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XVI

—Buenos días, Alfa.

La morena sonrió mientras observaba a la chica a su lado y se apoyó en su pecho ya que ésta se encontraba boca arriba.

—¿Despierta desde tan temprano?

—Bueno, no podía seguir durmiendo así que solo desperté un poco antes y aproveché un poco la mañana.

—¿La mañana? ¿Qué hora es?

Lisa giró un poco la cabeza para buscar con sus ojos el reloj que se encontraba en la mesita de
noche. Alzó una ceja y se reincorporó para poder verlo vertical y entender qué decía. Sus ojos casi se salen de sus cuencas de tanto abrirlos, era demasiado tarde.

—Son las once.

Se paró rápidamente lista para comenzar a cambiarse pero una mano la detuvo al agarrar con delicadeza su muñeca, aquel toque se sentía demasiado suave y real.

—Pero es domingo y Seulgi me dijo que te dijera que te tomaras el día, Lalisa.

—Dios, mi padre va a matarme.

—Según Seulgi tu padre está en uno de los territorios vecinos estableciendo un acuerdo con una de las razas, la verdad es que no le entendí del todo bien pero algo así fue lo que dijo.

—Bueno, supongo que podré quedarme en la cama por hoy.

—¿Podrás? Querrás decir; podremos. No te creas que voy a desaprovechar el día que puedes pasar cada hora junto a mí, claro que no.

Lisa sonrió y la vio acurrucarse a su lado mientras sus ojos felinos se clavaban en los suyos de color ámbar.

—Te hice el desayuno.

—¿Tú a mí?

—Sí, ¿por qué? ¿Tan sorprendente es?

—Bueno, no es como si para mi fuera una costumbre verte haciendo ese tipo de cosas, no sueles hacer nada.

—Supongo que gracias por la confianza en mí, sabes, realmente aprecio mucho tus palabras.

Habló con algo de ironía en su tono de voz y le acercó una bandeja con jugo y unas tostadas en ella. La castaña sonrió y después miró a la morena mientras se acomodaba en su lugar.

—Se ve bueno.

—¿Verdad que sí?

Jennie observó con una sonrisa tirando de la comisura de sus labios y comenzó a moverse algo inquieta en su lugar a lo que Lisa alzó una ceja confundida.

—¿Tienes hormigas en el culo o qué?

—¿Por qué?

—Pareces ser incapaz de quedarte quieta por cierto periodo de tiempo.

—Soy alguien bastante hiperactiva, supongo.

Ahora su rostro dejaba expuesta una inocencia un tanto exagerada, tanto así que la chica a su lado se cruzó de brazos expectante.

—¿Qué es lo que quieres?

—¿Eh? ¿Por qué iba a querer algo yo?

Se señaló mientras miraba hacia todos lados como si se encontrara buscando a alguien ahí que pudiera ser de quien hablaba Lisa.

Claramente, exageraba cada acción.

—¿Vas a decirme o vas a continuar fingiendo que te interesa entablar una conversación
conmigo?

—No estoy fingiendo, Alfa, no solo recurro a ti para peticiones.

—¿Para qué más lo harías?

—Para simplemente comunicarme contigo, supongo.

La morena se encogió de hombros y después soltó un suspiro.

—Lamento preguntarte por esto pero necesito hacerlo, ¿Por qué tienes a Rosé en aquel calabozo escondido? Es extraño que no se encontrara junto a Irene.

—Es una larga historia.

Comenzó a degustar sus tostadas mientras sentía que aquella respuesta no iba a ser suficiente como para evitar que la morena continuara preguntando al respecto.

—Tengo todo el día y tú también.

—Bien, tú ganas.

Suspiró y dejó la bandeja a un lado para después tragar saliva y comenzar a pensar por dónde empezaría.

—Cuando te traje conmigo, mi padre estaba sumamente molesto, se enfureció conmigo y me prohibió sacar a alguien más del calabozo, según el nuestra manada no necesitaba más miembros y por eso quería impedir que tú y tus amigas se unieran, pero claramente no le obedecí, te traje conmigo. Luego de eso mandó a matar a una de los que se encontraban en el calabozo, si quería que permanecieras a mi lado iba a tener que matar a una de ellas a cambio, elegí a la tal Rosé. Supe que amabas y apreciabas mucho a tus amigas así que no podía matar a ninguna, es por eso que maté a un intruso que entró una semana antes sí que nadie supiera al respecto. Lo maté y los convencí de que era Rosé. Mientras tanto, oculté a tu amiga en ese calabozo que mi padre desconoce.

—Wow, eso fue intenso.

La morena la observó sorprendida y después se acercó a ella para acurrucarse a su lado.

—Gracias por cuidar de Rosé. De todas formas, ella no tendrá que estar encerrada por siempre, ¿no es así?

—Claro que no, estoy buscando el momento indicado para hacer algún movimiento.

—Te debo la vida, literalmente, ¿te das cuenta de ello? ¿Eres consciente de que puedes usarme para lo que sea? Soy de tu propiedad, Lalisa.

—Tú no eres de nadie, solo eres de ti.

Estiró su mano lentamente para colocarla rozando la mejilla de la morena. Le sonrió y terminó por posarla ahí y acariciar con suavidad la piel de su rostro con las yemas de sus dedos.

—Y es por eso que eres tan hermosa, ángel, porque eres tu propia dueña.

Ángel.

