XX
Un día.
Solo eso quedaba, un día. Un día más y Lisa debería enfrentarse a la persona que su padre hubiera elegido. Había estado entrenando intensamente y había estado dando su mayor esfuerzo. Debía ganar, además de que lo quería, debía hacerlo.
Jennie continuaba anonadada desde el día anterior. Lalisa le había dicho que la amaba, no se lo esperaba para nada, realmente no, no le creía, o bueno, quería hacerlo pero no estaba del todo segura.
La vida era injusta, el amor lo era también. El amor así como florece, se marchita y desaparece con el pasar del tiempo. La morena lo había aprendido por las malas. Quizá Lisa ahora la amaba, quizá estaba hasta ilusionada o confundida. Pero no estaba del todo segura de si realmente podía llegar a sentir algo por ella, claro que no, se trataba de Jennie, ¿Realmente alguien podría amarla? Era una egoísta y caprichosa, nada más que eso, solo pensaba en sí misma y no le interesaba nada más en lo absoluto, no hacía más que pensar en su propia persona, nada más.
Desde que Lisa le había dicho eso, había pasado la noche despierta, mirando el techo y con su cabeza atormentándola, pensando en aquellas tres palabras, no lograba sacarlas de su cabeza aunque quisiera, pero realmente no.
No podía.
Te amo, Jennie.
¿Por qué se lo había dicho? ¿Por qué la ilusionaba de aquella forma? ¿Por qué le hacía creer que alguien podría llegar a amarla? Dios, no.
La idea de tomar todo e irse sin que Lisa supiera nada no dejaba su cabeza, realmente estaba decidida a abandonarla antes de que las cosas empeoraran para ella, para Lalisa, para ambas. Estaba segura de que si lo hacía estaría haciéndole un favor. Claro que sí.
Suspiró mientras se sentaba en la cama y observaba por la ventana. Lisa solía entrenar en el jardín y la ventana le daba total vista a la misma, podía observarla ahí entrenando a L.M y a veces hasta jugando con el lobo que se encontraba algo ya agotado. Sonrió inconscientemente para sí misma y después apoyó su codo en el borde de la ventana para observar a la castaña ahí afuera dejándose caer de espaldas en el césped y con L.M olfateando un poco su cabello y acercándose a ella.
Lisa era una chica realmente linda, era amable y dulce, trataba muy bien a Jennie, pero ella no estaba segura de que aquello fuera a durar. Las cosas no eran para siempre, nunca pasaba. Y ella no sabía si sentía lo mismo por Lisa, tenía el leve presentimiento de que algo sucedía en ella en cuanto veía a la castaña, pero no sabía qué era y no estaba dispuesta a arriesgarse, claro que no. De momento a otro, mirando por la ventana, pudo ver a la pelirroja acercarse a Lisa y decirle algo, su mirada estaba muy seria y se encontraba algo extraña. La castaña la oyó y se sentó para después suspirar y pararse de su lugar. Se saludaron de forma algo extraña y después Lisa silbó para llamar a L.M y comenzaron a caminar hacia la puerta para poder entrar en la mansión. La morena se giró rápidamente y se acomodó en el centro de la cama para simular que no había pasado toda la mañana observando a su Alfa. Sería algo extraño, Lalisa no tenía por qué saberlo, ¿Verdad?
La puerta se abrió y pudo ver a un lobo marrón, sonrió inevitablemente y K.J se acercó al lobo para restregarse contra él en un tierno gesto. Lisa entró soltando un suspiro y dejando su abrigo en el perchero que se encontraba al lado de la puerta. Dirigió una mirada rápida a la habitación y pudo notar a la morena sentada en el centro de la cama con las piernas cruzadas.
—Hola.
La seriedad en el rostro de la castaña se transformó inmediatamente en una sonrisa que comenzó a tirar de sus labios, se veía tranquila y feliz, su mirada era cálida y sincera, Jennie no pudo evitar que sus mejillas se sonrojaran un poco y después tragó saliva.
