Quiero quedarme con la promesa
—Entonces no fue el seguro quien pagó la operación de mi mamá— pensé en voz alta sacando mis conclusiones mientras ella permanecía con la mirada hacia el frente.
—Quizás pienses que soy una psicópata...
—!Lo eres, eres una psicópata! —me giré y sonreí —¿Qué más sabes de mi?
—Tienes sangre tipo A, naciste en Gwangju...
—¿Por qué yo?— miré la llave de aquel auto lujoso en mis manos
—Porque esa noche había perdido la esperanza en los hombres y tu me la devolviste—.
La miré sin entender por qué yo estaba ahí en ese momento y me venía el pensamiento que solía tener todas las noches
"¿Por qué la vida era tan dura conmigo? ¿Por qué todo tenía que costarme tanto?"
Hace mucho tiempo dejé de ser orgulloso, solía serlo al punto de guardar rencor hasta que me di cuenta que aquello no me llevaba más que hacia la soledad y lo supe a muy temprana edad. No creo que haya sido coincidencia que la vida me regalara un momento como este.
—No me arrepiento de cada peso que dejé en tu bolsillo cada día desde esa vez— acarició mi rostro —Eres un hombre muy bueno que le ha tocado una vida difícil y se ha acostumbrado a tener que correr siempre— SooRim me miraba con ternura y acariciaba mi rostro de una forma única que me hacia sentir muy feliz.
—Gracias— más de una lágrima corrió por mis mejillas —Mi mamá se moría y tu...
—Lo sé y lo hice feliz— limpió aquellas gotas de melancolía —Y sé que donaste sangre y te prohibieron hacerlo después de que tu estado de salud no era el adecuado—.
SooRim se acomodó en el asiento para acercarse a mi rostro siendo firme con lo que diría, asegurándose que la escuchaba con atención cada una de las palabras que salía de sus labios rojo italiano algo estropeados por los besos.
—Nunca más vuelvas a caer en el error de entregarte a la vida sin pensar en ti primero— sonrió satisfecha de poder decirlo con derecho —La vida no merece que te desgastes por un sueño, estás viviendo ahora
—Lo haré, lo prometo— la besé y la volví a besar despues de eso.
Firmé los documentos necesarios para dejar la empresa a cargo de la mano derecha de mi padre, un hombre maduro que había trabajado años para la familia y en el cual confiaba lo suficiente. Ese sentimiento de libertad y tener un porcentaje de las acciones a mi nombre con el afán de encontrar un proyecto que me apasionara me devolvía el encanto que sentía por mi trabajo.
— ¿Qué harás ahora?— me preguntó papá ayudandome a guardar mis pertenencias para ceder la oficina
—Tengo planeado viajar y estar conmigo misma, creo que me lo debo después de todo— acaricié la madera del escritorio y apoyé mi trasero sobre él para mirar mi papá —No esperaba que las cosas fueran así ...
—Tenían que ser así— se cercó a besar mi frente con cariño —Me disculpo por presionarte de forma innecesaria
—No te culpes por algo que yo debí resolver — levanté una de las cajas y lo miré —Ahora todo estará mejor, ya verás— lancé un sonoro beso al aire con ganas de que le llegara al corazón.
Este viernes me iría a Miami por un mes y luego a recorrer Europa así que había decidido ceder también mi piso en el hotel y enviar mis pertenencias a una bodega que alquilaba a un buen precio con la intención de volver a Korea en algún momento o tal vez nunca.
Mientras armaba mi maleta bebía una copa de champagne y pensaba en Ho Seok y la conversación que tuvimos hace dos días atrás acerca de nosotros o lo que tuvimos. Ambos no sabíamos exactamente que nombre tenía lo que nos había pasado pero para él era mucho más importante que me reencontrara con mi felicidad aceptando mi partida con una sonrisa acogedora.
Creo que en la vida jamás me había encontrado con alguien como él, ese hombre me ha dado lecciones de vida que pienso integrar definitivamente. No tan solo me hizo el favor de aprender a dar y recibir placer, me dió el favor de pensar más en mi.
⋆⋆⋆
— Es un buen empleo y la remuneración es lo que esperaba para la carrera que estudié así que dije que sí— NamJoon estaba muy emocionado comentando que había encontrado un empleo de tiempo completo en una empresa y dejaría el hotel.
Yo lo miraba muy contento, orgulloso quizás de ver que todo su esfuerzo valió la pena. Yo tambien me habia retirado del hotel, un poco antes que NamJoon ya que desde la agencia de modelaje me dieron la oportunidad de reclutar nuevos chicos y apoyar al entrenamiento. Me sentia comodo aportando mi granito de arena en ese lugar y al fin le podía decir a mi mamá que tenía un buen trabajo y me gustaba.
—¿Estás así por SooRim?— me miró de reojo mientras cenábamos
—No, estoy feliz por ella— di un sorbo a mi vaso de jugo y me acomodé en la silla —Además ella merece explorar más cosas...
—¿Por qué no le pediste que se quedara contigo o algo asi?
—No tenía razones para hacerlo, ella tiene sus argumentos y sus decisiones— saboree los últimos fideos del plato y bebí para pasarlo mejor por mi garganta —Una aventura amorosa no se compara a los sueños
—Claro que no, pero ustedes tenían algo grande— sonrió y yo me sonrojé sin más porque era real
—Puede que en un futuro exista la posibilidad de intentarlo— sonreí, levanté mi plato y el de Namu
—¿Es una promesa a futuro...?— miró acusante deseoso de la verdad
—No lo sabré hasta que se concrete— presioné mis labios pensando en ese futuro — Mientras tanto me preocuparé de ser el mejor en lo que hago.
En París había encontrado una franquicia de Café y pastelería que nacía del proyecto de dos chicas de 30 años con grandes ideas y decidí a ojos cerrados ser su aval en el proceso. Quedé encantada con la idea de elegancia y la experiencia que vendían en un lugar tan icónico.
Transformando los sueños en realidad de esas chicas me di cuenta que lo que más me gustaba en la vida era ver crecer a la gente y cumplir sus sueños. Luego de 5 meses de viajes buscando una nueva pasión me asenté en París por dos meses apoyando a estas chicas encantadoras que eran todo un éxito.
— SooRim, estamos muy felices con las ventas y la promociones— sonrió Francessca una de la chicas, dueñas del lugar —Y estaremos contratando nuevo personal por la temporada de festivales y los desfiles de moda que habrán en la zona— sonrió dejando un par de galletas junto a mi café
—Me alegra saber eso— sonreí en forma de agradecimiento —Quizás no esté disponible este fin de semana por asuntos personales, así que si me llaman en muy probable que no les conteste— bebí mi café con lentitud dejando la marca de mi labial rojo en el borde de la taza.
—¿Alguna cita? — Isabelle tomó asiento con su propio café y su mandil con marcas de harina.
Sonreí al recordar el presente que había llegado hace unos días al hotel donde me estaba hospedando. Una cajita blanca que traía una tarjeta de habitación en su interior entre pétalos de rosas y una nota que decía
"Que dure hasta que las luces de las estrellas se extingan"
Jung Ho Seok
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