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XXIV

El olor de aquel lugar era terrible, se sentía en todos lados y demasiado fuerte, tanto que la pelirroja deseaba no poseer olfato, ya no soportaba aquello, el olor a enfermo, a remedios, el olor asqueroso que largaba cada esquina del establecimiento.

Suspiró mientras se acomodaba en su silla y miraba su reloj, llevaba más de diez horas ahí y aún se encontraba igual de preocupada que desde que había llegado. Lisa aún no despertaba y los médicos hacían lo posible.

Tenía fe en que su amiga iba a estar bien, pero aún así no podía evitar preocuparse, el enfrentamiento había sido demasiado para L:M, obviamente el híbrido que había propuesto Felix era mucho más fuerte que el lobo de Lisa, cualquiera era más fuerte que L.M incluso el lobo de Irene que ni siquiera tenía conexión directa con una de las razas, pero bueno, Lisa había decidido arriesgarse y Seulgi nada había podido hacer para detenerla más que advertirle lo que sucedería con ella.

Suspiró mientras se abrazaba a sí misma con algo de temor y frío, necesitaba cierto calor junto a ella que estaba extrañando y añorando, ¿Dónde estaría Irene? Se suponía que solo iba al baño, no debía demorar tanto.

—Lamento la demora, es un solo baño y quisieron entrar unas veinte personas.

La castaña de ojos celestes se acercó a la pelirroja con una sonrisa cálida y se sentó a su lado sintiendo cómo la más grande se agachaba un poco y apoyaba su cabeza en su hombro.

—Tengo mucho sueño.

—Entonces duerme, Seulgi.

—No puedo, debo esperar, necesito saber sobre Lisa.

—Dormir unos minutos no te hará mal, además, yo puedo despertarte si viene el médico o algo, ya he dormido demasiado y creo que estaré despierta por si viene.

—No...

Cada vez sus pestañeos eran más largos y sus párpados le pesaban más, le costaba mantener los ojos abiertos y aunque se negara sabía que ya no podía contener el sueño. Dos días enteros despierta sin dormir ni pegar un ojo, había estado demasiado ocupada por culpa de Lisa y ahora continuaba sin poder tomarse un descanso por estar esperando noticias sobre su mejor amiga, debía ser algo insano, estaba segura de aquello.

—Duerme un poco.

Lo último que oyó fue aquel susurro de Irene, de repente, sin previo aviso, sus párpados se juntaron dejando a sus pestañas descansar sobre sus pómulos mientras sus ojos se mantenían cerrados. Había caído en un profundo sueño apoyada en el hombro de aquella Omega, no había podido soportar más, necesitaba descansar, ¿Qué mejor que hacerlo con Irene a su lado?

No estaba segura de cuánto tiempo se había quedado dormida, solo sabía que había pasado más de una hora, estaba segura de que antes de haber cerrado sus ojos, las agujas del reloj asesor encontraban en otra posición, pero no lograba recordar cuál. Miró a su alrededor y pudo ver a la castaña a su lado mirando hacia el frente algo aburrida, revoloteando sus orbes celestes en busca de algo en lo que pudiera centrar su atención pero fallando en el intento.

—Hola.

Su voz había salido algo ronca y grave, dormir siempre causaba el mismo efecto en ella. Sonrió al ver a la chica a su lado dar un pequeño respingo y mirarla sorprendida.

—Ya despertaste.

—Sí, supongo que con todo esto es lo máximo que puedo dormir.

Seulgi se encogió de hombros y se acomodó al lado de la más pequeña mientras suspiraba y entrelazaba sus manos sobre su estómago.

—¿Aburrida?

—No quería admitirlo pero sí, demasiado.

—Aún no han dicho nada sobre Lalisa, ¿Verdad?

—Nada en lo absoluto, estuve despierta estas dos horas esperando alguna señal pero nada.

—¿Dos horas? ¿Tanto dormí?

—¿Crees que eso es mucho? Vamos, llevas dos días sin dormir, Seulgi, eso no es nada.

