IV
Una semana exacta había pasado. Se sentía como alguien nuevo, incluso parecía más viva que antes, estaba feliz y sana, estaba curada, bueno, ya no sufría por la transformación.
Durante la semana Lisa no se había despegado de ella, había estado a su lado sin alejarse más de diez minutos, al parecer eso le había ayudado, no se había quejado en ningún momento y el aroma de Lisa le daba tanta tranquilidad que durante esos siete días no había hecho más que dormir y dormir, como una bebé.
—Bueno, tu Omega ya se siente bien así que ya no tendré que estar a tu lado cada maldito segundo del día.
—Gracias.
—No tienes que agradecerme por cada cosa que digo, Jennie, lo hago porque eres mi protegida, solo eso.
La morena bajó la mirada y jugó con los dedos de sus manos algo nerviosa. Se sentía algo mal cuando Lisa le decía esas cosas, por alguna extraña razón.
—Ya que estás mejor, podrás recorrer la mansión y conocerla un poco. Seguro encuentras a Jihyo por ahí, si es así, ella va a guiarte y mostrarte cada parte de este lugar, ¿de acuerdo? Ten cuidado, hay muchos Alfas sueltos y créeme que no se detendrían al oler a una Omega recién convertida como tú.
—Supongo que tendré cuidado.
—Pero primero, ven aquí.
La castaña hizo un ademán con la mano y la morena se acercó a paso algo lento y tímida, no sabía cuánto debía acercarse o para qué. Al estar a unos centímetros de su protectora, ésta última se acercó quedando a una escasa distancia de su cuello.
Chocó su aliento contra la piel descubierta de Jennie y ésta se estremeció un poco sintiendo su piel erizarse de repente. Su cuello ahora se sentía caliente y húmedo, Lisa acababa de pasar su lengua en él.
Se estremeció nuevamente al sentir un suave y cálido beso justo donde su lengua había dejado un camino mojado.
—Quema.
—El beso y la lamida del Alfa. No es como el lazo pero estás marcada y sabrán que eres de mi propiedad en cuanto te vean el cuello. Además, esparces mi olor por cada poro de tu piel, es solo por si acaso, no quiero tener que matar a nadie de nuestra manada hoy.
La castaña miró a K.J y se colocó de cuclillas frente a él para acariciar suavemente su pelaje con una sola mano.
—Sé una buena loba y Omega, cuida de tu dueña.
La loba ronroneó un poco y después se paró al lado de Jennie algo firme mientras miraba a L.M.
Lisa sonrió de lado por una milésima de segundos y después silbó para salir de ahí con su lobo siguiéndola de cerca. Jennie rozó con la yema de sus dedos la zona que Lisa había besado, se sentía caliente, un poco más que el resto de su cuello.
Se mordió el labio inferior y se dirigió al espejo para poder mirarse delante de él. Tenía una marca en el cuello de color violeta oscuro, se veía algo similar a un moretón, pero se sentía muy bien.
—Así que, K.J, ¿qué haremos ahora?
Se colocó frente al lobo y se agachó hasta su altura mientras lo miraba a los ojos y acariciaba su cabeza.
—Qué idiota, le hablo a un animal.
No soy un simple animal, ama.
—Dios, eso sí que fue extraño, el estar aquí debe estar haciéndome alucinar.
Jennie suspiró y pasó una mano por su frente quitando el poco sudor que comenzaba a cubrirla, aquello que había oído la había tomado por sorpresa.
—Debe ser todo este tema de la transformación, estoy segura.
Claro que la transformación tiene que ver, ama.
—Dios, tú no estás hablando en mi cabeza, ¿o sí? Aunque, considerando todo lo que ha pasado desde que llegué aquí, no me sorprendería que hubieran animales psíquicos o algo así.
Ningún animal aquí tiene esa clase de poderes, amo. Somos todos comunes y corrientes.
—Comienzo a asustarme.
Caminó hacia detrás del lobo y se arrinconó en una esquina de la habitación mientras se abrazaba a sí misma con temor y veía al lobo acercarse lentamente.
No tienes por qué asustarte, ama. Sólo soy yo, tu lobo, no podría hacerte daño.
