Epílogo
—¿Soy yo o acaba de patear?
Lisa miró a Jennie con una sonrisa en su rostro aún mientras mantenía su cabeza apoyada en el regazo de su Omega, se encontraba con la cabeza al lado de la grande panza de la más pequeña y no dejaba de acariciar ahí con suavidad, estaba enamorada y feliz, genuinamente feliz.
—Lo hizo, no sabría decir si lo hizo porque te apoyaste ahí e intenta demostrar que está feliz con ello o está celoso y quiere que te alejes de ahí, ya sabes.
—Me ama, ¿Cómo podría estar celoso de mí?
Jennie sonrió y comenzó a acariciar el suave y castaño cabello de Lisa con una mirada enternecida. Se mordió el labio inferior y después dirigió su mano a su estómago para proporcionarle caricias a éste.
—Vamos a ser las mejores madres del mundo.
—¿Eso crees, Lisa?
La castaña se reincorporó y miró a su esposa a los ojos fijamente. Sonrió de lado y se acercó a ella para besarla mientras llevaba una mano a su mejilla. En ese mismo momento sintieron una patada en el estómago de Jennie acabar con aquel lindo beso que estaban compartiendo entre ellos.
—Bueno, creo que sí está celoso de mí.
—De todas formas va a amarte, ¿Quién no lo haría?
—Te amo, pequeño ángel.
Un fuerte aullido pudo oírse desde afuera. Para ser que se trataba de un pequeño cachorro el aullido había sido demasiado audible y fuerte. Lisa se encontraba entre el medio de la nieve, observando todo el campo que se encontraba frente a ella, esperaba ansiosa que aquel pequeño animalito hiciera presencia frente a ella. L.M y K.J entraron en su campo visual mientras la primera mencionada llevaba en su lomo un pequeño cuerpo animal. La castaña sonrió al verlo y se acercó a ellos enternecida. El pequeño lobo era demasiado hermoso, sus ojos eran de un marrón muy oscuro, casi parecía negro y su pelaje era una combinación de
negro y marrón, aquello le recordó a Lisa a sus lobos por lo que su sonrisa se ensanchó aún más al notarlo.
—Voy a llevarlo hacia adentro para que pueda estar con su dueño, vamos.
Habló con firmeza y tomó al pequeño animal con cuidado entre sus brazos. Éste miraba hacia todos lados curioso y abría y cerraba sus ojos cada tanto como si aún se encontrara acostumbrándose a la luz que sus ojos se encontraban viendo. Lisa acarició suavemente al pequeño lobo y después entró en una habitación mirando hacia todos lados.
—Hola.
Saludó con voz suave y mirando hacia donde se encontraba Jennie recostada en la cama y tapada. Entre sus brazos tenía a un bebé envuelto en muchas mantas.
—Fui a buscar a S.H, L.M y K.J lo traían, quería asegurarme de traerlo yo misma aquí.
Se acercó a la morena mientras le dejaba ver al pequeño animal que tenía entre sus brazos. Jennie sonrió sumamente enternecida al ver aquello, ese lobito era lo más lindo que había visto en toda su vida, claro, después de su ahora hijo.
—Es hermoso, ¿Verdad que sí, pequeño Jake?
La morena miró al bebé entre sus brazos y le habló mientras Lisa se sentaba a su lado en la cama y la observaba fijamente.
—¿Qué tanto miras?
La más pequeña se atrevió a preguntar con una pequeña y dulce sonrisa haciéndose presente en su rostro.
—Uno de los placeres de mi vida es el poder observarte mientras eres feliz, es lo único que hago en este momento.
—Eres un amor, lo sabes, ¿Verdad? Siempre sabes qué decir para enamorarme cada vez un poco más, aunque no sabía que fuera posible.
—Todo es posible conmigo, ya deberías saberlo, amor.
—Lo sé, aún me cuesta acostumbrarme.
Se miraron a los ojos por unos segundos y después se acercaron lentamente hasta unir sus labios en un dulce y tierno beso.
Los ruidos en la mansión eran demasiados, la calma había desaparecido aquella mañana desde que Jennie había despertado. La morena se encontraba yendo de un lado a otro y moviendo a todos en la casa para ayudarla con lo suyo. Era el cumpleaños del pequeño Jake, cumplía seis años y la morena, como siempre, se encontraba organizándole una enorme fiesta. Claro que si se trataba del pequeño Manoban debía tener la mejor fiesta de todas.
