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VII

Dos días.

Dos malditos días llevaba en aquella habitación muriendo de aburrimiento y estando sola con K.J.

¿Acaso era sano que alguien estuviera encerrada en una habitación por dos días enteros y estando sola con un lobo?

No, eso no debía ser sano ni para humanos ni para híbridos.

Quería salir de ahí pero no sabía qué podía hacer así que solo permaneció en aquel horrible lugar sola.

—¿Cuánto tiempo más crees que aguante?

—No lo sé, me sorprende que haya aguantado un día entero.

Lisa sonrió mientras hacía picar la pelota contra el suelo y después corría hacia el aro para arrojarla y lograr encestarla ahí.

—Esa Omega va a volverse muy caprichosa si continúas así, Lalisa, créeme.

—¿Y eso qué? No le veo nada de malo sinceramente. Además, no he hecho nada.

—¿En serio? La echaste de tu habitación y la mandaste a la habitación que era de Joy, la única a la que le cumplías caprichos, tanto así que logró tener una habitación para ella sola, una de las más grandes y con muchas comodidades.

—Estaba sin uso, por eso la mandé ahí.

—Lo que digas.

Continuaron jugando basketball por unos minutos más y después Lisa comenzó a sentir demasiado calor y una capa de sudor cubrir todo su cuerpo.

Iba a darse un baño, no podía continuar así, estaba pegajosa y hasta le daba algo de asco.

—Voy a bañarme, luego tenemos que salir a hacer guardia.

—Bien, yo haré lo mismo.

Entró en la mansión y pudo ver a cierta Omega testaruda y caprichosa sentada en el sofá cambiando el canal de la televisión con algo de aburrimiento siendo esparcido por todo su rostro.

—¿Jennie? ¿Qué haces aquí?

—Aburriéndome.

—No puedes estar aquí, Jennie.

—¿Por qué no? Que yo sepa puedo ser libre por esta casa, ¿no es así?

—Sí, pero precisamente este lugar no es para Omegas.

La observó con seriedad desde su lugar mientras se pasaba una mano por la frente intentando despojarse un poco de las gotas de sudor que se encontraban por todo su rostro.

—Pero necesito entretenerme.

—Tienes un televisor enorme en la habitación siete, ¿por qué mejor no ves ahí?

—Porque está muy solo, aquí al menos puedo ver pasar a algunas personas y ya no me siento como si estuviera en aislamiento.

—Vamos, no tienes que estar aquí, Jennie, hay demasiados Alfas.

—No me interesa, quizá alguno de ellos si quiera darme atención ya que tú no quieres.

—Vamos, Jennie.

Usó esa voz en ella nuevamente.

La morena apagó la televisión y se paró de su lugar para mirar a Lisa a los ojos.

Su lobo se encontraba ronroneando un poco al encontrarse con el lobo de Lisa.

—Vamos, te llevaré a tu habitación.

Aquello le había dolido en cierto modo, le había dicho que la llevaría a otra habitación y Jennie realmente esperaba que le dijera que fuera con ella, que volviera a su habitación porque la extrañaba o algo por el estilo, pero Lisa no mencionó nada al respecto así que ella tampoco iba a sacar el tema a la luz, claro que no, no quería que Lisa se diera cuenta de que estaba desesperada por volver con ella, claro que no, Lisa debía rogarle que volviera a la habitación.

Caminaron por el largo y extenso pasillo mientras la castaña se pasaba una pequeña toalla blanca, que tenía en sus manos, por la frente de vez en cuando para poder limpiar el sudor de alguna forma.

—Listo, vas a entrar ahí y quedarte ahí, ¿de acuerdo? Y si vas a salir que sea con Ryujin o con Jihyo, no sola, en esta casa hay demasiados Alfas rondando como para que te des el lujo de andar por ahí como si nada.

—Lo sé, pero me aburría mucho, Lisa, necesitaba salir de aquí y no tengo ni la más mínima idea de dónde están Ryujin o Jihyo.

—Entonces supongo que vas a quedarte aquí hasta que lo sepas.

La castaña le dedicó una pequeña e inocente sonrisa con algo de maldad en ella.

Se sentía algo triunfante porque creía que Jennie iba a arrojarse a sus brazos pidiendo que la dejara volver con ella.

Estaba más que claro que la morena ya no aguantaba estar en aquella habitación enorme sola, claro que no.

Jennie era muy similar a Joy.

Lisa comenzaba a creer que era por eso que Jennie le caía tan bien.

Joy era igual de terca y caprichosa que ella, solía insistir y siempre conseguía lo que quería de
Lalisa o de cualquiera. Era demasiado demandante y le gustaba tener la atención sobre ella, justo como sucedía con Jennie.

Además de todo eso, no había forma de que Joy fuera sumisa ante nadie, ni siquiera ante Lisa, que era algo así como su protectora.

En cambio Jennie, lo que tenía de distinto con respecto a la chica, era que ella solía ser sumisa solo cuando usaba aquella voz en ella y le ordenaba las cosas.

Pero si Lisa no lo hacía, La morena iba a negarse a obedecerle.

—Lisa.

—Dime.

—Yo... quería decirte algo.

—¿Qué será, Jennie?

—Yo... olvidé algunas cosas en tu habitación.

