Final
Miró a su derecha y pudo dar con la pelirroja que se encontraba a su lado sonriente.
Le guiñó un ojo y se acercaron a paso lento a la mansión. Iban a echar a Chaewon, iban a tomar en posesión todo de nuevo y si las cosas no salían como esperaban, iban a huir de aquel lugar e iban a rehacer su vida junto a sus Omegas y Jihyo y la otra amiga de Jennie.
Tenían todo listo, hasta habían ido a ver al Oráculo.
—¿En qué puedo ayudarla, jovencita Manoban?
—Necesitamos poder salir del territorio. Pero debe ser por tiempo indefinido, sé que hay una forma y necesito saberla.
—Claro que la hay.
—¿Cómo es? Debemos irnos hoy si las cosas salen mal.
—De todas formas, la única manera en que podrían irse de aquí es dejando de ser híbridos. Para eso deberían beber de su propia sangre.
—¿Eso es todo?
—Sí, un vaso de sangre propia es lo que necesitan para poder irse del territorio.
Lisa y Seulgi se miraron algo dudosas ante aquello.
No estaban del todo seguras, ningúna quería dejar de ser híbrido, era la única vida que conocían, no estaban dispuestos a abandonarla, o bueno, no estaban seguras de querer hacerlo.
—¿Realmente podrías dejar de ser un híbrido con tal de huir de aquí?
—Mi mundo es Jennie, lo sabes. En este punto de mi vida solo sé que quiero y debo estar en cualquier lugar en el que esté ella, es lo único que necesito para ser feliz.
—Wow.
—Así que sí, estoy dispuesta a abandonar todo esto por Jennie.
Ambas asintieron y entraron en la mansión. Fueron por distintos lados, llevaban un arma consigo, debían estar preparadas ya que no sabían lo que les esperaba. Chaewon iba a comenzar una guerra entre manadas y eso en definitiva era algo malo. Si Lisa recuperaba su poder iba a acabar con aquello, no iba a permitir que Chaewon arruinara todo lo que ya habían construido ahí, claro que no.
No había nadie al parecer, no se encontraron con ningún guardia ni nada, solo ellas dos caminando por el largo pasillo y revisando habitaciones para poder asegurarse de que no había nadie que pudiera arruinar sus planes, Chaewon no estaba segura así que no iba a quedarse quieta sin realizar ningún movimiento, claro que no.
—Esto es muy extraño.
La pelirroja susurró mientras mantenía ambas manos en el arma y estiraba sus brazos lejos de su cuerpo para poder apuntar si alguien se aparecía por ahí.
—Lo sé, hay que estar alerta de todas formas.
Luego de recorrer cada habitación de aquel enorme lugar, llegaron a final del pasillo y por ende, a la última habitación. El despacho del jefe. Era la habitación más grande de todas, la puerta estaba tallada en madera fina y el picaporte estaba bañado en oro, la puerta hablaba por sí sola dejando en claro que era la habitación más importante de toda la casa.
—¿Lista?
—Sí.
La castaña le pegó una patada a la puerta viendo a esta chocar contra la pared ante el impacto. El ruido había sido muy fuerte y aquello las había sobresaltado un poco. Entraron lentamente, primero Lisa y después Seulgi, ambas apuntando sus armas con miedo y precaución. Una silueta se encontraba parada lejos de ellas, una persona que sabía que estaban ahí, alguien que los había estado esperando.
—Pensé que llegarían hace más tiempo.
—Necesitábamos prepararnos primero.
Lisa apretó con fuerza el arma y apuntó en dirección a la sombra de la persona, pudo ver a la mujer canosa parada de espaldas a ellas. La castaña tragó saliva y se acercó muy lentamente intentando que sus pasos no fueran muy ruidosos, si Chaewon descubría que estaba detrás de ella eso podría jugarles en contra.
—He pasado gran parte de mi vida planeando cómo acabar con Manoban SeokJin, saben. Primero planeaba quitarle todo lo que amaba, planeaba dejarlo solo y sin nada. Luego iba a matarlo. Las cosas no salieron como las planeé. SeokJin murió aún teniendo en posesión a personas que se encontraban con él, no murió estando completamente solo. Pero murió y era lo que me importaba. Luego fui arrebatándole cada cosa que podía, incluso tenía pensado matar a sus hijas, sus dos idiotas hijas, pero creí que no era necesario, ya le había quitado todo, ¿Para qué iba a matar a las dos mocosas si eso no me beneficiaría en nada?