—¡Lalisa!
La castaña se sobresaltó en el sofá mientras miraba hacia su derecha buscando a su esposa para entender por qué acababa de gritarle de aquella forma.
—Hey, pequeña, ¿Qué sucede? ¿Por qué me observas tan molesta?
Alzó una ceja mientras se echaba aún más en su lugar y cambiaba el canal de la televisión. La morena se acercó y apagó el aparato mientras se paraba frente a ella con los brazos cruzados y mucha molestia en su rostro.
—¿Qué hice ahora?
—¿En serio lo preguntas, Lalisa? Estás aquí echada, en toda la mañana no ayudaste mucho y encima aún no te has cambiado. Sí sabes que los invitados llegan tan solo en una hora, ¿Verdad?
La Alfa sonrió mientras se paraba de su lugar y se acercaba a la más pequeña bajando un poco la mirada ya que era más baja que ella. Tomó el rostro de su esposa entre sus manos y acarició sus mejillas con suavidad.
—Deberías calmarte un poco, pequeña. Sé que siempre intentas que Jake tenga las mejores fiestas de cumpleaños, pero ya todo está hecho, tómate un descanso, ¿Bien? A veces es bueno tomar las cosas lentamente.
—Pero tiene que salir perfecto, ¿Cómo me pides que...
No pudo terminar de hablar ya que Lisa la había callado con un dulce y amoroso beso. La morena sintió como sus nervios e irritabilidad comenzaban a desaparecer y ahora lo único que le importaba era aquel momento que estaba compartiendo con la castaña.
La intensidad de aquello había comenzado a subir a tal punto en que Lisa se encontraba metiendo sus manos por debajo de la camiseta de su esposa algo juguetona y divertida.
—Además, si te tomaras un descanso podríamos jugar un rato, ¿No lo crees?
—No, Lisa, ahora no, estamos en el medio de la sala, Jake podría pasar por aquí y vernos.
Jennie rió un poco e intentó alejarse de ella pero Lisa se lo impidió atrayéndola a su cuerpo nuevamente y rozando sus narices en un tierno gesto.
—Ya, bien, pero esta noche quiero que nuestro pequeño consentido duerma por fin en su habitación solo, necesito una noche contigo, sabes, hace literalmente seis años que no te tengo desnuda entre las sábanas de nuestra cómoda cama.
Susurró aquello en su oído viendo cómo se le erizaba la piel ante aquello. Estaba realmente encantada con la forma en que podía causar ciertas cosas en su esposa.
—Bien, Lisa, te prometo que hoy Jake va a dormir en su habitación y tendremos toda la noche para nosotras dos, ¿Bien? ¿Quién es la caprichosa ahora?
—Cállate, era mi turno de exigir algo, ¿No lo crees? Llevo un buen tiempo cumpliendo cada uno de tus caprichos.
Jennie sonrió abrazando a Lisa por el cuello y besando sus labios nuevamente. De repente, en el medio del nuevo beso que se encontraban compartiendo, pudieron oír unos pasos apresurados correr hacia ellas. Se separaron confundidas y miraron en dirección a aquel ruido encontrándose con su pequeño hijo corriendo hacia ellas con una enorme sonrisa en su rostro.
—¡Mamás!
Llegó a ellas y las abrazó con fuerza ocultando su rostro entre medio de las dos. Lisa y Jennie se miraron divertidas y con confusión en su rostro, aquel gesto por parte de su hijo era demasiado repentino para lo que estaban acostumbradas.
—¿Qué sucede, pequeño revoltoso?
Lisa se colocó de cuclillas a su lado mientras veía a Jennie hacer lo mismo. Ambas miraban al pequeño de cabello castaño oscuro algo curiosas y éste sólo reía pícaramente.
—¡Tía Jihyo me persigue!
Volvió a ocultarse entre ellas usándolas como una especie de escudo. Luego de eso, pudieron oír pasos fuertes correr hacia la sala, pudieron ver a Jihyo en la entrada respirando agitada y mirando en todas las direcciones posibles, sonrió al notar a Jake entre Lisa y Jennie y se acercó a paso lento y vacilante.