—¿Lo hiciste?

—Mmm... sí.

—¿Qué fue lo que olvidaste exactamente?

Lisa se acercó a ella con una sonrisa algo malvada en su rostro mientras esperaba a que le respondiera, le parecía interesante la forma en la que Jennie buscaba que Lisa la llevara a su habitación de nuevo.

Era interesante y divertido ver a Jennie de aquel modo buscando excusas.

—Yo... una camiseta.

—¿En serio? ¿De qué color? Si me dices quizá puedo decirte si la vi o no la vi y te la puedo traer, no quiero que te esfuerces tanto y tengas que acompañarme hasta mi habitación y luego volver hasta aquí.

—Es que... no sé qué color es, es extraño. Tiene muchos colores.

—¿En serio? He estado buscando ropa hoy, creo que no vi nada similar, sabes.

—Ya, por favor déjame volver.

La morena miró hacia otro lado al decir aquello mientras tragaba saliva y una sonrisa triunfante tiraba de la comisura de los labios de la castaña que se encontraba frente a ella.

—¿Qué es lo que acabas de decirme? Lo siento, no pude oírte bien.

—Por favor, no me hagas esto, Lisa, solo, déjame volver.

—Bien, pero, ¿sucedió algo?

El tono de voz de Lisa y su mirada cambiaron de un momento a otro, como si algo realmente malo acabara de suceder.

Era extraño, Jennie no había entendido muy bien qué era lo que había pasado como para que la castaña cambiara tan rápido su estado de ánimo.

—¿Eh? ¿De qué hablas Lisa?

—¿Sucedió algo mientras te encontrabas en esta habitación?

—No.

Jennie respondió cortante y sin más preámbulos.

Estaba seria al igual que Lisa en aquel momento, no quería que descifrara nada extraño en su rostro, lo mejor era mirarla de aquella forma para que no pudiera decirle nada al respecto o que no supiera si estaba mintiendo o diciendo la verdad.

Era Lalisa, seguramente iba a terminar dándose cuenta de ello.

La castaña miró hacia todos lados y después empujó a Jennie levemente hacia adentro de la habitación y entró seguido de ella para cerrar la puerta con seguro detrás de ambas.

—Voy a preguntarlo una última vez más, Jennie; ¿sucedió algo mientras estuviste en esta habitación estos dos días?

—No.

Si Lalisa era terca y no aceptaba su respuesta negativa, iba a continuar diciéndola, no le importaba si le creía o no, esa era la respuesta de Jennie y Lisa debía respetarla u oírla.

Pero se trataba de Lalisa Manoban, claro que no iba a hacerlo, sabía que algo había sucedido y no lo iba a dejar pasar por alto, mucho menos si se trataba de Jennie.

Claro que no, estaba más que segura de que le estaba escondiendo algo y ya se imaginaba qué era.

—Bien. Acércate.

La morena alzó una ceja y dio pasos algo torpes y tímidos hacia la castaña que tenía en frente.

Cada vez la sorprendía más, cuando hacía cosas como aquella, no entendía muy bien por qué, pero Lisa siempre lograba descifrar qué sucedía.

Se colocó delante de ella y aún la miraba con confusión en su rostro, ¿para qué le había pedido que se acercara? ¿Qué era lo que iba a hacerle?

La castaña se agachó un poco y hundió su nariz en el cuello de la morena.

Jennie pudo sentir el aire que Lisa se encontraba inhalando en su desnuda piel.

Se estremeció un poco y sintió su corazón latir con algo de fuerza en su pecho, parecía a punto de salirse de ahí.

—¿Qué haces?

Lisa no respondió, se quedó ahí en esa posición por unos segundos más, segundos que para Jennie parecieron horas ya que el tiempo parecía avanzar más lento para ella encontrándose en aquella situación.

Después de terminar de oler el cuello de Jennie, Lisa se alejó de ella y la miró con el ceño fruncido.

Estaba molesta. Pudo notarlo más aún en cuanto sus ojos destellaron ese brillo tan intenso que pondría de rodillas a cualquiera que los mirara fijamente por solo unos segundos.

—¿Qué sucede, Lalisa?

—Me mentiste.

—¿Eh? ¿Yo qué?

—Que me mentiste, Jennie.

—¿En qué?

—Lo preguntaré una vez más y prometo que si no me respondes sinceramente y con la verdad absoluta de los hechos, vas a conocer mi lado malo y no solo eso, déjame decirte que está directamente vinculado a mi lado animal, ¿de acuerdo?

La morena, al oír aquel tono de voz de la castaña no hizo más que asentir rápidamente con la cabeza, esperando la pregunta para poder responder.

Lisa le estaba dando miedo así que sí, iba a responder lo que sea que le preguntara con la verdad.

—¿Sucedió algo mientras estuviste en esta habitación estos dos días, Jennie?

—Sí.

Soltó sin más, ¿para qué mentirle? Se había dado cuenta sola y ya no se lo podía continuar negando. Era Lalisa, ya lo sabía probablemente, estaba segura de eso, más que segura realmente.

—Dime, Jennie, el perfume que huelo en tu cuello, no es tuyo, soy consciente de ello, pero, ¿es de un hombre? ¿Alguien te ha venido a ver mientras yo no estaba?

—Sí y sí.


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