse, sólo mira a su lobo, está mal, es algo loco el vínculo que ambas crearon sin ningún tipo de lazo, pero está ahí y no pueden quedar así, se necesitan más que de lo que te imaginas. Solo piensa en aquella vez que no podías ver a Mina, esa vez que lo tenían prohibido, te sentiste como la misma mierda, bueno, así comienzan a sentirse Lisa y Jennie.

—Bien, creo que tienes razón.

La castaña suspiró y miró a ambas chicas en la habitación.

—Solo espero que no suceda nada malo.

—Vas a venir con nosotras, Chaeyoung, yo debo quedarme por ahí, tú vas a estar con nosotras por si necesitamos de tu ayuda o hacer pasar desapercibida a Jennie, ya sabes.

La castaña se encogió de hombros mientras soltaba un suspiro y caminaba junto a Seulgi y Jennie hacia la puerta. La pelirroja se encontraba algo apresurada y debían irse en ese mismo momento si querían llegar al horario de visitas.

El camino al hospital había sido algo largo pero no demasiado, la morena se encontraba demasiado emocionada como para poder preocuparse por dormir o algo similar a eso. Tenía muchas ganas de ver a Lisa y no podía dejar de pensar en eso, pensar en la castaña y en que iba a poder verla.

Su mente acababa de recrear situaciones vividas con su Alfa, acababa de recordar sus ojos, su color, su brillo, todo de ella, iba a poder verla e iba a poder abrazarla, mirarla a los ojos y besarla mientras la llenaba de caricias.

Llegaron al establecimiento y pudo sentir su corazón detenerse con el simple hecho de divisar en su campo visual el hospital en el que Lisa se encontraba. Estaba demasiado cerca, la tenía ahí, a unos pasos, a unos metros. Un poco más e iba a poder verla.

Entraron rápidamente, la morena se había colocado un abrigo y una capucha por si acaso mientras caminaba siguiendo a las dos Alfas a su lado y mantenía la mirada en el suelo sin despegarla de ahí.

Llegaron a la habitación, su corazón comenzó a latir incluso más rápido, K.J comenzó a moverse inquieta y ambas miraron a Seulgi expectantes, esperando a que la pelirroja hiciera algo al respecto.

—Entra, Jennie, aún tienes tiempo de verla.

Sin esperar más y con sus manos temblorosas, la morena entró en aquel lugar lentamente. Miró a su alrededor y pudo ver a Lisa en una camilla, de espaldas a la puerta, acostada. Cerró la puerta detrás de ella y se acercó a Lisa a paso lento y vacilante, como si temiera el que lo viera.

—Seulgi, ¿Cómo te fue?

La castaña se dio vuelta mientras bostezaba pero su rostro se quedó atónito ante la presencia que tenía a su lado. No pudo evitar reaccionar con sorpresa al ver a la morena ahí, no esperaba para nada verla ahí, tenerla tan cerca y junto a ella, estaba maravillada.

—Jennie, ¿Qué haces tú aquí?

—¿Así saludas a tu Omega, Alfa?

Sonrió al preguntar y no demoró en arrojarse a sus brazos mientras lloraba y sentía a Lisa envolverla en un fuerte y cálido abrazo. Un abrazo que se sentía reconfortante y suave, uno de esos abrazos que la morena tanto había extrañado.

—Dios, tenía tanto miedo, creí que no volvería a verte, creí que iba a tener que derramar sangre por tu culpa, pequeño ángel.

—Aquí estoy, te dije que no ibas a poder librarte de mí tan fácilmente, como también te dije que rendirte no era una opción, es bueno poder estar aquí para recordártelo.

Se alejaron un poco y sus ojos hicieron contacto, ambas sintiendo su ser arder en llamas, iniciando un fuego bastante fuerte en su interior.

Lisa acunó el rostro de la morena entre sus manos y la observó, guardando cada facción y detalle de su rostro con delicadeza en algún lugar de su memoria. Sonrió tiernamente mientras acariciaba sus mejillas y juntaba sus frentes.

—Te amo, te amo demasiado y te extrañaba como no te haces una idea.

—También te amo.

Juntaron sus labios con lentitud, fundiéndose en un cálido y amoroso beso, uno necesitado y deseado por ambas, uno que hacía tiempo debía llegar. Un beso lleno de sentimientos y amor, un beso sincero y perfecto, como ellas, como la relación que habían formado en aquel tiempo, un beso significativo y hermoso.

—Si no estuviera en esta camilla y en este hospital daría lo que fuera por arrancarte la ropa de un tirón y hacerte mía ahora mismo, extraño demasiado la calidez de tu cuerpo.

—Eso ya va a suceder, muy pronto, te lo prometo, Alfa.

Minutos después, la puerta se abrió, rompiendo aquella burbuja en la que ambas se encontraban, aquella que ambos habían formado juntas.

—Jennie, ya es hora, debemos irnos.

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