—No vas a decirme ahora que quieres una tregua porque sabes que no la tendrás.
Lisa llegó a un metro de distancia de la mujer y colocó el arma en su cuello, apuntando y dispuesta a dispararle si hacía el más mínimo movimiento.
—No. Pero, ¿En serio creías que ibas a poder llegar hacia mí sin que estuviera preparada antes?
En el momento en el que metió su mano en su bolsillo para sacar el arma de ahí, el ruido de una bala rompió en el aire. Un disparo. Un cuerpo cayó al suelo en seco, comenzando a crear un charco de sangre.
Un cuerpo grande, el cuerpo de Chaewon.
Antes de que la Alfa hubiera podido sacar su arma, la pelirroja había disparado sin pensarlo dos veces, dándole en el pecho, causándole una pérdida grande de sangre y así, la muerte inmediata.
Lisa se dio la vuelta con ambos ojos abiertos y grandes. Se veía algo sorprendida por lo que su mejor amiga acababa de hacer. Si Seulgi no lo hacía era probable que Chaewon hubiera sido lo suficientemente rápida como para sacar su arma y dispararle a Lisa, pero Seulgi la salvó de eso.
—Listo, problema resuelto.
—No lo puedo creer aún, ¿Tan fácil fue?
—Parece que sí.
La castaña soltó un suspiro y miró el cuerpo en el suelo con seriedad. Le causaba repulsión el hecho de ver ahí a la que había sido guardaespaldas de su padre y suyo, aún a veces le costaba creer lo que había pasado, pero las cosas eran así. Nunca había podido confiar en alguien realmente, porque todos la habían decepcionado alguna vez.
Se acercó al escritorio y pudo ver unos papeles encima del mismo. Los tomó entre sus manos y los observó una y otra vez como si intentara entender qué era lo que sucedía.
—La maldita bastarda nos dejó con deudas, ahora entiendo por qué estaba tan tranquila.
—Supongo que es hora de volver a la rutina.
Seulgi bromeó y Lisa la miró con una sonrisa que no duró mucho, cambió al instante por una mirada seria, su mente había comenzado a divagar y a pensar en otras cosas. Tenía algunas ideas al respecto.
—Creo que tengo varios planes para la manada.
La morena se mordió el labio inferior mientras sentía a Lisa besar su cuello sin piedad alguna, se encontraba repartiendo besos por toda la zona que tenía a su alcance.
Se sentía realmente bien.
Mientras hacía eso, sus manos se encontraban acariciando el torso de la morena por debajo de la camiseta, parecía algo desesperada pero era la primera vez que estaban juntas, solas y tranquilas desde que todo se había salido de control en la mansión. Por fin tenían un momento para ambas y no iban a desaprovecharlo por nada del mundo.
—Extrañaba tu cuerpo, pequeña.
—Yo extrañaba el tuyo, pero sobre todo tus caricias, Dios, tienes una forma inigualable de tenerme en el cielo cada vez que me tocas de la manera más simple.
Lisa sonrió al notar su cometido y subió a los labios de la Omega para besarla apasionadamente y tomar su rostro con ambas manos sintiendo la suave piel de la más pequeña bajo el tacto de las yemas de sus dedos.
Sin poder aguantar más le quitó la camiseta dejándola caer en algún lugar de la habitación ya que la había arrojado sin mirar y con mucha fuerza. La morena sonrió al ver la desesperación de la Alfa y comenzó a elevar su pelvis para poder rozar la intimidad de la chica sobre ella algo desesperada también, la deseaba más que nunca.
—Veo que no soy la única desesperada aquí.
Lisa sonrió y le bajó el pantalón lentamente para después quitarle las bragas y dejar caer ambas prendas a un costado.
Mientras Jennie soltaba suaves gemidos y echaba la cabeza para atrás, Lisa se dedicaba a atacar su cuello nuevamente y llenarla de besos y lamidas que erizaban la piel de la pequeña que se encontraba debajo de ella. Sonrió al ver que sus pezones se encontraban algo sensibles y decidió bajar un poco más hacia ellos con si boca juguetona.