—Hola, Alfa.
—¿Estuviste toda la mañana aquí?
—Sí, Irene estaba con Seulgi y no había mucho para hacer.
—De haberlo sabido en lugar de ir a entrenar me hubiera quedado aquí contigo, para que no te aburrieras.
La morena abrió sus ojos con algo de sorpresa y los clavó en los orbes ámbar de la castaña para después sonreír sin darse cuenta de que lo estaba haciendo.
—No debías hacerlo, Lisa, ahora debes centrarte en entrenar.
—Tranquila, ya he entrenado demasiado, no creo que mi cuerpo soporte más.
Jennie se corrió a un costado de la cama y pudo ver a Lisa acercarse a ella y sentarse a su lado mientras se quitaba las zapatillas.
—Jennie, no quiero que las cosas continúen tan extrañas.
—¿Qué? ¿De qué hablas?
—No quiero que te comportes de esta forma solo porque te confesé que te amo, ¿Bien? Si no sientes lo mismo no estás obligada a nada, Jennie.
—Lo sé, Lisa, créeme, no es eso, estoy bien, nada sucede conmigo. Solo que desde que me dijiste eso las cosas son extrañas en mí, es como si hubieras despertado algo en mi interior, algo que no sabía que estaba ahí.
—Podría ayudarte a entender qué es eso.
Ambas se miraron fijamente y Lisa se mordió el labio inferior mientras sus ojos volaban a los rosados labios de la morena con algo de deseo.
—¿Puedo besarte?
Su corazón se detuvo y de repente todo a su alrededor también, alguien le había puesto pausa al mundo, las cosas a su alrededor acababan de detenerse y solo se trataba de ellas dos, ellas dos en un mundo vacío, solo ellas, nadie más.
—Sí, por favor, hazlo.
La castaña sonrió y acercó su mano algo tímida y temblorosa a la mejilla de la chica que tenía al lado. La respiración de ambas se agitó y el ambiente se sentía extremadamente tenso, era una sensación satisfactoria y hermosa a la vez. Lisa acarició su mejilla con suavidad y la acercó lentamente hacia ella. Tragó saliva con nervios y rozó sus labios mientras sentía su corazón golpear fuerte en su pecho. Sonrió mientras clavaba sus ojos en los de Jennie y después sin pensarlo más unió sus labios en un dulce y tierno beso. Sus bocas se movían en una sintonía muy sorprendente, parecían encajar a la perfección y se sentía muy bien, mejor que bien. Lisa acariciaba con su mano la mejilla de Jennie mientras cerraba sus ojos y disfrutaba de aquella sensación tan hermosa que le estaba proporcionando aquel beso.
La intensidad de aquello acababa de subir causando que el clima de la habitación hiciera lo mismo y ellas comenzaran a sentir cómo sus ropas sobraban.
—Jennie, deberíamos parar aquí.
La castaña susurró contra los labios de la morena y se mordió el labio inferior mientras la miraba a los ojos.
—No quiero que paremos, Lisa.
—Jennie...
—Hazme tuya.
Aquello bastó para que Lisa en un ágil movimiento se colocara sobre ella y se mordiera el labio inferior poniendo sus manos a sus costados.
—¿Estás segura de esto?
—Sí, Lisa, más que segura.
Lisa sonrió y se agachó un poco para besar sus labios con pasión y algo de suavidad. Pudo sentir su pecho algo agitado y también el corazón de Jennie latir con fuerza contra el de ella.
—Sé cuidadosa, ¿si? Es mi primera vez con una mujer.
—Tranquila, pequeño ángel, seré gentil contigo.
Sus grandes manos se infiltraron por debajo de la camiseta de su Omega y ella comenzó a acariciar la piel de su torso mientras la suavidad de esta inundaba su tacto y deseaba no dejar de sentir aquello nunca.
—Tus manos, tu tacto, son muy suaves.
—Tu piel acaba de convertirse en mi cosa favorita después de tus hermosos ojos.