Irene rodó los ojos y después bajó la mirada al suelo de repente, se sentía algo avergonzada y tonta por lo que después tragó saliva y habló con voz temblorosa.

—Lamento haber hecho ese gesto.

—Tienes suerte de que no lo noté.

La pelirroja  bromeó y pudo ver a la chica de ojos celestes girar la cabeza para mirarla con una sonrisa mientras se apoyaba en el respaldar de la silla y la observaba con curiosidad como si se encontrara preparándose para hacerle alguna pregunta al respecto.

—¿Por qué nos durmieron? Bueno, entiendo que hayan dormido a Jennie para que no fuera a ver a Lisa, si no la hubieran dormido quizá se hubiera escapado o no hubieran salido las cosas como planeaban, seguro que Jennie hubiera hecho lo posible por detener a Lisa e impedir que participara del enfrentamiento, entiendo todo eso pero, ¿Por qué Jihyo y yo? ¿Qué teníamos que ver en todo esto, Seulgi?

La pelirroja sonrió y la observó algo divertida desde su lugar, Irene no entendía qué había dicho como para que se encontrara sonriendo de aquella forma, pero no se quejaba, la sonrisa de Seulgi era una de las cosas más hermosas en el mundo, decorada por dos hermosas hileras de perlas blancas y brillantes además de sus hoyuelos a los costados de su boca, podría admirarla toda una vida, era simplemente hermosa.

—¿Dije algo gracioso?

—No, simplemente amo verte curiosa, es algo que me resulta demasiado tierno.

Hizo una pausa y después soltó un suspiro.

—Dormimos a Jihyo porque ya la conoces, no sabe mantener su boca cerrada y además sabíamos que iba a impedir que Lisa se enfrentara a aquel híbrido, además, luego de que sucediera todo esto, básicamente iban a llevarse a Jennie y probablemente a ti, ambas no deberían estar con nosotras supuestamente, Lisa no iba a estar para poder reclamar a Jennie y cuidar de ella o algo y yo no iba a poder estar todo el día sobre ella, es por eso que la hemos llevado lejos donde nadie la encontrará. A ti te dormimos también porque eres su mejor amiga, creímos que tampoco podríamos llevar a cabo todo esto si te encontrabas cuerda, todo fue por mera precaución, Irene.

—Entiendo, tiene sentido, no mucho pero nada aquí lo tiene así que me conformaré con eso.

Se encogió de hombros y después suspiró mientras se abrazaba a sí misma, hacía mucho frío.

La pelirroja sonrió al verla y estiró sus brazos decidida a darle un abrazo fuerte y brindarle algo de su calor, pero justo antes de eso una voz la sacó de sus pensamientos y futuras acciones y la hizo poner su atención en uno de los doctores que acababa de entrar en la sala de espera.

—Lalisa Manoban.

Luego de decir esas dos palabras, Seulgi se paró al instante decidida y firme. Caminó hacia el canoso hombre y se paró frente a él con los brazos cruzados.

—Yo estoy aquí por ella, soy su hermana.

Sabía que si le decía que era su mejor amiga o algo así era probable que no le diera información o no le permitiera verla si es que la castaña ya había despertado.

—La paciente ha despertado hace unos minutos, está preguntando por una tal Seulgi.

—Soy yo, ¿Puedo ir a verla? Es algo urgente así que no aceptaré un no como respuesta.

—Vaya tranquila, es la habitación ocho.

Seulgi asintió y dirigió una mirada rápida a Irene que se encontraba sentada en una silla jugando con sus manos como si aquello fuera lo más divertido del mundo. Tomó su labio inferior entre sus dientes y se decidia, iría rápidamente a ver a Lisa y luego volvería, no estaba en sus planes demorar mucho, además, no había mucho para hablar con Lisa, solo decirle que las cosas iban como lo habían planeado y que Jennie se encontraba a salvo, estaba segura de que iba a preguntarle por la morena, de eso no había duda alguna.