—¿Por qué estoy volviéndome loca? Dios, necesito salir a tomar aire, no me sigas.
Miró al animal y salió de la habitación corriendo. Se encontró en un extenso y ancho pasillo en el que se sintió algo desconcertado.
Habían muchas habitaciones, más de las que podía contar.
Suspiró intentando calmar su respiración agitada y comenzó a ver los números de cada una.
Si quieres ir a tomar aire, ama, deberías tomar la puerta de la habitación cinco, es la que dirige hacia la sala, ahí está la puerta de salida al jardín de en frente.
—¡Cállate!
Se tomó la cabeza entre sus manos apretándola con algo de desesperación, estaba confundida y con aquella voz en su mente no podía pensar con claridad.
A pesar de todo, hizo lo que la voz le dijo y salió de ahí. No quería continuar adentro de aquella mansión, algo le estaba haciendo mal y le estaba afectando, no podía estar volviéndose loca de la nada.
El frío de invierno la envolvió obligándola a abrazarse a sí misma y frotar sus brazos con sus manos mientras miraba hacia todos lados.
Quería huir pero sabía que era algo inútil así que solo se dejó caer de rodillas en el suelo mientras suspiraba.
—¿Qué haces aquí?
Mientras se abrazaba e intentaba darse calor a sí misma, levantó la mirada encontrándose a Lisa parada junto a ella y con el ceño fruncido.
Antes de hablar, una fuerte oleada de viento helado la golpeó de lleno, obligándola a temblar más y tiritar.
—Yo... necesitaba salir de la casa.
—¿Por qué? No deberías andar afuera, menos siendo una Omega inútil e indefensa como lo eres tú, Jennie.
—Lo siento. Creo que me estoy volviendo loca.
—No tienes idea. ¿Por qué lo dices?
—Comencé a escuchar una voz en mi cabeza, es extraña, me llama ama y ni siquiera sé por qué.
—Dios, dame paciencia.
Lisa miró hacia arriba como si exigiera algo al cielo y después volvió la mirada a la morena en extendiéndole una mano para que pudiera levantarse del suelo y evitar congelarse.
—Es la voz de tu lobo. Has creado un vínculo con el, están conectados, Jennie. Tu lobo te habla.
—Dios, eso es lo más extraño que me ha sucedido en la vida. Bueno, desde que entré aquí todo es extraño así que no debería de sorprenderme.
—Hoy vas a acompañarme al consejo.
—¿Quién? ¿Yo?
—¿Quién más?
—¿Por qué yo?
—Eres mi Omega protegida, Jennie, además, no tengo Omega y me niego a asistir con alguna de las de mi padre. Así que ya le pedí a Ryujin que te prepare la ropa que vas a ponerte.
—No puedo acompañarte, Lisa.
—No es un ofrecimiento, no es algo a lo que puedas negarte o aceptar.
—Pero no puedo, así que no iré.
—¿Tienes algo mejor que hacer?
—No, claro que no, pero acabo de convertirme o transformarme, como sea, y no sé qué es lo que debo hacer.
—Debes estar a mi lado, ¿qué tan difícil puede ser eso?
—No quiero.
La morena se cruzó de brazos mientras miraba hacia otro lado y sentía la mirada intensa de Lisa clavada en ella.
—Mírame cuando hablamos.
La voz de la castaña sonó demandante, tanto que no pudo pensarlo, solo giró la cabeza y la miró a los ojos, como si hubiera sido obligada a ello, solo que no se encontraba actuando por sí misma, había sido como un acto reflejo.
—Lo siento.
Su voz salió temblorosa ante la mirada de la Alfa que tenía en frente, si Lisa la intimidaba con su simple existencia, ahora que se encontraba mirándola de aquella forma y con esos ojos, se sentía más impotente que nunca antes.
—Vas a acompañarme, te guste o no, no tienes otra opción. Voy a estar en la habitación a las siete, tomaré solo una hora para bañarme y prepararme para la reunión del consejo, ¿de acuerdo? Si a las ocho no estás lista, créeme que no querrás escuchar mi voz, ¿quedó claro, Jennie? ¿No entendiste algo?
—Entendí, Lalisa.
La morena tragó saliva y bajó la mirada a sus pies. Si continuaba mirando a Lisa estaba segura de que se podría desmayar o algo por el estilo.
