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XIX

El día estaba algo gris, no solo por las nubes tapando el cielo, también por el hecho de que en la mansión las cosas se sentían tensas, como si algo se encontrara ocurriendo y todos estuvieran al tanto a excepción de Jennie.

Desde aquel día del celo de Lisa, por alguna razón, las cosas entre ella y la castaña se encontraban extrañas. Lisa estaba algo seria y alejada de ella, como si Jennie hubiera hecho algo malo y eso la hubiera alejado. Estaba preocupada, la castaña no solía comportarse de aquella forma con ella. Lisa solía ser más atenta y cariñosa, pero esta vez ya no, Lisa casi no pasaba tiempo con ella, solo lo veía por la noche cuando iba a la habitación para poder dormir, por las mañanas la castaña no se encontraba en la habitación, siempre estaba sola y con la cama vacía.

Había pasado una semana pero se sentía como un mes, más si se trataba de Lisa siendo indiferente con ella.

—Hola.

—Hola, Jennie, ¿Sucede algo?

La morena entró en la habitación que compartía su mejor amiga con la pelirroja y soltó un suspiro mientras se sentaba en la cama con algo de fatiga. Mentalmente estaba destruida y sumamente cansada de todo, se sentía sola y aburrida, era extraño.

—Nada, solo que noto a todos extraños, no sé por qué o qué sea, quizá hasta solo son mis delirios pero no me gusta lo que está sucediendo.

—¿A qué te refieres?

—Bueno, todos aquí están tensos y extraños, incluso Lalisa no ha pasado tiempo conmigo, está lejos y apenas la veo por las noches cuando va a la habitación a dormir, luego de eso no sé nada de ella, absolutamente nada.

La castaña se sentó a su lado y la observó expectante desde su lugar y después se acomodó cruzando una pierna sobre la otra.

—¿La has intentado llamar? Ya sabes, como cuando necesitas alguna estupidez y tú simplemente la llamas por eso.

—¿Acaso todos en este lugar me tienen como la caprichosa de Lalisa que solo le hace escenas y exige que le dé cosas como si se tratara de una niña de cinco años?

La morena bufó mientras se cruzaba de brazos con algo de molestia.

—Jennie, ¿En serio vas a negarlo? Acéptalo, es en vano, sabes que es así. De todas formas no te culpo, si yo tuviera a un Alfa como Lisa, haría lo mismo.

Jennie suspiró dejándose caer de espaldas en la cama y después miró el techo con curiosidad, esperando encontrar algo ahí en lo que poder centrarse para poder alejar su aburrimiento.

—De todas formas, creo que todos están así porque Lisa va a enfrentarse a alguien en dos días.

—¿Eh? ¿Ya es tiempo? ¿Ya es esa fecha?

Jennie se reincorporó oyendo un sonido y dirigiendo su mirada hacia la parte de la habitación de dónde habría provenido el mismo. K.J y B.I se encontraban jugueteando entre ellas de manera muy divertida, ambas lobas se habían encariñado demasiado y al aparecer se tenían bastante aprecio.

—No puedo creer que lo había olvidado, Lisa debe estar muy preocupada con eso de la contienda, y yo aquí quejándome de que no me da atención, como si yo fuera más importante en este momento que su futuro. Dios, Irene, ¿Tan mala persona soy?

Se abrazó a sí misma mientras se sentía temblar ligeramente, aquella idea acababa de aparecer en su cabeza, se sentía una basura en aquel preciso momento, se sentía una idiota egoísta y entendía también por qué Lisa no quería pasar tiempo con ella, claro que nadie iba a querer estar con alguien que pensara solamente en sí mismo y se preocupara por su propio bienestar.

—No eres una mala persona, Jennie, ¿Por qué dices eso?

—Porque siempre pienso solo en mí y nunca pienso en Lisa, ella ahora está preocupada por lo que va a suceder y yo solo pienso en mí y en que no está conmigo, como si yo fuera más importante que eso.

—Bueno, Jennie, es completamente normal que quieras su atención, es decir, es Lisa, es algo así como tu Alfa, yo también a veces quiero la atención de Seulgi y me pongo algo mal al no tenerla, sabes.

—Pero yo pienso demasiado en mí, Lisa ya debe estar cansada de mi actitud, seguramente en cualquier momento me envía lejos de ella.

La morena comenzó a sentir sus ojos picar y se abrazó con mucha más fuerza sintiendo como la tristeza comenzaba a invadirla y a hacerla sentir culpable de todo y por todo.

—Gracias por escucharme, Irene, volveré a la habitación.

—No es nada, Jennie. Si necesitas hablar de nuevo o algo, solo ven, me la paso sola y a veces me aburro en extremo.

—Bien, gracias por todo.

Se paró de la cama y miró a K.J para hacerle una señal con la cabeza para que la siguiera. Salió de la habitación y se dirigió a la habitación de la castaña. Se encontraba demasiado entristecida por aquello, había comenzado a pensar demasiado y ya estaba dañando su mente, se sentía como una idiota. Se sentó unos minutos en la cama y observó absolutamente todo a su alrededor. Algo de melancolía comenzaba a hacerse presente en sus recuerdos.

Todo había sucedido muy rápidamente, desde que la habían encontrado en el bosque hasta que la habían llevado a aquella inmensa mansión y la habían convertido en un híbrido. Era muy extraño todo aquello, cada vez que comenzaba a pensar en todo lo que le había pasado en tan poco tiempo, se sentía como en la historia de La bella y la bestia. Había sido privada de su libertad y había sido cautiva en aquel lugar como si aquellas personas tuvieran total posesión en su ser.

