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XII

—Tienes que ganar, Lalisa, ¿Así pretendes hacerlo?

—Hago mi esfuerzo, Seulgi.

La castaña se encontraba junto a su mejor amiga en el jardín, estaban entrenando a L.M, faltaba una semana para que se enfrentara a alguien que su padre iba a elegir para poder definir quién se quedaría con el puesto de jefe de la manada. Lisa no tenía en su mente la opción de perder, debía ganar o quizá moriría, L.M se encontraba demasiado débil y mal como para darse el lujo de no ganar o de no ser lo suficientemente buena para eso.

—Señorita Manoban.

Uno de los guardias se acercó a ellas mientras las miraba con seriedad. No sabía si continuar hablando o no, sentía que estaba interrumpiendo un momento importante y ahora no estaba seguro de si había sido bueno hacer presencia ahí.

—Estamos ocupadas.

La pelirroja respondió por la castaña, dejando al guardia con la boca cerrada, pero Lisa se adelantó y la miró dándole un asentimiento de cabeza para hacerle saber que podía hablar y decirle lo que fuera que había ido a informarles.

—Jennie la llama.

—Seulgi, luego continuamos.

—No, Lalisa. Debemos practicar y esforzarnos más esta vez, no puedes darte el lujo de tomar descansos o ir corriendo cada vez que Jennie tenga un capricho que espera que puedas cumplirle. Esto es más importante.

De un momento a otro, Seulgi tenía a Lisa tomándola por el cuello de la camiseta y la miraba a los ojos con algo de furia e intensidad en su mirada.

—Jennie es igual de importante, así que mide tus palabras la próxima vez que vayas a hablar para decir alguna estupidez como la de ahora, Seulgi. No me molestaría recordarte que debes respetarme.

La pelirroja la empujó para que la soltara y después la miró molesta mientras se sacudía la ropa.

—Entonces ahora tendrás que entrenar por tu cuenta, no puedo continuar soportando estás estupideces de ti.

Lisa rodó los ojos y se fue de ahí encogiéndose de hombros para dirigirse hacia donde se encontraba Jennie. La morena estaba en la habitación, se encontraba en la cama abrazándose a sí misma.

—Jennie, ¿qué sucede? Ya te he dicho que no puedes llamarme cada vez que suceda hasta la más mínima estupidez, debo entrenar para ganar en el encuentro, sabes que mi vida depende de ello.

—Lisa.

Su voz había salido desde el fondo de su garganta de manera desgarradora, se encontraba agonizando y Lisa comenzaba a espantarse un poco.

—¿Qué sucede, Jennie?

Cerró la puerta detrás de ella y se acercó a la morena mientras lo veía comenzar a sudar.

—Hace calor.

Se quitó la camiseta y la dejó caer a un costado de la cama mientras respiraba algo agitada. Sentía que la ropa que llevaba puesta le quemaba. Estaba demasiado caluroso ahí adentro. En cuanto su torso estuvo desnudo, Lisa se detuvo a observar cada tatuaje grabado en su piel, le parecían de lo más hermoso que había visto alguna vez en su vida. Su cuerpo brillaba debido al sudor, se encontraba demasiado agitada.

—Jennie, no hagas eso.

La morena ahora se quitó el pantalón desesperadamente y después se quedó mirando el techo boca arriba y respiraba un poco más agitada. Le hacía mucho calor.

—Lisa, me hace mucho calor.

—Oh, por favor no.

—Necesito...

Llevó sus manos al borde de su bragas y tiró del elástico decidida a despojarse de ella en cualquier instante, en un ágil movimiento, Lisa se acercó a ella y sujetó su muñeca con fuerza para impedirle hacer aquello. Jennie estaba a punto de quedarse completamente desnuda y Lisa no sabía cuánto iba a poder controlarse si eso sucedía.

—Estás en tu celo, Jennie, por favor, no hagas nada de lo que luego podrías arrepentirte.

—No sé qué es eso... Sólo sé que tengo mucho calor, Lisa.

—Voy a traerte algo de hielo si quieres, Jennie, pero por favor, no te desnudes.

La morena se mordió el labio inferior mientras observaba a la castaña clavando sus orbes cafés en los suyos de color marrón. Tomó a Lisa del brazo con fuerza y tiró de ella haciéndola caer encima suyo.

—Jennie, ¿qué haces?

—No lo sé, no soy completamente consciente de lo que estoy haciendo, Lisa, lo siento.

La castaña pudo sentir el acelerado corazón de Jennie latir contra su pecho y se sintió extremadamente bien, era como una melodía dulce y cálida.

—Por favor, ayúdame, haz algo, por favor, Lalisa.

—No sé qué hacer, Jennie, deja que vaya y le pregunte a alguien.

La castaña se separó de la morena y salió de ahí rápidamente mientras miraba hacia todos lados algo desesperada. Ella también tenía sus períodos de celo pero no estaba segura de que fuera como con los Omegas.

—Oh, señorita Manoban, ¿qué hace aquí?

—Ryujin, necesito tu ayuda urgentemente, sabes. Digamos que algo está sucediendo con Jennie y no estoy muy segura sobre qué hacer. 