¿Jennie acababa de oír bien? Lisa acababa de llamarla de aquella forma y había alterado todo su ser logrando que se sintiera como una adolescente enamorada, era extraño pero lindo.

Sonrió mientras la miraba a los ojos. Ambos rostros se encontraban cercanos, sus respiraciones se mezclaban y sus narices se rozaban. Era una posición hermosa y cómoda para las dos.
Lisa clavó sus orbes ámbar en los ojos cafés y sintió su corazón dar un vuelco, el simple hecho de ver el color en los ojos de la chica que tenía al lado la volvía loca. Cada vez se sentía menos capaz de poder controlar su mente, era como si ella no fuera la poseedora de la misma, su mente actuaba creando imágenes y momentos por su cuenta, creaba situaciones e incluso deducía cosas, pero Lisa no podía dejarse llevar por eso, no, no iba a caer en las mentiras del oráculo.

—Lo siento.

Alejó su mano del suave rostro de la morena y ella se alejó un poco también. Le sonrió apenada y después quiso golpearse con algo, era una idiota, una de las grandes y de esas que no tienen remedio. Era una estúpida definitivamente.

Flashback.

—Hija, la mujer del oráculo tiene una predicción para ti.

Manoban SeokJin lucía incluso más emocionado y feliz que su hija que era la joven en aquella conversación.

—¿Y tú aún le crees, padre?

—Claro que sí, sus predicciones suelen ser para la prosperidad y creo que nos serviría de mucho saber un poco sobre tu futuro, ¿no piensas eso? Podremos saber si serás tan buena jefa como yo.

—Así estoy bien, no te preocupes por mi, padre. No tengo la necesidad de saber qué me depara el destino.

—Vas a ir igual, necesito saber un poco más de mi hija, quiero enorgullecerme de ti, Lalisa, esta es la mejor forma, ¿No crees? Ver la mujer en la que te convertirás, realmente quiero eso.

—Bien, lo que digas.

Lisa acompañó a su padre a ver a la mujer del oráculo, supuestamente ella iba a decirle cosas que iban a suceder de manera indirecta, iba a hacerle saber su futuro o al menos algunas cosas que fueran de ahí.

—Jovencita Manoban, veo que ha decidido venir de una buena vez, es grato contar con su presencia y saber que cree en las cosas que no puede ver con sus mortales ojos, créame, hay mucho más ahí afuera de lo que usted se imagina.

—No vine aquí por opción, básicamente mi padre me lo impuso. Además, no, no creo en esto, para nada, nunca lo haré, o bueno, eso es lo que creo que va a suceder.

—Cree en mi cuando te digo que sé mucho más de ti de lo que te imaginas.

Lisa sonrió de lado mientras. se echaba en su lugar y se cruzaba de brazos algo divertida para
observar a la mujer delante suyo con algo de altanería en su mirada.

—¿A ver? ¿Cuánto sabes? Dudo que mucho.

—Manoban Lalisa, tu madre desapareció pero como nunca compartió un lazo con tu padre eso no fue tan doloroso ni para ti ni para él, simplemente dolió como le dolería a alguien normal. Ustedes no saben dónde fue pero la realidad es que murió en manos de una de las razas vecinas. El número once en romano parece ser algo importante.

—¿Qué mierda estás diciendo?

—Lo que sé de ti y tu familia, al parecer sé más que ti.

—Ya no quiero continuar hablando de esto contigo así que dame de una vez mi predicción así puedo irme de aquí, comienza a parecerme estúpido y comienza a aburrirme.

—Bien, a ver.

La mujer hizo unos extraños movimientos y después cerró los ojos de golpe, Lisa creyó por un momento que acababa de dormirse o algo por el estilo, podría encontrarse medicada o algo similar.

—Ten cuidado con los intrusos, jovencita Manoban, créame si le digo que así como serán su guía, su pilar y todo aquello que le den fuerza, no se confíe, uno de ellos podría ser su reencuentro consigo misma y a la vez tu perdición. Probablemente una futura Omega linda, una que la hará caer como ni siquiera Joy pudo hacerlo. Esta Omega pondrá tu mundo de cabeza e incluso tú vas a sorprenderte de ti misma al notar qué clase de poder tiene sobre ti, vas a estar sumamente boquiabierta en ese tiempo, más de lo que puedes llegar a pensar y creer.

—¿Una Omega? Imposible, no estoy con ninguna de las Omegas de mi padre.

—El futuro es extraño.

Fin del flashback.

Así que sí, al final había sucedido aunque le costara admitirlo, no tenía muchas ganas de hacerlo pero era así, la mujer del oráculo, tenía razón en aquello, Jennie era su perdición y maldición, ahora lo comprendía.

Aún le resultaba algo difícil pero hacía lo posible por dejarlo atrás y comenzar a vivir nuevamente y de forma distinta.

Ya no debía atormentar a su mente de aquella forma, debía permitirse soltar por sí misma y por estar mejor anímicamente.

Flashback.

—¿Me amarás siempre? ¿Pase lo que pase? ¿Nos separe lo que nos separe?

—Siempre voy a amarte Joy, solo a ti.

—¿Lo prometes?

—Claro que sí.

Fin del flashback.

Era algo complicado, más de lo que había imaginado. Estaba en un bucle de mala suerte, una cosa mala tras otra le sucedían.

Se lo había prometido a Joy antes de que sucediera lo que sucedió.

Debía cumplir su promesa por ella.

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