—Jihyo ya está aquí, ella va a mostrarte la casa, pórtate bien.
Lisa se alejó de ella y Jennie sintió cómo le volvía el alma al cuerpo, recuperaba la respiración y se sentía bastante más calmada que antes.
—Hola, Jennie. Soy Park Jihyo, amiga de Lisa. La muy bastarda me pidió que te enseñe la mansión, aunque de todas formas no tengo nada en qué ocupar mi tiempo libre así que no podía negarme.
—Hola.
Se limitó a decir mirando a la azabache. Bajó la mirada y pudo ver al mismo lobo blanco y de ojos azules que había visto la noche que entraron al bosque ella y sus amigas. Entonces Jihyo era del grupo de Lisa.
—¿Siempre es así?
—¿Qué dices, Jennie?
—Lalisa, ¿siempre es así?
—¿Así cómo?
—Ya sabes, así de seria, espeluznante, aterradora, creo que sabes a qué me refiero.
—No, Lisa es un algodón de azúcar. Bueno, no. Lalisa va a convertirse en jefa muy pronto, creo que a eso se debe que se esté volviendo más exigente y más seria. Además, hace un año perdió a alguien muy importante para ella, aún no lo supera.
—¿Joy?
Sintió ganas de golpearse.
¿Realmente acababa de mencionar aquello claramente cuando Ryunjin le había dicho que no lo hiciera?
Rey de las estúpidas: Kim Jennie.
—¿Cómo sabes sobre ella?
—Lo siento, no debí decirlo.
—No hay problema, Lisa no estaba aquí, si hubiera estado, te estaría torturando para que le digas quién fue la persona que te dio tal información, en cuanto supiera el nombre, iría a matar a esa persona, así que ten cuidado con cuándo lo dices, es solo un consejo.
—Entiendo.
Miró a su lado y pudo ver a K.J, no se había dado cuenta del momento en que él animal había vuelto a acercarse a ella.
—Vaya que Seulgi tenía razón.
La azabache frenó en seco y miró fijamente a Jennie como si esperara una explicación o algún comentario de su parte.
La morena no comprendía bien por qué se encontraba mirándola así, ni siquiera había
entendido su anterior comentario. Se limitó a alzar una ceja y esperar a que la azabache le diera alguna señal o le explicara a qué se refería con aquello y por qué se encontraba mirándola así.
—¿Disculpa?
—Eres la nueva consentida de Lalisa.
—¿Qué? ¿Yo?
—Jennie, Dios, al parecer sí eres ingenua.
La de ojos negros se acercó y la tomó del mentón para levantar su cabeza y poder observar bien su cuello.
—La bastarda te marcó con el beso del Alfa, dios. ¿Encima también la lamida? ¿Qué tan posesiva hay que ser para hacer algo así?
—No entiendo.
—El beso del Alfa suele ser utilizado por los Alfas cuando su Omega no quiere ser marcada, suelen hacerlo ya que no tienen forma de hacerle saber a los demás que dicha Omega les pertenece solo a ellos. La lamida es un tanto más como... "Toca a este Omega y no te sorprendas si apareces muerto", es algo así como una declaración de guerra para aquellos Alfas que se quieran propasar con un Omega que está siendo cortejado.
—Oh, ya veo.
—Entonces sí, eres la consentida de Lisa, no me sorprende.
—¿Por qué dices eso? Quizá solo no quiere que se me acerquen porque acabo de transformarme, no entiendo nada de lo que sucede aquí y lo último que falta es que los Alfas comiencen a acecharme.
—Bueno, podría ser una posibilidad, pero tomando en cuenta el hecho de que Lisa hizo lo imposible por convencer a su padre de que le permitiera llevarte hoy a la reunión del consejo, creo que eres su consentida.
—Quiere ir con una Omega pero no quiere ir con ninguna de las de su padre.
—Jennie, el ir con un Omega transformado, que no es de sangre directa de alguna de las razas, a una reunión del consejo y más siendo que se trata de la hija del jefe, está prohibido.
—¿Eh?
—Lalisa está rompiendo las reglas al querer llevarte.
—¿En serio?
—Eres su consentida.
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