En el sombrío corazón del Anillo de la Lujuria, un lugar donde las sombras danzaban al ritmo de los pecados más oscuros, se encontraba Natalia, una joven de apenas 14 años. Terminaba su jornada en un club decadente, iluminado por neones parpadeantes que apenas podían ocultar la miseria de la vida que llevaba. A pesar de su corta edad, la vida la había empujado a convertirse en lo que nunca deseó ser.

—Señor, ya se ha terminado la hora —anunció con voz temblorosa, intentando mantener la dignidad que le quedaba.

—Ah, okay, toma tu pago —respondió su jefe, un hombre de rostro áspero y mirada despectiva. Cada billete que recibía se sentía como un recordatorio de su cautiverio, de la falta de opciones que la rodeaban. En lo más profundo de su ser, Natalia sabía que merecía algo mejor.

Una noche, mientras las luces parpadeaban y el ambiente se impregnaba de consensos perturbadores, conoció a Aztael. Él era un arcángel, un ser de luz en aquel abismo de lujuria. Su presencia era como un rayo de sol en medio de una tormenta oscura. Pero la primera vez que sus miradas se cruzaron, las palabras no fueron dulces.

—¿Acaso es una joven demonio? —preguntó Aztael, disgustado al ver a una niña atrapada en aquel lugar.

—Sí —respondió Natalia con tristeza—. Me dan asco todos los días.

Su intercambio fue breve, pero la mirada de Aztael la atravesó como una espada. Esa noche, Natalia sintió que, a pesar de su entorno, había alguien que la entendía, aunque fuera solo un instante.

Los años pasaron, y Natalia cumplió 25. Su vida en el anillo de lujuria se volvió una rutina insípida, cada día más pesado que el anterior. Pero a pesar de su dolorosa existencia, nunca olvidó a Aztael. Su imagen permanecía grabada en su mente como un faro en medio de la oscuridad.




fin  capítulo 2 viento del pasado