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XVII

Las cosas estaban en cierta forma algo extrañas.

No entendía muy bien pero desde que había despertado cierto olor inundaba la habitación y no lograba percibir de qué se trataba. Se sentó en la cama mientras miraba a su alrededor y soltaba un bostezo.

—¿Lisa? Hay un olor extraño en la habitación.

Se giró y se encontró con la castaña a su lado apretando los ojos con fuerza y estrangulando las sábanas con sus manos y empleando mucha fuerza en ello.

—Jennie, ve a buscar a Seulgi.

La morena con preocupación se levantó de la cama y corrió fuera de la habitación para poder dirigirse al pasillo extenso que tenía la mansión. No sabía dónde se encontraba la pelirroja, pero sabía que debía buscarla y que necesitaba encontrarla, Lalisa se veía mal, muy mal. Comenzó a sentir su corazón palpitar con demasiada fuerza en su pecho y le dolía, no mucho, pero era un dolor bastante molesto.

Miró hacia todos lados buscando una puerta o un número clave a dónde ir para encontrar a la amiga de su Alfa, pero estaba nublado, no veía ni entendía nada en lo absoluto y aquello le molestaba.

Su vista se nubló debido a las innumerables lágrimas que comenzaban a acumularse en sus ojos, se sentía impotente y algo inútil, solo debía encontrar a la pelirroja, nada más ni nada menos que eso, debía encontrarla y llevarla donde estaba Lisa. Cayó de rodillas al suelo, sintiendo a K.J acurrucarse a su lado algo temeroso y asustados mientras lloriqueaba un poco. Dios, ¿por qué de repente se sentía de aquella forma tan extraña? ¿Por qué estaba tan sensible? ¿Por qué no podía dejar de llorar? No era como si se tratara de algo muy grave o malo, era algo medianamente común para los híbridos al parecer, pero Jennie estaba muy asustada.

—Omega.

Una voz firme se oyó detrás de ella por lo que intuitivamente se paró del suelo con la mirada gacha y tragó saliva dándose la vuelta para dejar de darle la espalda a aquella persona que acababa de entrar ahí.

Era un Alfa, había aprendido a distinguir olores y voces, estaba más que segura de que era uno de ellos. Su voz le era familiar y, aunque le costó reconocerla, pudo notar que de trataba de quien había estado buscando.

—Lalisa te necesita.

—Lo supuse, sus feromonas son demasiado fuertes para mi olfato, las huelo desde aquí. ¿Está en su habitación?

—Sí.

—Bueno, ve con Irene, no vayas hasta su habitación hasta que se te diga lo contrario, ¿De acuerdo?

—Sí.

Jennie tragó saliva y levantó un poco la mirada para ver los pasos de Seulgi alejarse por el pasillo hacia la habitación que compartía con Lisa. Aquello era extraño, supuso que Lisa estaba en su celo, Ryujin le había llegado a decir algo de las feromonas pero no estaba muy segura con respecto a ello.

Suspiró y comenzó a arrastrar sus pies como si de éstos colgaran pesas. Estaba desganada, solía sentirse así al separarse de Lisa y era un tanto extraño para ella pero aún así lo dejaba pasar como si se tratara de cualquier cosa. Llegó a la habitación de Seulgi y llamó a la puerta esperando ahí en su lugar a recibir alguna respuesta. Después de unos segundos, la puerta de entrada se abrió y pudo ver a su amiga del otro lado con el cabello algo despeinado y sus ojos hinchados.

—Irene, ¿estás bien?

La castaña  se encontraba solo asomando su cabeza por el agujero de la puerta mientras pestañeaba varias veces intentando aclarar su vista.

—Sí, ¿Jennie? ¿Qué sucede? ¿Qué haces aquí? ¿Deberías estar aquí?

—Seulgi me dijo que venga y me quedé contigo mientras ella se fue con Lisa.

—Oh, ya veo.

—Te ves demasiado mal.

—Oh, ¿lo dices por mi cara? Tranquila, solo he dormido por demás, es todo, no creas que Seulgi me trata mal ni nada.

Irene se corrió a un costado y abrió más la puerta para permitir a su mejor amiga entrar por ahí. Jennie entró mientras miraba a su alrededor. La habitación estaba perfectamente ordenada, se veía muy bien. Miró a su amiga y sus ojos se abrieron de tal manera que no pudo evitar ocultarlo de ella. Irene llevaba puesto un suéter enorme de color crema, tapaba un poco sus muslos pero delataba el hecho de que, por debajo del mismo, no llevaba pantalón, era extraño.

—Irene, ¿acaso tú...?

Señaló sus piernas algo confundida intentando darle una señal de lo que estaba tratando de decirle.

—¿Qué? Oh, no, para nada. No me he acostado con Seulgi, no te preocupes.

—No iba a preocuparme, es solo que no me lo esperaba realmente, hubiera sido algo muy impactante, la verdad.

—Ella ha comenzado a tratarme como su Omega, es extraño, sabes, me pidió que vistiera así, pero solo para ella.

La morena sonrió enternecida y después se sentó en la gran cama matrimonial que había ahí.

—Ahora dime la verdad y sin rodeos, ¿Qué sucede entre tú y Lisa?

—¿Qué? ¿Se supone que debería de suceder algo? No sucede nada entre nosotras, Irene.

—Oh, vamos, Jennie, todos aquí saben que Lalisa te consiente demasiado. Por lo que he escuchado, ella no es así con nadie, solo contigo. Además, te tiene solo para ella en su habitación, estás con ella casi todo el tiempo, la llamas y va corriendo, ¿Realmente crees que no pasa nada?

—Quizá sea porque bebí de su sangre al transformarme, seguramente debemos tener alguna especie de conexión, debe ser eso, es lo más probable.

—Eres una de las personas más ciegas que he tenido la oportunidad de conocer, sabes.

La castaña sonrió mientras miraba a su amiga a los ojos. Suspiró y después se acomodó en la gran cama en la que ambas se encontraban sentadas.

—Seulgi no es así conmigo y yo bebí de su sangre, así que créeme, no es sólo por eso, tarada.

—Bueno, es Lalisa, no podría ser eso, sabes que no, bueno, no sabes porque no la conoces pero es eso, simplemente se siente mi dueña, estoy segura de que es por eso, ella me transformó con su sangre, no es la gran cosa, creo que solo se siente de esa forma superior y quiere tenerme entre sus manos.

—Jennie, no soy la única que piensa de esta forma.

La morena tragó saliva al oír aquello y después suspiró mientras se echaba en la cama.

—No, Lalisa no podría sentir nada así por mí, ¿verdad? Es Lisa, aún no supera a su ex y por lo visto ha pasado más de un año.

Ambas Omegas se quedaron en silencio al oír la puerta abrirse y ambas miraron hacia allí mientras  Jennie se reincorporaba.

—Jennie, debes ir con Lisa.

Seulgi tenía la voz firme y mirada seria. La morena sin decir u objetar palabra alguna se dirigió hacia la habitación del castaño.

—Jennie, entra.

Entró algo temblorosa mientras miraba hacia todos lados.

—¿Si?

—Estoy en mi celo.


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