—A-ah, Lisa.
Gimió echando más la cabeza hacia atrás y arqueando un poco la espalda al sentir el tacto caliente que se encontraba teniendo su Alfa en aquella zona que para ella era tan sensible. Se mordió el labio inferior y después comenzó a gemir de nuevo al sentir las manos de Lisa acariciar lascivamente su torso y sin piedad alguna, aquello se sentía mejor que nunca y estaba segura de que era así por todo el tiempo que habían estado separadas.
—Voy a hacerte mía esta noche, pequeño ángel, ¿Oíste?
Al decir aquello, subió a los labios de la Omega y la besó con algo de desesperación, probando el sabor de su boca como si fuera la primera vez que lo hacía.
Enredó sus dedos en el cabello negro de Jennie y sintió cómo la más pequeño bajaba sus manos al pantalón de Lisa y comenzaba a desabrocharlo desesperada, buscando quitarlo para que pudiera hacerla suya, ya no podía aguantar más, la necesitaba más que nunca, era urgente y Lisa seguía ahí, besándola como si fuera la primera vez que lo hiciera.
—Por favor, hazme tuya de una vez, Alfa.
—Mierda, Jennie, ¿Te haces una idea de lo mucho que eso acaba de excitarme?
Se mordió el labio inferior alejándose un poco de la morena para poder mirarla a los ojos y después sonrió de lado dejando un corto beso en sus labios y dedicándose a bajarse el pantalón y la ropa interior que llevaba puesta.
Iba a obedecer a su Omega, ya estaba más que acostumbrada a cumplirle sus caprichos, esta no iba a ser la excepción. Luego de encontrarse sin ropa, colocó su miembro en la entrada de Jennie mientras clavaba sus ojos color chocolate en los de color ámbar y la miraba fijamente, no iba a perderse ninguna de sus reacciones, necesitaba ver todo para poder disfrutar más de aquello. Sonrió para sí misma y comenzó a
meter su miembro lentamente sintiendo a Jennie temblar un poco y viendo cómo una mueca de placer se hacía presente en su rostro.
La morena se encontraba gimiendo con su cuerpo apoyada en el colchón y viendo a Lisa meter y sacar su miembro dentro de ella. Una capa de sudor comenzaba a cubrir todo su cuerpo logrando que su negro cabello se pegara a su frente y causándole cierta ceguera ya que le tapaba un poco los ojos. Se mordió el labio inferior al sentir las manos de Lisa apretar con fuerza en su cintura para ayudarse a penetrarla con más facilidad.
La castaña gruñía un poco mientras sentía que comenzaba a llegar al clímax y viendo a la pequeña gemir con más fuerza desde su lugar. Se encontraba con los ojos cerrados y sus rosados labios separados soltando gemido tras gemido. Jennie se veía jodidamente bien desde ese ángulo, podría estar toda una vida mirándola desde su lugar, siempre le provocaría lo mismo. Se sintió acabar dentro de la morena y su miembro comenzar a anudarse y después a ensancharse un poco, llenando el interior de Jennie. La morena soltó un último y sonoro gemido mientras la castaña se agachaba un poco para estar más cerca de ella.
—Amor, ¿Estás lista para esto?
La más pequeña la miró con sus ojitos entrecerrados y sonrió ligeramente mientras asentía con la cabeza y miraba los labios de la Alfa.
—Es todo lo que he querido en este tiempo, Lis, claro que estoy lista.
Al susurrar aquello, pudo sentir a Lisa bajar un poco y hundir su cabeza en su cuello. Inhaló un poco profundo sintiendo el dulce olor de Jennie llenar sus fosas nasales y después pasó su lengua por la piel desnuda de la morena, sintiéndola estremecerse bajo su gesto.
Luego de eso, las pequeñas y temblorosas manos de Jennie fueron a parar a su cabello enredando sus dedos en el mismo algo juguetón.
Sonrió un poco y después abrió la boca para acercarla a la sensible piel de la Omega y morder de repente y con fuerza. Jennie soltó un leve gemido mientras echaba un poco la cabeza para atrás dándole aún más acceso a su cuello.
Se sentía bien, jodidamente bien.
—Ahora eres mía, pequeña.
—Solo tuya.
FIN.
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