—¿Dónde estará ese pequeño revoltoso?
—No tenemos idea, Jihyo, no lo hemos visto, la verdad.
Jennie fingió desconcierto y miró hacia todos lados algo exagerada oyendo una pequeña risa proveniente del pequeño que se encontraba entre ellas.
—¿Oyeron eso? Me parece que se encuentra por aquí.
—¡Jake no está aquí!
Dijo eso y las tres adultas comenzaron a reír. Jake se separó de sus madres notando su error y salió corriendo de la sala, Jihyo rió al verlo y lo siguió de cerca.
—¿Vieron a Jihyo?
Dirigieron sus miradas a la puerta y ahí pudieron ver a Rosé algo confundida. Se rieron y después se acercaron a ella divertidas aún por la situación que acababan de presenciar.
—Está jugando con Jake.
—Mierda, hace más de dos horas que la estoy buscanda.
Bufó divertida y después las saludó con un ademán con la mano para irse de ahí y continuar buscando a la azabache. Lisa y Jennie se dirigieron hacia la cocina para buscar a su hijo, necesitaban vestirlo de una vez
para la fiesta, no faltaba mucho para que empezara y debían ya tenerlo listo, Jake solía ser demasiado revoltoso y era por eso que la mayor parte del tiempo se encontraba lleno de tierra o con la ropa sucia, para su fiesta debían bañarlo y vestirlo, no iba a ser tan fácil.
—Hey, Seulgi.
Lisa saludó a su amiga al verla ahí junto a su Omega. La pelirroja le sonrió y después miró a Jennie y le dedicó un asentimiento de cabeza.
—Hola, Sullyoon , ¿Cómo estás?
La morena se agachó mirando a la pequeña de cabello castaño con una gran sonrisa en su rostro y ternura en su voz.
—Estoy bien, tía Jennie.
La voz suave y delicada de la pequeña la enterneció por lo que luego de ello le acarició la cabeza gentilmente y se reincorporó mirando a su mejor amiga.
—Hola, Irene. ¿Cómo va ese embarazo?
—Mal, creí que nada se compararía a lo que sufrí con Sullyoon pero al parecer puede empeorar, pero bueno, nadie me obligó a embarazarme de nuevo.
Bromeó mientras acariciaba su panza y miraba a su derecha a la pequeña que lo tomaba con fuerza de la mano.
—Bueno, suerte con eso. Espero no sufrir otro embarazo de nuevo como tú.
—Cállate, seguramente tendrás dos hijos más, ya vas a ver cómo no te aguantas.
Jennie la observó espantada desde su lugar y después tomó a Lisa de la mano y salieron de la cocina para continuar en la búsqueda de su pequeño hijo. Llegaron a su habitación y lo vieron sentado en la cama con una hoja entre las piernas y todos sus colores esparcidos por el colchón. En una de sus pequeñas manitos tenía un color negro y se encontraba pintando en aquel papel.
—¿Qué haces, cariño?
—Dibujando.
El pequeño se encontraba tan concentrado que no les había ni dirigido la mirada a sus dos Madres que se encontraban acercándose a él con curiosidad.
—¿Qué dibujas, cielo?
Lisa se arrodilló a su lado en la cama y lo observó expectante. El pequeño no respondió, solo continuó con lo suyo hasta que terminó de pintar.
—Esto.
Levantó la hoja y les enseñó el dibujo que acababa de hacer. Sonrió enseñando todos los dientes y en la hoja se podían ver tres personas.
—Soy yo entre medio de ustedes dos, ma.
—Está hermoso.
Jennie sonrió y observó el dibujo con una tierna sonrisa esbozada en su rostro. Miró a Lisa y ésta le devolvió la mirada y de paso le dedicó una hermosa sonrisa.
—Los quiero mucho.
—Nosotras a ti, cariño. Ve a desvestirte así tu mamá Jennie te da un baño, ¿De acuerdo?
El pequeño asintió con la cabeza y corrió hacia el baño emocionado dejando a las dos mujeres solas en la habitación.
—Gracias.
—¿Por qué, Lisa?
—Por darme una hermosa familia y por quedarte a mi lado.
—Te amo, Alfa.
—Y yo a ti, pequeño ángel.
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