Sin pensarlo otra vez más, corrió a la habitación de Lisa, necesitaba verla y saber que estaba bien, necesitaba que le diera algo de tranquilidad para poder volver a la mansión a revisar cómo es que iba todo, además, seguramente Jihyo iba a estar en su habitación encerrada y confundida, iba a matarla, quizá había despertado hacía bastante.

Entró mirando hacia todos lados, esperaba encontrarse con algo terrible, pero se encontró con lo que ya había imaginado. Lisa estaba en una camilla con algunos cables conectados a ella, se veía lastimada y cansada, pero aún así su mirada seria y firme se encontraba en su rostro.

—Hey, Manoban, es bueno verte. No te ves tan mal como me imaginaba que ibas a estar.

—No jodas, Kang, sabes que me veo terrible.

La castaña suspiró y se removió algo incómoda y haciendo una mueca de dolor ante aquello.

—Tranquila, no te muevas tanto, déjame ayudarte.

La pelirroja se acercó a ella dispuesta a acomodar sus almohadas o algo para que estuviera más cómoda pero Lisa la frenó poniendo sus manos entre ellas dos impidiéndole acercarse.

—Puedo hacer las cosas por mí misma, no estoy inválida, Seulgi.

Tragó saliva y después miró a su amiga con mirada expectante y comenzó a analizar cada facción de su rostro junto a cada expresión, se encontraba intentando descifrar si le diría la verdad o no. Seulgi solía mentirle sobre algunas cosas para que Lisa no se enfadara o entristeciera, siempre lo hacía.

—¿Pudiste llevar a Jennie a donde te pedí? ¿Alguien te vio? ¿Alguien te siguió? ¿Ella está bien? ¿Despertó antes de que lo dejaras ahí?

—Sí pude, estoy segura de que nadie me siguió ni me vio, ella está bien y no, no despertó, por lo menos el tiempo que estuve ahí hablando con tu prima Jennie no hizo aparición en ningún momento. Todo está bien, tranquila, ahora deberías de preocuparte más por ti.

—Lo sé, es sólo que no he podido dejar de pensar en ella, sabes. Suena estúpido pero estas semanas no he hecho más que estar pegada a ella y de repente alejarme en contra de mi voluntad y así de golpe es difícil sabes.

—Entiendo, pero tranquila, ya vamos a solucionar todo y vamos a poder traerla de nuevo contigo, no te preocupes.

Seulgi le sonrió y después miró a su alrededor. No pudo ver a nadie más que a K.S, alzó una ceja confundida y después miró a su amiga. Ésta pareció entenderle al instante y solo se limitó a suspirar.

—L.M no está muy bien, pero aún lo están revisando.

—Dios, Lalisa, esto no estaba en tus planes, L.M no iba a salir tan lastimado, dijiste que ibas a rendirte antes de que eso sucediera.

—Y quise hacerlo, pero no pude, tuve que dar todo de mí, Seulgi, lo siento, fue difícil pero tuve que arriesgarme.

Lisa suspiró de nuevo y se acomodó en su lugar con algo de dificultad mientras miraba hacia otro lado.

—Espero no tener la misma suerte que Jay, de ser así no me imagino cómo quedaría Jennie.

—Vas a salir de esta te guste o no, maldita bastarda.

Seulgi rodó los ojos y se sentó a su lado, no podía creer que su amiga fuera tan idiota y tan terca, siempre se exigía por demás, incluso aquellas veces en las que era consciente de que no iba a poder con ello. Así era Lalisa, todo una cabeza dura.

—Ya, ve con tu maldita Omega y déjame descansar un poco.

Sonrió y pudo ver a la pelirroja dirigirse hacia la puerta divertida. Antes de salir le dirigió una última mirada y le hizo un extraño ademán con la mano, luego de eso salió de ahí y se dirigió hacia la sala de espera.

Vacío.

Estaba todo vacío, no había una sola alma por ahí, no había nadie.


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