Fundiéndose en un nuevo beso, Lisa comenzó a levantar la camiseta de la morena mientras sentía su miembro erecto comenzar a buscar la salida de su pantalón y su ropa interior. Apretó su labio inferior entre sus dientes con algo de fuerza mientras le quitaba la camiseta a la morena que se encontraba debajo de ella. El cuerpo de la más pequeña estaba cubierto de tatuajes hermosos que se encontraban perfectamente esparcidos por todo su torso. Sintió su corazón latir con más fuerza al poder apreciar aquello.
—¿Acaso hay algo malo con mi cuerpo?
Jennie comenzó a abrazarse a sí misma mientras miraba hacia otro lado algo nerviosa y avergonzada.
—Claro que no, Jennie, no hay nada malo contigo. Simplemente no acostumbro a apreciar cuerpos tan bellos como el tuyo.
Sus mejillas se colorearon de un fuerte rojo y destapó su cuerpo mientras se mordía el labio inferior.
—Me encanta.
Sintiendo las pequeñas manos de Jennie rozar su torso con las yemas de sus dedos sonrió al verla observar su torso con algo de sorpresa, como si fuera la primera vez que la veía sin camiseta.
Ambas camisetas se encontraban en el suelo, una sobre la otra. Acariciando todo lo que podía con sus manos, apoyó su torso contra el de Jennie y comenzó a restregar su miembro sobre Jennie algo excitada, sintiendo a Jennie gemir contra sus labios y removiéndose inquieta debajo de ella.
—¿Te gusta, pequeña insolente?
—Sí.
Echó un poco su cabeza hacia atrás dejando su cuello expuesto ante Lisa que no demoró en dirigirse al mismo para comenzar a morderlo y besarlo desesperadamente.
—Mi trasero, arde, está húmedo.
—Ya lo calmaré, amor.
Bajó sus manos al pantalón de la morena y lo desabrochó mientras la sentía estremecerse algo incómoda. Comenzó a bajarle el pantalón lentamente observando cada expresión de su rostro. En cuanto Jennie quedó en ropa interior, Lisa sonrió de lado y se quitó su propio pantalón para quedar de igual manera solo en ropa interior. Sonrió mientras sentía que ya no iba a poder aguantar más, necesitaba hacerla suya en aquel momento. Con algo de desesperación y torpeza en sus actos le quitó la ropa interior a la morena.
—Ya voy a hacerte mía, ¿de acuerdo? Voy a ser cuidadosa.
—Sí, por favor.
Quitándose su propio bóxer colocó su pene en la entrada de Jennie sintiéndola ya lubricada por ella misma. Sonrió y comenzó a meter su miembro en la morena, viéndola gemir con fuerza y echar la cabeza hacia atrás sintiendo a Lisa dentro suyo. Comenzó a moverse lentamente primero sacando y metiendo su pene dentro de ella, se sentía algo apretada pero aquello no dejaba de gustarle, sobre todo porque se sentía sumamente excitada, Jennie se sentía realmente bien. La morena clavó sus dedos en la espalda de Lisa atrayéndola hacia ella sintiéndose cada vez más y más excitada. Aquello era demasiado para ambas, se sentía sumamente bien. De repente, Lisa se sintió acabar dentro de Jennie, sintiendo a la vez su pene anudarse y comenzar a expandirse en su interior. Gimió un poco acomodándose al lado de la morena mientras la
abrazaba por la cintura y dejaba un camino de besos por su cuello. Jennie sonrió mientras intentaba regular su respiración y sentía a Lisa taparlas a ambas.
—No sabía que se sentiría tan bien, realmente estaba asustada.
—Créeme, de haber sabido que así se sentía lo hubiera hecho hace muchísimo tiempo.
Lisa susurró en su oído y posó un beso en el cabello de la más pequeña sintiéndola acomodarse a su lado.
—Te amo, pequeño ángel.
—También te amo, Alfa.
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