Lisa la miró mientras llevaba su mano a su nuca y la rascaba en señal de nerviosismo, era extraño para ella el estar recurriendo a alguien para pedirle ayuda en algo.

—Claro, ¿qué será?

—Está teniendo su primer celo. No sé qué hacer, realmente, está ahí, retorciéndose en la cama, sudando demasiado y emanando feromonas muy fuertes.

—Oh, ya veo. Bueno, primero y principal, debe mantenerse a junto a ella, recuerde que el lado animal de los Alfa sale a la luz en cuanto sienten las feromonas de un Omega, y siempre esas feromonas se sienten demasiado fuertes como para dejarlas pasar por alto, si no quiere que algo malo suceda, vuelva con ella. Por otro lado, puedo averiguar si consigo supresores, sería bueno por lo menos evitar que las feromonas se sientan tanto, ya sabe, así no se le acercan tantos Alfas, mientras tanto, quédese a su lado y bueno, a menos que quiera un bebé, intente no ceder a su lado animal y abstengase de cualquier tipo de relación con ella.

—Bien, muchas gracias, Ryujin.

Se dio la vuelta para irse de ahí y se detuvo en seco al recordar que debía preguntarle algo más al respecto.

—Oh, y una pregunta más, ¿cuánto dura el celo de los Omegas?

—Cuatro días. No debes despegarte de ella, necesita mucho de su Alfa.

—Bien, gracias.

Se dio la vuelta y comenzó a apresurar su paso hacia la habitación para poder estar con Jennie. Al entrar, vio a la morena boca abajo en la cama mientras se retorcía un poco y soltaba suaves gemidos algo desesperados y dolorosos, aquello le dolía un poco por alguna extraña razón, sentía cierto dolor y sobre todo una presión en su miembro que comenzaba a molestar. Mientras se encontraba retorciéndose en la cama, su trasero comenzó a sentirse húmedo, estaba demasiado excitada.

—Jennie, estoy aquí.

La morena levantó la mirada hasta dar con la castaña parada a su lado con una sonrisa en su rostro. Se acercó a ella y le comenzó a acariciar el cabello.

—¿Qué es todo eso del celo?

Su voz había salido casi como un hilo, se le dificultaba hablar ya que se encontraba lidiando con algo mucho peor.

—Bueno, básicamente estás en una etapa en la que buscas aparearte con un Alfa, no es tan complicado de entender. Mmm... Estás en tu etapa fértil también y esto va a durarte por cuatro días.

—¿Etapa fértil?

Sintió como su alma se alejaba de su cuerpo por un momento, ¿acaso podía quedar embarazada o algo por el estilo? aunque pensaba que siendo una Omega y ya no una humana de todas las letras no tendría que quedar embarazada

—Sí, Jennie, eres una Omega, tienes la capacidad de engendrar vida y todo eso, siempre y cuando tengas relaciones con un Alfa.

—Dios, no sabía eso.

Lisa se agachó un poco mientras la miraba y buscaba rastros de sudor en su frente para pasarle por ahí un pequeño trapo que había tomado de la mesita de noche.

—Por favor, acuéstate conmigo.

La castaña tragó saliva y se acercó a ella para verla moverse en la cama hacia un costado y dejarle espacio para que pudiera acostarse a su lado. Lisa se colocó junto a ella y comenzó a respirar algo agitada, Jennie estaba muy cerca y las feromonas que se encontraba expulsando comenzaban a nublar su juicio.

—Eres cómoda.

Jennie  se acercó a ella y se posicionó en su pecho mientras respiraba agitada igual que Lisa.

Estaba demasiado mal y sintiendo el celo bastante difícil de sobrellevar, le costaba pensar con claridad. Por un momento la idea de tener a Lisa dentro suyo le pareció lo más sensato que podían hacer en aquel momento. Miró a la castaña fijamente acercándose a ella y quedando a escasos centímetros, dejando sus rostros demasiado cerca.

—Jennie, ¿qué haces?

—Ni yo lo sé, Lisa, solo sé que en este preciso momento me encuentro demasiado desesperada y no soy consciente de lo que me encuentro haciendo.

Apoyó su frente contra la de la castaña y comenzó a sentir sus respiraciones mezclarse debido a la poca distancia que las separaba. Se sentía genial.

—Dios, hazlo ya.

Lisa se encontraba perdida en sus ojos y no podía pensar con claridad así que solo tomó su rostro entre sus manos y sin pensarlo por otro segundo más, se unió a ella en un beso. Comenzó una especie de guerra entre sus lenguas con algo de desesperación. El ambiente se sentía tenso y ambas se encontraban demasiado calientes como para poder pensar con claridad en lo que hacían. Se separaron del beso y se miraron a los ojos por unos segundos. Ambas respiraban agitadas y se encontraban con ganas de la otra. No estaban seguras de hacerlo pero querían hacerlo.

—Lisa.

—Dime.

—Bésame otra vez.


se que ya se había subido este capítulo pero surgió un problema para subirlo y tuve q hacerlo otra vez, en fin gracias por el apoyo^^

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