Suspiró mientras se paraba de la cama y comenzaba a juntar en los pies de la cama sus prendas de ropa, bueno, las que Lisa le había dado desde que había llegado ahí, la verdad es que eran demasiadas, ahora comenzaba a creer que era cierto cuando los demás la llamaban la consentida de Lisa, debía admitirlo, tenían la razón.

—¿Qué haces?

Una voz la sobresaltó obligándola a dar un respingo. No sé esperaba a nadie en la habitación, no tan temprano. Pero estaba segura de que se trataba de Lisa, había notado su voz, sentís su fuerte olor inolvidable y acababa de oír a K.J ronronear, seguramente se trataba de L.M, su lobo lo amaba en extremo, no le sorprendía que reaccionara así cada vez que lo veía.

—Junto mis cosas.

—¿Acaso planeas irte, pequeña insolente?

—Puede ser que sí.

Sintió unos pasos detrás de ella. No se había dado la vuelta, no quería mirar a Lisa, se sentía extraña y culpable por todo, Lisa no debía verla en aquel estado. Incluso sentía que exageraba, pero la idea ya estaba fija en su mente y no iba a poder quitarla con mucha facilidad.

—¿Por qué?

Fue inevitable para ella hacer caso omiso de la presencia que tenía detrás de ella, Lisa se encontraba muy cerca, más de lo que Jennie se esperaba.

Tragó saliva mientras sentía sus manos y piernas temblar en extremo, se sentía nerviosa de repente y una capa de sudor comenzaba a cubrir su piel. Su corazón golpeaba tan fuerte en su pecho que sentía cómo comenzaba a dolerle.

—Porque soy una molestia y una carga, no quiero estorbar en tu vida.

—Dios, me vas a sacar canas verdes algún día de estos, lo sabes, ¿Verdad?

Cierto tono divertido había sido posible de notar en la voz de la castaña, se había acercado un poco más y Jennie ya podía sentir su espalda rozando el pecho de aquella Alfa.

—Es por eso que me voy, ya no quiero molestarte.

—Dios, suelta eso y deja el drama, por favor.

Una mano se posó sobre una de las de la morena obligándola a soltar las prendas de ropa que tenía entre sus manos para después obligarla a darse vuelta y mirarla a los ojos fijamente.

—No, no te vas a ir de aquí.

—¿Por qué no? Nadie me detiene, Alfa.

—Sí, yo lo hago.

La voz de Lisa sonaba de aquella forma, demandante y mandona, se sentía otra vez vulnerable e impotente delante de ella, como si no pudiera hacer más que obedecerla y hacer caso a sus órdenes. Lisa podía manejarla a su gusto cada vez que le hablara de aquella forma tan... tan exigente.

—Lo siento.

Bajó su mirada a sus pies temblando ligeramente y sintiendo sus ojos acumular lágrimas nuevamente. Era muy débil y vulnerable frente a su Alfa, no le gustaba pero sabía que nada podía hacer al respecto, por eso es que ya se había resignado.

—¿Por qué lo sientes, pequeño ángel?

Y esas simples dos palabras que había utilizado la castaña para referirse a ella habían bastado para acelerar aún más el ritmo de su desesperado corazón. Aquello había sido más que suficiente para tenerla a sus pies, ya había oído aquel apodo, pero el hacerlo de nuevo era simplemente algo de otro mundo.

—Porque solo pienso en mí y no en tu bienestar y en lo que sucede contigo, soy una maldita egoísta, Lisa, lo siento, no es intencional, simplemente creo que me gusta tener tu atención, me ayuda a sentirme mejor conmigo misma y no lo sé, amo tu atención.

—¿En serio?

Lisa estiró una mano y acarició su mejilla con suavidad mientras le sonreía tiernamente y se mordía el labio inferior.

—No lo eres. Adoro que seas de esa forma, tan demandante y dependiente de mí y de mi atención, Jennie, es una de las cosas que más me gusta y es por eso que no te niego nada y que vengo corriendo a tu encuentro, me encanta que seas así, me encanta tu forma de ser, me encanta todo de ti, me encantas tú. — Su corazón se detuvo por un momento y no pudo evitar su mirada sorprendida sobre la chica que tenía en frente.

¿De verdad Lisa acababa de decirle todo aquello? Casi se siente desfallecer mientras era elevado a las nubes por aquel comentario. Lisa la tenía embobada con simplemente hablarle cosas sencillas y de la nada, aquello tenía un gran significado para ella.

—Lisa.

—Dime.

—Gracias.

Sonrió y se acercó a la castaña mientras la miraba a los ojos. Los orbes ámbar de Lisa se le hacían lo más lindo que había visto en toda su vida, era todo lo que quería ver y estaba dispuesta a admirarlos por una eternidad, le parecía una buena idea.

—¿Por qué?

—Por esto, por hacerme sentir tan bien y por todo lo que haces por mí.

—No es nada, pequeña.

Y sin pensarlo dos veces, acunando el rostro de la morena entre sus manos grandes, suaves y fuertes, la acercó a su propio rostro y apoyó su frente contra la de Jennie para sonreírle y acariciar sus mejillas lentamente.

—Te amo, Jennie

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